Una vez más, aparezco para traerles otra de mis locuras. Sobra decir que es un Zutara. ¡Nunca habrá suficiente Zutara!

No es un Cross Over. Si lo fuera, habría hecho versiones con Avatar y WITCH (recomiendo "When Worlds Collide", está bueno, aunque el final está flojo), Avatar y BeyBlade, Avatar y Xialin Showdown, y no sé cuantos más. Simplemente, tomé una idea (deacuerdo, un objeto many important) de un anime y lo puse en otro.

Para un mejor entendimiento, se recomienda la lectura de mis heridas: "La Herida que nos unió" y "La Herida que abrieron en mi corazón". Ya que estamos en eso¡dejen review! (Argentum S.A. de C.V., o Argen pa´los cuates, les agradece a todos aquellos que dejaron reviews en ambos fics. Para ustedes, mis respetos.

También se recomienda acompañar la lectura de éste fic con cacahuates bien salados, palomitas con chile o bebiendo un litro de jugo de limón sin rebaja (bueno, pueden agregarle sal y tequilita para darle sabor), porque, realmente, en verdad, me salió el parecido con mi hermanita (8 añitos, cursi cómo ella sola y muy inteligente¡Zutarista de corazón!). Mega empalagoso. Riesgo de alza de azúcar súbita.

Tuve una pesadilla horrible, aterradora; un sueño tan terrible, que me mantendra en vela por noches enteras.

Soñe que Avatar: La Leyenda de Aang, no era mío. Y sigue sin serlo. Aún estoy dormida. ¡Alguien despiérteme!

Esperando que les guste ésta locura, se despide Argen.

Sumary:

NO CrossOver. Zhao ha regresado, víctima de una maldición. Su única oportunidad radica en la creación de una nueva joya de las cuatro almas, lo que traerá serias complicaciones para la misión del Avatar y para un amor prohibido entre dos enemigos que lucha por existir.


Capítulo Uno.

La Sabiduría de la Tierra.

El Polo Norte.

Una región donde los inviernos son crueles y la primavera nunca llega.

Una tierra hecha de hielo y agua donde el calor es un tesoro inapreciable...

El sitio en el cuál se había librado una cruenta batalla entre la Nación del Fuego y la Tribu Agua. Batalla que había culminado con el sacrificio de la Princesa Yue y el exterminio del Almirante Zhao.

-------

Todos los ríos llegan al mar.

Al menos eso era cierto en la ciudad de la Tribu Agua del Norte.

Todos los ríos que atravezaban la ciudad acaban tarde o temprano en el amplio y majestuoso mar.

Quizá así fue como acabó en ese lugar. Quizá había sido arrastrado por las corrientes que conformaban las calles de la ciudad helada y así había llegado al mar.

Zhao se aferró al enorme bloque de hielo flotante.

El frío de la noche cortaba como fieros cuchillos pero él no lo sentía.

Sigilosamente se acercaba al navío de la Nación del Fuego que los Maestros Agua habían encallado. La ciudad dormía apacible, ignorando que tan temible enemigo rondaba tan cerca de ella. Pero los habitantes no tenían porque preocuparse. Ellos no eran el objetivo de Zhao.

El Almirante lo había perdido todo, nada le quedaba. En su oscuridad solamente cabía el resplandor de una tenue esperanza.

El hombre subío al barco pagando con creces su osadía. No es fácil trepar por acero congelado. Menos aún con las manos desnudas.

Llegó a la cubierta del barco. Los Maestros Agua habían revisado todo a conciencia; no obstante, sólo necesitaba un medio de transporte. Una lancha o una balsa bastarían.

Sino encontraba, improvisaría.

No tenía nada que perder.

En el oscuro cielo refulgía la luna llena.

Blanco recordatorio de su maldición.

----------

Aang esquivó los arbustos y matorrales que crecían en el camino y saltó sobre una roca. Se quedó de pie contemplando la aglomeración de casa que se extendía en el valle.

El pueblo Azumano del Reino Tierra.

Era grandioso volver a ver un pueblo libre de la influencia de la guerra. Allí podrían encontrar techo, comidas calientes¡podrían reabastecer sus provisiones! También podrían reunir información útil para el viaje y verían rostros amigables, para variar.

Y allí estaría "él".

El Avatar frunció el seño.

No tenía ningún deseo de verlo nuevamente. Y deseaba, menos aún, que Katara estuviera con "él".

Sus puños se cerraron con fuerza en torno a su báculo-planeador, tornándose blancos los nudillos. Sus labios se contrajeron en una mueca dejando al descubierto sus dientes fuertemente apretados.

Llegarían al pueblo al anochecer, a más tardar. ¡Si no tuvieran que hacer escala en Azumano!... Pero tenían que hacerlo, ya sólo les quedaban provisiones para uno o dos días, tres a lo sumo.

