Hola, Aerilis hablando aqui. Pues si, este es un gran cambio entre la otra historia y esta, pero es una gran idea que se me ocurrio despues de un lapsus en las Furias. Espero que les guste, es un poco fuerte.

Quiero dejar en claro que esta historia no se hubiera llevado a cabo sin la valiosisima ayuda de mi gran amiga Natytorankusu, la cual es responsable de complementar y corregir lo que no puedo yo, asi que pueden considerarla mi co-editora en esto. Gracias y disfrutenlo!


Capitulo 1: El Fin Del Mundo.

La nave aterrizaba cumpliendo el protocolo programado. Año 778, año en que por fin vencería a esas máquinas asesinas. Año en que vengaría la muerte de su maestro y mejor amigo. Año en que por fin podría dormir en paz después de 23 años.

Dio un animoso salto, dirigiéndose inmediatamente dentro de Capsule Corp. No había muchos cambios desde que la dejó la última vez: las mismas grietas en las murallas, las mismas goteras de las llaves, las mismas fracturas de los vidrios que repartían de forma desigual la luz matinal que entraba por los cristales.

"¡Mamá¡Ya estoy de regreso!"

Esto era inusual, la aludida tomaba más del tiempo necesario en responder, sobre todo para quien espera impaciente y preocupadamente. Quizás le estaba jugando una broma, aunque Bulma no era de ese tipo. O quizás había ido de compras a remotos lugares donde aún podría hacerse de provisiones. Al regresar, Trunks le daría la idea de hacer una pequeña celebración; ahora su victoria sobre los androides sería absoluta. Jugando mentalmente con las alternativas, supuso que no debía molestarse en encontrar su ki.

Caminaba por la casa a paso relajado, las silenciosas y amarillas paredes trayéndole imágenes eternas. Esas murallas no habían conocido más que la agitación y soledad de los únicos dos moradores, pero eso estaba a punto de cambiar. Subió las escalas llegando a los pisos superiores, enfocando la atención en ese agujero del techo que nunca se dio la tarea de reparar, siguiendo el haz de los rayos solares a la piscina de luz en el suelo. Sin embargo, había algo que no había visto antes, una especie de bulto a metros del punto de claridad del piso. Se acercó más con la intención de investigar, no obstante, su cuerpo desde ese momento ya no respondió. Inmovilizado. Aterrado. Del bulto sobresalía una mano ensangrentada, la que parecía haber pedido por un auxilio que nunca fue correspondido.

Cayó al piso con todo el peso de ese destino que era demasiado pesado para llevarlo en sus hombros, repitiéndose la misma escena de esa noche de lluvia cuando Gohan dejó de respirar para siempre. Sin embargo, esta vez la luz del día parecía mofarse, reírse, lucirse en mostrar el cadáver de su madre, aún en rigor mortis. Al parecer, todo había sucedido tan solo hace un par de horas, aún en su ausencia.

Llevo las palmas a sus sienes y redujo el tamaño de su cuerpo a la mínima expresión, enrollándose como un chanchito de tierra. Permaneció así en incontrolables espasmos, la garganta desgarrándose a las lágrimas que no podía derramar, sus músculos quemándose al arrebatamiento del odio, sus entrañas retorcijándose a la ola de insoportable dolor. Se paró de golpe sin proferir grito, sin explotar en manotazos, sin hacer nada de lo que una persona normal sucumbiría en una situación de tamaño calibre. Él ya no era normal, ya no era ese niñito que oía el consejo de los adultos, ya no era el adolescente que advirtió a Gokuu del futuro apocalíptico, ya no era el joven que batalló tan valerosamente contra el temible Cell. Este era un adulto que miró hacia el agujero con tal frialdad y agudeza de mente que haría temblar a cualquiera que se le pusiera por delante, siguiendo los mismos rayos del sol que le habían mostrado su sórdido regalo de bienvenida.

En su rigor corporal, sus pupilas hicieron casi total contracción, dejando ver en sus ojos solo hielo, hielo azul de la frialdad en la que su cuerpo estaba, su alma se puso tan negra que ahora cualquier mancha en ella no seria vista por ningún ojo humano. Pero en su mente se libraba una batalla terrible. El niño, gentil, caballeroso, el jovencito que nada debía temerle al peligro real de la muerte o al espiritual de un juicio Divino, estaba en plena desventaja contra el adulto loco del dolor, rabia y odio que se desataba de la silla a la que estaba atado en su subconsciente y que por poco suelta sus riendas insanas de maldad y revancha contra su propio padre cuando este decidió en la peor de sus desiciones dejar que Cell se convirtiera en Perfect Cell. Su ser habitual se desmoronaba ante sus ojos dejando en vez de este una persona capaz de todo, torturar, enloquecer de dolor a quien se le atravesara por su camino…. Sin embargo, en un intento desesperado de no permitir derrotarse por el dolor, cerraba sus ojos forzadamente para tratar con todas sus fuerzas desechar esos pensamientos terribles de muerte y destrucción que pasaban por su mente a toda velocidad, respiraba agitadamente con un esfuerzo para contenerse, su fuerza, su voluntad eran mas fuertes que cualquier deseo malo hacia la humanidad. Aun de pie y en la misma posición, creyó componerse cuando su mente estuvo totalmente en blanco, no pensaba más en sangre, venganza y muerte…… pero había algo extraño, su mente estaba, literalmente, totalmente en blanco. Nada. Nada había ya allí. Abrió sus ojos cuando creyó haberse repuesto para enfrentar la terrible realidad y poder proseguir….. en medio de la oscuridad vio lo que le pareció el ultimo paso hacia la insanidad total: la figura de su madre se alzaba de su propio cuerpo lentamente, como si hubiera despertado de un terrible sueño. Tenia la figura transparente, como un espectro de luz que se había alzado para llevar a su único hijo hacia el próximo agujero de la muerte. La mujer se miro así misma tratando de limpiarse una mancha en su vestido blanco. Cual si fuera un ángel a punto de encomendarse al descanso eterno, observo a su primogénito con sorpresa, después con absoluta ternura.

