Hola, regreso de nuevo a la escritura con un fan fic que de momento no sé que hacer con él. Éste fic va dedicado como regalo de navidad atrasado que se concatena con día de reyes (igual de atrasado). Lamento que sea así pero bueno; más vale tarde que nunca.
Es un SS/HG (obviamente) y va dedicado primordialmente a mi novio que fielmente me lee cuando puede y a quien se lo escribí, a mi nee chan Istharneko, a mi sempai Silver Toungue, a Nin's, Sweet treat, Dark treat, Crawling, Lady Adry y a mi prima Beatriz.
Disclaimer: Los personajes y demáses no me pertenecen, son la fantástica idea de JK Rowling. Advertencia: Presencia de OoC en Hermione, ya saben a que atenerse.
Prólogo:
Se encontraba mirando hacia la ventana, frente a los acontecimientos sólo le daban ganas de pensar.
Podía haberlo visto, podía haber intuído que a lo largo de lo que llevaba acabo bajo el nombre de "educación" sucedería una situación más o menos semejante. Treinta años antes había creído que nadie valía la pena, hasta que se encontró con ese chico al que alégremente decidió salvar de sus raíces; y al que mucho después le vería dotes de dictador, de líder, de tirano y un sin fin de cosas más que francamente no sonaban bien; pero que no ponían en duda que él era uno de los mejores magos que su escuela había formado.
También fue testigo de lo peor, fue testigo de quizás uno de los peores enjendros que esa escuela pudo crear. Obviamente él no lo supo en el primer momento, aunque podía jurar que en sus ojos serpenteantes, viváces y oscuros estaba esa señal de alerta que de haberlo visto; le hubiera ahorrado a la humanidad un par de años de sufrimiento.
Ahora lo volvía a ver. Volvía a sentir que su búsqueda tenía sentido. Fue testigo de sus habilidades, desde el primer día en el que cruzó por el comedor y se abrió paso entre los estudiantes para formar parte de la gran institución que era Hogwarths. Todos hablaban bien de su inteligencia, de su astucia, de su capacidad para resolver problemas y para superarse cada día. Y ciertamente él mismo fue testigo de todo ello.
Aunque ciertamente, búsqueda era un término inapropiado puesto que para buscar necesitaba perder algo y el jamás había dado algo por perdido, mucho menos algo por perderse. Y si de ella se trataba, era mucho más lo que había ganado.
Ella, la chica que respondía bajo el hermoso nombre de "Hermione Granger"; aquella que le había dado un nuevo significado a la palabra "Gryffindor" tanto o más como su contraparte Harry Potter que era otra personalidad apreciable.
Una jóven fuerte, un corazón puro; una razón más para creer que el mundo y sus imperfecciones valían la pena. No estaba hablando de una diosa ni estaba hablando de una deidad a venerar; sólo estaba hablando de una chica muy prometedora.
Pero sus miedos más profundos se hicieron realidad de nuevo con ella. La primera vez que habían aparecido, ya era muy tarde y de hecho le costó mucho acostumbrarse; para la segunda vez que lo vió realizarse los pudo detener a último momento. Pero con ella, había vuelto a fallar.
No sólo sufrió él ante esos temores, también se vieron en otras personas que lentamente se encontraron reflejados en su vida. Ella era una estudiante especial, y sin duda había ganado muchísimos corazones. Pero parecía que eso ahora ya no importaba para nada.
¿De qué temores estaba hablando? ¿Por qué todo había sido catastrófico de la noche a la mañana?, había sólo un simple hecho y daba mucha lástima hablar de él. Radio, prensa; todo se vió allí el mismo día como si se tratáse de una especie de burla.
Él día en el que Hermione se marchó para siempre, el día que su voz no se oyó más; que no se vió aquella mano levantada ni se escuchó el siseo de las páginas de un libro siendo ojeadas a tempranas horas de la mañana.
Traición, tan dolorosa como tan gratificante para el perpetuador. Una razón que aún no estaba clara
-Estás mal Severus, te veo mal- habló Dumbledore luego de unos largos minutos de sesión de ideas.-
Yo estoy bien, me siento bien. El que está mal eres tú- contestó el más jóven del gremio de profesores, Dumbledore esbozó una sonrisa en sus labios evocando del primero una mirada de incredulidad y una sonrisa de sarcásmo.
- Sin duda, sin duda- suspiró el anciano.
- No sé que intentas, no miento. No hay movimientos, ni legiones armadas- habló el hombre lentamente como si midiera lo que decía- sólo está así, por motivación propia.
- ¿Nada de nada?
- Nada, y deberíamos ya darle un fin a esto; es desgastante y sin duda poco ético- se levantó sin esperar respuesta y comenzó a girarse lentamente.
- No sé por que aún tratas de justificarle.
Y abandonó el despacho para dirigirse al suyo propio. Le hubiera encantado quedarse y hablar sobre las posibles razones mientras bebían un té preparado por dios sabe quién que era tan insulso como quienes lo bebían; pero él tenía trabajo que hacer.
