Hola de nuevo, se que me e perdido un poco, espero estar un tiempo por aquí, mientras les dejo esta historia que me pareció interesante cuando la leí, espero también les agrade, son 13 capítulos, la verdad no se cuanto me tome terminarla, pero por favor déjenme sus comentarios, así me animare a seguir.
Esta historia es de Dawnligth-6 , se llama All the king's horses. Asi como tampoco los personajes son míos.
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Capitulo 1, Junio 16, 1999
En la oscuridad de la noche en la colina, fuego sale de los dedos de la niña, con indomable odio, atravesando el aire cálido y seco como un pecado. La suave caricia de a briza marina se evapora ante tanto calor, dejando atrás una atmósfera rígida y muerta como en una tierra envenenada. Raspa la piel de Neptune como si fuera un lija, sus pulmones sienten que respiran gas, y se ahoga en su propia impotencia mientras yace en el piso, sus dedos tratan de desesperación de evitar que siga brotando sangre de su pecho, la larga línea diagonal con la que ha sido herida sigue humeando .
"No" ella suplica, pero su voz fue opacada por grito de batalla, y lo único que pudo hacer, lo único que por desgracia pudo hacer mientras su traje se teñía de rojo y la sangre goteaba de su cuerpo contaminando la tierra bajo ella, era mirar con un corazón exaltado como un bola naranja de fuego iba en dirección de la Princesa. Observar a Uranus, la única de ellas que se mantenía en pie, correr con una cara de determinación hacia la inminente muerte. Un esbelto cuerpo es besado por la bola de fuego, ella corrió hacia su deber sin vacilar ni lamentarse, acercando a la Princesa hacia su pecho y poniendo su espalada hacia la bola de fuego, protegiéndola. Protegiendo con su propio cuerpo la frágil esperanza del futuro que reside en el pequeño cuerpo de la princesa, sus gentiles ojos azules, su corazón puro, libre de malicia y odio.
Talvez: talvez pensó Neptune con un dolor devastador, Uranus la protege tan vehemente porque esas cosas se han perdido en ella, se han perdido en la salvaje furia de la nueva inocencia rota, y su único deseo era sacrificar su manchada existencia para salvar una que valiera la pena.
Cuando el misil la golpeo, Uranus grito. Quemándola como el corazón liquido de un sol de una galaxia lejana, no había humano en la tierra que pudiera sentir aquellas flamas y siguiera viviendo, pero Uranus no era humana, no completamente. En sus venas corre la fuerza de su frio y solitario planeta, congelándose en las orillas del sistema solar, y esto le daba la habilidad de aguantar, la marca de su destino brillaba en su frente mientras el fuego la consumía.
Devasto su carne en instantes, consumía la piel de la espalda, de sus brazos, sus piernas, cualquier lugar que pudiera alcanzar, siempre buscando la forma de cruzar la defensa y alcanzar a la chica de cabellos dorados que tenía entre sus brazos y acabar con ella. Uranus no permitió que eso pasara. Callo sobre sus rodillas, los sonidos que provenían de su garganta era pura agonía, pero no la soltaba. Ella se iba a quemar, quemar inminentemente ante los ojos aterrorizados de Neptune, y pudo haber pasado, pudo haber terminado con la vida de Uranus si la niña, que era su enemiga, no se hubiera detenido de repente como si la hubieran apagado.
La chica, tan joven, demasiado joven como para estar estar causando este tipo de destrucción, miraba sus manos en horror. "Q-Que? Susurro, flexionando sus dedos como si recordara el fuego. "No puedes…" Como si fuera suplica, miro hacia el cielo, suplicando por la misericordia de cualquier poder maligno que pudiera ver en el. "Por favor! Necesito más tiempo, otra oportunidad. No-"
Un terrible sonido desgarrador termino con sus palabras, y en donde se encontraba la chica solo quedaban partes desmembradas de lo que pudo haber sido un cuerpo humano, destrozado fácilmente como un trozo de papel. Y en la lejanía del espacio, una estrella brillaba sin ser descubierta.