Su boca se curvó en una sonrisa entre maliciosa y traviesa.

No era necesario que evadieran el pueblo; bastaba con que se retrasaran un par de días.

-¡Aang!

El niño miró sobre su hombro hacia el origen de la voz. ¡No tenía tiempo! Había que encontrar una excusa ya.

-No... corras... tan... rápido... -dijo Sokka entrecortadamente saliendo de entre los árboles-. Es... en... serio...

-Lo siento -se disculpó Aang llevándose una mano a atrás de la cabeza-. ¿Dónde está Katara?

-Con Appa y Momo más atrás -respondió el joven guerrero con las manos apoyadas en las rodillas, recuperando el aire lentamente-. A las chicas les gusta tomarse su tiempo. Si corren se despeinan.

El fuerte impacto de una bellota en la parte posterior de su cabeza se encargó de borrarle esa molesta sonrisita de suficiencia.

-¡Auch¡Oye!

-Lo siento, pero no quería correr a golpearte. Me podría despeinar.

-¡Ya cásate! A ver si así se te endulza el carácter.

Sokka no había acabado de decir esto cuando se vio arrojado a varios metros de distancia por un súbito golpe de aire.

-¿Por qué hiciste eso! -gritó el chico indignado.

-Yo no fuí -mintió Aang-. Debe ser la forma del valle. Impulsa el viento hacia arriba, éste se mueve más rápido... Sería peligroso bajar directamente por aquí. Tenemos que dar un rodeo.

-¿Un rodeo? -preguntó Katara con desencanto.

-Sí. Un rodeo -confirmó Aang satisfecho consigo mismo-. Tendremos que rodear el valle.

-¡Pero eso nos llevara días! -exclamó Sokka.

-Sólo serán unos dos días.

-Si bajamos directamente llegaremos a Azumano esta misma noche -repusó Sokka.

-Y si mientras bajamos la montaña nos alcanza una corriente de aire como la que te acaba de tirar, llegaremos aún más rápido -rebatió el Avatar.

-Podemos bajar en Appa -contestó Sokka señalando al enorme bisonte blanco.

-Claro -concedió Aang-. Ojalá que Azula no esté por aquí mirando hacia arriba.

El adolescente de ojos azules abrió la boca dispuesto a decir un nuevo argumento; lo malo fue que no se le ocurrió ninguno.

-Andando.

La comitiva se dispusó a seguir por el camino que el maestro aire señalaba, con una notable excepción: la chica que se quedó de pie en lo alto del risco contemplando el pueblo con la boca ligeramente entreabierta.

Tendría que esperar.

Y rezar porque siguiera allí cuando ella por fin llegara.

-¡Katara¡No te retrases!

-¡Ya voy! -contestó la Maestra Agua. Volvió a ver el pueblo llamado Azumano, antes de correr a reunirse con su hermano y con su mejor amigo.

----------

Los pasillos de la prisión de acero estaban exageradamente limpios, inmaculados.

No había una mota de polvo en toda la cárcel. Los soldados de la Nación del Fuego no podían correr ese riesgo.

El Rey Bumi sería un excéntrico, pero también era un temible Maestro Tierra y un formidable enemigo.

Definitivamente el hombre de más de un siglo de vida era de cuidado.

Se acercó hasta donde estaban los guardias sin hacer ruido, sin delatar su presencia. Con movimientos expertos venció a la docena de guerreros que custodiaban la celda del rey de Omashu.

-¿Quién está ahí? -inquirió la voz cascada del reconocido genio loco.

Zhao hizo una mueca. No importaba que el anciano lo hubiese descubierto. Le resultaría más difícil, eso era todo. No sería nada que no pudiera manejar.

Bumi frunció el seño. Esto no estaba bien. Hora de pasar del Ying neutro a el Ying positivo.

La tierra bajo los pies de Zhao se sacudió y el hombre se vió rodeado por una formación rocosa que asemejaba unas garras.

¡Rayos¿Cómo demonios se las había arreglado ese viejo loco para que la tierra atravesara metro y medio de hierro?

Una de las rocas explotó en medio de una nube de fuego y humo. Zhao emergió rapidamente de entre las rocas calcinadas. No tenía tiempo que perder. Lo único que tenía que hacer era tomar aquello por lo que había venido e irse.

El hecho de que una piedra gigantesca se elevara en el aire y saliera expedida en su dirección indicaba que le iba a costar un poco de trabajo...

----------

El aire transportaba el delicado perfume de las flores.

Katara cerró los ojos y respiró profundamente, fijando la esencia floral en su memoria. Echó un vistazo sobre su hombro y comenzó a patear el suelo, impaciente.