Nada fuera de lo común, sólo se trataba de corregir trabajos inútiles para estudiantes inútiles que pretendían ser más que "monos en posesiones de varitas". Sin emabargo había alguien que se mantenía, alguien que se resistía a ser reprobado por él, alguien que no tenía miedo al escucharlo decir "Tarea" y que era la razón por la cual cada vez se ponía mucho más exigente.
Era sin duda fuera de lo común. Por años había esperado encontrar alguien que llenase sus expectativas y por un momento pensó que había sido una especie de engaño; ya que una persona como él imaginaba no podía existir.
Pero existía, ciertamente era una cuestión de locos y comprobó ampliamente que se había equivocado. Cualquier cosa que le preguntáses la conocía, y si no, te perseguía a cualquier hora y a cualquier lugar para dilucidar la duda. Sin duda admirable.
Deberes, ella no le temía a esa expresión. Sus ojos brillaban inténsamente al ver su rostro, escuchándo todo lo que tenía que decir y siempre tomando notas; siempre puntual y comedida en su trabajos.
Nunca se había decepcionado, no había encontrado un punto en el cual quejarse y siempre superaba lo que él esperaba de ella. Era como una especie de vicio, una necesidad de pedirle más y más.
Pergaminos ¿Que era eso para ella?, eso nunca había sido un límite. Palabras de esquina a esquina; de márgen a márgen, con una letra estilizada y pequeña que mostraba ampliamente sus conocimientos y su amplio nivel de entedimiento. Una tarea que como pocas, él esperaba.
Pasó por innumerables ensayos, casi buscó el de la jóven para dedicarse de lleno a él. Había pedido dos pergaminos con quinientas palabras cada uno y se estaba imaginando lo que Hermione entregaría, aunque ya había fallado por primera vez.
Por fín lo encontró, y lo leyó atentamente. Al final de éste reparó en que apenas era un sólo pergamino, a la mitad y con pocas ideas claras. No entendío al principio y se culpó a sí mismo ya que de seguro había leído mal el nombre gracias a las aburridas charlas de Dumbledore que sólo le hacían dormirse, tomó el pergamino de nuevo y buscó el nombre; igual intuía que no se había equivocado.
Y bien, Hermione había fallado; por una particular razón ésta había dejado de hacer sus deberes y reparaba poco en ellos. Lo primero que le cruzó por la mente era las juntas con las que estaba, Potter y Weasly de seguro habían causado ese desvarajuste y ella sólo tenía que alejarse de ellos para poder trabajar mejor. Colocó una D en el trabajo y por un momento pensó en cambiar la calificación, pero no podía ceder ante sus caprichos. Ya era la segunda vez.
- Tercera D señorita Granger, la tercera en dos semanas.
Abandonó el despacho, y se dirigió hacia el despacho de Mcgonagall, fuera o no ella; no iba a recibir un trato especial. Se detuvo frente a la puerta y llamó con energía, ella no se iba a burlar de él.
- ¿Que sucede Snape?- preguntó minerva acomodándose los anteojos, Snape entró sin ser invitado si quiera a pasar.
- Te sugiero que le pongas atención a tus estudiantes, lee esto y sabrás por qué.
Le entregó de mala gana el ensayo de Hermione y esperó atentamente mientras Minerva lo revisaba. Igual no se tardó demasiado y para cuanto terminó levantó la cabeza un tanto despreocupada.
- Seguro Hermione se sintió enferma o tal vez no pudo terminarlo- trató de disculparlo pero eso no lo convenció.
- Ya son dos veces, y cada vez son peores. Sin duda convive mucho con Potter y con Weasly.
- Yo hablaré con ella, aunque si lo deseas podría.
- No, seré yo mismo quien la haga entrar en razón. Buenas tardes.
No iba a esperar, Sabía que Minerva no movería un sólo dedo para cambiar esa situación. Bajó las escaleras y se preguntó si tenía que ir a la biblioteca; aunque cambió de parecer ya que la que iba a la biblioteca era la antigua Hermione.
Se detuvo a preguntar por ella, iba a dar muchas vueltas y no tenía el tiempo ni las ganas para hacerlo. Una jóven le indicó entre balbucéos donde encontrarla y caminó a prisa hacia su encuentro.
La encontró a pocos metros, sentada en un banquillo del patio; complétamente sola y con la mirada perdida en el pasto. Se detuvo a su lado y ésta apenas notó su presencia.
- ¿Que pasa?- preguntó con desdén, Snape negó con la cabeza.
- Señor- le corrigió- y esa no es la correcta respuesta Granger.
- No siempre me las sé todas- contestó la chica con indiferencia sin levantar la vista- en fin, ¿que es lo que quiere?
- Supongo que le parece muy divertido eso de no hacer los trabajos. Ya es la segunda vez que me deja una copia perfecta de la tarea de Weasly; y a no ser que se haya equivocado de pergamino, le exijo una explicación valedera.
- No pude hacerla.
- ¿No pudo hacerla? no me parece una buena excusa, sn duda se nota la falsedad en sus palabras.
- ¡Ya le dije que no pude hacerla!- levantó la vista y los almendrados ojos encontraron a los negros y centellantes ojos del profesor- ¡Ahora, déjeme en paz!
