Disclaimer: Nada me pertenece, ni Naruto, ni Another.

Resumen: (Extendido)

Naruto Uzumaki ha sido trasladado desde Estados Unidos a Yomiyama. Donde vivió su padre en su niñez. Su madre decidió mandarlo a aquella pequeña ciudad para controlar su rebeldía. Ahora Naruto vive con sus abuelos y asiste a Yomi del Norte, una preparatoria con muchos secretos escondidos tras sus paredes. Nada más llegar, nota un extraño comportamiento en sus compañeros de clases, los cuales son demasiado tranquilos para ser adolescentes. El extraño y tétrico ambiente solo se rompe cuando en la clase no está presente él, el chico misterioso, como le llama el rubio ya que no sabe su nombre. Todo el mundo ignora la presencia del chico misterioso, nadie parece notarlo, solo él. Al principio lo tomó como acoso escolar, ya que inclusive el escritorio del chico está más viejo y desvencijado que los demás. Pronto se da cuenta que él es el único que puede ver al chico misterioso. ¿O no?

Naruto Crossover Another

En este universo han pasado dieciséis años desde que Misaki Mei y Sakakibara Koichi se graduaron. No es necesario haber visto Another para entender.


Capitulo Uno: Mudarse y conocer chicos invisibles

¿Cómo sobrevivir a Yomi del Norte…, mudarse y conocer chicos invisibles?

¿Has escuchado hablar de Misaki? Clase tres de noveno grado, había sido popular desde el primer año. Inteligente, atractivo y de gran personalidad. Les agradaba a todos, inclusive a los profesores. Poco después de empezar el noveno grado… Murió. Un Accidente. Todo el mundo estaba en shock. Entonces, alguien empezó a actuar como si Misaki estuviera vivo. Misaki está justo ahí, no está muerto. Todos lo imitaron, actuaban como si Misaki no hubiera muerto. Lo hicieron hasta la graduación. Y entonces…


Era una injusticia. Estaba harto de que su madre planeara su vida por él.

Un rubio de ojos azules caminaba por las calles de Japón, llamando la atención de cada transeúnte que pasaba por su lado. Era muy extraño ver a un rubio en terreno oriental. El oji azul estaba fastidiado de las miradas curiosas que recibía cada que salía de casa. Si se le podía llamar casa. Más bien prisión, pensó. Ella se queda muy cómoda en EU mientras yo me pudro aquí. Aquel no era su ámbito, le gustaba Japón, sí. Las calles de Tokio eran exuberantes, llamativas y llenas de gente. Tal como New York, su procedencia. Le gustaba el gentío tanto como odiaba estar solo. Aquel lugar, Yomiyama, ni siquiera sabía que existía antes de llegar. Mientras caminaba por las calles casi desiertas pasó frente a un espejo. Miró su vestimenta, aquel pantalón negro, con saco de cuello de tortuga, negro también, la verdad sea dicha: Le quedaba como un guante.

Nunca se había caracterizado por ser presuntuoso, ni si quiera orgulloso, tal parecía que la irritación le estaba subiendo los humos. Pero tenía excusa, perder a sus amigos, su novia, su vida entera estaba en EU. Él era EU, no Yomiyama, valga la redundancia. Siguió su camino hacia la que sería su nueva escuela. Al menos todo tenía algo de bueno, conocería más personas, tendría nuevos amigos. Más amigos nunca estaban de más. Se preguntaba si allí en Yomiyama hacían buenas fiestas. Su madre estaba equivocada si creía que dejaría su forma de vida por estar en medio de la nada. Alcohol, chicas y rock and roll. Tal vez uno que otro chico, daba lo mismo.

Llegó a las puertas del Instituto y cambió sus zapatos por esos especiales para los pisos raros que los japoneses utilizaban. Subió las escaleras y cruzó el pasillo. Tercera puerta a la izquierda. Dirección. Entró renuente, muchas veces había estado ahí antes. En la de su antigua escuela, o antiguas. Tenía el record de más expulsiones en un mes, era un maldito héroe. O un tarado, como decía su madre. Una chica de cabello rosa se encontraba hablando con una mujer muy joven y bonita. Y rubia. Bueno, pensó, tal vez no seré el único rubio en Japón después de todo.

La chica peli rosa era muy guapa, un poco plana para su gusto pero pasaba. Al parecer la estaba mirando demasiado pues esta volteó y lo miró con un poco de duda. Hizo una reverencia a la directora y salió de la habitación.

-Señor Uzumaki, lo llevaré a su salón de clases. Sígame por favor.- la mujer se levantó de su asiento y rodeó su escritorio. La siguió sin más pensando en que momento podría escaparse de las clases. Caminó tras ella por un largo tramo.

Clase 9-1

Clase 9-2

Clase 9-3

La mujer abrió la puerta corrediza con sumo cuidado. Como si fuera a explotar si lo hacía con demasiada brusquedad. Se extrañó y por un momento percibió miedo en la mirada negra de aquella mujer. Cuando hubo terminado de hablar con el profesor lo presentaron a la clase.

-Este es Uzumaki Naruto, fue transferido desde Estados Unidos, por favor sean amables con él.

