Disclaimer: Sin fines de lucro, solo diversión.

Festival de Salzburgo

La catedral, la plaza y grandes mansiones antiguas le daban la bienvenida a la compañía de Strafford Upon Avon al gran festival de Salzburgo. El sol brillaba entre los automóviles y carruajes en la zona, mientras casi todos los actores y tramoyistas miraban fascinados y hacían comentarios sobre la majestuosa y soleada ciudad, si la comparaban con su natal Inglaterra.

Un caballero de cabello corto pero que resaltaba por su tonalidad castaña, levantó la vista del periódico que leía para observar la catedral brevemente, luego mirar a la cabeza rubia que descansaba en su hombro, sin poder evitar sonreír. La joven dormía profundamente en el hombro del caballero, un hilo de saliva empezaba a caer por la comisura de su boca. Su acompañante pensaba que era una pena que las fotografías debían posarse y no poder hacer que tomaran una de su esposa en ese momento; le daría años de entretenimiento si lo hiciera.

La Royal Shakespeare Company había sido invitada para ser parte del Festival de Salzburgo, como una iniciativa para que el festival sirviera para solventar la tensión política y militar que crecía en Europa. Para Terry Grandchester, era una ilusión de idealistas comprometidos con el sueño de una Europa Unificada, o el juego de políticos que querían dar un espectáculo para aplacar a las masas.

Entonces, por qué él estaba aquí acompañado de su esposa. Simple, las mejores compañías de cada país europeo habían sido invitados; y no, no era el ego del actor lo que lo había llevado a aceptar. Era la oportunidad de conocer las técnicas y experiencia de otras compañías y de otros colegas; dentro de todos ellos Ralf Schneider sobresalía en preferencia, ya que contaba con la admiración incondicional de Terry. Lo había visto interpretar a Fausto hace muchos años en Nueva York, cuando un joven Terry intentaba formarse una carrera en las marquesinas americanas.

La fascinación del actor inglés con su colega austríaco era similar a la de las admiradoras con las que el propio Terry contaba. No había artículo, crítica o reportaje que no leyese sobre su héroe en las tablas teatrales. Las interpretaciones de Ralph Schneider iban del teatro clásico a los nuevos autores post guerra, de la comedia a la sátira social, de la tragedia a los clásicos infantiles. Como un actor podía asimilar tan diferentes roles era una incógnita que discutir con su colega, y la forma de sus caracterizaciones en las que era casi irreconocible de un personaje a otro.

Emocionado con esta perspectiva Terry se encontró de la noche a la mañana dispuesto a partir a Austria, esperando al final tomar un tiempo para llevar a su esposa a Viena, y recorrer juntos los hermosos paisajes llenos de música que él recordaba de su adolescencia como parte de su formación como el hijo rebelde de un Lord inglés.

Candy no tenía por costumbre acompañar a su esposo de gira, excepto cuando viajaba a Nueva York pues ella podía ver a su familia adoptiva y partir a Illinois mientras Terry se encontraba de gira. El bullicioso de las admiradoras, la prensa, y los cientos de compromisos sociales no eran su idea de diversión, pero sabía que era parte del mundo de su esposo así que algunas veces se aparecía de su brazo en la inauguración de temporadas o algunas premiaciones.

Cuando Terry llegó con la noticia de asistir al festival de Salzburgo, como un niño que había ganado un boleto para la feria mundial de ciencia; Candy no tuvo valor para negarse a permanecer en Inglaterra, la vida le había enseñado que si ella no formaba parte de la vida de su esposo podía dar lugar a muchos malentendidos, por lo que haciendo arreglos en su trabajo preparó su equipaje para pasar de ser Candy la enfermera a ser Candice Andley Graham por unos días.

Y así fue como los rebeldes del San Pablo se encontraban en la ciudad de Salzburgo para 10 días de música de Mozart y teatro clásico.

- Candy despierta, estamos cerca de nuestro hospedaje

- Cinco minutos más Terry, estoy cansada

- Señora Graham, cuando lleguemos a nuestro destino te bajaré de este vehículo no importando si lo que cuelga son tus pies o tu cabeza, has dormido todo el viaje.

