Saint Seiya y todos sus personajes son propiedad del sensei Masami Kurumada.
Este fic es un homenaje a los personajes que llenaron de emoción e imaginación mis ratos frente al televisor.
Por que Saint Seiya no es sólo un anime, es un estilo de vida. (jo esa frase no es mía pero me queda)
¡Que sus constelaciones guardianas los guíen y les den fuerza!
¡Larga vida a los caballeros de Atena!
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En mis horas más oscuras
Capítulo 1: Navegando en un mar de lagrimas
…
"Nada podrá reemplazar, realmente, al compañero perdido. No es posible crear viejos compañeros. Nada vale tanto como el tesoro de tantos recuerdos comunes, de tantas malas horas vividas juntos, de tantas riñas, reconciliaciones, impulsos del corazón. Aquellas amistades no se reconstruyen. Si se planta una encina, será en vano esperar a cobijarse enseguida bajo su follaje"
"También así es la vida. Primero, nos hemos enriquecido, hemos plantado durante años, pero vienen las épocas en el que el tiempo deshace ese trabajo y tala. Uno a uno los compañeros nos retiran su sombra…"
Antoine de Saint-Exupéry
Tierra de los hombres
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Bajo la lluvia
Gruesas nubes cubren el cielo de Tokio dejando caer la torrencial lluvia sobre el suelo japonés. Seria la oscuridad completa si no fuera por que de vez en vez los rayos iluminan todo a su paso.
Hyoga corre desesperado, esta escapando. El sonido de la lluvia lo aturde, por mas que quiere olvidar, el eco del agua cayendo lo trae de regreso a la realidad. Aunque no es causada por una divinidad que desea adueñarse de la tierra, no la tolera por que a su cabeza vienen los recuerdos de la batalla ocurrida hace varios días.
De pronto alguien lo alcanza, lo sujeta del brazo y con un impulso lo atrae hacia el regazo. Un joven de cabellos verdes lo abraza con fuerza. Sabe lo que va a pasar es cuestión de segundos.
Y sucede, el rubio al verse atrapado comienza a luchar para zafarse. No tolera estar en esos brazos, no quiere a nadie cerca de él. Llora, grita, empieza a maldecir. –Suéltame. Le dice una y otra vez. Forcejea con todas sus fuerzas, Pero Shun no lo suelta.
Caen al suelo y la lucha sigue. Hyoga no puede liberarse, pese a lo frágil que luce, Shun es un caballero y uno de los más fuertes. El peliverde esta decidido a soportar los embates del rubio esperando a que la desesperación ceda.
El peso de su amigo sobre él, lo perturba y el no poderse zafar lo lleva a un más a la agonía. En un esfuerzo por soltarse se gira y le da un codazo en la cara. Shun se ve obligado a llevarse una mano al golpe. El rubio habría utilizado ese momento para huir de no haber sido por un relámpago cuya luz le permite ver la sangre de Andrómeda.
Ya no puede luchar, las lagrimas inundan sus ojos azules y se deja a la voluntad de su amigo. Pese al aturdimiento Shun sabe que esta pequeña tregua no va a durar y lo carga para llevarlo de regreso a la mansión.
Cuando se da cuenta que nuevamente lo han traído a casa, la lucha comienza de nuevo; desgraciadamente Seiya y Shiryu están allí y entre los tres lo someten y lo llevan a su cuarto.
-Cálmate Hyoga.
Le pide Seiya. Pero no hay forma. El rubio quiere huir, estar lejos de ellos. Viendo que no hay manera de tranquilizarlo. Shiryu va por las medicinas. Dándose cuenta de lo que traman Hyoga lucha con más fuerzas. Sin embargo Seiya lo tumba en la cama y Shun lo obliga a estirar el brazo.
-No. Por favor no me hagan esto. Déjenme ir.- Suplica Hyoga viendo a Shiryu llenar la jeringa.
-Vas a estar bien.- Le dice Seiya.
-Te sentirás mejor.- le susurra Shun.
-Te quedaras aquí, con nosotros. –Le dice Shiryu mientras lo inyecta.
Aun así, el rubio insiste en forcejear. -Calma.- murmura Seiya quien lo sujeta y lentamente siente como las fuerzas del rubio disminuyen mientras el narcótico lo lleva a la oscuridad.
Hyoga se queda dormido. Y Seiya lo suelta. Retira unos mojados mechones rubios del rostro para contemplarlo. El castaño siente mal consigo mismo. El rubio quiere irse. Quiere llorar su dolor, lejos de ellos. Y en lugar de permitirle hacer su voluntad, imponen la suya. No lo dejan marcharse, lo han atrapado en este lugar robándole su libertad. Han encerrado al cisne en está jaula de oro.
-Estás bien.- La voz de Shiryu lo saca de sus reflexiones.
-Sí.- contesta Shun
-No puedo creer que te haya golpeado.
-No fue a propósito. –Dijo mientras Shiryu sujeta su cara para revisar el golpe.-Fue un cosazo que me dio sin mala intención. Doy gracias a dios de que la nariz me empezó a sangrar por que sólo así se calmo lo suficiente para traerlo a casa.
-A casa o a prisión- dice Seiya con amargura.
Seiya comienza a desvestir al rubio. Hay que quitarle esa ropa mojada. Shiryu va por unas toallas y Shun después de limpiarse la cara y secarse, empieza a buscar la pijama que le van a poner.
Con sumo cuidado Shiryu le seca el cabello. El rumor de la lluvia le molesta. Controlar a Hyoga era difícil, pero cuando llovía se volvía imposible. Está es la tercera vez que tiene que sedarlo y la quinta en que intenta escapar.
Tras unos instantes Hyoga es arropado en su cama. Duerme profundamente bajo la mirada vigilante de sus amigos.
Es una decisión egoísta la que tomaron. Pero no les importa cuanto el ruso les suplique, no les importa cuanto luche por recobrar su libertad. Pues no le permitirán marchar. Así sea por la fuerza pero lo retendrán.
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Rodar de lagrimas
-Isaac
Aun bajo los efectos del sedante Hyoga llora por su amigo.
-Isaac.- repite Seiya.
