Provócame.

Múnich, Alemania.

- Provócame, quiero serle infiel…

- Cámbiale a eso.- protestó la rubia.

- Jugaré como él a olvidar su nombre… .- canturreó la castaña antes de suspirar.- Ya, ya, ando buscando una estación que nos guste a ambas…

- Ni siquiera sé cómo es que esa canción suena en una estación de radio europea.- refunfuñó la rubia.- La cantante es más mexicana que el nopal.

- Dicen que es conocida en Europa.- contestó la castaña.- Dicen.

La joven morena aceleró cuando el semáforo cambió a verde. Iban retrasadas en tiempo pero ya no les faltaba mucho por llegar. Por las aceras caminaban nutridos grupos de alemanes que vestían camisetas del Bayern Múnich y que portaban banderas del mencionado equipo. En los bares comenzaban a aglomerarse los aficionados del equipo bávaro, que gritaban y festejaban a lo grande.

- Aprenderé para no volver a caer en las redes de ningún hombre… .- continuó cantando la castaña mientras manejaba.

- ¡Que le cambies a eso!.- exigió la otra.

La castaña trató de armarse de paciencia cuando volvieron a detenerse en una esquina. El tráfico estaba imposible esa noche y parecía que no llegarían nunca.

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La música sonaba por todo lo alto. El lugar estaba abarrotado de gente conocida y desconocida, en un festejo de lo más merecido para el Bayern Múnich. Varias muchachas vestidas con ropa diminuta movían sus caderas al ritmo de la música, esperando atraer la atención de cualquiera de los futbolistas famosos que saturaban el lugar con la esperanza de conseguir un "patrocinador" o quizás algo más estable. Karl Heinz Schneider suspiró fuerte antes de entrar, no le agradaba tanto el ir a ese tipo de lugares pero no podía perderse esa celebración tan importante; además, sus amigos estarían ahí, lo que haría el asunto menos tedioso. Una vaharada de humo de cigarro mezclado con olor a alcohol y a perfume de mujer lo golpeó de lleno aunque no tardó en acostumbrarse.

- ¡Bienvenido, capitán!.- lo recibió un grupo de asistentes del entrenador.- ¡Todos te estábamos esperando!

Karl acogió con mucho gusto las felicitaciones de los asistentes de su padre, quienes se veían extraños gracias a sus ropas de fiesta, tan distintas a las deportivas que solían usar en el FC Bayern Campus. Mientras avanzaba se topó con reporteros que le tomaron fotografías y le hicieron algunas preguntas, todos querían entrevistar al goleador estrella del Bayern Múnich que hizo un estupendo hat-trick en la final de la Champions League y fue en gran medida el responsable de que el equipo bávaro se hubiese coronado campeón. Había también un par de modelos, amigas de su hermana y también amigas suyas, así como una que otra cantante y ex compañeros de equipo. Esa noche era para celebrar, había muchas personas interesantes que podrían hacerlo pasar un buen rato y, sin embargo, Schneider sólo pensaba en una persona en particular…

- ¡Ey, Schneider!.- le gritó un joven de rasgos asiáticos desde la barra.- Estaba a punto de llamarte. ¡No ibas a obligarme a venir a esto para después desaparecer!

Schneider esbozó una sonrisa burlona al ver a Genzo Wakabayashi ataviado con una de las pocas ropas decentes que le había visto desde que lo conocía. Tan cambiado estaba que ni parecía ser él, sin duda que en su atuendo había habido intervención femenina porque el japonés no tenía idea de cómo vestirse adecuadamente, lo había demostrado en muchas ocasiones.

- No se me hubiese ocurrido hacerte eso aunque estoy muy seguro de que tú sí lo harías, Wakabayashi.- replicó Schneider.- ¿Ya estás convencido de que hiciste bien en venirte al Bayern?

- Por primera vez tengo que admitir que tuviste razón.- reconoció Wakabayashi, la última flamante adquisición del Bayern Múnich.- Seguro que ya no lamentas el haber bailado desnudo el "Pen-Pineapple-Apple-Pen", ¿no es así?

- No me recuerdes eso, por favor.- pidió Karl, frunciendo el ceño, tras lo cual ambos hombres soltaron la carcajada.

Tras haberle insistido durante mucho tiempo a Genzo Wakabayashi para que aceptara trasladarse al Bayern Múnich y convertirlo así en un equipo invencible, Schneider al fin encontró una forma de convencer al terco y orgulloso portero aunque eso le acarreó algunas desagradables consecuencias. Fue el partido entre Japón y Alemania de los cuartos de final de la lucha por la medalla de oro en los pasados Juegos Olímpicos de Madrid lo que decidió todo, en una apuesta en donde el SGGK y el Káiser apostaron a lo grande. El resultado de ese partido, un empate que llegó a los penales (N/A: ver mi fic "Una apuesta por pagar"), llevó a Genzo Wakabayashi a firmar contrato con el Bayern Múnich a cambio de que Karl Heinz Schneider bailara el "Pen-Pineapple-Apple-Pen" desnudo. Karl estuvo a un tris de arrepentirse de su promesa pero el haberla llevado hasta el final trajo como consecuencia que el Bayern adquiriera el refuerzo que necesitaba para ser invencible. El equipo bávaro, ya grande y poderoso desde antes de la llegada de Wakabayashi, inició arrasando en la Bundesliga y en la DFB-Pokal, pisando fuerte además en la Champions League en donde no con mucho esfuerzo consiguieron posicionarse en las semifinales. La Juventus, reforzada con uno de los compatriotas de Genzo, Kojiro Hyuga, cayó derrotada ante los goles de Schneider, Levin y Sho, no pudiendo ninguno de los jugadores del equipo italiano anotar un gol en la portería de Wakabayashi, siendo así como el Bayern llegó a la final del torneo, a celebrarse en Kiev, Ucrania.