Y dicho eso abandonó el patio perdiéndose por el sendero hacia los viveros, dejándolo solo, confundido y con una creciente jaqueca. Millones de emociones bullían en su interior, algo estaba mal y no iba a esperar que reprobase el curso para averiguarlo.
- Vaya, vaya pero si es Granger- rió Draco y sus compañeros le imitaron- No te ves muy bien hoy, parece que te has despertado del lado equivocado. ¿O es que sigues cansada?
- ¡Cállate Malfoy!- siseó ella- ¡Cállate!
- Oh la señorita se ha puesto de mal humor. ¿Es que se te olvidó una tarea? Ah no, es cierto que ya ni las haces.
Volvieron a reír en conjuto y la chica los miró con ira, al ver su rostro Draco siguió riéndose fuertemente.
- Deja de reirte o juro que voy a patearte.
- ¡Oh la pequeña Hermione va a patearme! - balbuceó Draco entre lágrimas de risa, sus amigos siguieron riendo con él- ¡chicos va a patearme!
No lo soportó más, no supo de donde pero una extraña fuerza se originó en su interior y para cuando abrió los ojos se encontró con el puño cerrado, con sangre en él y a un Draco tumbado en el suelo con la nariz sangrante y con la cabeza apoyada en una piedra.
- ¡Oh dios mio!- chilló Pansy y miró nerviosa a Hermione- ¡Rápido, busquen al profesor Snape!
Crabble y Goyle asintieron nerviosos corriendo a través del patio, Hermione se quedó mirando como de la roca goteaba la sangre de Draco mientras Pansy se tumbaba a su lado.
- ¿Que has hecho? ¡pedazo de animal!, ¡asquerosa!
- Él se lo buscó- suspiró Hermione y enseguida bajó el brazo; presa de un dolor intenso que la recorrió por completo, Pansy la miró con sorpresa pero Hermione enseguida retiró las manos de su vista.
En minutos Snape estuvo con ellos, traía el rostro pálido y no dejaba de mirar la escena como si no pudiese creer lo que sucedía. Pansy se levantó del suelo y se apartó para que Snape pudiera acercarse a Draco.
Lo primero que hizo fue poner suavemente su mano debajo de la parte posterior de la cabeza de Draco. Notó que la herida era ligeramente profunda y que por ello el chico había perdido el conocimiento. Luego levantó la cabeza y observó la mano sangrante de Hermione.
- ¿Que significa esto?-Nadie emitió comentario y volvió la cabeza hacia Pansy- Explícate.
- Estabamos caminando tranquilamente, cuando Draco se acercó para preguntarle algo a Granger y ésta lo golpeó.
- Es mentira- respondió ella con naturalidad, Snape le observó.
- ¿Entonces que hace Draco en el suelo?
- Yo no he dicho que no lo golpeé, el empezó primero.
¿Que demonios pasaba con Hermione? ¿Era que había entrado en una dimención paralela? ¿dentro de un espejo? - ¿Admite que ha golpeado a Draco?- preguntó éste atónito, la chica no respondió; sólo continuó mirándole. -Inaceptable ¡simplemente inaceptable!- vociferó Snape en el despacho del director- ha golpeado a un estudiante director, ¡pudo herirlo de gravedad!- dijo mientras llevaba por la muñeca a Hermione. - ¿Es cierto lo que el profesor Snape está diciendo Hermione?- preguntó Dumbledore mostrándose impávido, pero sin negar que eso le sorprendía en demasía. - Sí, yo golpeé a Draco; pero él estaba molestándome. No es mi culpa- miró a Snape y continuó- ¿Será que ya me puede soltar? ya llegamos hasta acá. Snape movió las manos soltándola y observándola con odio. Jamás se le había visto tan pálido y enfadado como en ese momento, despegó los labios para hablar pero se detuvo, luego volvió a hablar. - No sé que sucede con ella Dumbledore, desde hace unas semanas que no hace los deberes; ya he visto que se repite en otras clases, ¿y encima esto? No sé que es lo que tú piensas, pero ésto no puede seguir. Dumbledore se llevó una mano a la sien y se dedicó a pensar mientras observaba a Hermione, su rostro estaba serio y no había expresión alguna en ella. ¿Se estaba sintiendo bien? ¿le había pasado algo malo? ¿estaba acaso enferma? - ¿Hermione? ¿te sientes bien?- la miró asentir con firmeza- ¿Te ha sucedido algo que quieras que sepamos? - En lo absoluto señor, me siento bien. Dígame cual es mi castigo para poder irme, si es tan amable. Dumbledore se quedó en silencio, Snape se giró hacia ella sin creerse lo que estaba sucediendo en ese momento. Era como si flotáse en algún tipo de realidad virtual, o era que se volvía loco. Una de dos. Bueno, éste trozo es como una especie de recuerdo sobre lo que sucede luego, como una especie de prólogo ante los acontecimientos. Era para continuarse, pero debido a mi poco tiempo no pude hacerlo. Igual espero sus críticas y nos estarémos leyendo en otro momento. Un saludo caluroso para todos
