Disclaimer: Todos los PERSONAJES/LUGARES/NOMBRES de la serie HARRY POTTER son propiedad de Joanne K. Rowling, Warner Bros y otros que también curran... jaja (Insisto: la vida es injusta jejej)
Hola a todos los lectores. ¡No me reten! Empecé un fic nuevo porque este es un capricho que tengo hace tiempo y me quiero dar el gusto. De todas maneras, aclaro que mi prioridad es Antes de Morir y que es el fic principal. Digamos que este voy a tomármelo con calma, voy a actualizar cuando me inspire, cuando tenga tiempo. Quiero que sepan que es bastante diferentes a mis otros fics. No hay tanta violencia, es más bien sano, pero no por eso crean que la trama es "simplista" ni basada en diálogos, porque no es mi forma de escribir. Mas bien lo considero una comedia romántica. La longitud de ésta dependerá de su aceptación. Desde ya, espero que les guste y que les caiga bien. Ahh y una última cosita: a pesar de que la trama es más sana que mis otros fics, le puse rating T por el simple hecho que los diálogos no tocarán con sutilidad ciertos temitas..
Sin más preámbulos los dejo con el primer capítulo. No me arrodillo por opiniones, pero realmente se necesitan en estos casos... ¡Gracias de verdad A TODOS por haber entrado! Y gracias a RPP-Gf que me tiró excelentes consejos para esta historia... (sos de fierro corazón)
Besitos a todos.
Joanne
Con la misma euforia de mis sueños
Capitulo 1
Un tapón de oídos
No escuché al corazón si borré de mi memoria el recuerdo de tu voz.
Se podía decir que Harry era feliz, desde algún punto de vista. A sus 22 años la vida le sonreía en lo absoluto. Había cambiado bastante después de algunos sucesos inoportunos en su vida. El morocho ya no llevaba el pelo alborotado sino tirado para atrás con gel. Se había transformado en un hombre estructurado, organizado y rutinario. No admitía salirse de las reglas. Muchas cosas habían colaborado para que la personalidad de Harry vire de esta manera.
Los dolores a los que había sobrevivido permanecían dentro de un baúl hermético que Harry no pensaba volver a abrir. Jamás en esos años su voluntad se doblegó a favor de permitirse deshojar recuerdos tan insatisfactorios. Prefería pensar en el ahora para calmar las culpas del pasado. Y su tranquilidad era el arma perfecta para no subsistir a los percances de la memoria… "porque la memoria era una trampa, tanto como el olvido…". Era una frase que la hermana de su mejor amigo tenía pegada en su cuarto y a decir verdad, la única que se asemejaba a la coherencia extrema con la que Harry manejaba su vida…
Harry era un hombre orgulloso. No tenía mucho sentido del humor y había perdido el gusto por la fiesta y las mujeres. En general, la raza femenina, era un poco repudiada por sus adentros, pero nunca lo admitía públicamente. La faceta sentimental de Harry era nula y carente de acción. Hacía tiempo que no le interesaban las relaciones amorosas ni nada por el estilo. Mucho menos estaba de acuerdo con relaciones ocasionales, pensaban que eran vulgares y vacías, por lo que decidió llevar una vida sólo. Las malas experiencias lo habían ayudado a comprender que traía demasiados problemas estar en pareja.
Su situación económica era muy buena ya que se desempeñaba de manera óptima como sanador en el Hospital de San Mungo atendiendo. Sin embargo, seguía teniendo relación con sus mejores amigos de Hogwarts: Ronald Bilius Weasley y Hermione Jane Granger. Ellos salían desde hace un tiempo, aunque no estaban casados: Ron temía que Hermione no aceptara la propuesta y por cobarde, no llegó a hacerla. En definitiva, esas peleas, diferencias de criterio o como quieran llamarle, a Harry no le importaban.
Esa mañana tenía un día ajetreado en su oficina y no podía ocuparse de inconvenientes ajenos.
Miró su agenda muggle con curiosidad. Detallaba todas las actividades del día con extraña prolijidad y detalles impensados. Por ejemplo, la primera cita de esa mañana era:
"Alice Parkinson, peso y estatura normal. Síntomas de vómitos, mareos y náuseas. Posible embarazo, y continuo mal humor. Soltera, quizá sufra de una tristeza porque su marido la dejó…"
La prolijidad de la agenda de Harry era algo que sus amigos llamaban "obsesión insalubre al trabajo". Sin embargo, el sanador Potter, no le daba importancia a las opiniones de Ronald y Hermione.
