TODO es de JK.
Seducción
Por: Anne Darket
Dedicado a: Rei y Dee
¿Arte o deporte? Eso no interesa, lo importante es conquistarlo ¿Cierto?
Draco siempre se sintió orgulloso de su belleza. Los halagos llenaron sus oídos desde pequeño y hubo un punto, un instante, en que las mujeres dejaron de verlo con ternura y sus miradas se tonaron provocativas, puramente sensuales. De los labios de las pobres aduladoras, salían palabras como "¡Qué hermoso!", "¡Es guapo, sin duda!", "Algún día me casaré con ese príncipe" y otros más vulgares: "¡Dame un hijo!" y "¡Qué trasero tan bonito!". Más ninguna de ellas fue suficiente para que él se sintiera, al menos, un poco atraído.
¿Por qué ninguna chica, por más bella que fuese, le gustaba? Había besado a cientos de ellas, casi todas por el acostumbrado castigo, en el ya tradicional Domingo: juego de la botella. Incluso había metido la mano en el sostén de Lisa Tylor, la joven que había ganado el año pasado, en Slytherin, el concurso de la Reina más sexy. Blaise Zabini se impactó al escuchar, de los mismísimos labios de Malfoy, que esos escasos pechos no le habían provocado ni el más mínimo escalofrío.
Finalmente, un verano en el que paseaba por las calles de París, la incógnita se despejó. Compraba un cappuccino, la cafetería estaba abarrotada y no había mesas libres. Giró la cabeza en búsqueda de un asiento vacío. Allá, a unos metros de él, un ángel desprovisto de alas tomaba café mientras leía Pride and Predjuice. No dudó en acercarse y preguntarle, cortésmente en inglés, si el lugar frente a él estaba desocupado.
– Claro, siéntate – notó al instante el acento francés en las palabras anglosajonas.
– Lo siento, es que estoy esperando a mis padres y el sitio está atascado. ¿En verdad no te molesta? – Dijo, sabiendo de antemano la respuesta.
– No te preocupes, puedes tomar asiento, no me molesta. ¿Vienes de paseo? – Su imperfecta entonación y los matices de francés, eran una combinación exacta de lo que a Draco le excitaba.
– Sí, soy Draco Malfoy, mucho gusto. – Extendió la mano sobre la mesa alta, una vez que se hubo quitado el guante de piel de serpiente.
– Hola, soy Anthony Leclanché. Entonces ¿qué te parece la ciudad?
– Muy hermosa, cada día mejor. Es una lástima que no tenga un guía, en verdad me sería de mucha utilidad. Es decir, vagar sin rumbo no es algo muy conveniente y así no se puede conocer un lugar en su totalidad ¿no crees?
Mintió, él ya había viajado muchas veces allí, su madre había residido en el país durante tres años y le había heredado el conocimiento necesario para jamás aburrirse de ese extenso terreno lleno de moda, arte y avances.
– ¿Quieres que te la muestre? – Se ofreció Anthony, mostrando una radiante sonrisa y Draco sólo atinó a asentir.
Lo gracioso es que después de dos años, los recuerdos casi han desaparecido. Se acuerda la charla, cuando se conocieron y de lo que sucedió en la parte trasera de la limosina que trasladaba a Draco de un lugar a otro. Lo atrajo con salvajismo cuando no aguantaba más y lo besó con pasión, de las caricias inocentes pasaron a los toques sobre partes inapropiadas y finalmente lo follaron sobre el costoso tapizado del asiento del auto.
Desde ese día su única preferencia son los hombres, los predilectos son quienes su cabello no tienen el mismo color que el suyo.
Últimamente tiene un enorme problema, uno que no puede contar y que tiene que ver con su insaciable apetito sexual. Por alguna extraña razón (tal vez el insignificante quiebre de la dimensión espacio – tiempo) se siente diferente cuando ve a su acérrimo enemigo. De una u otra forma el "cuatro ojos" se ha convertido en el "ojos más bonitos", el "flacucho gatito" en "dientes de sable" y el "nula retaguardia" en el "más follable". Todo se refiere a una misma persona y ese sin duda es Harry Potter.
¡Vamos! Si se le ve desde un punto de vista no muy elocuente y que carece de rasgos reales, es prácticamente posible. Porque si alguna vez se le antojó meterse en los pantalones de Marcus Flint, quién estaba igual de feo que cuando lo conoció al reencontrárselo, puede ser probable que le guste san Potter, sobre todo cuando el pantalón se ajusta perfectamente a las curvaturas de su cuerpo.
Ahora bien. Ya había dado el primer paso: aceptación. Incluso el segundo lo llevó a cabo: contárselo a quién más confianza tenía. De hecho el tercer paso se había dado, más todo se desmoronó allí. Todo porque el favorito de Dumbledore no tenía ni un poquito de intuición para descubrir rasgos significativos de seducción.
¡No es broma! El primer intento fue tomar un poco de chocolate líquido con el dedo y lamerlo de la forma más sensual ante los ojos de Harry, pero éste ni se inmutó. Lo comprendió, esa señal era confusa. Posteriormente hizo, literalmente, un espectáculo para todos los alumnos de sextos. Antes de que iniciara la aburrida clase de la profesora Trelawney, se paró sobre la mesa más cercana a la puerta, bailó (como si se tratase de un hombrezuelo) y tendió la mano que sostenía una rosa justo en el instante en que Harry pasaba. No la tomó, por supuesto y Malfoy se reclamó mentalmente por la más idiota idea que se le ha ocurrido en la vida, seguro pensó en que eso era una broma, en su lugar habría hecho lo mismo: ignorarse olímpicamente.
Tuvo otra idea, más directa y que sólo requería de una planeación premeditada. El plan se llevó conforme a su itinerario. Era sábado, el día estaba nublado y había partido de Quidditch. Gryffindor contra Slytherin. Él contra su adoración momentánea. Dentro de un pequeño frasco llevaba una poción que provocaba al instante mareos y fiebre no muy alta, la suficiente como para sacar a ambos del partido. Así fue, los mandaron a la ducha y pidieron que nadie más se moviese hasta que encontraran la causa del repentino contagio. Draco aprovechó, lo tomó por el brazo una vez encerrados en el baño y confesó su pecado: "Me gustas".
Nada cambió.
Continuará…
Gracias por leer! ;D
Ya no es el GO! Ahora es el botoncito verde: presiónalo y dime ¿qué te fumaste? O lo que quieras. Opten por el libre albedrío.
Palabra de la tercera semana: Seducción.
… Necesito hacer mi guía de matemáticas (quedé en colgarlo hoy), por eso lo tengo que cortar. El domingo actualizo, ¡prometido! …