A la final llegó también otro de los equipos más fuertes de Europa, el Barcelona, liderado por Tsubasa Ozhora, también compatriota de Wakabayashi, el que había llevado a Japón a colgarse la medalla de oro en Madrid. En un partido intenso en donde hubo choque de celebridades futbolísticas, el Bayern Múnich acabó empatado con el Barcelona a tres goles, siendo anotados todos los goles por Karl Heinz Schneider, por parte del equipo alemán, y por Tsubasa Ozhora, por parte del equipo español, siendo una de las pocas ocasiones en las que el guardameta Wakabayashi recibió tres tantos en un partido. El encuentro se fue a prórroga y, en un esfuerzo supremo que requirió el trabajo en conjunto de todos los ases del Bayern, tras un despeje de meta que Genzo Wakabayashi realizó, Stefan Levin, Sho Shunko y Karl Heinz Schneider consiguieron hacer, no sin ciertos esfuerzos debido a los defensas del Barcelona, la fabulosa técnica del Rugido del Dragón, misma que había sido inventada para derrotar a Genzo Wakabayashi en el pasado y que sólo había sido utilizada en una ocasión. El balón, que provocó la ilusión óptica de un dragón en llamas, perforó las redes de la portería del guardián del Barcelona, consiguiendo el cuarto gol que le daría al Bayern Múnich la victoria en el Olímpico de Kiev para coronarse como el nuevo rey de la Champions League. Así pues, esa celebración era más que merecida para el equipo ya que, además, una semana antes habían ganado la DFB-Pokal en un encuentro dramático que dejó a los jugadores con el tiempo apenas suficiente para la final de la Champions.

- ¿Estás solo, Wakabayashi?.- preguntó Schneider, acomodándose en la barra junto a su amigo y rival.- ¿En dónde está Lily?

- Por el momento sí.- Genzo Wakabayashi se sentía incómodo en la elegante camisa azul marino que se había puesto para la ocasión.- Mi novia viene en camino o eso fue lo que me dijo hace media hora.

- Ya veo.- Karl se sorprendió.- Me resulta raro que no hayan llegado juntos.

- Ella tenía algunas cosas qué hacer antes de venir, además de que fue a recoger a alguien al aeropuerto.- respondió Genzo, sin darle aparente importancia al asunto.- Alguien que viene de París.

- ¡Ah!.- exclamó Karl, tratando de que la sonrisa no se le asomara al rostro.- Ya veo.

- ¿Supones ya quién es la persona que viene con ella?.- cuestionó Genzo, mordaz.

- ¿De París?.- Karl fingió meditarlo un poco.- ¿Y que pueda venir con Lily? Me imagino que debe tratarse de Elieth. Justo me preguntaba hace rato si vendría tu amiga o no.

- ¿"Mi amiga"? Vamos, Schneider, que a estas alturas Elieth es más conocida como tu amante que como mi amiga.- el portero rio con muchas ganas.

- ¿Ah sí? No entiendo por qué, considerando que la señorita Shanks y yo no hemos mantenido una relación estable jamás.- Karl fingió demencia.- Y hace mucho que ella y yo no estamos juntos así que me sorprende que digas eso, Wakabayashi. Es poco propio de ti.

Por supuesto, Schneider fanfarroneaba. El recuerdo de Elieth Shanks acudía a su memoria varias veces al día, era inevitable. Por más que quería no podía sacarla de sus pensamientos pero eso jamás lo admitiría ante Genzo. Ni tampoco el hecho de que la sola mención de su baile al estilo "Pen-Pineapple-Apple-Pen" le hizo recordar a la francesa con mucha más intensidad debido a que el día en el que cumplió esa apuesta fue la última vez en la que estuvo con Elieth.

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- Provócame, mujer, provócame…

- ¡Argh! ¿Ahora están pasando a Chayanne? ¿Qué clase de estación de radio es ésta?.- protestó la rubia de ojos grises, una vez más.

- Una muy rara.- la castaña de ojos chocolate frunció el ceño.- ¿A quién le gusta Chayanne, en todo caso? Es de la época de nuestras madres y ni a la mía le gusta ese cantante.

- A la mía menos.- asintió la rubia.- Ya deja de jugar con la radio y apágala.

- Un intento más y me rindo.- suspiró la castaña, apretando el botón del autoestéreo antes de que el último semáforo volviera a cambiar a verde.- ¿Ya estás lista para ver al Káiser?

- ¿Lista para qué? ¡Por favor! Como si hubiese venido para verlo a él.- la otra frunció el ceño.- Sabes que vengo por Genzo. Y por Sho. Y por Stefan. Y por el entrenador Rudy Frank. Los demás me importan muy poco.

- Sí, claro.- la chica que iba al volante sonrió por lo bajo y aceleró una vez más.- Y por eso vienes vestida para matar, ¿no?

- No vengo "vestida para matar".- la chica de ojos grises movió los dedos índice y medio de ambas manos para simular unas comillas.- Así me visto siempre que voy a una fiesta. Y en todo caso, iría detrás de Schweil Teigerbran.

- O sea, Schweil Teigerbran juega en el Borussia Dortmund.- la morena puso los ojos en blanco.- No inventes, no va a venir a una fiesta del Bayern Múnich.

- ¡Ya lo sé!.- protestó la rubia.- Sólo quiero que me dejes en paz, ¿sí? Dedícate a manejar y no molestes.

- Ja, meine Kaiserin! (¡Sí, mi Emperatriz!).- replicó con sorna la de los ojos chocolate.

La de los ojos grises, por respuesta, la golpeó con su elegante bolso de noche. El autoestéreo volvió a detenerse en la estación que soltaba la música de Chayanne. Fastidiada, la rubia que iba en el asiento del copiloto lo apagó.

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Genzo no dejaba de mirar el reloj Cavalli que su novia le había regalado, preocupado por su tardanza. Era cierto que el avión proveniente de París había llegado con retraso pero aun así las jóvenes ya deberían de estar ahí. Sin embargo, él no era el único que estaba esperando por las chicas que venían en camino, desde que Wakabayashi le dijo a Schneider que Elieth también acudiría, el alemán no dejaba de mirar insistentemente hacia la entrada del lugar, ignorando a las jóvenes que intentaban acercarse a él para coquetearle.

- ¿Estás esperando a alguien, Schneider?.- le preguntó el astro chino Shunko Sho.- No dejas de escudriñar detenidamente a cada persona que llega.

- ¿Y tú no estabas ocupado con tu novia?.- rebatió Karl, frunciendo el ceño.- No sabía que Nela te da tiempo suficiente para vigilarme.