Por que los dioses insisten en ensañarse con Hyoga.
Aun no se recuperaba de haber acabado con su maestro Camus. Se veía la culpa en sus ojos. Amaba a Camus, cuando hablaba de su maestro lo hacia con devoción, y es que lo veía como a un padre. Es fácil comprenderlo, siendo huérfanos uno se aferra a las figuras de autoridad. El maestro suple muchas de las carencias afectivas de un pobre niño que es llevado al extremo de la supervivencia.
Podía entender su dolor, por que el mismo ama a Marín y no tendría las fuerzas para siquiera levantarle la voz, menos para luchar a muerte con ella.
Y cuando aun no sanaba moralmente del trauma de haber acabado con Camus, nuevamente fue arrastrado a la guerra. Como él, también toco el cielo con las manos. Debió sentir el perdón cuando vio a su maestro. Pero el cielo se volvió infierno ya que todo era la ilusión de Kasa de Leumades. ¿Cómo se atrevió ese bastardo a abusar así de sus recuerdos? Si él se sintió devastado cuando se entero que no era Seika, como se habrá sentido el rubio.
Y con la herida aun sangrante, con el corazón en carne viva choco de frente con una realidad aun peor. Isaac.
Hubo una ocasión en la que Hyoga, después de una batalla tuvo fiebre. A veces pasaba, el cuerpo le cobraba el disminuir tanto la temperatura. Pero esa vez le subió tanto que empezó a delirar. Con lagrimas en los ojos le pedía perdón a Isaac.
Aun podía evocar esa imagen, Hyoga ya había recuperado el sentido, aunque aun tenia fiebre. Sus rubios cabellos estaban húmedos a causa del sudor y las compresas. Y él, que le acariciaba el rostro con un trapo mojado no pudo reprimir la cuestión.
-¿Quién es Isaac?
El dolor cruzo por los ojos azules de su amigo.
-Lo siento no debí preguntar.
-Esta bien, Seiya. ¿Hable en sueños?
-Sí.
-Isaac era mi compañero de entrenamiento. Era quien debió ganar la armadura del cisne.
-Hyoga, tu pasaste por duras pruebas para obtener tu armadura.
-No habría sobrevivido de no ser por Isaac. El siempre me protegió. Y después…-El rubio calló por un momento, le era difícil hablar de aquel joven.- Me metí en un gran lió e Isaac por salvarme fue tragado por el mar.
Hyoga desvió la mirada. Estaba tratando de no llorar. Y Seiya guardo silencio, no había nada que le pudiera decir para consolarlo. Por otro lado lo prefería así, aunque sea egoísta, se alegro por que el mar no se llevo a su Hyoga. Y viviría siempre agradecido de Isaac a quien no conoció pero que con su sacrificio le permitió regresar al rubio a Japón, a lado de él y de sus hermanos de bronce.
Desgraciadamente al destino le gusta hacer de la vida de Hyoga una tragedia. Pues aquel Isaac que tanto quiso. Aquella quimérica figura de cómo debía ser un caballero, apareció frente a el portando la bandera de Poseidón. El joven que en su niñez lo protegió se había vuelto su enemigo.
Y Hyoga nuevamente tuvo que asesinar algo que amaba.
Con el sonido de la lluvia como fondo Seiya reflexiona mientras vela el sueño de su amigo.
Daría todo cuanto tiene por poder darle un sueño tranquilo, por que con dolor ve como de vez en vez, rueda una lagrima por las mejillas del rubio.
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Pese a tus gritos impongo mi voluntad
Hyoga despierta, aun esta atontado por el somnífero. Se sienta y por un largo tiempo contempla su habitación. Este lugar le incomoda, quiere marcharse pero Seiya y los demás se lo impiden.
¿Por qué no entienden que no tolera estar aquí?
La puerta se abre entrando Shiryu con la bandeja del desayuno.
-Buenos días.- Le dice con una sonrisa.
Pero el rubio lo recibe con una mirada de odio. -¿Cuánto tiempo piensan retenerme?
-Toda la vida.
-Me quiero ir.
Shiryu lo mira a los ojos. Hyoga esta desesperado. Trata de acariciar su cabello pero el rubio se retira bruscamente. Y no lo hace por que este enfadado con él, si no por que no tolera ningún contacto humano.
-Lo siento pero no te dejaremos marchar. Es una decisión tomada.
-¿Decisión? Acaso mi opinión no cuenta. No quiero estar aquí.
-Desayuna.
Shiryu sale y cierra la puerta. Pero se recarga en esta. Sabe lo que va a pasar. Cierra sus ojos cuando escucha el sonido de trastes cayendo al suelo. Y no sólo eso. Hyoga comienza a destrozar todo en la habitación. Los arranques de furia cada vez son más seguidos. Seiya llega atraído por el escándalo. Ambos se miran y sin mediar palabra se interrogan sobre si es correcto seguir reteniéndolo a la fuerza. No importa, ya lo decidieron y no retrocederán. Los minutos pasan y el ruido no cesa. Todavía la semana pasada estas explosiones duraban sólo unos segundos. Pero hoy parece que no se puede calmar. Lo que demuestra que su estado anímico cada día esta peor.
Al ver llegar a Shun, el joven del tatuaje se quita de la puerta. El peliverde toma la perilla y se da unos segundos antes de entrar. Le pedía a los dioses que el ruso se calmara solo, pero no sucedió. Cerro la puerta tras de si.
Fue cuando empezaron los gritos. Seiya no entiende de donde saca fuerzas el frágil de Shun.
El peliverde a la fuerza abrazo al rubio. Nuevamente Hyoga lucha por soltarse. Grita desesperado, le ordena y le suplica que lo suelte. Shun sabe que no puede sostenerlo por mucho tiempo, asiendo acopio de todas sus fuerzas lo lleva a la cama. Y allí cayeron los dos. Colocando todo su peso sobre el rubio limito sus movimientos. Podía abrazarlo con todas sus fuerzas. La desesperación por soltarse aumento y con ello los gritos y el forcejeo.
