CAPITULO I

Los muggles a pesar de ser personas no mágicas se desenvuelven bastante bien, no tienen varita ni falta que les hace para poder vivir cómodamente. Durante gran parte de mi vida he odiado a las personas no mágicas, porque mi padre fue un desgraciado que al enterarse de que mi madre y yo éramos magos nos comenzó a pegar, pero desde que Potter se ocupó de acabar con el Señor Oscuro convivo con ellos. Ahora ya no soy el bastardo grasiento, ahora solamente soy Severus Prince, un squib de 45 años que tiene un hijo de 6 años y una tienda propia, una botica de remedios medicinales.

Ocho años han pasado desde que Potter, el hijo de Lily, venció al Lord Oscuro y desde que yo perdí mi magia. Ocho años desde que estuve al borde de la muerte por la mordedura de Nagini, quien me arrebató al mago que siempre había sido y me hizo comenzar desde cero. No recuerdo como logré salir de la Casa de los Gritos, ni como llegué al hospital muggle donde me lograron salvar y en el que conocí a la madre de mi hijo. Katherine, la mujer que me ha dado lo único bueno que he tenido en esta vida, fue la que me ayudó a que de nuevo pudiera volver a hablar bien, la que aguantó mis malos modos y la que al final me mostró lo que era sentirse amado, algo que nunca antes había sentido.

— Papá, vámonos ya

Esa es la voz de mi hijo Liam, elección de su madre el nombre, quien está impaciente por ir al cine el último día de vacaciones de verano. Noto que está nervioso por empezar en el colegio y dejar el parvulario, además de que desde que su madre murió hace un par de años no es el mismo. Mi pequeño es lo más importante, lo que me hace salir adelante y hacer cosas que no haría jamás si él no estuviera tan entusiasmado, una de ellas es la de pisar un cine muggle.

— Ya vamos, Liam— respondo cogiendo una chaqueta y saliendo de la habitación

Al verme aparecer sonríe y hace que mi corazón se sienta completo. Cojo las llaves de casa, abro la puerta para que los dos podamos ir a ver la película de dibujos animados que tanto quiere ver mi hijo, y salimos de nuestro pequeño apartamento en pleno centro de Londres. Esperamos a que llegue el ascensor, Liam ya ha cogido mi mano porque sabe que es demasiado pequeño como para ir por la calle sin estar agarrado a mi. Al abrirse el ascensor una señora de unos sesenta años sale de él, educadamente le doy las buenas tardes y entro con mi pequeño.

— ¿Me comprarás palomitas?

— Unas pocas que si comes muchas después por la noche te pones malo y mañana empiezas las clases

— Tengo miedo— me dice bajando la cabeza pareciendo demasiado vulnerable— ¿y si nadie quiere ser mi amigo?

— Seguro que sí querrán ser tus amigos, como en el parvulario lo han sido Dirk e Isaac. Además ellos también van a ir al mismo colegio.

Parece que recordarle a sus dos mejores amigos desde los tres años le quita un peso de encima, aunque también veo que no está muy convencido de que eso llegue a ser verdad. Sin hablar más del tema salimos del ascensor y llegamos a la calle, que como siempre está repleta de gente. Liam aprieta mi mano y los dos caminamos tranquilamente sin hablar, porque mi hijo sabe que aunque yo daría mi vida por él no soy alguien demasiado sociable. No tengo amigos, solamente vivo por y para que Liam esté bien, sobretodo después de que Katherine muriera atropellada por un conductor borracho una noche al salir de trabajar.

— No van a quedar entradas

— No seas pesado, Liam— respondo cansado a veces de la impaciencia de mi hijo, típica de la madre también

— Lo siento, papá

Mi corazón se estremece al escuchar su disculpa pero de mis labios no sale una palabra para decirle que no se preocupe, a veces me duele más a mi que a él lo de tener que demostrar indiferencia.

Al llegar a la entrada del cine nos encontramos con varias personas en la cola, la mayoría son padres con los hijos aprovechando el último día de vacaciones. Después de comprobar que no somos nada originales, porque hay bastantes más que han optado por la opción de cine, nos ponemos a la cola y esperamos a nuestro turno. Cuando nos toca pido dos entradas para la sala en la que están dando la película de dibujos animados que quiere ver mi hijo, una vez la empleada me las da entramos dentro y esperamos a poder comprar palomitas.