- Ambos estamos vigilándote en todo caso.- Sho rió a carcajadas.- Ella fue la primera que notó que no dejas de mirar hacia la entrada.

- Seguro que Schneider está esperando a que le manden de regreso su deseo sexual.- replicó Genzo, sutilmente.- Me parece que se lo llevaron a Francia.

Sho rio nuevamente, esta vez acompañado por Wakabayashi; iba Schneider a responder cuando, por fin, Lily Del Valle entró al enorme y lujoso salón del hotel en donde tenía sitio la celebración. Genzo dejó de reírse inmediatamente y se apresuró a recibir a su novia, quien le sonrió con cierta disculpa al tiempo que abría sus brazos para recibirlo.

- Lo siento, Gen.- dijo ella, tras besarlo en los labios.- El tráfico estaba imposible, pareciera que todo Múnich se ha volcado a festejar a las calles.

- Y por eso mismo estaba preocupado, Yuri.- Genzo la miró con una sonrisa aliviada.- Temía que algo les hubiese sucedido con lo abarrotadas que están las avenidas, me alegra saber que ambas han conseguido llegar bien.

- Por favor, aprendí a manejar en las calles de la Ciudad de México, esto no es nada.- Lily le guiñó un ojo, divertida.

- No me quiero ni imaginar cómo fue eso.- el portero rio de buena gana.

- Veo que decidiste usar lo que te aconsejé que te pusieras.- añadió Lily, fascinada, al notar la combinación de camisa azul marino y pantalón gris oscuro que Genzo se había puesto.

- Oye, tenía que estar a tu altura.- Wakabayashi admiró el vestido negro y ajustado de mangas largas que ella traía.- Aunque veo que me quedé corto.

- Tonto.- Lily volvió a besarlo.

- Un poco, solamente.- él sonrió y después miró a través del hombro de ella.- ¿Y la Peque?

- ¿Eh? Venía detrás de mí.- Lily se separó de su novio y miró hacia la entrada.- No me digas que se arrepintió… ¡Ah! Está hablando con Nela. Cobarde, seguro que vio a Karl y prefirió huir.

- ¡Qué novedad!.- Genzo soltó un suspiro resignado.

Pero la francesa no era la única cobarde. Schneider sintió que el corazón se le aceleró cuando vio entrar a la rubia de ojos grises, enfundada en un entallado y corto vestido púrpura de tirantes gruesos, tan ajustado a su cuerpo que le quitó el aliento al instante. Karl se acabó su cerveza de un trago, deseando que los sentimientos que Elieth removió en su interior al verla desaparecieran junto con la espuma.

"Otra vez tú. Siempre vas a ser tú".

Karl Heinz Schneider y Elieth Shanks se conocieron de adolescentes, cuando ella llegó a vivir a Alemania debido a que su padre había sido designado como el nuevo embajador de Francia en ese país. Ellos acababan de comenzar la adolescencia y las hormonas descontroladas los hicieron odiarse y desearse a partes iguales, en una confusión de sentimientos propia de esa etapa juvenil. El motivo por el que Karl y Eli comenzaron odiándose era tan pueril que ni el mismo Karl lo recordaba, sólo tenía grabado en su memoria lo mucho que Elieth lo fascinaba y confundía por igual, una mezcla de emociones que seguía persiguiéndolo hasta la fecha. A pesar de lo mucho que decían detestarse, Elieth estuvo al lado de Karl cuando sus padres se separaron y estuvieron a punto de divorciarse; él tenía que admitir que, si no hubiera sido por ella, habría perdido toda esperanza, fue el apoyo de la francesa lo que ayudó a Karl a superar esa época tan difícil. Ella fue, además, a quien le diera su primer beso y quien lo convirtiera en hombre, a Karl nunca se le iba a olvidar esa ocasión en la que, temerosos los dos pero al mismo tiempo ansiosos, se entregaron mutuamente sus cuerpos desnudos para hacer el amor por primera vez.

- ¿Y bien, Schneider?.- Genzo lo sorprendió, sacándolo de sus recuerdos.- ¿No vas a saludar a la Peque?

- Habitualmente son los invitados los que se acercan a saludar a los festejados.- respondió Schneider, tratando de mantenerse frío.- Debería de ser ella quien venga a hablarme.

- Es decir, que ella sigue perturbándote al extremo de que no te le quieres acercar, ¿cierto?.- se burló el portero, cínicamente.- Pensé que ya habías superado esa etapa.

- Nunca lo voy a hacer.- confesó Karl, en voz baja.- Según Marie, el primer amor puede ser el verdadero, puede no ser más que un ensayo o puede perseguirte por siempre.

- Creo que no es eso lo que Marie dice.- replicó Wakabayashi, pensativo.- Y creo que no lo dice ella, me parece que es parte de alguna canción pero en fin, ¿cuál de los tres casos que has comentado es el tuyo, Schneider? ¿El primero o el tercero?

- Podría ser el segundo.- Karl frunció el ceño.

- Para ser tan seguro de ti mismo, me sorprende que seas tan negado a aceptar lo que sientes.- sentenció Genzo, para después ir a saludar a Elieth.

A su vez, la joven francesa se había puesto a hablar con Nela, con la esperanza de evitar a Karl lo más que pudiera. Ella también se había quedado sin aliento al ver lo terriblemente atractivo que lucía Schneider, completamente vestido de negro y con un aire de casanova total que Elieth sintió que le fallarían las piernas si se acercaba a él. Por fortuna, fue Genzo el que decidió saludarla primero y la rubia se colgó a él como si de un salvavidas se tratara.

- ¡Muchas felicidades, Genzo!.- exclamó Elieth genuinamente emocionada, abrazando a su amigo con fuerza.- Realmente se merecen este resultado, ¡se esforzaron al máximo!

- Gracias, Peque.- sonrió Genzo, correspondiendo al gesto con mucho afecto.- Yuri me ha dicho que alcanzaste a llegar a la segunda mitad del partido.

- Sí, prácticamente vi todo lo emocionante.- respondió ella. "Sólo me perdí el primer gol de Karl".

- ¿Vas a saludar a Schneider o también tú vas a hacerte tonta?.- preguntó Genzo, con cierta burla.- Vaya par de orgullosos que son ambos.