Grita totalmente trastornado. Shun siente como se convulsiona entre sus brazos; el corazón del rubio que late con fuerza lleno de miedo. La ofuscación. El dolor. Aun así, pese al tormento que le produce que lo abracen, no tira un golpe. Se mide para no lastimarlo.
-Pronto pasará. Pronto se acabará. Pronto todo será calma.- Le dice y se dice Shun.
Sabe que esta peleando contra un demonio. El demonio del odio que se alojo en el alma del rubio. Se odia así mismo, por eso no tolera que lo toquen, que lo consuelen. Por eso quería marcharse. Por eso no lo dejan ir.
Siente el último esfuerzo que hace por liberarse. Lo peor ya ha pasado; pero esto aun no termina. Lo que sigue a la lucha es el largo llanto. Las lagrimas acuden como un torrente a sus ojos azules. Sus fuerzas abandonan al rubio. Shun lo suelta. Se apoya en la cama y se separa un poco para contemplarlo. Hyoga ya no es consiente de lo que sucede, se ha hundido en el mar del dolor que lentamente desahoga con las lagrimas. Como ya no opone resistencia Shun aprovecha para acomodarlo bien en la cama. Lo arropa. Con toda delicadeza le levanta la cabeza para colocar la almohada. Nuevamente lo abraza.
Y siente el corazón de Hyoga, hace unos instantes latía con fuerza a causa del miedo. Ahora poco a poco se va sosegando. La paz por fin se hace presente.
-Disfrutas con esto.- Le recrimina el rubio un poco más calmado.
-Cuando tú sufres yo sufro.- Le contesta. Se levanta un poco para mirarlo a la cara, pero el ruso gira el rostro para no verlo.
-¿Hasta cuando vas a continuar?
-Hasta que me mires y aceptes que estoy a aquí. Que no te vamos a dejar solo por que te amamos. Es una decisión ya tomada; y no importa cuanto nos maldigas seguiremos aquí.
-Márchate.
-No.
Ya no tiene fuerzas para luchar, las lagrimas aun brotan de sus ojos y se siente cansado. El fluir tan violento de sus emociones lo agoto totalmente. Cierra los ojos y no tarda mucho en quedarse dormido.
Tras unos instantes Shun sale. Seiya y Shiryu aun están ahí. De hecho el dragón tiene unos calmantes en la mano, por si el joven peliverde no lo lograba. Pero nuevamente salio airoso de la batalla.
Contemplan al rubio unos minutos y después lo dejan solo, para que descanse.
Se encaminan a la sala para poder conversar. Shun se deja caer en un sillón, está totalmente exhausto.
-Realmente no entiendo de donde sacas fuerzas para hacer lo que haces.- Le pregunta Seiya- Y mucho menos como lo logras.
-Ni yo mismo lo se.- Responde casi sin voz.
-¿No te lastimo?
-No, Shiryu. Hyoga se controla. Se que se oye horrible y parece que lucha con todas sus fuerzas, pero no es así. Si realmente lo intentara no podría sujetarlo.
Tatsumi entra en la estancia.
-La señorita Saori quiere ver a Hyoga.- Les informa
-Saori ¿Qué no estaba en el santuario? - Pregunta Shiryu.
-Van por Hyoga o lo busco yo.
-Tatsumi que no oíste el escándalo de hace rato. Me ha costado mucho calmarlo. Está dormido y ni por Atena voy a dejar que lo despierten. –Dice Shun con voz enfadada y determinada.
-En seguida bajo a atenderla.- Dice Seiya
-Es el colmo que pida audiencia en su propia casa.
-Que en seguida bajo Tatsumi y ni se te ocurra ir por Hyoga.
Tatsumi se marcha. Y Seiya resopla molesto.
-¿A que habrá venido Saori-san?
-Simple Shiryu, Tatsumi debió informarle de todo lo que pasa aquí. Le ha de haber dicho que retenemos a Hyoga en contra de su voluntad, que hay gritos y peleas.
-Tienes razón.
-¿Y si nos pide que dejemos ir a Hyoga?- Pregunta preocupado Shun.
-Pues con la pena, vamos a tener que desobedecer a nuestra diosa. –Le dice Seiya.
-Pero esta es su casa y no podemos disponer de ella así como así. Además las ordenes de Atena son absolutas.
-En ese caso tomamos a Hyoga y huimos para Rozan.- Dice Shiryu con alegría.
-Ya hechos pies en polvorosa ni quien nos alcance.- Continua Seiya calmando a Shun.
Entonces Seiya baja para atender a la joven diosa.
Contemplando los jardines a través de la ventana es como encuentra a Saori.
-¿Y Hyoga? - Dice ella sin siquiera voltear a verlo.
-Lamento informarte que está dormido. Pero no te preocupes yo le daré tu recado.
-¿Dormido o sedado?
-Dormido. Obviamente. ¿Por que crees que lo drogamos?
-Ah no se, será por que me informan que lo tienes aquí secuestrado. Que les ha suplicado por que lo dejen ir. Que ha intentado escapar. Que le haz drogado para dormirlo. Que lo mantienes incomunicado. Que nadie puede verlo sin tu permiso.
-Que exageradas son algunas personas.-Dice poniendo énfasis en algunas y mirando a Tatsumi.
-Seiya, no puedes retenerlo en contra de su voluntad. Si quiere irse tendrás que dejarlo marchar.
-Lo siento pero no.
-Es que no piensas en como se siente. Ya ha sido muy traumante todo lo que le paso, como para que ahora, tú no respetes su deseo de marcharse. Les he dado el permiso de hacer lo que deseen, ya han sufrido bastante por mi causa. Pero eso no indica que me quedare de brazos cruzados viendo como impones tu voluntad sobre Hyoga en mi propia casa.
-Si ese es el problema me lo llevo a otro lado.
-Seiya. Ya basta de tonterías, me entregaras a Hyoga en este instante.
-No
Saori está asombrada, Seiya no es precisamente un caballero muy obediente pero no puede creer lo que está haciendo.
-No crees que es muy egoísta de tu parte.
-Totalmente, he tomado una decisión completamente irracional y sumamente egoísta. He ante puesto mis deseos a los de Hyoga. Y no lo voy a entregar, así sea un mandato de Atena. Aun si tengo que enfrentarme a toda la orden no lo voy a entregar.