- Ummm, no te atreverías.

- Pruébame pecosa…

La réplica fue detenida por el movimiento del vehículo al detenerse, haciendo que Candy saltara como un resorte, era consciente que retar a Terry no solía ser una buena idea.

El lugar donde se hospedaron era una antigua residencia imperial adaptada para recibir a los invitados, en la cual la gloria del imperio austrohúngaro brillaba aún en todo su esplendor. Luego de instalarse en su habitación, Terry y Candy bajaron al jardín para descansar antes que Terry iniciara sus actividades en la ciudad.

- Temo que tendré que recorrer la ciudad por mi cuenta mocoso

- Lo dudo amor, no creo que tengamos tanto trabajo, hasta donde sé; puede que este día y mañana este ocupado pero el resto serán solo algunos actos de presentación.

- ¿A cuáles debo acompañarte?

- Veré la lista y luego decides en cuáles puedes sentirte animada a asistir.

- O aquellos donde no sea eclipsada por el gran Ralph Schneider, me imagino.

- ¿Celosa pecosa?

- Ni que fueras tan importante, - replicó la rubia sacándole la lengua como una chiquilla.

- Candice Grandchester, compórtate o te cargaré a nuestra habitación y voy a encerrarme contigo hasta que termine este viaje. - le indicó Terry guiñándole un ojo.

- Terry Grandchester… no pudo decir más la rubia ante la mirada de su marido.

- Recuerda pecosa que esta es una pequeña luna de miel, así que puedo jugar un poco.

La rubia volvió su cabeza hacia los lados, para asegurarse que nadie estaba escuchando.

- Terry, estamos en público.

- Yo no veo a nadie alrededor señora Grandchester.

- Eres incorregible Terry Grandchester

- Y usted señora Grandchester sigue tan adorable como cuando me casé con usted.

Antes de poder atrapar a su esposa, uno de los sirvientes de la casa apareció para avisarle que el coche lo estaba esperando. Dando un suspiro tuvo que marcharse a sus compromisos, mientras Candy se reía sacándole la lengua.

Toda la ciudad de Salzburgo era un museo viviente entre parques, mansiones y su famosa catedral; recorrerla era para Terry la oportunidad de caminar libremente sin ser abordado por la prensa o coleccionistas de autógrafos. Al llegar al lugar de su reunión, ya se encontraban la mayoría de sus compañeros y los actores de las otras compañías invitadas. Un murmullo recorrió la sala cuando algunas personas identificaron a Terry Grandchester, pero este fue interrumpido por un elegante hombre que golpeó su bastón, dirigiendo una fría sonrisa hacia la audiencia…

- Damas y caballeros, bienvenidos al Festival de Salzburgo.

Un escalofrío se posó en el cuerpo de Terry Grandchester al ver la enigmática sonrisa del elegante caballero, que daba la bienvenida, como si de un rey o un gánster se tratara a la vez. Quizá había más que arte en los continuos cambios del hombre, que lo hizo pensar que la gran admiración que tenía por su colega, le resultaba por un momento angustiante, queriendo salir de ahí y regresar con Candy, aunque por otro lado la enigmática figura se acercaba con elegantes movimientos que lo hicieron congelarse en su sitio.

Ralph Schneider simplemente sonrío como si no hubiese nadie más alrededor.

Hola a todos, he regresado luego de algunos meses, ya que las musas me abandonaron una temporada, por ayudarme a buscar empleo. Tengo un trabajo a medio tiempo, que es algo bueno por ahora. Así que ya podemos sentarnos ellas y yo a escribir. A diferencia de mis otros fics, este será un poco OCC: fuera de personaje.

Además lamento informar que será un fic de actualización lenta, pero espero se queden conmigo.

Quiero aclarar que este fic tendrá como protagonista a Candy y Terry, pero con un toque más oscuro; no esperen tampoco nada fuera del manga shoujo, solo unos cuantos elementos de novela negra.

Veremos lo que las musas me dictan. Hasta pronto...espero.