- ¿Qué? Yo no me estoy haciendo tonta.- replicó Elieth, ofuscada.- Es sólo que tenemos mucho de no vernos y pues sería incómodo acercarme.

- Ya ve y felicítalo, no te va a pasar nada.- terció Lily, quien había estado parada muy cerca de ellos.- Además, es la cortesía mínima requerida, después de todo esta fiesta es para celebrar el triunfo del Bayern, obtenido en gran parte gracias a Karl.

- Deja de molestar, Lapinette.- gruñó Elieth.

- No.- negó Lily.- No seas cobarde, no te tardas más de cinco minutos en felicitarlo, después puedes hacer lo que quieras.

- ¿Si voy me dejarás en paz el resto de la noche?.- cuestionó la rubia, frustrada.

- Te aseguro que sí.- asintió Lily, muy seria.- Anda y ve, te está esperando.

- Los odio a los dos.- Elieth lanzó sendas miradas de enojo a sus dos mejores amigos y se alejó para buscar a Schneider.

Por supuesto, casi inmediatamente fue consciente de que él no le quitaba la mirada de encima; coqueta como era, Elieth se alborotó el cabello mientras caminaba de una forma provocativa hacia el Káiser de Alemania, actuando de manera despreocupada aunque en el fondo sentía que le iban a fallar las piernas. Mientras más se acercaba a él, más atractivo le parecía y creyó que no podría contener sus impulsos de saltarle encima. Karl, a su vez, vio venir a la francesa y tuvo el fugaz deseo de arrancarle el vestido ahí mismo.

"Mantén tus impulsos bajo control, Karl, que no eres un adolescente", se regañó a sí mismo.

- Felicidades, Emperador.- dijo Elieth, con una sonrisa cautivadora, cuando llegó a él.- Está usted en boca de todos ahora mismo.

- Gracias, señorita Shanks.- Karl contestó con la misma formalidad. "Ojalá que también estuviera en tu boca".- Es una verdadera sorpresa verla aquí.

- No iba a perdérmelo por nada del mundo.- Elieth jugueteó con sus rizos de oro.- Estoy muy feliz por Genzo, ganar la Champions League era uno de sus sueños.

- Ah, ¿así que sólo estás aquí por él?.- Schneider pareció molestarse.

- Claro. ¿Por quién más crees que vine?.- cuestionó la rubia, sin inmutarse.- Ah sí, también por Sho y por Levin, por supuesto.

- Sí, me imagino.- Karl cruzó los brazos, enojado.- ¿Sólo por ellos has venido entonces, Elieth?

- ¿Qué es lo que esperas que te diga?.- ella frunció el ceño.- ¿Qué he venido por ti? Hace más de seis meses que no estamos juntos, ¿esperas que todo siga como antes?

- ¡Si no estamos juntos es por ti, porque te has negado a contestar mis llamadas!.- antes de que se diera cuenta, Karl ya había soltado su queja.

- Mire, Emperador, no estoy aquí para escuchar reclamos.- Elieth se puso muy seria.- Sólo quería felicitarlo y ya lo hice así que, permiso.

La chica de ojos grises se alejó, indignada, con la frente muy en alto; Schneider se maldijo a sí mismo por haber sido tan idiota pero ella tampoco se lo había dejado fácil. Genzo y Lily, quienes habían observado la escena, se miraron entre sí y después suspiraron, vaya que esos dos eran un par de idiotas.

- Espero que la Peque no se vaya a ir.- comentó Genzo, preocupado.

- No lo hará.- negó Lily.- La he amenazado para que no lo haga hasta que yo lo diga.

- ¿Y con qué la amenazaste?.- quiso saber Wakabayashi.

- Con decirle a Monsieur Shanks que su hijita menor se revolcó con el enemigo alemán en la embajada francesa en Alemania en muchas ocasiones cuando eran más jóvenes.- respondió Lily, con una sonrisa malévola.- Elieth no quiere arriesgarse a desatar la furia de su padre.

- Eres perversa, doctora.- dijo Genzo, con orgullo.- Es una de las muchas cosas de ti que me encantan.

Lily le guiñó el ojo con picardía y después lo besó. Después de un rato de refunfuñar y maldecir a medio mundo, Elieth decidió ponerse a bailar con Nela y Débora, la novia de Stefan Levin, aunque después de un rato ésta decidió ir por su novio para sacarlo a la pista, con lo que Elieth y Nela se quedaron bailando solas mientras Karl perseguía a la primera con la mirada. La francesa estaba consciente de que el alemán no le quitaba la mirada de encima así que se movía provocativamente al ritmo de la música, meneando sus caderas de un lado a otro y llamando la atención mucho más de lo que lo hacía cualquier otra chica. La tensión entre ellos era cada vez mayor, en un juego de tira y afloja en donde cualquiera podía perder. Después de un rato de festejos, de bailes sensuales y de bebidas alcohólicas al por mayor, al DJ se le ocurrió poner música de salsa por petición de un jugador colombiano de reciente contratación. Nela, poco acostumbrada a esa música, no quiso seguir bailando pero Elieth se puso a dar vueltas, muy emocionada con varias de las canciones que resonaban por todo el lugar.

- Procura coquetearme más.- canturreó ella.- Y no reparo de lo que te haré.

- Lily, ¿podrías traducirme esa canción?.- Karl, al lado de Lily y Genzo, estaba muy al pendiente de cada uno de los movimientos de Elieth.

- Seguro.- aceptó la doctora, sorprendida.- Aunque quizás algunas cosas se pierdan con la traducción. Procura ser parte de mí y te aseguro que me hundo en ti…

Elieth era hermosa y llamaba la atención de no pocos hombres aunque ninguno de ellos se hubiese atrevido a acercársele, para nadie era desconocido que ella era la chica del capitán, la mujer del Káiser. Lentamente, la atracción que Elieth ejercía en Schneider se hizo tan patente que muchos comenzaron a preguntarse si él acabaría por unírsele en la pista.

Procura no mirarme más y no sabrás de qué te perderás…

Sin embargo, Karl no se acercó a Elieth hasta que se acabó la canción. La mayoría de los presentes se hizo de la vista gorda aunque todos estaban al pendiente de las acciones del capitán del Bayern Múnich.