Saori no sabe que hacer. Jamás, en ninguna de sus reencarnaciones le había sucedido que un caballero le secuestrara a otro caballero. Ya intuía los motivos de Seiya pero no puede creer que llegara a este extremo.
-Shiryu y Shun están de acuerdo contigo.
-Sí, pero yo asumo toda la responsabilidad.
-Ya me imagino. Shiryu esta esperando tu señal para tomar a Hyoga y huir a Rozan.
-Que bien nos conoces.
Saori medita unos instantes. No quiere hacer crecer más este conflicto. Seiya no esta dispuesto a dar un paso atrás y conociendo a los otros tampoco retrocederán.
-Al menos me dejaras ver si Hyoga está bien.
-Sí, pero como te dije, Hyoga está dormido. Si prometes no despertarlo en este mismo instante te llevo a su habitación.
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¿Te quedas o te saco de esta casa?
Saori observa asombrada como la antes ordenada habitación de Hyoga, ahora es un verdadero desastre. Seiya con mucho cuidado de no hacer ruido levanta un sillón para que la joven diosa pueda velar el sueño del rubio caballero.
La habitación está a oscuras gracias a las gruesas cortinas. Pero aun así percibe al joven rubio cuyo respirar es cansado y cuyos ojos están hinchados por haber llorado tanto.
Tras un largo rato Hyoga se despierta, se lleva una mano a la cara. Entonces se da cuenta que alguien está en la habitación.
-Ni siquiera puedo estar a solas en mi cuarto.- Dice molesto por sentirse nuevamente vigilado.
-Lo siento
Hyoga inmediatamente reconoció la voz de la diosa. Y se sentó
-¡Saori-san!- Dice lleno de alegría, pensando que su cautiverio está por terminar.
Saori abre las ventanas para dejar entrar la luz.
-Parece que un torbellino paso por esta habitación.
-Saori tienes que hablar con Seiya, ellos…
-Lo se. –Lo interrumpe.- He sido informada por eso vine.
Saori se sienta a un costado de la cama y lo contempla. Su silencio le causa angustia al caballero. Acaso ella esta de acuerdo también. La joven trata de acariciar su rostro pero el rubio se retira. Cuando se despidió de él, ya había notado esta negativa a ser tocado. Pero en ese entonces no era tan evidente, aun toleraba sentir a otro. Tal vez ahora esa molestia que siente se ha intensificado por el trauma que le causa estar prisionero por sus propios amigos.
-Escúchame bien Hyoga. Ya hable con Seiya, le explique que no puede retenerte en contra de tu voluntad y que tenia que dejarte ir. Pero se negó. Luego me enfade y le di la orden de entregarte pero nuevamente se negó.
-No estas hablando en serio.
-Hyoga, ellos ya se saltaron mi autoridad.
-Es que acaso están locos. ¿Por que me hacen esto?
-No se que hacer, he decidido dejarte a ti la decisión, por lo te pido que pienses muy bien que deseas. Si sigo insistiendo ellos te llevaran quien sabe a donde. Aquí al menos tienes todas las comodidades que esta casa te puede dar y Tatsumi me informa de todo cuanto pasa. Pero si ya no soportas estar más en esta situación. Mandare a Aioria, Shaka y Milo con ordenes expresas de sacarte de aquí así sea por la fuerza.
Hyoga no da crédito a lo que oye. No podía estar hablando en serio. No podían ser tan tercos. Sin embargo la mirada preocupada de la diosa se lo aclaro. Seiya está decidido a llegar hasta las ultimas consecuencias con tal de retenerlo aquí.
Quiere marcharse, pero no pasando sobre la sangre de sus amigos.
-¿Por qué Saori-san? ¿Por qué me hacen esto?
-Ellos ya tomaron su decisión
-Pero ¿por qué? Me ha dolido mucho todo lo que ha pasado, pero no tienen que estar vigilándome. No tienen por que retenerme a la fuerza. Se que estoy mal, pero no voy a ir a colgarme del primer árbol que vea. Nunca me paso por la cabeza el hacerme daño
-Ellos lo saben. Te conocen a la perfección.
-¿Entonces?
Saori lo abraza, siente como Hyoga se estremece por este contacto y como, por ser ella, se aguanta las ganas de soltarse.
-Hyoga.-Le dice al oído.- Ellos te conocen tan bien que se dieron cuenta de tu decisión.-El joven rubio comienza a llorar nuevamente al sentirse descubierto.-Se que estas asustado. Tienes más que motivos para estarlo. Para querer huir. Pero el mismo miedo que tu tienes ellos también lo tienen. Es el miedo lo que les hace actuar así. Están siendo muy egoístas y lo saben.
La joven lo suelta y Hyoga baja la mirada.
-Desgraciadamente te toca decidir. ¿Te quedas o te saco de esta casa?
Hyoga calla por largo rato.
-Que opción me dejan Saori. Yo me quedo.
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Egoístas
Tras platicar un largo rato con Hyoga, y asegurarle que va a estar al pendiente de todo cuanto suceda la joven diosa se despide de él y deja la habitación. Se dirige a la estancia donde se encuentran los otros caballeros.
Los tres jóvenes sienten la mirada enfadada de su diosa. Pese a eso permanecen firmes.
-¿Ya pudiste constatar que esta bien?- Le dice Seiya
-Esta peor y lo sabes. La única razón por la que no me lo llevo a la fuerza es por no causarle un trauma mayor. Espero que se den cuenta de lo que están haciendo antes de que le causen un daño irreparable.
-Saori-san, nosotros sólo…- Shun no pudo terminar de hablar Saori le clavo la mirada.
-De los tres tú eres el que más me tiene decepcionada. No puedo creerlo, no de ti. ¿Es que acaso no te das cuenta de cómo se siente?
Sin embargo Shun no se doblego.-Lo se, se como se siente y por eso mismo no lo dejare partir.
-Retenerlo en contra de su voluntad no le ayudara. Al contrario. Lo están haciendo sentir más miserable. No pienso seguir discutiendo. Si su estado sigue empeorando tomare las medidas que sean necesarias no sólo para sacarlo de aquí si no también para alejarlo de ustedes.
