De las cosas que no serán para Marius
Disclaimer: todo pertenece a J. K. Rowling.
Esta historia participa en el reto de aniversario Todos tienen una historia del foro La noble y ancestral casa de los Black.
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Acaba de cumplir once años. Debería ser uno de los días más felices de su vida y sin embargo, Marius no puede dejar de llorar. Su tío Phineas lo aprieta contra su pecho en un vano intento de consolarlo y Marius se lo agradece, de verdad que se lo agradece, pero no es suficiente. No lo es porque la mirada gélida de su padre, los ojos decepcionados de su madre, la mueca de desprecio de su abuelo, la expresión acusadora de su hermana y la sonrisa de superioridad de su hermano siguen estando ahí, en su mente, a pesar de que haga horas que su tío y él se hayan marchado de la casa, de su casa, no, ya no es su casa.
Tan solo la pequeña dorea hizo un intento por despedirse de él pero en seguida fue apartada por su padre. Su tío Phineas había intentado convencer al resto de la familia de que aquello no era culpa de Marius pero no había servido de nada. Ambos habían sido echados, borrados del tapiz familiar como había sentenciado su abuelo.
Marius recuerda claramente los undécimos cumpleaños de sus hermanos mayores, la alegría, las felicitaciones, como enseñaban la carta de Hogwarts con orgullo y hacían planes sobre cuándo irían al callejón a comprar los materiales. Días después habían vuelto con un baúl, un montón de libros y una varita.
Marius siempre había soñado con tener una varita, con poder hacer magia y acudir a Hogwarts con sus hermanos y primos. Sería estupendo: iría a Slytherin y quizá incluso pudiera aprender a jugar quidditch. No obstante, ahora Marius sabe, lo ha sabido desde hace mucho tiempo en realidad aunque nunca se haya atrevido a reconocerlo, que no habrá para él una varita ni una plaza en Hogwarts, ni siquiera un sitio en su familia.
