Personajes: Donquixote Doflamingo & Hyuga Hinata.
Aclaratoria: Naruto le pertenece a Madara, digo Kishomoto-sensei
OP le pertenece a Eichiro Oda.
Advertencias: Posible OoC sin querer.
Rating: T
Summary: La vida está definida en momentos. Algunos malos y otros, buenos. En el caso de Hinata, significarán el abandono de su antigua vida como kunoichi a una existencia como esclava de uno de los personajes más importantes de los mares: Donquixote Doflamingo
Hola, este proyecto de fanfic tiene tiempo rondándome la cabeza y justo en estos días de vagancia es cuando he logrado proyectarla. Pues, como dice el summary, el fic está estructurado en momentos separados con "xxx" y por ser el primer cap del paso de Hinata como ninja a esclava. En este parte, también van de forma lineal pero sin especificar el tiempo por ser la idea de hablar de "momentos". Sé que es un poco engorroso de entender pero supongo que al leerlo se darán cuenta.
Espero que les guste. Me gustan las parejas raras aunque en este caso no va a ser muy romántico xD o eso creo…
Adiós libertad… Hola esclavitud
Sintió un dolor punzante en su labio derecho. Acercó su lengua hacia la zona afectada y se dio cuenta que tenía una pequeña herida que le sangraba. Ignoró el ardor y procedió a incorporarse como mejor pudo hacerlo. Sus manos estaban esposadas y su ropa completamente sucia. Intentó alzar la vista para ubicarse, pero solo vio una oscura celda y a su lado se encontraban tres personas más: uno que parecía un niño pero de proporciones gigantescas, una hermosa mujer pelirroja de larga cabellera y otro sujeto de piel grisácea y con marcas en las mejillas como si fueran branquias. Los tres la miraron con ligero terror en sus ojos, pero se dio cuenta que no era por ella sino por algo que desconocía totalmente. Se escucharon unos pasos en el fondo y sus acompañantes empezaron a temblar. Hinata no sabía por qué. Los pasos se acercaban y pudo sentir la presencia de un hombre imponente frente a su celda.
—La última es esta chiquilla —recordó sin quitarle la vista a Hinata de encima—. Sí que es una buena pieza —sonrió con malicia. Acto seguido, se apartó de la celda para conversar con el resto de los carceleros.
Hinata se vio a sí misma y pudo darse cuenta que tenía un collar puesto, intentó usar su juken para liberarse pero su chakra no obedecía a sus movimientos. Intentó forzarlo pero fue interrumpida.
—¡No lo hagas! ¡Por lo que más quieras, nos pondrás en peligro a nosotros también! —le gritó el niño gigante.
Hinata dejó de moverse confundida.
—¿Por qué? —alcanzó a preguntar casi en un susurro.
—Si ellos se dan cuenta, activarán la alarma del collar —respondió atemorizado—. ¡Y explotarás!
La chica vio horrorizada el objeto que "adornaba" su cuello, así que esta cosa explota fue lo que se le vino a la cabeza. El niño gigante asintió como si la joven kunoichi hubiese dicho lo que había pensado y le confirmaba la terrible verdad. Volteó a ver a sus carceleros y así se fijó que cada uno tenía varios controles en la mano, exactamente el mismo número de prisioneros que había en esa celda.
Cabizbaja, se sentó en la banca de madera subiendo las rodillas a la altura de rostro para esconder el mismo entre sus piernas a la vez que luchaba para no llorar; ¿cómo había llegado a esa situación?
Dirigió su atención al niño y temerosa de saber la respuesta se atrevió a preguntarle.
—¿Qué harán con nosotros?
—Nos venderán como esclavos —escuchó que se apresuró en responder el sujeto con aspecto escamoso—. Ustedes los humanos siempre jugando con las vidas de todos. No respetan ni siquiera a los de su propia raza —escupió con rencor.
La joven pelirroja que se había mantenido callada estalló en sollozos. El ambiente estaba tenso. La desesperación, el terror y la angustia reinaban en cada uno de los cautivos. Las horas empezaron a pasar tortuosamente lentas, y con ellas uno a uno de los reclusos era escoltado fuera de la celda. Primero, la pelirroja. Después, fue el niño y por último el sujeto con branquias. Hinata Hyuga se lamentaba por lo bajo, ¿a eso estaba condenada? ¿A una vida de esclavitud? ¿Qué diría la fuente de su admiración, Naruto-kun o su primo Neji que se había sacrificado por ella?