Las llamas seguían bailando agraciadamente en la espalda de Uranus que yacía en el piso, y Neptune trato, trato de llamar sus poderes, para que el agua marina pudiera terminar con esas llamas, pero su elemento no oyó sus suplicas. Lentamente alrededor de ella las demás guerreras intentaban ponerse der pie, por lo menos de rodillas si sus piernas no soportaban su peso, una lagrima rodaba de los ojos secos de Neptune mientras oía el sonido de una arpa y veía como una cascada de agua caía sobre la senshi rubia, terminando por fin con el fuego. Mercury.
Sailor Moon salió debajo de Uranus, Su piel y fuku húmedos y llenos de hollín. Estaba temblando, pero sin ningún rasguño, y por un segundo el corazón traicionero de Neptune, deseo que la cosas hubieras salido de otra forma.
"Uranus" Dijo Moon, mirando en horror hacia abajo hacia su salvador, mientras las otras se quedaban a distancia temiendo aproximarse. Solo Pluto se movió, pero fue hacia el lado de Neptune, arrodillándose junto a ella y observando sus terribles heridas.
"Pluto" susurro Netune, muy débil para moverse e incluso para hablar "llévame hacia ella, por favor."
Pluto lo pensó antes de hacerlo, después accedió. No se molestó en intentar poner a Neptune en pie, simplemente a cargo la corta distancia que había entre ellas, la coloco de nuevo en el suelo humeante que ahora se teñía con la sangre de Neptune.
Tomando una de sus manos llenas de llagas, Neptune volteo a vista como una cobarde, de la devastación que había sido el cuerpo de su amada. Ella tenía que haberse forzado, debería de haber honrado a Uranus, atestiguando las heridas que salvaron a la Princesa, pero no podía. No podía ver las ronchas rojas y la piel quemada que sabía lo que significaba. En vez de eso se enfocó en lo poco que se podía ver de su cara, una mejilla presionada al suelo, su cabello cayendo sobre sus ojos. Si miraba solamente ahí, solo ahí como lo había hecho innumerables mañanas en el pasado, que ahora parece que fue mucho tiempo atrás.
"Uranus" Susurro, no esperando respuesta.
Casi imposible, dos ojos avellana se esforzaban por abrirse, su mirada cayendo sobre ella como el frio e imperdonable acero. "No me toques" Dijo Uranus, soltando su mano del agarre de Neptune, y la desolación cayó sobre su corazón destruyéndolo, mientras encima de ellas el viento gritaba en agonía, nubes de tormenta comenzaban a juntarse en el cielo .
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Viena, Febrero 28, 2002
Había sido una presentación perfecta, como siempre. La ultima de la temporada de invierno y Michiru sabía que mañana los periódicos estarían alabándola. La amaban en esta ciudad, la adoraban por su gracia y belleza y por las notas siempre dulces que salían de su violín. Ella era la perfección para ellos: la habían puesto e un pedestal para que fuera una imagen a seguir, una imagen que tenía que ver muy poco la realidad. Ellos en verdad no la querían conocer, no realmente, amenos nada que pueda deshacer la idea que tenían de ella. Ellos no quería saber del dolor que tenía en su pecho, incluso ahora que estaba sonriendo debajo de las luces brillantes, tampoco de la oscuridad que nunca dejo su corazón.
Toda la vida de Michiru estos días era pura mentira. Su larga y ondulada cabellera que le llegaba a la cintura que todos admiraban y decían que le daba un toque juvenil e inocente, su supuesto romance con el hombre del que todos decía estaba perdidamente enamorada. Su música, lo peor de todo era su música. No importa cuánto las criticas dijeran que era lo mejor del mundo, Michiru no podía hacerse tonta, ella sabía que su música no valía lo que ellos decían. Cada vez que tocaba ahora, su corazón estaba vacío, tan plano y aburrido que podría haber temblado por producir algo tan frio y sin vida como eso.
Pero tocaba para audiencias con almas tan débiles que no sabían distinguir entre pasión y pasibilidad y la tierra estéril que había suplantado su creatividad, quedaba desapercibida. Solo había una persona, Michiru pensó, que podía notar la diferencia, pero ha dejado de oírla hace mucho tiempo.