— Va a empezar la película

— Pero quiero palomitas— se queja

Al final, cinco minutos más tarde es nuestro turno, pido rápidamente las palomitas más pequeñas y una botella de agua. El chico joven al ver la cara de pocos amigos que llevo no tarda ni un segundo en darme las dos cosas y cobrarme, a veces sigue siendo útil infundir miedo a los jóvenes como hacía con los estudiantes de Hogwarts, quienes a pesar de odiarme se comportaban. Una vez Liam ya tiene las palomitas y el agua entre sus manos nos dirigimos hacia la sala, antes de entrar yo cojo una de esas cosas que tienen los muggles para que los niños pequeños puedan ver mejor en los cines.

— Ya ha comenzado

— Son anuncios de otras películas— le contesto a mi hijo que ya estaba casi hiperventilando

Buscamos nuestros asientos a oscuras, con la sala ya llena y ganándonos algún que otro mal comentario que se ve cortado por la mirada de odio que recibe el interlocutor. Al final, justo cuando sale el nombre de la película, encontramos nuestros asientos. Después de colocar esa cosa para que mi hijo vea perfectamente, los dos nos sentamos cómodamente en las butacas del cine que tenemos cerca de donde vivimos.

La película para un adulto como yo es tremendamente aburrida, y más porque después de la complicada y dura vida que he llevado el que todo lo pinten tan bonito me da mucho asco, pero como no es a mi a quien le tiene que gustar sino que es a Liam pues me aguanto. Seguramente si alguien del mundo mágico me viera ahora mismo viendo la película de Tiana y el sapo pensarían que alguien me ha suplantado con la poción multijugos, nadie en su sano juicio imaginaría jamás que yo estaría viendo una película de dibujos animados de Disney, y no se lo imaginarían porque para todo el mundo yo odio a los muggles.

Una hora y media más tarde del inicio la película termina, y mi hijo como el resto de los niños empieza a aplaudir porque les ha gustado la película. Mi mano, tan diestra en hacer pociones, de una forma inconsciente empieza a acariciar el pelo castaño igual que el de Katherine.

— Parece que te ha gustado— digo en un susurro cuando han terminado los aplausos

— Mucho, papá

Tranquilamente salimos del cine, disfrutando de la templada tarde londinense. Antes de volver a casa, porque aun es temprano, decido que lo mejor es dar un pequeño paseo por Trafalgar Square i por Picadilly. La estatua de Eros en la plaza de Picadilly es algo que a Liam le encanta, a pesar de no ser demasiado bonita a él le fascina

— Quiero un hot dog

— Si comes uno ahora después no cenarás— digo seriamente— El próximo fin de semana si quieres venimos a comer perritos calientes, pero no ahora

— Vale, papá

Parece que el que le haya dicho que el fin de semana próximo comeremos fuera lo ha dejado tranquilo, que entiende que no puede comer según que cosas a estas horas. Ahora cuando lleguemos a casa cocinaré su plato preferido, risotto de setas, después se lavará los dientes y le leeré un cuento al meterse en la cama, los cuentos que más le gustan son El patito feo de Hans Christian Andersen y Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll.

— Esta noche te haré risotto con setas y después te leeré El patito feo

Ante semejantes buenas noticias Liam empieza a dar saltitos emocionado, me gusta verlo expresar sus emociones libremente aunque parezca un gryffindor y no un slytherin como yo, pero mejor esto que esté falto de cariño como le pasó a Malfoy o me pasó a mi.

— Gracias, gracias

Sus delgados brazos me rodean la cintura y su cabeza se apoya contra mi costado. Contento de poderlo hacer tan feliz empiezo a caminar hacia casa, a nuestro pequeño apartamento de dos habitaciones que es realmente cómodo y más porque tengo la tienda debajo y el nuevo colegio de Liam casi enfrente. Para un padre paranoico como yo por la seguridad de su hijo el poder tenerlo tan cerca es una gran ventaja, si se encuentra mal pues en poco más de un minuto ya podré estar allí. Otra cosa buena es que cerrando cinco minutos la tienda podré ir a esperarlo al colegio a la tarde, después dejarlo tranquilo en la trastienda para que haga los deberes y meriende, mientras yo atiendo a los clientes.