Y la respuesta vino sola: estarían decepcionados.
¿Será que se molestarían en rescatarla?
Sus efímeras ilusiones se derrumbaron tan pronto las puertas de la prisión se abrieron y un hombre fornido la tomó del brazo con brusquedad llevándosela consigo.
Mientras subían las escaleras del oscuro pasillo, la realidad la golpeó de frente: nadie vendría por ella. Seguro su padre ni se molestaría en saber qué pasó con ella y más si se enteraba de su humillante destino. Sin querer unas lágrimas escaparon por sus mejillas: era una vergüenza como ninja y como heredera de su clan.
Xxx
—¡No puede ser! Es el shichibukai, Donquixote Doflamingo.
—Nunca creí que él estaría hoy aquí
—¡Es más aterrador que un tenryubito!
—No cruces mirada con él.
Una y otra vez se repetían los murmullos de los nobles, todos miedosos y a la expectativa de ver a semejante personaje sentado en primera fila. El susodicho sonreía ampliamente, entretenido con las reacciones de los presentes en la sala ante su imponente persona. Fufufu quién diría que vigilar este negocio sería tan divertido. Espero encontrar algo interesante hoy pensó mientras se acomodaba en el asiento reclinable y esperaba ansioso a que comenzara la subasta, los encargados del local le habían dicho que tenían una pieza exclusiva... Y si no, le haría saber a Disco con creces su insatisfacción.
—Joven maestro, me han informado Disco que está por comenzar la subasta —le informó una recién llegada morena vestida como sirvienta y con un cigarro en la boca.
—Bien, gracias Baby 5. Puedes irte por ahí hasta que termine —le indicó—. Eso sí, no vayas a conseguirte un novio nuevo. Recién acabo de matar a uno —soltó entre risotadas.
La chica asintió con cierta molestia y luego de mascullar un maldito, te mataré en cuanto pueda antes de retirarse. Doflamingo la ignoró y se percató que las luces empezaban a enfocarse en la tarima y salía el vendedor a escena: la subasta ya había comenzado.
Xxx
Por fin llegó a un lugar iluminado, realmente iluminado.
La sentaron en un banquito a la fuerza.
Se sintió aturdida. Todas esas luces la cegaban. Cuando su vista se acostumbró pudo visualizar su escenario actual: era observada por docenas de ojos curiosos, presuntuosos y codiciosos. Personas con ropas raras pero bien vestidas, que tenían paletas en sus manos y susurraban entre ellas cosas como qué linda, pero parece que es ciega, no debe costar muy cara o por lo menos para dama de compañía ha de servir.
Una voz le dijo que se levantara y ella obedeció automáticamente.
—Señoras y señores, les traemos la pieza de la noche —les habló el vendedor.
Los nobles presentes se quedaron asombrados ante esa mención, ¿cómo una pequeña y frágil ciega podía ser la mejor pieza de la noche? Se preguntaban ignorantes.
—¡Algo casi nunca visto en estas subastas, una pieza incluso más rara q una sirena! —aseguró el hombre captando la atención de todos los compradores—. Es una... ¡kunoichi de la aldea oculta de la Hoja! —exclamó a toda voz sacando la banda de la chica y mostrando como prueba—. Como bien saben, es difícil conseguir ninjas y esta vez hemos tenido suerte porque no solo es una ninja común sino que investigamos y se trata de la heredera de uno de los clanes más importantes de esta aldea: ¡Los Hyuga y sus ojos son la evidencia!
Se sintió horrible al percibir que todos la veían con deseo y ambición. Agachó la mirada con las mejillas sonrosadas pero ahí mismo el vendedor se la volvió a subir para que viera al público.
—Utiliza tu técnica especial, niña.
La Hyuga no se inmutó.
—Que lo hagas o sino... —lo siguiente que sintió Hinata fue una descarga de electricidad que la hizo gritar del dolor—. Espero que esta vez si te interese colaborar —la amenazó al oído.
La Hyuga se mantuvo firme, ya el hecho de que estuviera atrapada era una deshonra para su clan pero usar el byakugan de esa forma lo sería aun peor. Cayó sobre sus rodillas al sentir otra descarga que la dejó con las piernas entumecidas.
—Hazlo.
¿Qué podía hacer? Lo mejor era morir.
¿Qué hubiese hecho su padre? ¿Neji si no hubiese muerto? O incluso Naruto.