- A ver, francesita.- le dijo Karl a Elieth cuando llegó junto a ella.- Pareces ser muy buena dominando ese estilo de baile. Enséñame.

- ¡Oh, qué sorpresa!.- sonrió la rubia.- ¿El Emperador quiere aprender a bailar salsa? A ver si puedes.

Por ser mitad mexicana y convivir con varios mexicanos desde muy niña, Elieth sabía bailar el cadencioso ritmo; puso una de las manos de Karl en su cintura y le agarró con fuerza la otra, diciéndole con firmeza y energía cómo debía moverse para seguir el ritmo de la música. El DJ decidió repetir la canción anterior, con lo que Karl ahora sabía qué era lo que estaba bailando gracias a la traducción que Lily le dio.

- Es un dilema el que tú ni yo podemos escapar…

- Jamás creí que vería al Káiser bailar salsa.- comentó Débora, sorprendida, mientras Karl y Elieth daban vueltas por la pista.

- Para todo hay una primera vez.- Wakabayashi estaba de lo más entretenido.- Si tú enseñaste a Levin, la Peque puede hacer lo mismo con Karl.

- Lo mismo digo de Lily y de ti.- replicó Stefan.

- Soy el único que me voy a salvar de eso, por lo que veo.- comentó Sho, tan divertido como los otros.

La música alegre y potente envolvió a los dos bailarines, quienes fueron pegando sus cuerpos, conscientes del deseo que los iba envolviendo. Karl clavó sus ojos azules en los grises de Elieth y se vio reflejado en ellos, sabiendo que ella lo deseaba tanto como él. Su mirada pasó después a los carnosos labios y a la curva de los senos que asomaba del escote, preguntándose qué tan mal estaría que la sacara de ahí en ese mismo instante para llevársela a la habitación que tenía reservada en el hotel en cuyo salón tenía lugar la celebración. La joven lo provocaba, pegando su cuerpo caliente al de él, entreabriendo los labios y mirándolo con coquetería, sabiendo que cada paso dado por ella sería recibido y respondido por otro de él.

- Procura coquetearme más y no reparo de lo que te haré… .- la canción terminó y muchos aplaudieron el baile del Emperador y su Emperatriz.

Elieth estuvo a punto de soltar a Karl pero, al ver que varias chicas lo llamaban, emocionadas por su actuación, cambió de parecer y lo tomó con más fuerza de la mano, llevándoselo a un área reservada. Schneider la siguió con una sonrisa un tanto petulante en el rostro, que por fortuna ella no vio porque de lo contrario lo habría soltado de inmediato.

- ¿Por qué me has traído para acá?.- quiso saber Karl cuando Elieth lo hizo sentarse en el reservado.- ¿Te has puesto celosa?

- Para nada, Emperador.- replicó Elieth, frunciendo el ceño.- Pero me parece que usted ha quedado agotado después de bailar salsa. No es para cualquiera, ¿sabe?

- Por favor, si aguanto esto y mucho más.- replicó Karl, sugerentemente.- Tú sabes muy bien que soporto varias horas de actividad física continua.

- ¿Ah, sí?.- Elieth no mordió el anzuelo.- No estoy muy segura de recordar las cosas igual que usted, Emperador.

- ¿Cuándo vas a dejar de tratarme con tanta formalidad?.- cuestionó él, frustrado.- Para mantener tu enojo ya ha sido demasiado, ni siquiera sé por qué estás molesta conmigo.

- ¿Necesito recordarte a Paula?.- respondió ella al instante, cruzándose de brazos.

- ¿Paula?.- Karl no comprendió.- ¿Quién es ella?

- No te hagas el tonto que la prensa se divirtió escribiendo sobre ustedes.- Elieth se retiró del rostro un mechón de rizado cabello rubio.

- Paula… Paula… .- el alemán frunció el ceño.- De verdad, meine Kleine (mi pequeña), no me suena ese nombre pero creí que a estas alturas ya sabrías que la prensa se divierte inventando rumores sobre mí. Siguen considerándome un casanova y bien sabes que no lo soy.

- Sacaron fotos tuyas con esa mujer de cabello oscuro. ¿Vas a seguir diciendo que es puro cuento?.- Elieth siguió sin cambiar de actitud y continuaba parada junto al reservado con los brazos cruzados.

- Esa "mujer de cabello oscuro" pudo haber sido una de las muchas encargadas de las marcas patrocinadoras que nos buscan a todos los del equipo. Y creo recordar que Paula es la nueva representante de la Paulaner.- replicó Karl, sin inmutarse.- Al menos recuerdo que tenía el cabello oscuro así que debió tratarse de ella. Sin embargo, no he sido el único al que lo han visto acompañado por alguna mujer pero por algún motivo la prensa sólo publica cosas sobre mí, meine Kleine.

"Eso es porque eres el Káiser de Alemania y sigues sin tener una pareja estable", habló en su conciencia una voz que sonaba muy parecida a la de Lily.

"Cállate, Lily", pensó Schneider, ofuscado.

- ¡No me llames meine Kleine!.- protestó Elieth, golpeando el piso con el pie.- Usted y yo dejamos lo nuestro muy en el pasado, Emperador.

"¡Vaya mujer tan más terca!", en esta ocasión, la voz en la mente de Schneider sí fue la suya.

Elieth dio la media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida; ya había pasado suficiente tiempo en esa celebración, Lily no podría continuar amenazándola más así que ya podía irse sin problemas.

"Pero estás aquí por él, ¿no?", le cuestionó a Elieth una voz que, curiosamente, se escuchaba muy parecida a la de Genzo. "Ahora resulta que te vas a marchar actuando como una terca celosa una vez más".

- Cállate, Wakabayashi.- murmuró Elieth antes de que alguien la hiciera gritar por la sorpresa.

- No vas a ningún lado hasta que no me digas a qué has venido.- fue Karl quien la tomó por el brazo, asustándola.

- Ya te lo dije, vine por Genzo, Sho y Stefan.- respondió Elieth, tratando de zafarse.- Ya suéltame.

- No.- Schneider la jaló con él, dispuesto a llevársela a una zona en donde no hubiera ni tanto ruido ni tanta gente.- Primero tenemos que aclarar las cosas tú y yo, francesita.