El muchacho estaba en confusión total, su mente comenzó a trabajar a una velocidad impresionante dando crédito inverso a lo que estaban viendo sus ojos y superponiendo explicaciones para decirse a si mismo lo que estaba observando.

"no es real, es una ilusión de mis ojos….. Ya se! La luz alumbro a mi madre de tal modo que el haz de esta y mi locura temporal hizo que pareciera que se levantara de los muertos y…"

"no es una ilusión Trunks, soy Bulma…. Soy tu madre"

Oía la voz de su madre acaso? De verdad estaba escuchando lo que creía estaba escuchando o de verdad se había vuelto loco?? Era imposible, verdaderamente imposible que su madre se hubiera alzado de entre los muertos en forma de espíritu. Pensó que estaba delirando del deseo tan absoluto de verla viva, pero pareció inclusive oler su aroma cuando acerco su mano hacia su mejilla, sentir su mano dulce cuando toco la piel de su cara húmeda ya por las lagrimas de desesperación y miedo absoluto que derramaba. Pensó para si mismo que había tocado el umbral entre lo cuerdo y lo absurdo, que lo mejor para el en ese momento seria salir volando con su espada todavía en funda, para luego en la tranquilidad de algún lugar remoto clavársela en el pecho y así terminar con ese tormento, o lo mejor seria hacerlo ahora, y acabar con su dolorosa vida ya mismo. Sacando su espada, en cuestiones de segundos ya estaba preparado para suicidarse sin piedad ni remordimientos…. Repentinamente, en un intento de recordar mientras moría el rostro de su madre, la miro, es decir, miro el espectro en el que estaba posado el rostro de su madre, mirándolo con decepción. A punto de terminar con todo según se lo dictaba su mente, oyó nuevamente a aquel espectro que se atrevía a tener el mismo rostro, e inclusive, la misma voz que Bulma.

"Así que te vas a rendir no? Ese no es el Trunks que conozco, mi hijo, alguien criado por mi no se rinde tan fácil ante cualquier circunstancia… mira Trunks…." dijo Bulma posando sus manos en los dedos tensionados de su hijo empuñando la espada fuertemente hacia su pecho, la presión en la que el Saiya sintió sus manos, fue en la que muchas ocasiones lo libro de hacer locuras cuando era menos prudente que ahora. Esa paciencia, esa dulzura pero a la vez aquella autoridad en la que bajo sus manos suicidas sin ningún esfuerzo…. No había duda, era ella.

Bajo sus manos en incondicional rendición como quien baja su guardia ante una reina, mirándola con incredulidad pero a la vez con absoluto respeto. Dejo caer en ella todo su ser tratando de abrazarla, pero el contacto fue en si manotazos hacia el aire. Había muerto, sin duda, su cuerpo frío en el suelo la delataba, pero era una Bulma con vestidos blancos hasta el suelo y con el cabello largo a la que su mente obedecía.

Sabia que algo no estaba bien, la parte racional que le quedaba decía que eso simplemente no era real, que debía elegir entre sobreponerse a la perdida de su único familiar o entregarse hacia la completa locura que aquel terrible punzamiento en su lado derecho de su cabeza lo impulsaba a seguir. Miraba ambos cuerpos, el espectro y el cuerpo, sin saber a cual obedecer para caer en la verdadera realidad.

Pero era su madre, su única familia ahora, sin importar si era la madre amorosa de la cual recibía consejos o el espectro transparente que le hablaba y le decía lo que para el era increíble en aquel momento. Era aquella a la que seguía órdenes sin emitir el mínimo sonido de rechazo o negativa, siempre seguía sus mandatos sin chistar. En aquel predicamento sintió su cabeza dar vueltas, pensando que iba a vomitar alejo su cabeza del plano espacial en donde estaba platicando con su madre de aquellas ordenes recién impartidas por ella. Ahora si estaba seguro que tenia alguna enfermedad psiquiatrica, o estrés postraumático que le hacia alucinar…. O posiblemente ahora estaba volviéndose mas cuerdo que nunca en su vida, por fin podía ver el mundo como en realidad era, un lugar cruel y torturante en el cual solo podía estar gente decente e inocente que no hiciera daño alguno a nadie de ningún tipo. Así lo escuchaba en ese momento, de la boca de su propia madre, la cual tenía una buena idea para saciar sus ansias de venganza y a la vez hacer del mundo un mejor lugar.

Sintió sus estándares desmoronarse y quebrarse por completo así como sus piernas, cayendo en sus rodillas completamente apoyando su cuerpo en la palma de su manos aun dando la espalda a Bulma profiriendo nauseas que no daban pie al vomito final que sacarían todo lo malo en su interior.

Tomando la decisión final, levanto su cabeza mirando a su madre. Los ojos azules de ambos se encontraron en una expresión de complicidad. La expresión entrecerrada de los ojos azules brillantes del jovencito denotaban un terrible parecido con su padre, los cuales no envidaban la expresión de la Bulma cruel y déspota allá en cuclillas frente a su hijo Trunks. Lo había logrado, lo había convencido. Haría exactamente lo que le había dicho, cual si fuera mandato divino.