Pero una voz en su cabeza le insistió: ¡tienes que vivir, o sino todo lo que has aprendido se irá a la basura, jamás te rindas! ¿Dónde quedó tu camino ninja?
—Neji-niisan —las lágrimas amenazaron con salir pero pudo contenerlas. Puso sus manos en la seña e invocó su habilidad: ¡Byakugan!
Todos los nobles y por sobretodo, el shichibukai la miraron con sorpresa. La subasta se había puesto interesante.
Xxx
Apenas escucharon la oferta, los nobles bajaron la cabeza, estaban derrotados. Nadie se atrevía a retar al mismísimo shichibukai y menos por una chiquilla ninja. La Hyuga pudo detallarlo a lo lejos: un hombre rubio que estaba sentado en la primera fila, vestido con ropa colorida, un abrigo de plumas rosado y usando lentes oscuros. Apenas había comenzado la subasta y ya el sujeto había ofrecido la primera cantidad por su compra, pudo percatarse que todos en la sala se quedaron callados y no querían ofertar más, no sabía si era por miedo de contradecirlo o porque la cifra era muy elevada. El mismo Disco le hizo una seña al vendedor para que finalizara la venta de la mujer.
¿Quién sería ese sujeto que tenía tal influencia?
—Bien, queda… ¡vendida! —sentenció el vendedor haciendo sonar el mazo.
En pocos minutos, Hinata fue arrastrada nuevamente al pasillo oscuro, caminando hasta una sala que tenía una chimenea encendida y una especie de palo de metal dentro. El hombre que estaba allí, uno alto, piel bronceada, brazos musculosos y cara aterradora le sonrió con malicia. Se acercó a ella y de un tirón le rompió la chaqueta lila que solía usar y se deshizo de su malla ninja. La muchacha lloró asustada, y empezó a temblar sin control cuando el sujeto la colocó con la espalda al desnudo hacia él.
No pudo ver mucho, todo se volvió negro y solo la forma en el extremo del palo de metal se hizo presente. Tembló más cuando advirtió lo que podía venir…
Fue tan rápido y a la vez tan doloroso.
Su alma se incendiaba.
Un agudo grito de dolor salió de su boca. Empezó a sollozar mientras caía en el suelo y sentía su espalda arder con la quemadura recién hecha.
—Neji-niisan, Naruto-kun, Kiba-kun, Shino-kun, Kurenai-sensei, padre, Tsunade-sama... yo lo… lamento —murmuró en un hilillo de voz. Temblaba tanto por el dolor que pensó que iba a perder la conciencia.
—Rayos, no pude evitar que le pusieran esa horrible marca. Pobre, necesita de mi ayuda —habló una recién llegada mientras se acercaba a la joven ninja y la ayudaba a incorporarse. Tomó un abrigo blanco que traía consigo y le cubrió el torso desnudo—. Oye, no te vayas, espera… estoy aquí porque me necesitas, espera…
No pudo evitarlo, la kunoichi se había desvanecido en sus brazos.
—¿Llegaste a tiempo, Baby 5? —le preguntó una voz masculina que la esperaba afuera de la sala.
La morena negó avergonzada.
—Lo siento, joven maestro. No llegué a tiempo.
El mayor se encogió de hombros y le indicó que le siguiera.
—Ya es hora de volver, llévala hasta el barco y la acomodas en el sillón del camarote —le ordenó—. Después de todo, igual es una esclava. Es una realidad que no podrá negar de ahora en adelante.
—Sí, señor.
Xxx
Sintió que una suave sacudida lo despertaba.
—Oye chica, ya llegamos. El joven maestro espera por nosotras.
La Hyuga se levantó como pudo —el ardor de la espalda todavía le molestaba— del sillón donde reposaba con vergüenza. Se dio cuenta que llevaba unas vendas en sus heridas, no quiso preguntar ni siquiera cuánto tiempo había permanecido inconsciente.
—Sí, lo lamento, yo...
—Como sea, solo vámonos —le ordenó la pirata saliendo del camarote con la pequeña adolescente siguiéndole los pasos.
Al desembarcar, Hinata pudo divisar a lo lejos a su comprador, seguía vestido con las mismas ropas que cuando lo vio en la casa de subastas pero al verlo de cerca se dio cuenta que le doblaba en altura. Absolutamente intimidante. El hombre desconocido le sonrió a modo de saludo.