Les había llevado tres días y medio llegar al pueblo siguiendo la ruta de Aang. Y no habían tardado tanto tanto por haber rodeado la montaña, sino por los numerosos "atajos" de Aang; sus frecuentes descansos; su tardanza cuando se separaban para buscar fruta fresca y agua; el accidente en el que Appa se había asustado (aún no tenía claro con qué) y todas sus cosas se habían desparramado¡les había llevado horas encontrar las mudas de ropa, las bolsas de dormir, los paquetes (ya escasos) de carne seca, verduras, cantimploras, instrumentos de cocina y demás!

Todo parecía conjugarse en su contra e impedir que llegara a Azumano.

Pero al fin; allí estaban.

Habían vencido todos los contratiempos y habían llegado a su destino.

"No lo encontraré." Pensó Katara con tristeza. "Lo más probable es que ya se haya ido. Debió partir hace días."

Su rostro adoptó una expresión decidida. ¡Todavía había esperanzas! Tal vez había encontrado un modo de posponer su partida sin levantar sospechas.

La maestra agua se giró y, llevándose las manos alrededor de la boca y formando un embudo, llamó a sus compañeros rezagados.

-¡Chicos¡Dense prisa!

Acto seguido, continuó su camino hacia el pueblo.

----------

Sokka y Aang pasaron bajo el gran arco que servía como entrada al poblado unos veinte minutos después. Ambos se quedaron pasmados al ver el aspecto que presentaban casas y calles.

-Parece... una feria -alcanzó a decir el niño de 12 años.

-¡Perfecto¡Justo lo que faltaba! - exclamó el niñote que lo acompañaba-. ¡De seguro mi hermana nos va a arrastrar por cada uno de los puestos que vea, al menos dos veces!

-Pues parece que ya se adelantó -anunció Aang señalando un puesto lleno de flores y listones. Katara estaba inclinada examinando los arreglos florales y conversándo con la vendedora.

Los chicos se acercaron al puesto esquivando a un hombre que cargaba una pila de jaulas con pájaros en su espalda y a una vendedora de panes y bollos que, como muchos otros, gritaba a todo pulmón anunciando su mercancía.

-... son muy bonitas y tienen un aroma delicioso -estaba diciendo Katara mientras acariciaba un corazón hecho de flores de un color azul pastel.

-Es una de las viejas costumbres de éste pueblo -respondió la anciana con orgullo-. Regalar un corazón de flores entre enamorados traerá buena fortuna en la vida conyugal -declaró la vendedora tomando uno de los arreglos-. ¿No te interesaría comprar uno, querida?

-No -respondió Katara sin pérdida de tiempo, roja como la grana-. Todavíanoeselmomentodepensarenmatrimonio.Aúnesmuypronto.Nosabemossifuncionará. -Katara inhaló profundo y sopló el aire con lentitud antes de volver a hablar a una velocidad normal.- No gracias.

-Tal vez prefieras uno de estos -dijó la anciana riendo y mostrándole un pedazo de tela blanca.

-¿Un listón? -preguntó la chica frótandolo entre sus dedos.

-Es otra vieja costumbre -explicó la mujer con una sonrisa-. Si el chico que te gusta te regala un listón blanco entonces su amor será verdad y sobrevivirá cualquier cosa. Incluso a esas pequeñas diferencias que son el mayor peligro para una relación.

-En ese caso debo hallar la forma de que me regale uno de estos listones -suspiró Katara-. Somos tan diferentes como el sol y la luna.

-¿Du y kdien?

-¡AAAHH¡Sokka¡No hagas eso¿Qué no ves que me va a dar un infarto?

-¿Du y kdien? -repitió el joven con un bollo entero en la boca. No habían conseguido esquivar a la vendedora de bollos.

-¡No hables con la boca llena! -ordenó su hermanita.

-¿Du y kdien?

¡Vaya que el chico era insistente! Katara no podía decirle. Si se enteraba, Sokka era capaz de armarle una escenita. ¡Por no mencionar que se iría a buscarlo y arreglar cuentas con él inmediatamente!

No. A Sokka no podía decirle pero ¿y Aang? Aún no entendía porque no podía decirle a Aang. El Avatar era su amigo. ¡Se alegraría mucho por ella si lo supiera! Pero había prometido no decir nada. Al menos hasta que fuera el momento.

-¿Du y kdien? -preguntó Sokka otra vez. Tragó lo que tenía en la boca (el bollo entero) y volció a preguntar:- ¿Tu y quién?

Katara, nerviosa, paseó la mirada por entre las coloridas lonas, en busca de inspiración divina. Después de unos instantes decidió darle una "versión" de la verdad.

-Yo y un chico que conocí.

