Abrazaba una ilusión, siempre lo hacía. Le gustaba hacerlo. Cerraba sus ojos y encontraba paz en ello. Había mal en su corazón. Un mal que crecía cada día, sin poderlo revertir. Una carga que le impedía seguir el camino, era lo que llevaba en el cuello. Nada le hacía caminar, arrastrarse y suplicar por mantenerse bien como lo hacía Sam. Suspiró una vez más. Sin saber que hacer.

Era una de esas noches. Una de las tantas en la tierra media, cuando el Hobbit sentía que el anillo le pesaba más que su vida misma. Se acercaban, lo olía. Podía escuchar el chillido de Orcos naciendo. Podía oler la piel quemándose de hombres muertos en las cuadrillas cercanas. Podía ver a sus amigos morir en cada escena si el fallaba.

Cada vez era más pesado, era un milagro - O tal vez no - Que estuviese resistiendo hasta ese momento. Su herida dolió. Apretó su hombro. El Acero de Morgul le hundía de nuevo la piel. Quiso gritar, pero solo se contuvo. Miró por encima de su Hombro, allí yacía su amigo dormido. Plácido en el verde césped. Suspiró y miró a la noche, que cubierta de un velo negro, simplemente le nubló la vista a las estrellas. Rendido, agacho la mirada. Quería llorar... Pero en ese punto...

Frodo ya no se permitía sentir nada más.


Es algo pequeñito... Solo se me ocurrió. Siempre he pensado que Frodo solo lo ven como alguien que "Portó" El anillo y no hizo más... No plasmé bien lo que su personaje, y esencia me transmite a mí. Un día tal vez lo haré. Espero les guste ^^