—Tu semblante ha mejorado mucho. Bueno, la vedad es que no te culpo ya que te encontrabas en el mismísimo infierno —rió jocoso—. Pero, no te preocupes. Ahora, estarás segura conmigo.
La chica sintió un escalofrío recorrer su espalda al escucharlo hablar de nuevo. Aunque intentaba ser amable con ella, podía sentir que sus piernas temblaban suavemente del miedo. Debía ser fuerte dedujo. Pero eso no la intimidó, en cualquier momento buscaría la oportunidad para volver a la aldea, no importaba si la rechazaban en su clan pero estaría en su hogar.
El shichibukai no esperó respuesta de la joven y en seguida les dio la espalda a ambas féminas para irse caminando. La otra morena le hizo señas para que lo siguieran y ella obedeció. Al ver hacia los lados, se dio cuenta que estaban en una aldea —si es que podía llamarse así— los edificios eran más altos que en los de su tierra natal y comparados con ellos, parecían más modernos. La gente vestía ropa de civil, lo que le indicó que al parecer no había ninjas en ese lugar recordando que el subastador había dicho que era poco común verlos. Por Dios, ¿a dónde había ido a parar?
Sin embargo, un detalle llamó la atención de la Hyuga: un juguete, dos juguetes, varios juguetes que… vivían. ¿Acaso era obra de algún jutsu jamás visto o había marionetistas que los controlaban a escondidas?
El gigante que tenía por dueño se dio cuenta de esto.
—A que son una monada, ¿no? —se dirigió hacia ella sin dejar de sonreír.
La adolescente lo vio sorprendida y se sonrojó terriblemente al ser descubierta por el "rubio gigante". Asintió apenada sin pronunciar palabra alguna. Baby 5 la vio curiosa es rara pero linda, el joven amo tiene unos gustos exóticos fue lo que pasó por su mente.
—Parece que eres de pocas palabras —observó el mayor—. Baby 5, cuando lleguemos, le buscarás ropa cómoda.
—Sí, joven maestro.
La kunoichi se quedó observando al hombre que seguía caminando delante de ellas, notando que tenía un andar muy particular. No solo eso, sino que al parecer era muy querido en ese lugar. Desde que salieron del puerto y se iban adentrando más en la ciudad, la gente se acercaba a saludarlo, otros le hablaban con respeto, las mujeres lo miraban enamoradas y los hombres con admiración. Se escuchaban voces cantarinas "¡bienvenido de vuelta, rey!".
¿Rey? ¿Había escuchado bien?
Un escalofrío recorrió su espalda nuevamente.
—No será fácil escaparse de él —pensó resignada— quizás hasta sea… imposible.
Aunque tan solo haya sido una creencia pesimista, no distaba mucho de la realidad.
Xxx
Lo primero que hizo al entrar cuarto fue quitarse la ropa y los vendajes que tenía para tomar una ducha. Debía poner en orden sus pensamientos. Luego de finalizar la misma y de cubrirse con una toalla blanca, salió del cuarto de baño y se acercó hacia un espejo ovalado de cuerpo completo, volteándose así para ver la quemadura que tanta molestia le causaba. Estaba ya cicatrizando, pero todavía estaba roja y le ardía aunque no tanto como antes. Pudo determinar con horror que era bastante notoria y que tenía forma de una especie de huella. Símbolo que se le hizo curiosamente conocido. Cuando se dispuso a cubrirse nuevamente sintió un tacto frío recorrer su columna vertebral, específicamente donde estaba la quemadura.
Horrorizada volteó a identificar al responsable de dicho contacto y contempló totalmente avergonzada que no era más que el "gigante rubio". Su respiración empezó a agitarse a la vez que sus mejillas se tiñeron de rojo escandaloso. Atinó a cubrirse con la toalla pero su cuerpo no le obedecía, al contrario tiró lejos el objeto que la protegía de la vista del mayor y se posicionó de tal forma que le daba una mejor vista de su espalda al pirata. Por Dios, ¿qué pasaba con ella? No podía mover ningún músculo. Cerró los ojos, esperando a que el hombre no se propasara con ella en el peor de los casos. Pero, para su suerte y en pocos minutos, volvió a tener el control de su cuerpo y lo primero que hizo fue cubrirse nuevamente con la blanca tela y sentarse en el piso para no caer de bruces si se desmayaba. El rubio solo la observaba y reía ante sus acciones.