Naruto no se lo podía creer, eran todos unos estirados. Nadie fuera de su lugar, nadie susurrando, nada de papelitos bajo la mesa. Nada, absolutamente nada. No puede ser así de cruel mi vida, pensó. Notó a la chica peli rosa de antes, sentada en uno de los puestos de adelante. Le sonrió, y esta le devolvió la sonrisa disimuladamente. Observó el aula de clases y notó tres sitios vacíos. Uno al fondo del salón, en la esquina más alejada, uno adelante junto a la ventana, y el otro justo en el medio. Si él era el único nuevo, ¿De quiénes serían aquellos puestos? ¿Es que alguien le había ganado la idea de saltarse las clases?

-Señor Uzumaki su puesto es atrás del Señor Nara.- el aludido alzó una mano para darse a conocer. Un extraño chico de cabello atado en una cola que tenía cara de todo menos de querer estar ahí. Al final le había tocado justo en el medio.

Se dirigió a su puesto, nadie lo miraba directamente, todos veían al profesor que empezaba a explicar la clase que momentos antes fue interrumpida. No pasó mucho tiempo para que Naruto comenzara a divagar. El timbre sonó y el alabó a los dioses que aún lo escuchaban. Creyó que sería buena idea salir a tomar aire, tal vez se encontrara con personas divertidas. Grande fue su sorpresa al ver que apenas salía del salón el profesor, todos los alumnos se paraban de sus puestos y comenzaban a charlotear acerca de nimiedades. El murmullo del salón volvió inentendibles las conversaciones. Miró atrás de él, el escritorio vacío, se veía deteriorado. ¿Quién usaría ese asiento? De seguro nadie, pensó, está demasiado viejo. Una chica ocupó su campo de visión, estaba sentada justo al lado de él. Era guapa. Le asombraron sus ojos cuando la miró.

-Ho-hola…- al parecer era muy tímida, no le había ni siquiera coqueteado un poco y ya estaba más roja que un tomate maduro.

-¡Hola! ¿Cómo te llamas? –preguntó animado, tratando de que la chica entrara en confianza.

-Soy Hyuga Hinata.- la chica le sonrió, realmente era linda, lástima, no parecía el tipo de chica despreocupada.

-Que problemático.- el chico que se sentaba adelante de él apareció de repente junto a la oji perla, sentándose en el escritorio.- Un chico nuevo en la clase tres, lo que nos faltaba.

-¡Shikamaru! ¡No digas eso!- el rubio pudo ver otra vez aquel destello de miedo, pero ahora en la mirada de la Hyuga.

-Que va… se va a enterar

-Hay que esperar a que regrese Ino...

-Esa mujer es problemática, faltar justo esta semana…

El rubio dejó de prestarles atención. Al parecer hablaban de un tema que el desconocía, tal vez algún rumor. Le quitó importancia. Otros chicos se acercaron y comenzó a hablar con ellos. Todos estaban igual de locos que él, tal vez más al tener que estar encerrados en esa pequeña ciudad, sin poder salir hasta que pudieran valerse ellos mismos. El asiento al final del salón volvió a llamar su atención. Tal vez podría preguntar.

-Oye.- le preguntó a un peli blanco que no dejaba de sonreír mostrando todos los dientes. Enseguida todos los que estaban hablando con él se callaron para prestarle atención.- ¿Se sienta alguien en ese escritorio tan viejo? – Tal vez no debí preguntar, se dijo a sí mismo cuando vio que todos palidecían. ¿Qué mierda pasaba en ese lugar?

-No, absolutamente.- contestó serio el peli blanco, su mirada le dio escalofríos.

-¿Entonces por qué está ese escritorio ahí? ¿No sería más fácil que lo quitaran?- Es mejor que me calle, las miradas escrutadoras que todos le dirigían lo estaban matando.- Umm… ¿Cuál es el nombre del profesor? Nadie me lo ha dicho.- el cambiar de tema hizo que todos se tranquilizaran. Notó que unos carraspeaban y otros solo miraran a otro lado.

-Es Yamato Akihiko-sensei.- fue la seca respuesta por parte de un chico castaño, Kiba, si no recordaba mal. ¿Qué tenía ese escritorio? ¿Estaba maldito o algo? Se rio de su propio chiste. Miró por última vez aquel escritorio con la intención de olvidarlo, pero su curiosidad solo aumentó.


Era oficial, estaba perdido.

No, no solo estaba perdido. ¡Estaba hasta la madre de todo y todos! Y como era de esperarse, con su actitud súper madura y nada excéntrica, empezó a patalear y agitar los brazos como un bebé haciendo berrinche. Por un momento pensó que estaba siendo ridículo pero después desechó esos pensamientos. No había gente alrededor, nadie que lo viera, estaba en quien-sabe-donde y solo quien-sabe-como iba a llegar a su casa. Cuando terminó su pataleta suspiró. Intentó relajarse por todos los medios. Visualizó el lugar en donde estaba.

Calle, escarpa, arboles, paredes, más paredes, más calles… Suspiró de nuevo. Lo mejor sería caminar hasta encontrar un lugar que reconociera. Al dar media vuelta se encontró frente a frente con algo, o más bien alguien. Cayó al piso evitando chocar con él.