Al llegar a casa lo primero que hago es quitarme la chaqueta y los zapatos, únicamente me quedo con la camisa negra y los pantalones del mismo color. Para cocinar me remango la camisa hasta los codos y me ato el pelo en una coleta, mejor tener la cara libre de cualquier percance que pueda suceder.

— No te acerques a la cocina, Liam— advierto— Siéntate en el sofá viendo los dibujos

— Vale, papa— me contesta mi hijo— Pero quiero un buen risotto

Una carcajada sale de mi garganta ante la respuesta de Liam, si es que a veces se me olvida que no solo lleva los genes de su madre sino que también lleva los míos. Ese tono exigente de niño en su más tierna infancia me ha gustado, una parte slytherin aunque espero que sea muggle y nunca jamás tenga que pisar el mundo mágico, no quiero que mi hijo vaya a Hogwarts.

En la media hora que tardo en hacer el risotto salgo varias veces de la cocina y voy al salón, para vigilar que esté sentado y perfectamente. Noto como mi hijo está tumbado en el sofá, quedándose medio dormido mientras tiene puesto Bob Esponja.

— La cena ya está lista, ves a lavarte las manos

Liam se levanta frotándose los ojos, tiene más sueño que hambre pero no va a rechazar su plato favorito. Mientras él va a lavarse las manos con jabón, yo voy a sacar el risotto del fuego y a servirlo en los correspondientes platos. Además a Liam le caliento un poco de leche en el microondas, un gran invento de los muggles. Una vez ya tengo todo listo empiezo a llevar los dos platos, los cubiertos y finalmente el vaso de leche de mi hijo, y mi vaso de zumo, porque delante de Liam no bebo alcohol. Katherine me tenía prohibido tomarme mi copita de whisky frente a nuestro hijo, ahora que ella no está sigo sin hacerlo y pocas son las veces que tomo algo de alcohol, porque a punto estuve de caer en el alcoholismo con la muerte de la mujer que amaba, suerte que me di cuenta y logré evitar semejante tragedia.

— Está buenísimo, eres el mejor cocinero del mundo. Mejor que la mamá de Dirk o Isaac— escucho que dice mi hijo contento mientras devora el plato

Las madres de los dos mejores amigos de Liam es lo más parecido que tengo a amigas, tanto Margaret como Becca siempre han estado ahí para cuidar de mi hijo cuando yo no he podido porque estaba demasiado hundido con la muerte de Katherine. Las dos son más jóvenes que yo, Margaret está divorciada y Becca es madre soltera, algo que parece no importar al pequeño Dirk.

— Me alegro que te guste, siempre he sido bueno para estas cosas de mezclar ingredientes— respondo con una ironía que se que mi hijo no entenderá porque es muy pequeño, y porque no sabe que tiene un padre que ha sido mago

Diez minutos después, mientras yo recojo y friego los platos, mi hijo se va a poner el pijama. Cuando termino me dirijo a su habitación, lo encuentro ya metido en la cama, tapado con las sábanas de colores llamativos y algunos coches dibujados. Al verme sonríe y me hace espacio para que me pueda tumbar a su lado y contarle el cuento.

— Quiero que pongas voces

Su petición hace que me lleve una mano al puente de la nariz, estoy demasiado cansado pero igualmente lo consentiré. Empiezo lentamente a contarle el cuento del patito feo, pensando de una forma condescendiente en como se parece mi vida a la del cuento, hasta que por supuesto él se vuelve un cisne espectacular y yo sigo siendo el mismo mortífago inmundo de siempre.

— Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado— termino de decir en un susurro viendo como Liam está profundamente dormido

Beso su frente con mucho cuidado y me levanto con la misma precaución. Al salir cierro un poco la puerta pero no del todo, ahora ya puedo relajarme en el sofá y leer un buen libro de química durante un rato. Estos momentos después de cenar, cuando Liam ya se ha dormido, son los únicos que tengo para mi, para recordar el pasado que llevo deseando borrar desde hace demasiado tiempo pero que por alguna razón no puedo olvidar.

Cuando el reloj marca las once me doy cuenta que me he pasado casi una hora y media leyendo. Antes de irme a dormir enciendo un momento la televisión, a ver si dan algo interesante en algún canal. Todo lo que veo son programas de gente que no ha hecho nada en su vida y tiene mucho dinero, alguna película y alguna repetición de partidos de fútbol.