—Tranquilízate chica, solo estaba viendo la quemadura de tu espalda —le aseguró—. Además, ni que fuera la primera vez que viera a una mujer desnuda —soltó entre una carcajada "fufufu".
Puede ser que para él no era la primera vez en ver a una mujer en ese estado —y mira que se notaba que tenía bastante experiencia en el tema—, pero para ella sí que era la primera vez que un hombre la veía en paños menores, ni siquiera su propio padre o su primo la habían visto en semejante situación. El shichibukai se levantó de la cama y caminó hacia la puerta de la habitación.
—Mandé a Violet para que te consiguiera una pomada para tu quemadura. Te dejaré que descanses esta noche, pero ya mañana empezarás a cumplir con tus obligaciones. Después de todo, eres mi esclava ahora, por lo tanto eres mía.
Acto seguido, salió del cuarto dejando a la Hyuga atónita ante sus palabras y con ganas de llorar. Era suya, él lo confirmó. A pesar de que se había comportado amable con ella, seguía siendo su esclava. Se puso las prendas de pijama que le habían dejado encima de la mesa: un pantalón largo y una franela de tiritas de color lila y de ahí se arrastró a la cama. Abrazó fuertemente a la almohada y lloró, lloró tanto que sintió que sus ojos le dolían y poco a poco, con el cielo estrellado de Dressrosa se quedó dormida.
En los pasillos del palacio, Baby 5 llegaba con lo encargado por Doflamingo.
—Joven maestro, Violet ya me dio lo que le mandó a pedir.
—Muy bien, Baby 5. Solo déjalo donde te dije y ve a descansar —le concedió para seguir con su camino.
La morena asintió y se dirigió hacia el cuarto de la recién llegada al mismo tiempo.
—Lamento que tenga esa marca tan horrible —murmuró entre risotadas el mayor para irse hacia su propio cuarto.
Creo que nuestro logo hubiese quedado mejor, fufufu
xxx
Inhaló y exhaló. Contó y tocó.
La puerta se abrió por sí sola, o eso le pareció. Entró cerrando la puerta detrás de ella, pudiendo observar que estaba como en una especie de biblioteca. Lo buscó con la mirada y lo encontró: él estaba sentado en un sillón de madera con cojines fucsia, con los pies apoyados en una mesa y leyendo un libro.
—Acércate —le ordenó sin despegar la vista del objeto en sus manos.
La joven se aproximó lentamente hacia él hasta quedar a unos metros del rubio. Este le señaló que se sentara en una silla que estaba justo en frente del otro lado de la mesa. Ella obedeció al instante esperando callada a que el mayor hablase, quien por cierto lucía un semblante serio.
—¿Has dormido bien? ¿Estás conforme con la ropa que te prestó Baby 5?—inquirió.
La Hyuga miró su ropa en respuesta. La otra morena le había querido prestar uno de sus vestidos cortos pero al verla incómoda en ellos le dio un suéter negro con pantalón pegado que le llegaba por encima de los tobillos, "tan buen cuerpo que tienes y te lo cubres" recordó que le recriminó su superiora.
—Sí, señor. Le agradezco su preocupación por estos detalles.
El gigante rubio dejó el libro a un lado y se dispuso a observarla fijamente. Si no fuera por los lentes oscuros, Hinata seguro se habría intimidado con la penetrante mirada del mayor.
—Hasta ahora no sé tu nombre, ¿podrías decírmelo? —pidió con cortesía asomando su acostumbrada sonrisa a la vez que apoyaba su cabeza en su mano derecha.
—Me llamo Hyuga Hinata, señor.
—Bien, entonces, te llamaré Hinata de ahora en adelante —le informó el rubio.
La Hyuga asintió indicándole que no había problema. Estuvo a punto de preguntar el nombre de su amo pero pensó que sería mucho atrevimiento.
—Mi nombre es Donquixote Doflamingo —respondió el mayor como si hubiese leído los pensamientos de la pequeña kunoichi, haciendo que esta se sonrojara bastante. Esa reacción provocó que el moreno se riera divertido, le parecía absurdamente adorable y hasta empalagoso el nivel de timidez en la adolescente. Luego se le vino a la mente una interrogante que quería hacer desde hace mucho tiempo.
—Dime Hinata, ¿qué sabes de los piratas? —le preguntó el shichibukai curioso, quería saber que tanto los ninjas podían saber de los guerreros del mar.
