Hi! Aquí yo con una nueva historia, mas bien, adaptación, hoy les traigo la adaptación de una de las mejores novelas que he leído, "Amar al Pecador" de Avril Ashton, es de temática homoerotica y es digna de Apolo y Atenea... y Hermes, por la perversión. La adapte a Teen Wolf y, obviamente, a Scisaac! Sí, lo se, me aman, pero bueno, para no dejarles mucha platica, este capitulo se lo dedico a mi, posiblemente perpetuo dedicatorio, Alex Daniel. Hago esto solo con fines de lucro emocional, nada mas, los personajes son totalmente ambiguos a mi propiedad al igual que la historia, todo es propiedad de Avril Ashton. Enjoy!


CAPITULO 1

-Ya era la maldita hora de que llegaran.

El detective Scott McCall cerró la puerta del interrogatorio y enarco una ceja al hombre frente a él. Pelo castaño claro enrrulado. Isaac le frunció el ceño por debajo de sus lentes oscuros.

Scott se tumbó en la única silla libre que quedaba justo frente a él, dejando de lado las fotos de la escena del crimen a su lado en la etérea mesa de metal.

-No creo que tengas otro lugar al que ir, así que ¿Qué tal si nos ayudas a encontrar al asesino de tu hermano?

-Eso es porque no les parece interesar mi agenda- Lahey limpió una inexistente pelusa de su oscura chaqueta de cuero, inclinándose hacia adelante y entrelazando sus manos-. Aquí estoy, sin abogado ni ningún apoyo ya que no tengo nada que ocultar. Encontrar al bastardo que asesino a mi hermano es lo primero y único en mi agenda. ¿Estar en este agradable interrogatorio con usted? No tanto realmente.

Su fuerte acento inglés, suave pero firme salpicado con un toque de francés, tiro de algo en Scott. Frunció el ceño descargándose en la carpeta que estaba en sus manos.

-Creo que no nos han presentado como se debe, Sr. Lahey-le tendió su mano McCall. Quítese los lentes oscuros.

Los labios de Lahey, eran carnosos y firmes, deliciosamente besables.

-Es nuevo aquí, ¿No es así?-cubrió la mano de Scott, envolviéndola en una calor áspero.

Las opacas paredes blancas parecían cernirse sobre Scott. De repente la temperatura pareció bajar varios grados y comenzó a sudar frio. Pasó saliva, infundiéndose todo su autocontrol para no salir corriendo como una cría, en lugar del veterano de diez años de la NYPD que era.

¿Cuándo demonios había comenzado a notar los labios y piel del hombre? Isaac Lahey era una figura de poder, incluso sentado. Scott sabía por su considerablemente extenso expediente que era el primero al mando de "Le Pêcheurs", una de las pandillas más… reconocidas de Brooklyn, medía más de uno ochenta. Era buenmozo, pero no de la forma tradicional para un hombre.

El hombre era sublime. Su cuerpo tenía un aspecto suave, delicado, pero fuerte al mismo tiempo, su rostro blanquecino mejoraba con su estructura ósea griega. El leve grosor de su mandíbula le hacía parecer la clase de hombre astuto, manipulador y duro que la NYPD sabía que era, pero no lo podía demostrar. El jersey negro que llevaba se moldeaba a un fuerte pero suave pecho y hombros anchos. Su cabello brillaba en un dorado-castaño vibrante por la iluminación deliberadamente tenue.

Y ahí estaba Scott, esforzándose en desviar la mirada de su boca. Catalogando su cuerpo como si se tratara de una mujer. Santos Dioses. ¿Cuándo paso esto? Sacudió su cabeza en un intento de aclarar sus pensamientos, recordando la pregunta que le había hecho Lahey.

-Sí, como un hecho. Soy nuevo-Se cruzó de brazos, recordando las normas de Liam-. ¿Le gustaría a alguien más fácil de tratar?-no logró ocultar su sonrisa-. Quítate las gafas. No pienso repetirlo.

-Vas a hacerlo desde ahora, Policía.

Lahey se quitó las gafas y le guiñó un ojo.

Esa palabra, concedida en un gruñido, tal vez dicha para provocarlo, calentó a Scott y endureció su miembro.

Se estremeció. ¿Qué demonios?

Los labios de Lahey se curvaron, mientras sus ojos azules se clavaban en Scott, manteniéndolos estáticos. Su mirada estaba en llamas, lo que provocó un incendio bajo la piel de Scott, incapaz de apartar la mirada. El brillo borlón en los ojos de Lahey le incito a desviar la mirada primero. Pasó saliva, recordándose que estaba en el trabajo.

Y Kira estaba en casa esperándolo pacientemente.

-"Esto no es nada. No significa nada"-Scott tosió-¿Dónde estaba anoche entre las veintidós cero cero y una horas, Sr. Lahey?

-En una fiesta de cumpleaños. Más de un centenar de personas pueden secundarlo. ¿Cree que maté a mi hermano?

Mantuvo su voz calmada, pero Scott detectó el fuego controlado por debajo, y deliberadamente ignoró la pregunta.

