Nuevos sentimientos.

Este fic participa en el reto temático de Diciembre "Annie&Finnick" del foro Días Oscuros.

Finnick Odair nunca había sido de esos que se enamoran. No era porque le faltaran mujeres, claramente, sino que él nunca había logrado encontrar a alguna chica que le gustara lo suficiente. Es más, ya se había hecho la idea de que moriría completamente solo.

Todo eso fue hasta la cosecha de los septuagésimos Juegos del Hambre. Él recordaba tan bien ese día. Se había levantado algo así como a las tres de la mañana. No podía dormir. No soportaba la idea de que se llevaría, otra vez, a dos niños a morir a la Arena. Y es que desde que él había ganado, nadie más lo había logrado en el Distrito 4.

Caminó hasta la playa. Una vez allí, se sentó en la orilla. Habría pasado una media hora cuando oyó una risa cantarina, seguida de algunos gritos. Dirigió su mirada hacia donde creyó que provenían y se encontró con la imagen de un chico siendo perseguido por una chica.

Él tenía algo en la mano. Ella lo corría y le gritaba, aunque también reía. No fue hasta que los tuvo relativamente cerca que notó lo guapa que era ella. Preciosa. Cabello oscuro, hasta la mitad de la espalda. Ojos verde oscuro y sonrisa permanente. Ninguno de los dos lo habían visto.

—¡Jason, por el amor de Dios! ¡Dámelo! —ella chillaba. ¿Estaba loca? ¿Quería que la descubrieran?— Es mío, imbécil.

—Bésame y te lo daré. —fue completamente extraño para Finnick el estar ligeramente molesto por la petición del chico.

—¡No! —Finnick no pudo evitar sonreír.— Es mío, lo quiero en mis manos. Y lo quiero ahora.

Jason se acercó a ella. La rodeó con un brazo. Finnick se sentía como un puto acosador.

—¿Qué crees que haces, idiota? —replicó ella.

—Un besito, Annie. Nada más. No lo hagas por mí… hazlo en celebración de que sea nuestra última cosecha hoy.

—No entraré y tampoco tú, Jace. No necesitas que te lo diga.

—Entonces bésame por eso.

Annie suspiró.

—¿Un beso y me lo das?

—Prometido.

Ella se acercó más a él y cuando Jason cerró los ojos le robó lo que fuera que tuviera en las manos y se fue corriendo de espaldas. Hacia Finnick. Él sinceramente quería que la tierra lo tragase cuando Annie cayó arriba suyo.

Y ella tomó un adorable color rojo en sus mejillas. Más al reconocerlo.

—Yo… yo… ¡Ay! Por favor, discúlpame. Y-yo no te vi y solo… argh, lo siento. —él no pudo hacer más que sonreírle.

—Está bien. —ella siguió dando unas incomprensibles disculpas mientras lo miraba a los ojos. Seguía arriba de él. A Finnick, por alguna razón, no le molestó en absoluto. Le tomó las manos, en un impulso.— Enserio, no hay problema. Soy Finnick.

—Lo sé. Digo,… soy Annie.

A ambos les revoleteó el estómago. Finnick se sentía como un niño. Los dos, al mismo tiempo, soltaron risitas nerviosas. Se habían olvidado de Jason, que, al observarlos, había decidido marcharse, con una sonrisa en los labios.

Horas después, durante la cosecha, a Finnick le llegó como una patada al estómago el nombre del tributo femenino:

Annie Cresta.

Se prometió sacarla con vida de allí adentro. Más cuando notó el rostro pálido y asustado que traía ésta. La sacaría. Costase lo que costase.