—Pues, solo lo básico —admitió sonrojada y en pequeños tartamudeos—. Son hombres que se dedican a viajar libremente en barcos y buscan tesoros. En algunas misiones hemos tenido encuentro con sus bandas. Suelen ser malas personas.
Eso último hizo estallar de risa a Doflamingo, no la culpaba a la pobre. Se decía que los ninjas vivían en un continente muy recóndito —por no decir absolutamente aislado— del Grand Line que carecía de magnetismo y por lo tanto, los log poses no solían apuntar en su dirección. Hacía un tiempo que se conocía de su existencia pero nunca los habían considerado una gran amenaza. Y por lo que entendía, ninguna de las cinco naciones shinobis pertenecía siquiera al gobierno mundial. Todo eso acabó cuando los rumores de una guerra que unificó a todas las aldeas llegaron a oídos del Gorosei, quienes empezaron a tener interés en encontrar dicho lugar y mandaban a hacer expediciones más seguidas para poder recabar información. Luego de eso, lo que antes era desconocido dejó de serlo en los cuarteles de la marina y de los altos mandos en Mariejoa exclusivamente. Y así, algunos ninjas eran capturados como esclavos, otros reclutados como piratas o como marinos. Sin embargo, el atraparlos era una de las tareas más difíciles, no por nada eran los maestros del escondite y las probabilidades de que la captura fuera exitosa eran realmente bajas. Supuso que entre esas exploraciones, alguno se habría encontrado con la infortunada heredera y la habría apresado para venderla. Y ahora, él la tenía en sus manos.
—No diría que somos malos, solo que buscamos cumplir con nuestros intereses de cualquier forma, Hinata —se excusó.
La joven tragó saliva.
—Eso quiere decir que usted es…
—Así es. Pero como te dije antes, mientras cumplas con tus obligaciones, nada malo te pasará y justo ahora quiero aclarar eso contigo.
—Entiendo, señor.
—En primer lugar —explicó enumerando con sus dedos—, debes cortar todos los lazos que tengas con tu clan y tu aldea.
La adolescente palideció ante esa petición, ¿cómo podía pedirle semejante cosa?
—Pero señor, se trata de mi familia, de mis amigos, de mi hogar —quiso convencerlo—. No es fácil deshacerse de esos vínculos cuando son tan importantes… para ti —se regañó mentalmente por no poder mantener la voz firme en ese momento y por no ser capaz de verlo a él directamente sino que tenía que ver al suelo.
—Hinata...
—Por favor, señor; ¡no me pida eso! ¡Para mí sería muy difícil, por no decir imposible cumplir tal…! —no pudo terminar porque fue interrumpida.
—Lamentablemente, el simple hecho de hablarte de esto me hace ser muy condescendiente contigo —le explicó—. En otras circunstancias, solo habría ordenado el exterminio de tu aldea para que no te quede remedio que aceptar que tienes otra "familia". No debes olvidar jamás tu lugar y creo que la marca que tienes en la espalda es suficiente recordatorio de ello. Si intentas traicionarme de cualquier forma posible, más perderías tú que yo, querida.
Se quedó callada, controlando sus emociones y reprimiendo las lágrimas que amenazaban con salir ante aquella amenaza. Jamás podría volver a ver a nadie. No podía oponerse ni ofrecer resistencia, él ya se lo había dejado claro al hablar de su condición actual. Sus ilusiones de un posible escape se le estaban esfumando cada vez más, hasta el punto que se multiplicaron por cero. El gigante rubio al no tener respuesta volvió a hablar.
—Supongo entonces, que optarás por mi primera oferta, ¿verdad? No me gusta mancharme las manos de sangre inocente —pronunció con fingido pesar en su voz pero sin dejar de sonreír. Al ver que la muchacha aceptó en silencio decidió continuar—. Lo segundo y lo último que te pediré es que seas una buena chica, nada más. Solo debes cumplir con lo que te ordene. No es nada difícil, afortunadamente para ti, no suelo ser muy caprichoso en estas cosas.
—Como usted diga, señor —afirmó la morena en un hilillo de voz bajando la cabeza para que este no viera el dolor que esa respuesta causaba en ella.