-¿En serio? -preguntó Sokka-. ¿Cuándo¿Cuándo Azula nos estaba atacando o cuándo volabamos sobre Appa? Yo creó que estás inventando. ¡No hay nadie lo bastante loco como para encontrarte atractiva!

-Sokka...

Un látigo de agua dió por terminado el asunto sin satisfacer la curiosidad de Sokka y sin pedirle más explicaciones a Katara. Pero la conversación había hecho surgir un malestar ya conocido en Aang.

----------

Cualquiera hubiera dicho que el ejercito entero de la Nación del Fuego se había enfrentado contra las fuerzas conjuntas de las dos Tribus del Agua y de todo el Reino Tierra.

Pero no. Solamente era una batalla entre un maestro fuego y un maestro tierra.

Zhao aún no había tenido oportunidad de ver a Bumi, hasta ahora se había contentado con esquivar los ataques del viejo rey sin trono. Esquivando un nuevo ataque, logro acercarse a la puerta de la celda del rey loco. Aplicando el Fuego Control hizo saltar la puerta y penetró en el interior.

Si los pasillos estaban limpios allí dentro estaba ascéptico. Los encargados de la limpieza se habían lucido en verdad.

En medio de la habitación se encontraba un hombre encerrado en un ataud de hierro con solamente la cara al descubierto.

"¿Cómo diablos hizo todo eso sin moverse?" se preguntó Zhao al contemplar a su oponente.

El rey Bumi le devolvió la mirada y rió por lo bajo.

-¿No soy lo que esperabas?

Zhao permaneció alerta mientras deslizaba una mano en el bolsillo y extraía una pequeña esfera de cristal transparente. Estaba a punto de conseguirlo...

Bumi lo miró fijamente.

-No vale la pena. Tú ya no perteneces a éste mundo.

Sin decir palabra, Zhao levantó la pequeña joya y la colocó a la altura de sus ojos.

El grito del antiguo soberano de la ciudad antes conocida como Omashu, ahora llamada Nuevo Ozai, se extendió por los corredores de la prisión mientras el sol se ocultaba en el horizonte.

----------

Una media luna se perfilaba en el cielo nocturno.

Katara vadeó el río que corría a las afueras del pueblo. Ese era su lugar acordado: su punto de encuentro.

Aunque las posibilidades de encontrarlo eran escasas, casi nulas. Él había pasado por allí días antes. Quizá lo hubieran alcanzado de no haber sido por la infantil terquedad de Aang de dar semejante rodeo.

Se sentó bajo un árbol y suspiró. Su noviazgo secreto ya distancia parecía no estar funcionando. ¿Cómo podría funcionar una relación entre ellos cuando nunca se veían o se comunicaban? Ella había creído que podrían lograrlo, pero ahora...

Un curiosos amontonamiento de piedras en la otra orilla llamó su atención. Parecía el lecho rocoso de una fogata. Una débil sonrisa apareció en sus labios. ¿Qué clase de idiota encendería un fuego tan cerca del agua?

Una súbita sospecha la impulsó a meterse en el río.

No era muy profundo. A lo más le llegaba a la cintura.

Avanzó con relativo cuidado, tratando de no enredarse con algas y no tropezarse con las rocas del resbaloso fondo y al mismo tiempo llegar a la otra orilla en el menor tiempo posible.

Una vez logrado su objetivo se dedicó a inspeccionar los restos de la fogata. El círculo formado por las rocas estaba carbonizado y todavía quedaban algunas cenizas. No tendría más de un par de días.

Levantó una roca particularmente quemada que se hallaba justo en el centro y la examinó de cerca.

Nada.

Sopló un mechón de cabello rebelde que había escapado de su trenza y se entretenía en cosquillearle la nariz. Miró al suelo.

Donde había estado la roca se distinguía un cuadrado de color oscuro. Katara extendió la mano y lo tomó delicadamente entre sus dedos.

Con cuidado retiró la burda tela para descubrir el tesoro que envolvía. Una cinta de blancura inmaculada se escurrió suavemente por entre sus dedos.

Un listón.

-Zuko -musitó enternecida.

Quizá las cosas entre ellos si resultarían.


¡Dios mío¡Qué empalagoso me quedó!

Si opinan lo mismo que yo (y cómo no hacerlo) click en el botoncito que dice review. Si están en desacuerdo conmigo, pues también click en el botoncito que dice review.

Lo admito, también tomé otra idea de un manga excelente (que debo comprar y memorizar la próxima semana ¬¬).

Simplemente recuerden las sabias palabras de un Maestro Tierra muy especial: "Debes tener la mente abierta." O algo así. Ya tienen la idea.

Continuamos en dos o tres semanas. Necesito aclararme un par de cosas y solamente puedo lograrlo viendo los nuevos capítulos de Avatar; así que si alguien sabe dónde puedo descargarlos, please, envíen un mensaje.