-La fiesta de cumpleaños fue hecha por usted, ¿No? ¿Cómo una fiesta sorpresa para su hermano?

Un destello de dolor, profundo y desgarrador, cruzo el rostro de Isaac antes de que lo encubriera y asintiera con la cabeza- Sí. Cumplió veinticinco años ayer.

La simpatía broto por un segundo en Scott, pero la aplasto de inmediato. No importaba si le afectaba la muerte de su hermano. El hombre había sido asesinado frente a su propia casa, en medio de la calle.

-Camden fue asesinado-señalo Scott-. ¿Alguien que quisiera hacerle daño?

Lahey se inclinó hacia adelante, poniendo los codos sobre la mesa.

-No tengo idea, Policía.

Scott inhaló lentamente, captando el olor de menta mezclada con algo exótico y salvaje. La forma en que Lahey lo llamaba policía hacía que su cuerpo reaccionara, lo hacía sentir necesitado. Maldijo su miembro mentalmente, deseando que recordara que todo era sobre mujeres, nunca hombres. Dioses, no podía sentirse atraído por esta… persona. Lahey era del sexo equivocado y un maldito criminal. Si no estuviera perdiendo poco a poco la cabeza se reiría de la ironía. Su miembro había estado haciéndose el muerto para Kira las últimas semanas, pero se despertó por una ronca palabra de un hombre con ojos lapislázulis.

Un criminal.

Un hombre.

Si era un chiste Scott no lo encontró divertido.

-¿Cree que esto es divertido, Lahey?-empujó las fotos de la escena del crimen hacía Lahey. Las fotos a color de su hermano muerto en medio de la calle cincuenta y tercera con un disparo en la cabeza-. Él fue ejecutado por tus crímenes.

Lahey se sentó, con la mandíbula apretada.

-¿Quién te ha denigrado últimamente?

Lahey rió, bajo y grave.

-Soy la última persona que consigue estar en el lado malo de alguien, Policía. Soy una persona encantadora-le guiñó un ojo-, lo sabrás muy pronto.

Scott entrecerró los ojos en busca de encontrar una manera de borrar la mirada de satisfacción de su rostro. Todo lo que le bravuconeaba, sabía que solo era una fachada. ¿Cuál era el verdadero rostro de Isaac Lahey?

-Su hermano se enteró de la forma más dura, ¿Verdad? Uno de sus enemigos quería enviarle un mensaje y él perdió su vida.

Los ojos de Lahey se oscurecieron, pero no dijo nada.

-Usted pone a la gente que ama, por la que se preocupa, en peligro y aquí esta, enterrando a su hermano. ¿Cómo se siente al ser la razón de que su hermano este muerto? ¿La razón por la que su madre tenga el corazón destrozado?

Lahey se quedó mirando a Scott, sus labios curvados, sus ojos burlones. Inconmovible. Inalcanzable.

Scott se moría por darle un puñetazo en la mandíbula, meter algo de sentido en él. Alguna moral. La mayor parte de todo lo que ansiaba era tocar al hombre, probar la textura de sus labios, ¿Y no era eso lo más jodido de todo? Antes de que entrara a la habitación, su mayor preocupación era el cómo reaccionaría si Kira hacía renacer la idea del matrimonio una vez más. Y ahora esto.

Lujuria sobre un criminal.

Scott se apartó de la mesa y se incorporó, girando rápidamente en un intento de oculta el bulto en sus jeans. Se dirigió hacia la puerta y la abrió antes de volverse hacía Lahey.

-Puede salir, pero créame cuando le digo que encontraremos a la persona responsable de esto.

Lahey se levantó, agarrando sus lentes oscuros. Caminó hasta Scott, pasando en su contra, el calor del otro hombre llegó hasta él quemándolo. Scott siseó un suspiro, poniendo sus características en un pizarrón en blanco. Sus dedos se retorcieron, con ganas de ponerlos en los deliciosos rulos de Lahey.

-Le advierto no tomar la justicia en sus propias manos, pero espero que lo intente.

Lahey se detuvo y lo miró con una ceja levantada.

-Quiero que lo intente, porque ahí estaré, viéndolo-gruño Scott-. Y llegaré bloqueando su culo. Tomándolo fuera de las calles, finalmente.

Una lenta sonrisa se extendió sobre las facciones de Lahey, genuino y real, atrapando a Scott con la guardia baja. Él apretó los puños en reacción al hambre de su cuerpo, mirando lejos, antes de que Lahey lo atrapara con los signos de la atracción en sus ojos.

-Estaré viéndolo, Policía.

Scott se volvió hacía él, viendo como Lahey dejaba caer su máscara por un segundo. Ya estaba escrito, detrás de esos brillantes ojos océano, estaba el mismo deseo. La misma atracción.

Luego parpadeó y desapareció.

Lahey se fue, dejando el palpitante corazón y cuerpo de Scott doloridos.

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Tratare de actualizar cada dos semanas y, si veo que tengo un buen ritmo, lo haré cada semana. ¡Gracias por leer la primera parte!