No esperó a que ella respondiera y la sacó del salón, llevándosela por los corredores que conectaban éste con el lujoso hotel, que a esas horas ya se encontraban desiertos. De alguna parte se colaba una corriente de aire frío que erizó la piel desnuda de Elieth y endureció sus pezones, los cuales sobresalieron de la tela del vestido. Karl trató de no ser demasiado obvio y quiso no prestar mucha atención al detalle pero estaba seguro que una mirada lujuriosa había escapado de sus ojos azules. No podía evitarlo, los senos de Elieth eran como dos faros que llamaban la atención.

- Ya suéltame.- exigió ella cuando ambos se alejaron lo suficiente para que la música se convirtiese en un murmullo lejano.- ¿Qué pretendes, Schneider?

- Que me digas aquí, de una buena vez, qué es lo que traes conmigo.- Karl se detuvo junto al área de los elevadores que llevaban a las habitaciones de los pisos superiores. No había ni un alma en el lugar.- Desapareces de mi vida sin dar una explicación aun cuando sabes que estoy loco por ti; te niegas a responder mis llamadas, me ignoras como si no existiera y después, sin previo aviso, llegas a una celebración dedicaba a mi equipo como si nada hubiese sucedido entre nosotros. ¿A qué juegas conmigo, Elieth Shanks?

- ¿Yo fui la que desapareció sin avisar?.- replicó Elieth, sabiendo que mentía.- ¿Quién fue el que se paseó con Paula por todo Múnich?

- ¡Que Paula no es más que la representante de la Paulaner, Elieth!.- contestó Karl, reprimiendo un escalofrío; en el sitio de la fiesta se había desabotonado un poco la camisa y se había recogido las mangas, por lo que ahora comenzaba a darle frío.- Y no me paseé por todo Múnich con ella, sólo fuimos a dos o tres lugares por cuestiones de negocios pero los reporteros de ese maldito tabloide de quinta debieron alterar las fotografías. Eso, en cualquier modo, no es suficiente motivo para que te negaras a contestar mis llamadas. ¡Prácticamente te aprovechaste en aquella ocasión en la que bailé el "Pen-Pineapple-Apple-Pen" e hiciste lo que quisiste conmigo! ¿Por qué desapareciste después?

"Por idiota", resonó la voz de Genzo en la mente de Elieth.

- No me aproveché de ti, no seas llorón.- replicó ella, acallando la voz de sus pensamientos.- ¿Quieres madurar, Schneider? No sé qué esperabas que hiciera si de buenas a primeras te veo paseándote con una tipa de cabello oscuro.

- ¿Preguntarme, tal vez?.- contestó Karl.- No sé por qué te encanta poner en duda lo que siento por ti.

- ¿Sabes qué? No quiero seguir discutiendo.- la rubia saltó ante la última declaración del Káiser.- Me voy.

Por supuesto que esto no iba a ser así. Soltando un gruñido de frustración, Karl tomó a Elieth por el talle y la acorraló contra la pared, imprimiendo después un beso intenso y apasionado en sus labios, obligándola a abrir su boca para introducir su lengua. Elieth jadeó por la sorpresa y el deseo pero correspondió al beso en cuanto él la tocó, sus manos ansiosas se metieron por dentro de la camisa semiabierta de Karl mientras los dedos de él agarraban el vestido púrpura como si quisieran arrancarlo. Schneider sujetó a la rubia con fuerza por el talle, bajando sus manos hasta el borde del vestido, el cual comenzó a subir lentamente al tiempo que sus labios soltaban la boca de Elieth para bajar a su cuello.

- ¡Ahh!.- jadeó Elieth, sin aliento.- Suéltame.

Él, obviamente, no respondió, continuó besando la curva de su cuello, tomando la cabeza de la chica con su mano derecha para empujarla hacia atrás y lamer la piel desnuda que encontraba a su paso, mientras introducía los dedos de su mano izquierda entre la ropa interior de Elieth y su delicada piel, llegando hasta la zona más sensible de ella en donde comenzó a mover sus dedos hasta que sintió que la humedad se los mojaba.

- Basta, por favor.- Elieth hablaba entre jadeos al tiempo que se retorcía entre los brazos de Karl.

- No.- él se sorprendió de lo rápido que se había excitado, sentía su virilidad latir con ansiedad bajo el pantalón.

Karl conocía bien el cuerpo de la rubia, lo había hecho suyo en varias ocasiones y sabía cómo encender su pasión. Sus labios volvieron a besar la boca que exhalada gemidos de placer, al tiempo que la cargaba para tenerla más a su altura, sosteniéndola contra la pared que en esos momentos parecía exhalar calor puro. Cuando se hizo evidente que no iba a poder contenerse más, Schneider recordó que tenía la tarjeta de su habitación en el bolsillo del pantalón y agradeció a su buena suerte.

- Vamos a mi habitación.- no era una sugerencia, era una orden.

En el elevador apenas y pudieron contenerse. Elieth había dejado de resistirse y se entregó a los besos y las caricias del Káiser, que acariciaba los senos endurecidos por encima del vestido. A tientas entre el deseo y la semipenumbra del pasillo, los ansiosos amantes consiguieron llegar a la habitación en donde, una vez dentro, se apresuraron a desnudarse. Karl volvió a besar a Eli al tiempo que con la mano derecha bajaba el cierre del vestido, dejando al fin al descubierto los dos rosados regalos que ella tenía para él. Los saboreó lentamente, paseando su lengua con lentitud y firmeza, haciendo que la chica soltara gemidos de puro placer. La francesa, por supuesto, no se quedó atrás y aprovechó para desabrochar el pantalón y sacar a la fiera que se contenía detrás, tomándola entre sus manos para hacerla reaccionar todavía más.

Con desesperación y lujuria desbordada, ambos acabaron de desnudarse mutuamente, tras lo cual Elieth se agachó frente a él para atrapar con sus labios la virilidad de su Káiser. Karl se dejó llevar y la tomó por el cabello, moviendo sus caderas al compás de las lamidas de ella; antes de llegar al punto máximo de su excitación, la levantó para tumbarla en la cama y devolverle el favor, dejando que su lengua hiciera el trabajo que tan bien sabía hacer. Elieth dejó que su placer se evaporara en gemidos prolongados, arqueándose cuando el gozo la azotó en oleadas; al escucharla, Karl supo que no lo soportaría por más tiempo y se recostó sobre ella, entrando en su húmedo cuerpo con fuerza. La francesa volvió a gritar y se aferró a su espalda, clavando sus uñas en ella y acomodando el movimiento de sus caderas a las de él.