Los aplausos, los reconocimientos: no tenían ningún significado, pero Michiru los apreciaba. Sonreía, se reía, les decía todo lo que querían escuchar, porque a ella no le importaba lo suficiente como para negarse. Esta era su última noche en Viena: mañana, después de dos años y medio, finalmente regresaría a Japón e incluso aunque encontrara solo un frio reencuentro, sería mucho mejor que esto.
Por fin las cortinas defendían, Michiru seguía con la sonrisa en su rostro hasta llegar su camerino. Como no hacerlo con todos aquellos que eran sus colegas y "amigos" felicitándola y deseándole un buen viaje. Fue hasta que llego a un lugar seguro y solo que dejo caer su máscara. Su pasado agraciado vacilaba y su cuerpo temblaba de dolor y cansancio: Su rostro era triste, sus ojos muertos. Pero aun, por habito, como alguien que recita una plegaria, hiso su viejo ritual, el viejo ritual de guardar su violín, con amor y con mucho cuidado. Talvez porque era el único recuerdo que tenía antes que su vida se convirtiera en esto.
Cerro el estuche y se dejó caer en el banquillo frente a su tocador, perdiéndose en el reflejo del espejo.
Algún toco a la puerta.
"Adelante" Michiru dijo, sabiendo muy bien quien era.
El entro sonriendo, cargando unas rosas. Lo peor era que el en verdad lo sentía.
Michiru lo miro por el espejo sin levantarse, sin voltear a recibirlo. Sus ojos se nublaron al recordar una noche en su ciudad seis años atrás, oír el eco de otro golpe en la puerta, y mirar el fantasma de otro carismático joven atreves del espejo.
Los Three Ligths, ahora nadie los recordaba
, desechados como una novela que nunca será vista de nuevo, pero Michiru los recordaba. Recordaba como Seiya entro en su vestidor una tarde, sonriendo .Como se habían encerrado en un juego de coqueteo que no era real, pero tampoco fingido pero era algo intermedio.
Recuerda a la voz de Haruka minutos después, cerca de su oído, burlona pero ligeramente herida, solo un poco de incertidumbre en sus ojos brillantes. "Ya no soy suficiente para ti"
La forma que lo dijo, mirando a Michiru por el espejo mientras lentamente bajaba el cierre de su vestido, ese derecho que era únicamente de ella, sus dedos rozando la piel de Michiru haciendo que ardiera bajo su paso.
"Siempre"
Susurrado, apasionado, esperando, fue la respuesta de Michiru, y solo tuvo un segundo para ver como los ojos de Haruka se llenaban de deseo antes de encontrarse frente a frente con Haruka siendo sentada el tocador, con su vestido en el piso: Floreros, botellas y contenedores siendo tirados haciendo un estruendo al caer, ninguno de ellos necesitado, la gloriosa presión del cuerpo de Haruka entre sus piernas…
"Dioses Michiru, en donde te encuentras esta noche?"
Michiru salto al sentir una mano en su hombro, muy diferente del contacto que recordaba. Forzó nuevamente su sonrisa y se levantó para recibir al hombre que muchos llamaban su pareja.
"En ninguna parte, solo estoy cansada. Gracias por esto, están hermosas."
Tomando las rosas de él, removió el papel y las coloco en un florero, agradecida por la excusa que le dio para darle la espalda. Sus recuerdos la han dejado un poco afectada, y ella no quiere que la mire y veo en sus ojos una pisca de deseo, un desea que no es hacia él.
"Te las mereces," dice, "Tu presentación estuvo maravillosa"
La beso entonces en la mejilla, acercando su cuerpo hacia ella tomándola de la cintura. Michiru se puso un poco tensa, pero no se resistió. Solo pensó, "tú no sabes que es maravilloso, si tan solo supieras como tocaba antes, sabrías que no hay porque alabarme tanto por lo que hago ahora"
"Me alegra" murmuro indiferente.
Dedos corriendo por su cabellera ondulada. "En verdad regresaras mañana a Japón?" preguntó el, su voz un poco ronca por la tristeza que ella no pudo percibir.