Saori se da media vuelta para marcharse, está tan molesta que ni siquiera se despide. De inmediato se sube a un auto y da instrucciones al chofer. Quisiera quedarse y cuidar a Hyoga de esos tres egoístas, pero una amenaza aun mayor se avecina. Un dios de muerte que está por despertar.
Unos instantes después Seiya entra a la habitación del ruso, llevando una charola con comida. Lo encuentra sentado sobre cama, abrazando sus rodillas.
-Lárgate
-¡Uy! que gruñon, sólo vine a ver si querías algo.
-Lo que quiero es que me dejes ir.
-Sabes bien que no.
-Entonces lárgate.
-Hyoga…
El joven rubio lo mira fríamente. Seiya no puede soportar esa mirada. Muchas veces lo ha hecho enojar, pero nunca lo había visto así. Deja la comida y se marcha. Hyoga se alegra de poder estar a solas. No desea discutir más. Se siente cansado y asqueado ante la situación y sobre todo ya no quiere llorar más, pues ya había soltado bastantes lagrimas ese día.
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Lagrimas de agonía
-¡No te me acerques!
Hyoga ha retrocedido hasta chocar con pared.
-¡No te atrevas!
Y los gritos comienzan. A Seiya se le encoge el alma cada vez que esto sucede. Es para volverse loco. No entiende de donde Shun saca fuerzas para soportar esos gritos de dolor. Cada vez que Hyoga se pone irascible e incontrolable, Shun tiene que hacer ese exorcismo. Sólo lo abraza, pero parece que es el peor de los tormentos. Después de la lucha, el llanto y el sueño, el ruso nuevamente se vuelve manejable, al menos por un tiempo. Pero cada vez más seguido el peliverde tiene que hacer eso, cada vez la lucha se prolonga más. Pronto llegará el momento en que ya no funcione ¿Qué van hacer entonces?
Las únicas veces que no sirvió fue cuando llovía. Tuvieron que drogarlo para que se calmara. Pero no pueden mantenerlo dormido. ¿Qué van hacer?
A Shiryu la misma idea lo atormenta. Y por más que en su cabeza le da vueltas a la situación no halla respuesta.
Tras varios minutos Shun deja al rubio dormido y se dirige a la sala para reunirse con sus amigos. Lleva una mano al costado y se deja caer en un sillón.
-¿Te golpeo?
-No… es sólo…No te preocupes Shiryu no es nada.
-Shun, ¿en serio estas bien?- Pregunta Seiya
-Sí, pero no creo que pueda seguir haciendo esto. Me esta superando en fuerzas. Antes se controlaba, pero ahora su furia es tal que por momentos se olvida que soy yo.
¿Qué van hacer?
Hyoga ya casi no duerme, ni come. No atiende a las suplicas ni ruegos. Ya ni siquiera se enfada, ni les pide que lo dejen ir.
Parado frente a la puerta de la habitación del rubio, Seiya se llena de valor. Trae una charola con comida. Esta vez no va a retroceder, así sea por la fuerza pero Hyoga va a comer.
Shiryu está terminando de limpiar, cada vez que le traen comida está acaba en el suelo. Al ver entrar a Seiya no intercambian palabra, sale de la habitación, sabe que esto será una discusión muy grande y dos contra uno le puede resultar demasiado intimidante al rubio. Había que llegar a una solución por las buenas, no querían alterarlo para no tener que darle un calmante.
-Vas a comer
Hyoga se encuentra sentado a un costado de la cama, con la mirada fija en la nada. No hubo respuesta.
-Lo digo enserio Hyoga esta vez no me voy a marchar hasta que comas.
El joven sigue ignorándolo. Seiya coloca la charola en la cama y pese a la lucha de Hyoga, toma su rostro con ambas manos para obligarle a verlo.
-Escucha, esta tontería se acabo. Vas a comer o voy a verme en la penosa necesidad de amarrarte y alimentarte vía sonda. ¿¡Entendiste!
Hyoga quien está luchando para que le suelte ante esta declaración se enfada y en un descuido del joven castaño, el rubio estira el brazo y tira la charola al suelo.
Seiya le suelta y ve aquellos trastes desparramados. Realmente se molesta. ¿Cuántos días lleva Hyoga sin comer? Tres o cuatro. No importa, ha decidido que no pasara otro. Así tenga que obligarlo. Pero no pasara otro día sin comer.
El ruso iba a levantarse cuando Seiya lo jala bruscamente y lo tira en la cama.
-¡Suéltame! ¡Me lastimas!- Dice mientras Seiya lo sujeta con todas sus fuerzas.
-¡Te voy hacer entrar en razón así sea por la fuerza!
Hyoga empieza a forcejear para liberarse, realmente no soporta que lo toquen, mucho menos estar así.
-¡Maldita sea Seiya, suéltame!
-¡No te voy a dejar ir!
Siempre le dejan este trabajo a Shun, por que Hyoga no es capaz de llevarle la contraria después de lo que paso en la casa de libra. De que el peliverde casi muere por traerlo de regreso a la vida. Pero no es justo que Shun cargue con toda la responsabilidad.
-¡Ya basta!
-¡No hasta que entiendas!
Había tomado esta decisión cuando leyó en los ojos del rubio lo que planeaba. Y fue egoísta lo que hizo. Hyoga no estaría en este estado si lo hubieran dejado ir. Con el tiempo el solo habría encontrado la calma. Pero le tuvo tanto miedo a eso, que escogió sumirlo en este abismo de dolor.
-¿¡Que más quieres de mi! ¡Ya me retienes aquí! ¡Ya déjame tranquilo!
-¡Quiero que vuelvas a ser el de antes!
Realmente lo esta lastimando al inmovilizarlo de esa manera. Hyoga lucha y poco le falta para llegar a los golpes. No puede creer que el rubio tenga tantas fuerzas para pelear, en cambio el siente que no logrará detenerlo por más tiempo.
-¡Márchate! ¡Déjame solo!
-¡No!
-¡Ya basta! ¡Deja de hacerme daño!
-¡Vas a comer!