— Estos muggles van demasiado adelantados

Apago la televisión y lentamente me dirijo a mi habitación, donde la gran cama de matrimonio me está esperando para intentar que duerma tranquilamente, algo que se no será posible porque desde hace demasiados años no puedo dormir más de tres horas seguidas. Como mi cuerpo aun no está demasiado agotado voy a encender la bañera, con agua caliente para darme un relajante baño.

Al desnudarme frente al espejo del baño veo mi cuerpo, ése que tiene algunas cicatrices en el pecho y en una pierna, el que tiene en un antebrazo la marca tenebrosa y en el otro el tatuaje del nombre de mi hijo. Desde que dejé el mundo mágico mi cuerpo ha mejorado, ahora no estoy tan blanco lampiño porque a Liam le gusta la playa y éste año hemos ido un par de semanas de vacaciones a Dover, a disfrutar de la playa y del raro buen tiempo que ha hecho.

— Desearía que estuvieras aquí Kat— digo al meterme en la bañera de agua caliente— Él te necesita tanto y yo también

Antes cuando era espía de Voldemort no podía tener estos momentos de debilidad, ahora los tengo cada vez más porque la edad me está haciendo más blando y más dependiente de unos sentimientos que antes obviaba tenerlo. Durante la guerra mágica no podía pensar en sentir nada, tenía que mantener mi mente fría para no perder mi vida y que miles de magos murieran por mi culpa, pero ahora que Katherine me ha enseñado lo que es el amor lo hecho de menos. Muevo la cabeza de un lado para otro intentando olvidarme de todas estas tonterías sentimentales que son culpa de la edad, y empiezo a pensar en como le irá a Liam en su nuevo colegio.

Después de estar veinte minutos dentro del agua, cuando ya estoy suficientemente relajado salgo y me seco con una toalla el cuerpo. Me pongo los slips negros, el pijama verde oscuro de seda y salgo del baño secándome el pelo negro que ahora llevo más corto de lo que solía, además también me he comenzado a dejar un leve rastro de barba.

— Buenas noches, Kat— digo con un hilo de mi rasgada y profunda voz

Al tumbarme en la cama, y taparme con las sábanas, me quedo dormido de una forma realmente rápida. Parece que Morfeo se ha apiadado de mi por una vez y me deja descansar en paz, sin pesadillas ni sobresaltos. Por una noche soy una persona normal, por unas horas Severus Prince duerme sin tener que hacerlo con un ojo abierto.

La tranquilidad del sueño es rota por unos saltos en la cama de Liam, quien ha amanecido nervioso e hiperactivo por ser el primer día del curso en su nuevo colegio. Solamente hace falta que le mande una mirada made in Snape para que deje de dar saltos y pida perdón, su cabeza y su cuerpo tiembla ante un posible castigo.

— Ves a lavarte la cara y a ponerte la ropa

Me hace caso sin dudar un segundo, sabe que si me enfado va a ser peor y ninguno de los dos queremos eso. Miro el despertador que hay en la mesilla, son las siete y media, aun queda hora y media para que sea la hora de empezar en el colegio de Liam.

— Papá, vístete— me ordena nervioso hijo nervioso

— Aun es pronto, ves a sentarte al sofá y estaré vestido en unos minutos

Cinco minutos más tarde ya estoy vestido con una camisa verde oscuro, unos tejanos negros, una americana negra y unos zapatos bastante cómodos. Preparado para empezar otro nuevo día, uno en que a la tienda me tienen que llegar algunos ingredientes naturales para que yo pueda crear mis propios remedios naturales para venderlos.

— Unas tostadas con mantequilla de cacahuete, un plátano y un zumo de naranja

— Gracias, papá

Empiezo a hacer el desayuno de mi hijo después de ver lo entusiasmado que está por semejante banquete. Es un desayuno nutritivo, más saludable que el beicon y los huevos revueltos que suelen desayunar algunas personas. Mientras espero a que la tostadora, gran invento muggle, saque las dos tostadas para Liam, yo me preparo un café.