- Francesita mimada.- soltó Karl, jadeando.- Me vuelves loco, maldita sea.

- ¡Ahh, hazme tuya, mi Emperador!.- soltó Elieth, a grandes gritos.

Sus cuerpos desnudos entablaron una deliciosa y violenta danza de deseo y amor, soltando en ella todos sus sentimientos reprimidos. Karl incrementó el ritmo y la fuerza de sus movimientos, haciendo que Elieth perdiera la conciencia hasta de quién era y en donde estaba, lo único que importaba era el cuerpo desnudo de ese hombre que la poseía con ferocidad. El sudor escurría por sus pieles ardientes y desnudas mientras el Káiser entraba una y otra vez en el cuerpo de su emperatriz; ella rodeó las caderas de él con sus piernas, fusionándose por completo en un solo ser. Ambos alcanzaron el clímax a la vez, saboreando cada instante como si fuese el primero que compartían, dejándose llevar por la dulzura placidez que llega tras el gozo extremo…

- Eso fue salvaje.- musitó Elieth, respirando agitadamente.- No me lo esperaba.

- ¿De verdad?.- Karl también buscaba recuperar el aliento.- Siempre que nos vemos, meine Kleine, esto es lo que acabamos haciendo. No sé por qué insistes en negar que sientes lo mismo que yo.

- Cállate, Emperador y bésame.- murmuró ella.

Karl obedeció y la volvió a besar, sintiendo que el deseo corría nuevamente por sus venas. Sus labios pasaron al cuerpo de la joven, bajando después a sus senos y continuando con su vientre. El alemán recorrió la piel femenina de arriba abajo, lamiéndola sin detenerse hasta que comprobó con satisfacción masculina que ella volvía a desearlo con ansias mal reprimidas. Karl tomó a Elieth por la cintura y la hizo ponerse en cuatro, poseyéndola sin pausa ni respiro; ella apenas tuvo oportunidad de aferrarse al colchón para resistir sus embates, llorando de felicidad y del placer consumado, alcanzando el Cielo sin mayor dilación gracias a la libido de ese hombre que la deseaba con furor…

Por la madrugada, a Elieth la despertaron los ansiosos dedos del Káiser, que buscaban una vez más su humedad más íntima. Ella se giró para besarlo y acomodarse mejor a su cuerpo, creyendo que él volvería a hacerla suya con la ferocidad de las primeras veces pero, en vez de eso, Karl empezó a hacerle el amor con pausas, matándola lentamente con sus caricias suaves y firmes, con las embestidas controladas de sus caderas, con sus labios que apenas tocaban su piel, despertando mil y una sensaciones que fueron llevándola al abismo.

- Estás matándome, Karl.- murmuró ella entre gemidos.- Estás volviéndome loca.

- Es lo que quiero.- replicó él, antes de darle un beso profundo.

En esta ocasión, ellos hicieron el amor con la fuerza de sus sentimientos, con la intensidad del amor que ambos se habían profesado desde adolescentes, reforzado por el deseo que se fue acumulando en sus años de adultez.

- Te amo, Elieth.- susurró Karl.- Ojalá que puedas comprenderlo al fin y dejes de huir de mí…

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- Yo insisto en que no deberías de preocuparte tanto, Yuri.- comentó Genzo mientras caminaba con su novia por el vestíbulo del hotel.- Es obvio que ella está con Schneider.

- Yo también creo eso pero, ¿y si no lo está?.- replicó Lily, ansiosa.

- ¿En dónde más podría estar?.- quiso saber Wakabayashi, apretando la mano de la doctora para tranquilizarla.

- No sé. ¿Con Schweil Teigerbran?.- contestó la joven.

- Eh, Schweil Teigerbran juega en el Borussia Dortmund, dudo mucho que venga a una celebración del Bayern Múnich, doctora.- comentó Genzo, con sutileza.

- ¡Ya lo sé! Es lo mismo que yo le dije a Elieth.- exclamó Lily, inquieta.

- No entiendo.- confesó el portero, francamente desconcertado.

Al ver su expresión, Lily soltó una carcajada y lo besó después en los labios; Genzo le correspondió aunque seguía sin comprender.

- No importa, es un chiste tonto entre Eli y yo, Gen.- explicó ella.- En serio que estoy empezando a preocuparme, ¿qué tal si estoy dando por hecho que ella está con Karl y no es así?

- Si no es así estaríamos entonces en un grave problema.- dijo Wakabayashi, muy serio.- Porque significaría que ambos están perdidos.

- ¿Qué hacemos entonces?.- cuestionó Lily, mordiéndose el labio inferior.

- Lo más lógico sería que empezáramos por llamar a sus teléfonos pero yo tengo el de Schneider y supongo que el de la Peque está en su bolso.- Genzo señaló la elegante bolsa negra de Elieth, que en esos momentos tenía Lily.

- Elemental, mi querido Wakabayashi.- suspiró la doctora.

- Entonces propongo que hagamos lo segundo más lógico: busquemos en la habitación de Schneider.- continuó Genzo.- Si están haciendo lo que creemos que están haciendo, los dos se encontrarán ahí.

- Si están haciendo lo que creemos que están haciendo, no deberíamos ir a asomarnos a la habitación de Karl.- replicó Lily, dubitativa.

- Es lo que se me ocurre.- Genzo puso cara de disculpa.- Eso o esperamos a que cualquiera de los dos dé señales de vida.

- Vamos entonces a la recepción a pedir otra tarjeta.- Lily le tendió la mano a su novio.- ¿Te haces pasar por él o prefieres decir que eres su novio?

Wakabayashi le jaló cariñosamente un mechón de cabello castaño antes de tomar la mano que ella le ofrecía y dirigirse con rumbo a la recepción. Una vez que tuvieron una copia de la llave, la pareja se dirigió al número de habitación indicada y abrieron con suavidad, prestando atención a todos los sonidos que salían del lugar.

- No escucho nada.- susurró Genzo.- Tal vez no están aquí.