-¡No puedes obligarme! ¡Ya me tienen harto!
-¡Pues has la que te pedimos!
-¡Me obligas a quedarme, me obligas a dormir, ahora me obligaras a comer! ¿¡Qué sigue después, obligarme a respirar!
-¡Si no me das otra opción!
Seiya está perdiendo la lucha. De un empujón Hyoga casi logra quitárselo de encima.
-¡Déjame solo!
-¡No, no te dejare!
-¡Vete! ¡Márchate!
-¡MALDITA SEA HYOGA! ¡NO TE VOY A DEJAR, JAMÁS TE DEJARE IR, ASÍ ME MATES!
Y de pronto Hyoga se queda quieto, con el dolor corriendo por todo su ser contempla con asombro a su amigo. Seiya se da cuenta de lo que acaba de decir en su desesperación. Esas palabras ya no pueden volver.
-Hyoga…yo…
Eso es la agonía para Seiya. Los ojos del rubio se empiezan a llenar de lagrimas, grita y a lucha para soltarse.
-¡Perdóname! ¡Perdóname!
Pero Hyoga ya no puede escucharlo, ahora si está completamente poseído por su dolor y su odio hacia si mismo. Ha perdido la razón, sólo piensa en salir corriendo. Si antes se controlaba para no lastimar a sus amigos, esto se le olvido. De un rodillazo casi le saca el aire a Seiya. Pero haciendo acopio de todas sus fuerzas lo sostiene, ahora más que nunca, por que si lo deja ir en ese estado, el rubio sin duda se hará daño.
-¡Ayúdenme!- Grita Seiya, viendo que no lo puede retener por mas tiempo.
Y sucede, Hyoga logra liberarse, sale corriendo hacia las escaleras, pero Shiryu ya está allí y lo atrapa.
-¡Cálmate, Hyoga!
Nunca lo había visto así de incontrolable, no puede sujetarlo. En un giro pierde el equilibrio y caen unos escalones. Hyoga se da con fuerza en la cabeza contra un filo y pierde el sentido.
-¿Qué hice? –Dice Seiya mientras contempla como Shiryu revisa el fuerte golpe que se acaba de dar el rubio.
Shun llama a un doctor de la fundación, mientras, Shiryu lo carga para llevarlo a la cama.
Aun no llega el médico cuando despierta y de nuevo comienza la histeria. Si no es por que Shun le ayuda, Shiryu no habría podido sujetarlo.
Y cuando el médico finalmente llega se da cuenta de que no hay modo de atenderlo, esté no tiene más remedio que darle un fuerte calmante. No era lo correcto considerando que por unos minutos perdió el sentido. Pero sólo así puede atenderle la herida.
Después, en la aparente calma, a Seiya cada palabra del galeno se le clava en el corazón como mil agujas. Les recomienda internarlo en un hospital psiquiátrico, pues es probable que a la primera oportunidad el joven se haga daño a si mismo. Si no lo hacen deben quitar de la habitación cualquier objeto que pueda usar para dañarse, tenerlo en absoluta vigilancia. Mañana iba mandar un psiquiatra a revisarlo y para que le prescribiera los medicamentos que necesitarían para mantenerlo bajo control.
En cuanto se marcha, Seiya camina hacia la ventana, se lleva una mano a la boca para no gritar. El más joven esta a punto de sufrir una crisis. Shun lo toma y lo abraza. Seiya esconde la cara en su pecho y comienza a llorar. Shiryu se aproxima y también lo abraza.
-¿Qué fue lo que le hice? - Repite una y otra vez entre sollozos.
-Le hicimos.- Corrige Shun
-Los tres.- agrega Shiryu
Y las lagrimas también empiezan a correr por sus ojos.
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Lagrimas de suplica
-Por favor, no te acerques.
-Tranquilo. Voy a dejar la comida aquí.- Le dice Tatsumi al joven rubio.
Después de dejar la comida y las medicinas cerca de él. Tatsumi se sienta en un sillón apartado. Vigilante lo contempla comer y revisa que se tome las pastillas. Los medicamentos mantienen a Hyoga atontado. El hombre de confianza de los Kido se hace cargo del rubio porque esté no soporta la presencia de sus amigos.
-Duerme.
El joven le lanzo una mirada llorosa. Tatsumi inmediatamente comprendió.
-No te preocupes, no los dejare entrar. Así que descansa.
El ruso se esconde bajo las cobijas, tras cerciorarse que esta completamente dormido Tatsumi abandona la habitación. Se reúne con los otros chicos que serios se encuentran en la estancia.
-¿Cómo esta?- Pregunta Seiya
-Igual que ayer, suplicándome con lagrimas que no los deje entrar a su habitación.
Shiryu se molesto, un simple tranquilo era suficiente.
-Ya entendieron que lo deben dejar ir.
Los tres callan. Aun no quieren aceptarlo.
-No puedo creer que sigan en su terquedad. Lo que le hicieron es lo mismo que encerrar a un claustrofóbico en un ataúd. Si querían enloquecerlo felicidades, lo lograron.
-Ya basta Tatsumi.- Le dice el Dragón.
El hombre se marcha enfadado dando por terminada la discusión.
Tras varias horas Hyoga se despierta, se calma que al notar que no hay nadie en la habitación. Se levanta y se queda contemplando el cielo desde la ventana.
Shiryu y Shun preparan las cosas para darle de cenar a Hyoga, cuando Seiya se reúne con ellos en la cocina.
-¿Y Tatsumi?- Les pregunta
-Dejo una nota y se fue.
-¿Cómo que se fue?
-Así como lo oyes no va a regresar hasta mañana que llegue Saori. Nos van a quitar a Hyoga.
Seiya se lleva una mano a la cara. No podía pensar. No lo quería entregar pero la situación está llegando a un punto insostenible.
-Voy a llevarle la cena.- Dijo Shun
-Espera. Él no quiere vernos.
-Tampoco lo puedo dejar sin comer. Tiene que tomarse su medicina.
Medicina, reflexiono Seiya. Eso eran drogas para mantenerlo calmado, para ni siquiera dejarlo pensar.