Se levantó y salió de su oficina para llamar a la paciente.
-Parkinson.- una mujer sonriente levantó la mano.- Adelante.- la invitó a pasar con voz neutral. Alice se sentó.-Cuénteme cómo ha evolucionado su estado de nauseas.
-Siguen sin parar.- dijo la mujer con gesto de asco.
-El período menstrual, ¿todo en orden?- inquirió Harry, muy analítico.
-No, me viene a chorros.- Harry frunció la boca ante ese comentario.
-Le pido por favor un poco de sutileza.- sugirió algo molesto.
-Vamos, usted es sanador, no se sorprenderá.- dijo la mujer, muy segura y sonriendo.
-¿Ha hecho un test muggle de embarazo?- Alice lanzó una carcajada sin igual.- Disculpe señorita, pero ¿qué le parece gracioso?
-Su sospecha de embarazo.- rió la mujer- Es tan…
-¿Qué tiene de malo?
-¿De quién quiere que esté embarazada?- dijo sin parar de reírse Alice.- Usted es muy chistoso, Harry Potter…
-¡Estamos hablando en serio!- se quejó Harry, harto de las risas.- ¿Por qué no puede estar embarazada?
-Porque mi novio no me toca un pelo hace meses.- contestó Alice, sin pudor. Harry alzó las cejas por segunda vez.- Ah! Ya sé lo que está pensando. Pero no, no estuve con otro…
Harry enrojeció.
-Nunca sugerí eso, señorita Parkinson.- espetó.- Debe tener alguna gastroenteritis.
-Bueno, no me quejo, es mejor que un bebé, ya que creo que me echarían de mi casa.- soltó la mujer.
-¿Usted vive en su casa?- preguntó Harry anonadado.
-Si, mis padres me mantienen.- Alice no mostraba nada de vergüenza- Sé que estoy grandecita, pero no he encontrado ninguna vocación que vaya con mi espíritu.
Harry negó con la cabeza. Desaprobaba la actitud de la vagancia. Le recordó a la hermana de su mejor amigo, Ginny Weasley. Aunque quizá no era tan desastrosa como ella.
Luego de despedir Alice, recetándole una poción para los vómitos y aguantando sus quejas por "la prolongada e injusta abstinencia de su cuerpo en materia sexual". Harry no podía como podría haber gente tan moderna. Mientras observaba la lista de su próximo paciente,
Amadeus Mozart con su quinta sinfonía, lo interrumpió desde su celular. Harry bufó. "Estoy en horario de trabajo, como puede ser que me llamen a…"
-Hola- contestó apesumbrado.
-¿Harry?- dijo la voz de Molly Weasley; Harry notó que estaba un poco tomada. Tal vez debía recomendarle un descongestivo o…
-Soy yo.- corroboró sin terminar de pensar. Escuchaba voces detrás del teléfono, pero no las distinguía, salvo una música de Rock pesado.
-Ah, qué bueno que me atiendes, cielo.- musitó la señora Weasley aliviada.- Es que Hermione me comentó que no sueles contestar en horario de trabajo…
-¿Qué necesita?- apuró Harry. Su cerebro le decía: "¡Debes trabajar!"
-Verás, ¿puedes venir a La Madriguera a las seis de la tarde?- preguntó.- Tenemos que hablar contigo.
-En ese horario estoy atendiendo en San Mungo, no creo que esté disponible- repuso Harry. "Te está esperando el próximo paciente y…", seguía presionándolo su implacable sentido de la responsabilidad.
-Esto es importante- aseguró Molly del otro lado.- Necesitamos tu ayuda.
-Bien, veré que puedo hacer- concedió Harry.- Si termino para esa hora, iré. De lo contrario, espérenme unos minutos.
-Gracias cielo.- dijo la señora Weasley.- Nos vemos esta tarde.
-Adiós.
Resultó que Harry terminó con los pacientes a las cinco, por lo que aprovechó para ordenar su oficina. Al terminar, el consultorio 14 de San Mungo, quedó tan bien ordenado que parecía recién construido. Harry estaba retirándose, cuando vio que un pingüino de porcelana encima de la repisa estaba un centímetro corrido hacia la izquierda. Lo miró con el entrecejo fruncido y lo acomodó en la exacta posición que iba. Luego se miró al espejo y se ajustó la corbata.