"Si, regresare" Michiru se movió de su agarre, haciéndolo deliberadamente, dándole el mismo discurso aburrido que les ha dado a los demás. " Eh recibido la propuesta de ser el primer violín en la Orquesta Sinfónica de Tokio, y es una buen oportunidad, especialmente ahora que están a punto de comenzar la producción de 'The rite of spring' con el ballet de Tokio. Tu sabes que esa es una pieza que siempre me ha encantado"
"Una buena oportunidad?" Río irónicamente. "Por los pasados dos años te has presentado en Europa como solista. Ser violín principal en una Orquesta es un gran paso para atrás"
"Posiblemente. Pero cuando eres solista, no llegas realmente a conectarte con todo el grupo de músicos como cuando eres parte de ellos. Extraño ese sentimiento. Y va a haber mucho trabajo de solista cuando yo quiera, así que no estaré dañando mi carrera."
"Michiru…"
"Que?"
"Desearía que me tuvieras más confianza y no mintieras?"
"Si ya sabes la verdad, porque preguntas?" El tono de Michiru fue innecesariamente brusco, pero no pudo evitarlo. Estaba agotada y nerviosa acerca del viaje que tenía que hacer, más nerviosa de lo que quería admitir y lo menos que quería hacer era hablar de ello.
Hubo una pausa antes de que el hablara de nuevo, con cautela, "Nunca me dijiste que fue exactamente lo causo la separación entre tú y tu familia haya en Japón, pero sé que nunca te recobraste de eso. Está segura de que regresar a casa es lo mejor? Qué pasa si solo te terminan lastimando más?"
"Si es así, los dejare"
"Porque?" La frustración era clara en su voz.
"Porque lo merezco."
"Como es que podrías merecer eso-"
"Solo déjalo, por favor, eso es algo que no te puedo explicar."
El no contesto a eso, solo la miro con compasión, Michiru no lo pudo resistir. Miro hacia otro lado, sus ojos a punto de llorar, mientras el conflicto, casi perverso, de lo que el ofrecía, crecía en su pecho. Reconociendo ese gesto de antes, él se acercó a ella y por la espalda, la envolvió entre sus brazos. Su cuerpo se sentí mal, como siempre se sentía, duro en ciertos ángulos en donde debería estar suave. Pero Michiru no tenía la fuerza de empujarlo, no esta vez.
"Déjame ir contigo."
Le susurro atreves de su cabellera azul que hacia curva en su hombro. "Solo para ver que te acomodes."
Despreciándose a elle misma Michiru lo pensó. Con sus brazos alrededor de ella, se sentía segura. De la misma manera que un cobarde se sentía en la oscuridad de una bodega.
"Tú sabes que no te amo." Le dijo casi suplicante.
"Lo sé." Su voz tan suave y tersa como la seda. "pero no me importa, porque yo te amo."
Michiru tembló por el dolor mientras su agarre se apretaba. Si supiera que su vida seguía valiendo como para ser dirigida por el destino, pudiera haber dicho que su vida brillo por un segundo. Su mente trataba de olvidar, pero su piel recordaba, y el llanto de la persona que le había hecho esto regreso rojo como la sangre y tan difícil como nacer. Le recordaba lo que en realidad era, y lo que había perdido, y que solo había un camino que podía tomar para estar cerca de la absolución.
"No" Dijo ella, y por primera vez en dos años, escucho el eco de otra Michiru hablando en su voz, una que no temía pelear. Una por la que todavía valía la pena pelear. "ya no quiero estar con Tigo, ya te había dicho eso."
Se alejó de él y lo encaro, tomando inconscientemente la pose defensiva de un soldado. Sus ojos se abrieron como platos.
"Lo siento…" dijo el, tropezándose un poco con las palabras. "Te duele de nuevo esta noche?"
"Duele." Respondió sin mucho ánimo Michiru. "Siempre que toco, duele."
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Que les pareció el primer capitulo
Muchas gracias a por su apoyo y por agregarme como su autor favorito. Lo aprecio de gran manera
Espero sus comentarios. Y si tienen preguntas manden un PM.