Los tres suben, pero Seiya y Shiryu permanecen a varios pasos de distancia. Shun se encomienda a todos los dioses y entra. El rubio que se entretenía contemplando el cielo al escuchar a alguien entrar se asusto. Y Shun con dolor puede ver como los ojos de Hyoga pasan del miedo al terror puro.
El rubio cae, sus piernas ya no lo sostienen, respira con dificultad y comienza a llorar.
-Hyo…
No pude terminar de hablar. Pues el joven lo interrumpe con sus suplicas.
-¡Por favor, ya no me lastimen más!
Shun no sabe que hacer. Hyoga de rodillas y con lagrimas le pide el final de este tormento.
-¡Por favor, no más! ¡Ya no puedo más!
Deja la charola de comida y el peliverde sale corriendo con lagrimas en sus ojos. Se reúne con Seiya y Shiryu sin saber que hacer. Por largos minutos lo escuchan llorar y suplicar que ya no le hagan más daño.
Aquello es demasiado. ¿Cómo pudo su miedo provocarle tanto daño? Habría sido mejor dejarlo ir. Llorar ellos solos. Por que cada sollozo de Hyoga los esta destrozando.
Ese tormento dura largo rato. Pese a que está bajo pastillas no se puede calmar. Lo peor es no poder entrar a consolarlo. Si su sola presencia le produjo este dolor, escucharlos o verlos lo llevara a la locura. Cuando lo que el pide es precisamente que se alejen.
Un par de horas después el silencio por fin llego.
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No quiero decir adiós
Shiryu esta sentado en su habitación. Todos se han desmoronado. Saori vendrá en la mañana a llevarse a Hyoga y no puede impedirlo. ¿Con que argumento? Después de lo que paso se volvía imposible seguir reteniendo al cisne. Antes, estando los tres bien sentían que nada podía salir mal. Que pese a los gritos y al llanto; Hyoga lentamente se desahogaría y se calmaría. Pero era obvio que no fue así. Tatsumi tenia razón. Lo que le hicieron fue lo mismo que encerrar a un claustrofóbico en un ataúd.
Seiya ya no puede más. Esta situación lo ha rebasado por completo. Y tras lo que sucedió el día en el que Hyoga se golpeo en las escaleras, el joven castaño se encierra en su cuarto durante horas. Las últimas suplicas de Hyoga lo han paralizado. Mañana cuando llegue Saori acatara todas las ordenes que ella le de. Entregara a Hyoga y nunca más se acercara a el.
Shun puede que aun se niegue a separarse del rubio, pero si este empieza a llorar de nuevo no podrá negarse. Ya no hay un frente unido. Mañana sin más remedio tendrá que decirle adiós a Hyoga. Ni eso. El joven rubio ya no los tolera, sentirlos cerca le es una tortura.
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No me puedo perdonar pero tampoco te puedo dejar
-Se lo llevaran. –Es lo único que piensa Shun.
Con mucho cuidado regresa a la habitación del rubio. Despacito, sin hacer ruido abre la puerta. Pero no lo encuentra. Se fue. Nadie lo vio, todo mundo esta encerrado en sus propios cuartos.
-¡Seiya!- Shun sale corriendo a pedir ayuda. –¡Hyoga se fue!
-¿Qué pasa?- Llega el dragón atraído por los gritos.
-¡Hyoga no está! ¡Se fue!
-Tal vez fue lo mejor. –Dice Seiya en voz baja.
-¿¡Como va a ser lo mejor!- Shun está exasperado.
-Seiya hay que ir a buscarlo.
-El no quiere estar aquí.
-¡No seas estúpido Seiya! ¡Hyoga no está bien, le puede pasar algo, se puede hacer daño!- Shun ya no dijo más. Sale corriendo a buscarlo.
Shiryu contempla al castaño. Está demasiado deprimido como para pensar coherentemente.
-Seiya, Hyoga nos necesita.
-Nos odia.
-Tal vez, pero yo no lo voy a dejar.
Y sale también a buscarlo.
Seiya de nuevo se encierra en su cuarto. No lo entienden. Él dijo las palabras más hirientes que se le podían decir al joven rubio.
Como deseaba volver al pasado. Volver a oírlo reír, decir "baka Seiya". Sus comentarios con ese sentido del humor que se carga. Regresar a esos días felices y caminar todos juntos y contentos.
De pronto algo lo saca de sus reflexiones. Un relámpago y tras, el sonido mas horrible que puede haber. La lluvia. Está lloviendo y con fuerza. Está lloviendo y su amigo está afuera con esa maldición.
De inmediato sale también a buscarlo. Hyoga no razona cuando llueve. Su mente se pierde en ese día, le atormenta por que la lluvia caía con fuerza sobre él mientras Isaac se moría en sus brazos. Por que sintió sus espasmos antes de la muerte, por que sintió como el corazón se detenía.
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Uno contra tres
El ruso corre tambaleante. Las pastillas lo tienen mareado. Cada paso que da lo hace de manera inconsciente, sin pensar, sin siquiera ver el camino. Sólo quiere avanzar, huir de los recuerdos y sensaciones.
De pronto cae por que no vio la inclinación y con la lluvia se resbala hasta dar en una profunda zanja. Literalmente desapareció.
Ante la situación llega la lucidez. Trata de levantarse pero su pierna se atoro con algo. No puede liberarla. No puede ver nada y con lo mareado que está no logra hacer gran cosa, pero la lluvia está llenando de agua el surco. Por lo que insiste en liberarse.
El agua le está llegando al cuello y sube rápidamente. Si al menos pudiera enderezarse. Con trabajos sólo logra sentarse. Se va ahogar. Tiene demasiado frío y está mareado. Las pastillas que se tomo lo están durmiendo. A que malditas horas le vienen hacer efecto.
Antes de quedar completamente hundido toma aire. Puede resistir mucho tiempo pero si se queda dormido no se salvara. Que manera tan estúpida de morir. Y de pronto se alegra por ese pensamiento. Todavía y pese a todo quiere vivir.
-¡Hyoga!
Es la voz de Shun. Lo está buscando mediante el cosmos, pero se siente tan adormilado que no puede responderle.