Llegó a La Madriguera a las cinco y treinta de la tarde. El sol resplandecía y una primavera perfecta cubría el magnífico paisaje que rodeaba a la casa. Caminó un poco hasta la casa cuando escuchó gritos y risas provenientes de la entrada de La Madriguera. Entonces cuando llegó a acercarse lo suficiente, reconoció que era un grupo de chicas, cantando y divirtiéndose a lo loco. Harry bufó: eran Ginny y las amigas. ¡¿Por qué nunca podía zafarse de esa manga de inadaptadas?! Mientras iba acercándose, con la clara idea de pasar desapercibido, sus oídos fueron manchados con las burdas palabras de las chicas… Harry volvió a lamentarse por encontrarlas…
-¡Dale, Tracy, suelta la lengua!- pedía una chica rubia, que no tenía más de 21 años.- ¿Qué hiciste en el baño de ese boliche muggle después del momento soft?
-No voy a contarte eso, Tiffany-contestó Tracy Dumas; a continuación tomó el atado de cigarrillos que había sobre la mesa de verano.- ¡Ginnix!- exclamó enojada.
La aludida, que estaba tirada en el pasto cantando cierto tema de Rock, movió la cabeza.
-¡Ya sé que tuviste sexo en posiciones antes experimentadas el agente de seguridad del bailable!- exclamó Ginny a lo que todas soltaron un "uhh!" burlón y luego rieron.
-¡Eso no es novedad, pero devuélveme mi encendedor de Los Red Hot!-soltó Tracy.
-¿Siempre tienes que robarme los encendedores?- se quejó Ginnix con voz inocente.
-Esa eres tú!- acusó Tiffany.- Pondré algo para bailar, pero se nos acabaron las cervezas.
-Qué borracha- acusó Tracy, con un alto grado de caradurez.
-Déjense de hablar huevadas.- Ginny se levantó y fue cuando Harry hubiera querido taparse los ojos. Llevaba un jeans todo ajustado y gastado. El detalle más llamativo era que en el lugar que originalmente irían los bolsillos, había dos masas de carne del trasero de la pelirroja. Harry enrojeció sin querer. "¿Cómo podía ponerse…?"- La cerveza tendremos que multiplicarla. Los muggles son buenísimos creando bebidas, pero para su mala suerte, nosotras contamos con una varita…
-Aunque ésta- Tiffany tomó la suya mirándola con algo de nostalgia-… no es de mis varitas favoritas…
-¡Tonta te dicen a ti, morocha!- siguió Tracy sonriente, y luego miró a la pelirroja.- Ginnix, multiplícalas, me estoy muriendo de sed.
Harry pensó: "¿¡Ginnix!?" ¿Qué nueva locura era esa?
-Como tú ordenes.- contestó ella; levantó la varita y la única cerveza que quedaba se transformaron en diez- ¿Alguna vez les comenté que adoro la magia?- destapó una y la bebió hasta la mitad.
-¡Si ya sabemos qué clase de magia adoras!- apuntó Tiffany guiñando un ojo. Luego se dio vuelta y vio a Harry; su primera reacción fue devorarlo como un pastel irresistible, usando el arma de su mirada…- ¡Oye! ¿Quién es ese bombonazo?- lo señaló sin pudor.
Ginny miró y sonrió.
-Es un criatura interesante, ¿verdad?-soltó complacida- Vamos a molestarlo un poco.- se acomodó su corta remera negra, que contrastaba con el color de su piel y comenzó a caminar en dirección a Harry. El susodicho también optó por acercarse. Se encontraron cara a cara, las tres amigas y él, completamente aterrado. Sabía lo que pasaría y no iba a poder evitarlo.
-Ginny.- saludó nervioso.- Vengo a hablar con tu madre. ¿Está?
-Si.- contestó.- Pero antes de una aburrida charla con mami… ¿no quieres tomar algo con nosotras?
-Yo…
-Ginnix nos ha comentado que Harry Potter era un hombre…- Tracy cerró los ojos relamiéndose fingiendo no encontrar un calificativo perfecto para el aspecto de Harry-… pero hasta ahora, creo que su descripción fue corta…
-Muchachas.- interrumpió Harry.- Por favor, necesito hablar con la señora Weasley y…
-Harry, -interrumpió Ginny, realmente divertida- … tú me comentaste que Tracy es una chica interesante, divina…
-¿Dijiste eso, hermosura?- lo sedució Tracy. Tiffany largó una carcajada. Ginny sonrió. Se acercó y lo abrazó, pasando una mano por el cuello de Harry. Éste bufó. Sabía que esa descarada le encantaba avergonzarlo.