— Ven a la cocina a desayunar— aviso en un tono alto al escuchar la televisión de fondo— Apaga ya ése cacharro

Desconecto la tostadora, apago la vitrocerámica y me siento en la pequeña mesa de la cocina. Tranquilamente empiezo a tomar mi amargo café, disfrutando de cómo semejante fuerte sabor recorre mi garganta.

— Eso no se vale papá, tienes que esperarme

— No hubieras tardado tanto, hijo— digo con una sonrisilla burlona que hace que mi hijo me saque la lengua enfadado

Liam empieza a desayunar, le da un mordisco a su tostada untada con mantequilla de cacahuete. Alterna los mordiscos a la tostada con los tragos del zumo de naranja.

— Isaac me ha dicho que su mamá tiene un novio— me informa mi hijo

— Eso es cosa de Margaret, a nosotros no nos tiene que interesar— digo intentando que el comentario inocente de mi hijo no llegue más allá, no tengo ganas de tener que hablar de las relaciones de otra persona

No seguimos con esa conversación porque parece que mi hijo ha entendido que no quiero hablar del tema, porque se que si seguimos hablando alguna vez él me preguntará si yo no voy a tener novia y no quiero hacerle eso al recuerdo de Katherine. Al terminar de desayunar Liam se levanta y va a limpiarse los dientes, dejándome a mi para fregar mi taza, su vaso y el plato de las tostadas. Al ver la piel del plátano encima de la mesa llamo a mi hijo, así que lo llamo para que venga y haga lo que tiene que hacer.

— Liam— llamo— Ven aquí un momento

— Voy papá

Al verlo aparecer sonrío y le señalo la piel del plátano con la vista, él lo entiende y sin quejarse la coge y la tira a la papelera

— Lo siento, no me había dado cuenta

— Otro día tienes que fijarte más— digo agachándome para quedar a su altura y que me de un beso en la mejilla

— Te quiero papá— responde tras darme un beso— Te quiero mucho

— Yo también te quiero mucho, Liam

Los dos salimos de la cocina y nos dirigimos a su habitación para hacer la mochila. Le ayudo a meter un cuaderno y unos colores. Al ser el primer día no creo que hagan nada aparte de presentarse y jugar pero mejor ir preparados por si acaso. En un momento que yo no miro, y que Liam se piensa que no veo, mete en su mochila los tazos. Tengo que utilizar toda mi capacidad de autocontrol para no pedirle que los saque ya, quizás con ellos pueda conseguir más amigos y tampoco es nada malo que los lleve.

— Mira ya hay gente en el colegio— me avisa mi hijo mirando por las puertas de cristal que van a dar a nuestro pequeño balcón, al cual tiene completamente prohibido salir

— Ahora vamos aunque queda media hora, pero mejor que bajemos ya

Una vez se ha puesto la mochila coge mi mano, yo cojo las llaves del mueble de entrada y salimos. Cierro la puerta con la llave y vamos a coger el ascensor, que por suerte está vacío. La calle está llena de madres con sus hijos, a estas horas es lo normal en un día como hoy que todos están nerviosos por el inicio de las clases y quieren llegar pronto. Una vez hemos mirado a ambos lados de la calle, Liam y yo cruzamos, caminamos unos veinte metros y ya nos encontramos en las puertas del colegio.

— No veo a Dirk o Isaac

— Aun es demasiado temprano, seguro que dentro de poco estarán aquí— respondo intentando tranquilizarlo mientras miro el lugar en el que mi hijo aprenderá la cultura necesaria para ser alguien cultivado al crecer.

Es un colegio bastante familiar contando la cantidad de alumnos que tiene, los cuales van desde los seis años a los dieciocho años de edad. El ambiente que se respira es de cordialidad y educación, algo que hoy en día no abunda. El colegio está distribuido en dos pabellones, en uno está la educación primaria y después en otro la educación secundaria, además cuenta con un pequeño gimnasio para cuando llueve y no pueden hacer la gimnasia en el patio.

— Mira, ahí viene Dirk— le digo a Liam— Ves a saludarlo

Mi hijo me deja la mochila y sale corriendo en busca de su amigo. Becca sonríe al ver a Liam, lo saluda amablemente y le acaricia el pelo. Como lo de estar ahí sin ir a saludar no es de buena educación me dispongo a caminar hasta donde está uno de los mejores amigos de mi hijo. Justo antes de poder llegar a donde está Becca saludándome, y viendo como los dos niños se están hablando alegremente, noto como alguien choca contra mi y como unas cosas se caen al suelo.