-Hyoga ¿Dónde estás?- Sus amigos insisten en llamarlo.
Están desesperados, igual que aquella vez en la casa de libra. Los pudo sentir y supo que Seiya, Shiryu y Shun nunca lo iban a abandonar. Pero a que viene eso ahora. Ellos debieron entender que sólo trae desgracias, que todo lo que quiere muere, peor, lo termina matando. Alguien como él no merece vivir. Que clase de ser horrible es aquel que toma la vida de los que más ama. Por eso quería irse, estar lo mas lejos posible de ellos. Tan lejos que no pueda lastimarlos. Se iba a marchar para siempre. Eso había decidido. Desaparecer.
Cada día cerca de ellos le recuerda su crimen. Cada momento que se encariña siente que su mala suerte le llevará a hacerles daño. Siente que mueren en sus brazos como Isaac, por eso no soporta que lo toquen. No merece ser querido. No merece estar con vida. Y sin embargo se aferra a ella. Insiste en mantenerse consiente ¿Acaso no era esto lo que quería? ¿No quería desaparecer de sus vidas? Este es el único modo en el que lo permitirán.
Morir y aunque no quiere se queda dormido.
Un fuerte dolor lo hace despertar. La frente le duele y su pierna se hiere al ser jalado. Pero ahora que su cabeza esta fuera del agua comienza a toser, al tiempo que los pulmones tratan de recuperar el aliento.
-Espera Hyoga, en un momento estarás bien.
Está en brazos de Shun quien intenta sacarlo de la zanja sin saber que se ha atorado. No sabe que hacer el único modo era sumergirse pero Hyoga esta casi inconsciente.
-No me dejes.- Le dice una y otra vez. Mientras en vano intenta liberarlo. Hyoga en algún momento pudo sentir sus tibias lagrimas. Qué tontería llorar por alguien como él.
El agua sigue subiendo. Lo único que puede hacer Andrómeda es sostenerlo para mantener su cabeza fuera del agua, hasta que lleguen los demás.
-No me dejes.- Vuelve a pedirle antes de que el agua los cubra ¿Qué piensa hacer, ahogarse junto con él? Se queda allí sujetándolo. Luchando por liberarlo.
Aun así trata de contener la respiración, de mantenerse consiente, pero no puede. Hasta que el dolor nuevamente le despierta. Seiya y Shiryu ya han llegado y sólo entre los dos pueden, finalmente liberar su pierna.
Con trabajos logran sacarlo.
-¿¡Respira!
-Espera, déjame revisarlo.
-¡Sólo quiero saber si respira!
-Sí, respira
Hace un esfuerzo y abre los ojos. Sus tres amigos no paran de llorar. Está sentado en el suelo en brazos de Shun. Con su cabeza recargada en el pecho del peliverde. Mientras que el Dragón se ha quitado su chamarra y la pone encima de el para que le sirva de techo y la lluvia ya no le caiga en la cara, por su parte Seiya rompe su playera para hacer unas vendas.
-Pensé que te perdíamos.- Dijo Shiryu entre sollozos.
-Por poco no te encuentro.- Shun aun no puede calmarse.
-Por un momento pensé que nos dejabas Hyoga. Que te irías a donde no te puedo alcanzar.- Comento Seiya mientras le venda la pierna
-¿Por qué?- Dice en un susurro.
-¿Como que por qué? ¿Cuantas veces te tengo que repetir que te amamos?- Lo regaña Shun.
-Entiende que si te hundes en el infierno, nos hundimos los cuatro.- Le dice Seiya
-Ha donde vayas allí estaremos contigo.- Concluye Shiryu.
Pero Hyoga aun sigue sin entender. No puede comprender por que insisten en querer a alguien tan miserable como lo es él. Alguien que no merece perdón por lo que ha hecho. Alguien que está completamente dispuesto a ser el asesino de las personas que ama.
-Por favor Hyoga no te vayas de nuestro lado- Le pide Shun
Que actitud tan aferrada la de estos tres. El también los ama. Ese no es el problema.
Tiene miedo, miedo de que el destino le juegue chueco otra vez. De tener que alzar su puño contra ellos. Aunque se marche nunca los va a dejar de querer pero tenerlos cerca lo estresa demasiado por su temor. Y ellos también tienen miedo. Un miedo irracional a no volverlo a ver, como si se acabara el mundo por no saber de él. Un miedo contra tres. Alguien aquí tiene que ser el maduro en esta situación. Un corazón miedoso no puede contra tres.
-Me rindo.- Dice mientras se queda dormido. Que estúpido momento para que las pastillas le hagan efecto.
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Espero que les haya gustado el primer capítulo. Al principio había pensado esta historia como un back flash en la saga de Azul. Hubiera estado ubicado en el hermoso episodio 11. Pero pronto las ideas comenzaron a venir y la historia reclamo su propio espacio. Pues se fue haciendo más y mas larga. Ya no lo pude ubicar allí. En los capítulos 10, 11 y 12 de Azul los caballeros de bronce son muy sobre protectores con Hyoga por diversos hechos que pasan en la trama y quería justificar un poco la manera tan cariñosa en la que se desenvuelven y de ahí nació esta historia. Así que empecé a dedicarle tiempo y a verla como una historia nueva.
El fragmento del principio pertenece a Tierra de los hombres de Antoine de Saint-Exupery internacionalmente conocido por ser el autor de El principito y aunque ese cuento me gusta Tierra de los hombres es el mejor libro que he leído y por tanto mi favorito, se los recomiendo ampliamente junto con Vuelo de noche también del mismo autor. Por ahí existe un anime titulado Área 88 inspirado en estos escritos.
(^_^)(^_^) Abrazos :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
En la próxima entrega:
Capítulo II Rendición: Después de todo lo que paso, Saori toma una decisión en cuanto al rubio y sus amigos. Hyoga recuerda un momento de la infancia y Seiya y los demás los motivos que los orillaron a actuar de manera tan irracional. Las heridas del corazón son las más difíciles de sanar sobre todo si te las provocan gente a la que amas. En este mundo o hieres o sales herido ¿Cuál escoges?
Y tú ¿Haz sentido el poder del cosmos?