-Chicas.- dijo la pelirroja, haciéndose la seria- Les advertí que mi primer amor no era ningún impresentable… y ahora, que tienen el placer de ver la calidad de esta carne fresca, creo recordar que me deben tres atados de cigarrillos de menta...
-¿De qué hablas?- preguntó Tiffany, olvidándose de lo hermoso que era Harry
-De la apuesta que jugamos hace una semana, Tiff.- repuso Ginny- Creo que Tracy se acuerda mejor que tú…
-Estaba borracha, por lo que no recuerdo de qué apuesta me estás hablando.-saltó Tracy enseguida. Ginny alzó las cejas.- ¡Mis padres me cortaron los víveres cuando caí a mi casa a las doce del mediodía del domingo!- se justificó. Harry se puso pálido. No podía creer el descaro de esas niñas.
-Yo también llegué a esa hora, pero esa no es excusa…- dijo Ginny- No hay nada que nos haga cometer en incumplimiento de apuestas con mis amigas. Para mañana quiero los atados y…
-¡HARRY!- gritó una voz desde la puerta de la casa. Las gallinas de alrededor salieron despavoridas. Era la señora Weasley que iba en su ayuda. Llegó hasta allí. Ginny, Tracy y Tiffany, se fueron enseguida para evitar que Molly las regañe por tomar alcohol a las seis de la tarde.- ¿Qué te decían esas tres? – Al ver semblante de Harry entendió todo.- Déjalas, son unas inmaduras…
-No hay problema- apaciguó Harry por más que su interior le decía que tener una hija tan terrible era un gran problema.- ¿Usted quería hablar conmigo? No tengo mucho tiempo…
-Lo sé, cariño. Pasa, así charlamos más tranquilos.- repuso Molly.
Antes de entrar, a Harry le pareció oír la palabra "sexo, ropa, hermoso y Potter". Ese día hubiera querido un tapón en los oídos.
Entraron y se sentaron en la cocina de la Madriguera. La casa había sufrido unos cambios desde que sus hijos varones se independizaron. Era más espaciosa, y contaba con mucha más comodidad. Sin embargo, el cálido ambiente acogedor era una cualidad reconfortante, que nunca había faltado. Harry sintió nostalgia al vislumbrar las paredes, los cuadros y el famoso reloj que indicaba el destino de los integrantes de familia Weasley. Se sorprendió un poco cuando la aguja de Ginny marcaba un nuevo estado: en la banquina. Luego pensó que lo más sorprendente era que el reloj sea tan verídico…suspiró con resignación.
Pasados unos minutos, la señora Weasley habló. Hizo una larga introducción contando que Arthur había conseguido un trabajo por ocho meses en Egipto para investigar las pirámides de los magos de aquel tiempo… Harry se alegró un poco, pero ante tanta cantidad de detalles, se terminó preguntando para qué Molly le contaba todo eso…
-… resulta que el nuevo ministro, Kingsley, le consiguió el puesto…- decía. Harry la notaba nerviosa: le temblaban las manos.-… Charly y Bill están cerca de allí. Aquí no quedará nadie.
-Oh, eso es una pena.- repuso Harry.- ¿Por qué…- no continuó el resto de la pregunta: "…me llama para contarme esto un lunes cuando estoy tapado de trabajo…?"
-La Madriguera será aprovechada por Ron y Hermione.- prosiguió la señora Weasley, haciendo caso omiso de la pregunta sin terminar de Harry.- Y tenemos que…
-¿Qué será de Ginny…?- inquirió Harry. La señora Weasley lo miró fijamente. Harry comprendió algo de la respuesta en sus ojos y se levantó.- Dígame que el mensaje subliminal que estoy interpretando de su mirada no tiene absolutamente nada que ver con la palabra "real"…
La señora Weasley puso un semblante de culpa y afirmó con la cabeza.
Nota: Necesito que me pongan su impresión sea cual fuera, así me digan "Joanne es la peor basura que escribiste, estás tomada o fumaste marihuana?" Pero lo que sí les ruego es que me puntualicen que fue lo que no les gustó, aunque es el primer capítulo y no pueden hacer un comentario muy cerrado, me gustaría saber qué impresión les dejó.
Gracias a todos por LEERME.
Joanne