—Bien, Hinata. Me hace feliz que hayamos llegado a un acuerdo —le señaló a que se sentara a su lado, cumpliendo la chica con la invitación de su dueño. Acto seguido, acarició la mejilla de la menor con sus dedos delicadamente haciendo que a esta se le erizara la piel al contacto y que su mente empezara a maquinar en el tipo de necesidades que debía satisfacer—. Ahora, ve con Baby 5. Se encontrarán con Violet para que vayan a la ciudad a comprarte algo de ropa —le permitió parando el contacto para dejar que la muchacha se despidiera de él y saliera del salón dejándolo solo.
El shichibukai amplió su sonrisa.
Eres como una pequeña y frágil muñeca de porcelana, Hinata. Mi muñeca, mejor dicho, fufufufu.
Xxx
—¡Shizune! ¿Qué dicen los informes, se sabe algo de ella?
La asistente negó con tristeza. La rubia alzó la vista y pudo observar que por el aspecto de la menor, las noticias que venía a traerle no eran nada alentadoras.
—Para nada, Tsunade-sama. El equipo Kurenai junto con el mismo Naruto y con Sakura no han podido dar con ella. Aparentemente, el rastro ha desaparecido en la costa. Y según los reportes de la tropa anbu encargada del caso, al parecer encontraron testimonios que habían visto a una chica parecida a Hinata con un extraño collar en el cuello subir a una embarcación desconocida de piratas —expresó entregando los papeles correspondientes—. No solo eso, los anbus también se dedicaron a investigar a la banda pirata en la zona y al parecer se trata de sujetos que, en vez de llevarse tesoros, atrapan jóvenes, preferiblemente mujeres de buen aspecto y hombres que tengan aspecto musculoso a quienes ponen ese collar para someterlos.
Tsunade los acomodó a un lado de los que estaba revisando. Sin darse cuenta, los arrugó de la rabia y los arrojó a la basura.
—¡Maldita sea! —arrojó su escritorio y se acarició la frente para calmar sus nervios. Y con ello, empezó a romper todo lo que tenía en su oficina ante la impotencia y frustración que corría por sus venas.
Shizune no dijo ni le recriminó nada, sabía perfectamente el nivel de la gravedad del asunto. De por sí, ya era difícil lidiar con las consecuencias de la guerra, ahora se encontraban con semejante problema que no se sabía si tenía solución. Apretó sus puños, por su mente pasó lo peor.
—Tsunade-sama usted cree que Hinata-chan…
—Sí, Shizune —confirmó la mayor angustiada—. Ese collar no es una buena señal para el futuro de Hinata. Y menos con la descripción de esa banda que me acabas de dar.
La asistente se llevó la mano a la boca y tuvo que sentarse para no caer de la impresión. Si lo que sospechaban era cierto, el clan Hyuga había perdido a la heredera para siempre.
—¡Y todo esto tiene que pasar justo cuando el Gobierno Mundial cada vez nos presiona más para que nos unamos a ellos! ¡Todos estos días he tenido que soportar las amenazas de esos idiotas mensajeros que envían! ¡Si no lo hacen por las buenas, será por las malas! —gritó estremecida—. ¡Si no la hubiese mandado de misión al país Helado de esto no habría pasado —se culpó.
—Tsunade-sama —la llamó Shizune, quería consolarla pero no podía encontrar palabras adecuadas. Era cierto que, cada vez se hacían más usuales los raptos de ninjas en los poblados cercanos a las costas pero jamás se hubieran imaginado que le podría pasar a alguien de la aldea. Mucho menos a la heredera del clan Hyuga.
—Shizune, llama a Hiashi y al equipo Kurenai ahora mismo. Debo avisarles cuanto antes de esto.
—Sí, señora.
Xxx
Apenas lo divisó, se acercó a él.
—¡Padre! ¿Qué sucedió con Hinata-neechan? Estoy preocupada por ella… —le preguntó pero el hombre ni siquiera se inmutó y siguió de largo hacia la mansión. Hubiese querido insistir pero con la expresión de su progenitor no tuvo el valor de insistirle—. Hinata-neechan…
Escuchó que un, dos e incluso hasta tres golpes secos dentro de la mansión acompañados de un "Hiashi-sama cálmese por favor", lo cual era sinónimo de una mala, muy mala noticia. Aún desconociendo la respuesta a su anterior interrogante, sintió un espantoso vacío en su corazón y un indescriptible dolor estremecer cada parte de su cuerpo. Sus ojos empezaron a llenarse de pequeñas lágrimas.
Hinata-neechan, acaso, tú también te has ido…
FIN
¿Un, dos, tres… tomatazos?
Ya saben cómo lanzármelos XD