— Lo siento— escucho la voz de una mujer mientras me agacho para recoger lo que se le ha caído

— No ha sido nada pero otra vez mira más por donde va— contesto educadamente levantándome con los objetos que he recogido y que me hacen suponer que es una profesora

Antes de que pueda devolverle las cosas a mujer mi hijo ya está a mi lado, preocupado por si me he hecho daño. Tranquilizo a Liam con una mirada y entonces si que miro a la persona que ha venido directa hacía mi. Es una joven de entre veinte y treinta años, con pelo castaño, una sonrisa tímida en sus labios y una mirada que indica arrepentimiento por el choque.

— Lo siento Severus— escucho que susurra para que solamente yo le escuche

— No hay problema Granger— respondo de una forma mecánica al escuchar ese timbre de voz

Al poder digerir lo que he dicho de forma mecánica me quedo completamente blanco, no puede ser que tenga frente a mi a Hermione Granger. Parece que la mejor amiga de Potter se ha dado cuenta de mi creciente pánico, que el verla me ha afectado bastante más de lo que le ha afectado a ella. No se como me ha reconocido de una forma tan simple, aunque mi nariz siga siendo tan distintiva como antaño, pero ahora mi pelo está diferente y la leve barba me haga diferente.

— ¿Qué haces tú aquí?

— Soy profesora de este colegio— me responde— Desde el año pasado doy clase a los de primer año

— ¿Vas a ser mi profesora?— escucho que pregunta Liam, quien se me había olvidado está a mi lado

— Sí vas a ir a primero entonces sí— responde amablemente mi ex alumna— Mi nombre es Hermione Granger

— El mío es Liam Prince, encantado

Una suave risa escapa de mi antigua alumna al ver como mi hijo se presenta, como no parece para nada mío. Ahora no solo estamos nosotros tres sino que también está Dirk con su madre Becca, y acaba de llegar Isaac con su madre Margaret que al vernos viene a saludar a mi hijo.

— ¿De que conoces a mi papá?— pregunta Liam a Granger que está saludando a las otras dos mujeres y a sus hijos— ¿También conociste a mi mamá?

— Ella fue mi alumna, Liam— contesto recuperando el habla— Antes de conocer a tu madre yo daba clases y la señorita Granger me tuvo como profesor, fue una alumna muy brillante y espero que tú lo seas tanto o más que ella

Mi hijo asiente con la cabeza de forma convencida, decidido a sacar mejores notas que la que va a ser su profesora. Lástima que no vaya a ser equiparable porque ni estudia pociones, ni transformaciones, ni defensa contra las artes oscuras, ni las notas que ponen son las mismas.

— Me tengo que ir a abrir la tienda. Pórtate bien y disfruta de tú primer día en el colegio de los mayores— digo despidiéndome de Liam besándole la frente— Y eso también va por vosotros dos— añado ahora mirando a Isaac y a Dirk

— Seremos buenos Severus— contestan los dos a coro haciendo que se me escape una sonrisa y a sus madres una leve risa

Los tres sabemos que cuando ponen ese tonito de voz de no haber roto un plato es todo lo contrario, aunque sean niños y no lo hagan queriendo. Antes de salir del patio del colegio digo adiós a Becca y Margaret, quienes me devuelven con la misma palabra la despedida.

— Ten un buen día, Severus

— Lo mismo para usted, Granger— contesto— No haga pagar a mi hijo lo injusto que fui con usted en Hogwarts— termino susurrando a su oído al pasar por su lado

— No lo haré, tranquilo— me responde también en un susurro— Cuidaré de Liam

Con esa clara determinación de una gryffindor como Granger salgo realmente tranquilo, se que si por algo se caracteriza la amiga de Potter es por su lealtad y el valor de su palabra.

TBC...

El inicio de un fic Severus/Hermione que me ha andado rondando en la mente durante unos días, y que al principio me negaba a escribir.

Espero que os haya gustado el inicio de esta historia con un Severus bastante cambiado por la paternidad y por la felicidad que le da Liam a su vida, aunque todavía tiene cosas del Snape de Hogwarts.

Un saludo y gracias a quienes lo habéis leído por haber gastado vuestro tiempo en lo que escribo.