-¡Mierda!- la evasión lo hizo caer al piso, sobándose el trasero se incorporó.- Lo siento ttebayo, me tomaste por sorpresa…- cuando vio al chico lo primero que notó es que tenía su mismo uniforme. Lo segundo fue que el moreno era más bajo y delicado que él y aun así había logrado asustarlo y se había quedado de pie como si nada. Lo tercero y último, pero no por eso menos importante, era muy atractivo. No lo había visto en la escuela, pues si lo hubiera hecho lo habría recordado.

Tenía ese estilo misterioso y oscuro. Al menos esa fue la impresión que el rubio se llevó. Le recordó una de esas películas de exorcismos en las que la protagonista poseída es guapa pero tétrica. Se dio cuenta de que llevaba mucho tiempo observándolo sin decir nada. El tipo no tenía expresión en el rostro.

-Umm… pues… ¡Oh! ¿Sabes a donde debo ir para llegar a la estación?- el chico era su salvación, hizo aquella pregunta con una gran sonrisa. La cual fue vacilando poco a poco cuando lo único que recibió del otro fue silencio. Carraspeó, el otro siguió mirándolo.- Oye… ¿Estás bien? ¡Yujuuu! ¿Hay alguien ahí?- empezó a observarlo más de cerca pues el chico parecía una estatua. Cuando se movió se dio cuenta de que el azabache no lo miraba a él. Más bien parecía ver más allá. Se quitó de su camino intentando ver hacia donde veía el otro pero este enseguida comenzó a caminar. Como si solo estuviera esperando a que se moviera. Que miedo, pensó, que tipo más raro.

Aun así lo siguió. Llegar a algún lado era mejor que no llegar a ninguno. Iba unos pasos atrás del silencioso muchacho cuando empezó a ver actividad. Cada vez más y más gente aparecía y a lo lejos leyó el letrero de la estación. ¡El chico lo había guiado hasta ahí!

-¡Gracias ttebayo!- pero cuando miró la dirección donde debería estar el moreno. Este ya no estaba ahí. Había desaparecido.- Dios… que tétrico ¡De veras!


-Eso suena a que has visto demasiadas películas de terror

-¡Lo digo enserio, viejo pervertido!

-¿¡A quien le llamas viejo pervertido!?

-¡Hablo en serio!

-Bien entonces, eso quiere decir…- la mirada del anciano abuelo se ensombreció. Naruto tragó grueso.-… ¡Vas a morir!

-¡No seas así dattebayo! ¡Vieja! ¡El pervertido dice que voy a morir!

-En primera… ¡Deja de decirme vieja!- exclamó la rubia desde la cocina.- Y en segunda, no existen esa clase de cosas niño torpe.- dijo comenzando a servir la comida a los otros dos en la mesa.- Dices que llevaba uniforme, tal vez mañana lo veas en la escuela, no seas paranoico.

El chico de graciosas marcas en la cara suspiró. Sus abuelos tenían razón, no bebía ser paranoico. Después de todo, el chico lo había ayudado. Y los fantasmas no existen… ¿Cierto?


Naruto no era tonto, sabía claramente que pasaba. Aquello era bullying. Está bien, el chico era raro, pero no era para tanto. ¡Además era guapo! ¡Debería encabezar la lista de popularidad! Recordó que el día anterior Suigetsu le había asegurado muy serio que nadie ocupaba esa mesa. ¿Por qué mentir entonces?

-Oye Suigetsu.- llamó al chico a su derecha.-Ayer me dijiste que nadie ocupaba esa silla tan vieja ttebayo.- el peliblanco lo miro perturbado por un segundo.

-Ahí no hay nadie, Naruto.- y sin más regresó a sus deberes. El rubio tragó grueso. Regresó la vista a su sitio y notó que Hinata le miraba extrañada a su lado. Miró de nuevo la mesa vieja y destartalada al fondo del pasillo. Esta vez, siendo ocupada por un moreno. Ni siquiera llevaba una mochila o usaba lápiz y papel. No estaba haciendo nada. Solo miraba fijamente al frente.

-Pasaré a recoger las tareas de cada uno a su pupitre, por favor no se levanten.- exclamó Yamato-sensei en tono sombrío. El rubio lo siguió con la mirada por todo el recorrido, pensando en que el profesor no ignoraría al pelinegro. Palideció cuando vio como lo pasaba de largo. Como si no estuviera ahí.

-Hinata.- esta vez trató con la oji perla, había interactuado con ella. Era una persona muy noble que no tacharía de menos a alguien más.- ¿Cómo se llama el chico que esta al final de la primera fila?

-Ga-Gaara Sabaku no. Se-se presen-presentaron e-en el receso de a-ayer, ¿Recuerdas Naruto-kun?

-No él Hinata, el que esta atrás.- pero de nuevo obtuvo aquella reacción.

-De-deja de bromear Na-naruto-kun.- la chica giró y entregó su trabajo al profesor.- No hay nadie ahí, no hay nadie.- pero Naruto no supo si lo decía para él o para ella misma.