- Tal vez.- Lily se mordió el labio.- O quizás estén dormidos, no está de más que echemos un vistazo…

No habían dado más de dos pasos cuando vieron el vestido púrpura de Elieth arrugado en el suelo; Genzo y Lily intercambiaron miradas de complicidad y sonrieron por lo bajo, para después salir con cuidado de la habitación.

- Bien, ya sabemos en dónde están.- dijo Lily, riendo, cuando estuvieron otra vez en el pasillo.- ¿Será que ésta es la vencida y al fin decidan formalizar su relación?

- Yo espero que sí, creo que Schneider y la Peque se han hecho tontos ya durante demasiado tiempo.- suspiró Genzo.

- Concuerdo contigo.- aceptó la castaña.- Ese juego de lobo y gato que traen debería de acabar ya, si todos sabemos que se han amado desde siempre.

- Hasta ellos mismos lo saben.- Wakabayashi esbozó una media sonrisa.

- Por cierto que las habitaciones de este hotel parecen lujosas.- comentó Lily, con una mirada sugerente.- Lástima que no alcancé a ver bien la de Schneider. ¿No me quieres invitar a la tuya, Gen, para comprobar qué tan buenas son?

- Comprobamos la cama, la sala y hasta el jacuzzi si lo deseas, doctora.- respondió Genzo, con una sonrisa igual de sugestiva.

El portero le pasó un brazo por los hombros a la chica para atraerla hacia él, al tiempo que la conducía, entre risas, a su propia habitación.

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Elieth se dio cuenta de que Karl estaba despierto cuando él le acarició suavemente la espalda; ella se removió con suavidad, ronroneando como un gato al sentir sus cálidas caricias. Karl soltó una risita antes de hablarle al oído.

- Buenos días, meine Kleine.- susurró.- Espero que hayas tenido una buena noche.

- Ya sabes que así fue.- ella se estiró antes de girarse a verlo.- Y aquí es cuando a mí me da un ataque de vergüenza por lo sucedido anoche.

- ¿De verdad?.- Karl le acarició el cabello.- ¿Cuántas veces más vamos a tener que estar pasando por esto, Elieth?

- ¿A qué te refieres con "esto"?.- cuestionó ella, contemplándolo con sus hermosos ojos grises.- ¿Hablas de tener sexo desenfrenado y dejar de vernos por meses mientras tú te paseas con todas las Paulas de Europa?

- Eres tan terca.- gruñó él.- No sé si zarandearte o volver a hacerte mía.

- ¿No es más o menos lo mismo?.- Elieth le lanzó una mirada coqueta.

Karl suspiró al tiempo que le acariciaba el mentón con un dedo. Sin importar lo que ocurriera y lo mucho que lo negara, Elieth Shanks siempre tendría el poder de hacerlo perder la razón…

- Provócame una vez más y ya verás lo que te haré.- musitó Karl antes de besar a Elieth, confundiendo las palabras de la canción que Lily le había traducido en la fiesta.

Elieth decidió que era un buen momento para dejar de huir y permitirse darle rienda suelta a sus sentimientos. Al fin y al cabo ambos deseaban estar juntos, no tenía caso seguirlo negando.

Es un dilema del que tú y yo no podemos escapar…

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Extraído de un artículo del diario Sport Heute, el cual iba acompañado de una fotografía a color de Karl y de Elieth, abrazados y sonrientes en alguna estación de los Alpes suizos:

Karl Heinz Schneider, el joven Káiser de Alemania, tras haber conquistado la Champions League ha conquistado también el corazón de la hermosa joven de sus sueños. Se trata de Elieth Shanks, la hija del embajador francés Rémy Shanks quien además fue corresponsal de esta revista. La pareja ha confirmado de manera oficial su relación y se rumora que en los próximos meses puede incluso haber planes de boda. Paula Waxweiler, representante de la Paulaner, ha sido la primera en felicitar a la pareja, que se ha consolidado ya como una de las más fuertes del Bayern Múnich.

Ya sea que Karl y Elieth decidan casarse o seguir disfrutando de su noviazgo, les deseamos lo mejor para su próxima vida juntos…

Fin.

Notas:

- Todos los personajes de Captain Tsubasa fueron creados por Yoichi Takahashi ©.

- Elieth Shanks y Nela McGregor son personajes creados por Elieth Schneider.

- Lily Del Valle y Débora Cortés son personajes creados por Lily de Wakabayashi.

- La Cavalli es una joyería/relojería suiza que creó Elieth Schneider para nuestro Universo Clásico, en donde se desarrolla mi historia original "El Sonido del Silencio".

- La primera canción es "Provócame", de Fey; la segunda es "Provócame", de Chayanne y la tercera es "Procura" de Chichí Peralta. Mencioné las dos primeras canciones porque van acorde con el título y la tercera la incluí porque Elieth muchas veces me ha dicho que se acuerda de Karl y de Eli cuando la escucha. De las tres canciones sólo me gusta la primera y me agrada la tercera, lo cierto es que no soy fan de Chayanne pero la mencioné nomás porque se llama igual que el fanfic (irónico, es la segunda vez que uso una canción de Chayanne para un fic lemon, lo bueno es que no me gusta ese señor…).

- Se puede considerar que este fic está relacionado a "Una apuesta por pagar" pero no tiene relación con "In this together".

- En mi fic "Nueve meses", hice que el Bayern Múnich perdiera ante el Barcelona, como seguramente pasaría en el manga si Takahashi se enfocara en este evento, pero siempre me quedó la mala espina porque yo preferiría que ganaran Schneider y Wakabayashi con el Bayern a que lo hiciera Tsubasa con el Barcelona así que, muchos años después, hago la "revancha" de mis dos personajes favoritos.

- Este fanfic lemon fue escrito como regalo para mi querida Elieth Schneider con motivo de su cumpleaños, a celebrarse el 27 de marzo. Me di cuenta de que jamás había escrito un lemon de Karl y Eli y aprovechando que se acercaba su cumpleaños me di a la tarea de hacerle uno. Espero que sea de tu agrado, Gatita hermosa, me encantó escribirlo porque sabes que adoro la pareja de Karl y Elieth, no me imagino a nadie más que a ella como su novia/esposa/amante. ¡Feliz cumpleaños, preciosa!