"Soledad, no quiero verte otra vez llegar. Siento en el aire tu sabor a sal. Esto parece una eternidad. Por favor, vete ya." (1)

Soledad Cap. 1 "El recuento después de la tormenta."

Sentado sobre su cama, con la Bloody Rose aún entre sus manos, Zero mantenía el rostro hacia el suelo, como si éste tuviese algo importante para decirle.

Lo creyese o no, Yuuki era una pura sangre y la prometida de Kuran. Ante tal pensamiento, sus manos se apretaron contra la empuñadura del arma con mayor fuerza.

¿Qué era lo que se suponía que debía de hacer?

Si alguna vez llegases a perder el control, te mataré, había prometido la chica. Y ahora que ella era… una de ellos…

Su mano izquierda soltó el arma y, entonces ambas se alzaron para colocarlas a cada lado de su cabeza, en una clara muestra de su desesperación, de su dolor.

Sus labios temblaron y los ojos empezaron a escocerle. No, no lloraría, pensó y sin embargo, un gemido escapó de sus labios.

Su cuerpo resbaló poco a poco de la orilla de la cama, quedando arrodillado en el suelo. Y, sin poder contenerlo más, un sollozo lastimero se escapó de su garganta.

Yuuki, su querida Yuuki, había resultado ser una traidora. Y eso le dolía, le partía el corazón, incluso más allá de lo que él mismo podía comprender.

Entonces, te encontraré para matarte, había dicho tajantemente, poco antes de que la castaña volviera al lado de Kaname.

Pero ¿era realmente así? ¿Contaría con las fuerzas suficientes para hacerlo?

Negó con un movimiento callado de su rostro. No, definitivamente él no podía, no deseaba hacerlo. Y simple y sencillamente eso era porque… la amaba.

Echó su cabeza hacia atrás, recargando la nuca sobre el borde de la cama, la Bloody Rose aún en su mano derecha, sus brazos a los costados y las piernas ligeramente flexionadas.

Sus sentidos de cazador le indicaron que alguien se aproximaba. En cuanto notó que la puerta se abría alzó amenazante el arma anti-vampiros.

-Oe! Andar apuntando a todo el mundo con eso, puede ser peligroso- el hombre de los anteojos colocó los brazos frente a su cuerpo, enseñando las palmas. –Vaya que tienes el mismo carácter de Yagari- murmuró.

-¿Qué quieres, Cross?- preguntó fastidiado, bajando el arma y ladeando el rostro justo al lado contrario de donde se encontraba el director.

-Yuuki no ha tenido la culpa de nada de esto- habló, directo al grano y con un tono de seriedad que pocas veces se le podía escuchar.

Hizo una pausa, pero Kiryuu no parecía muy dispuesto a participar de la conversación.

-Sabes lo que pasó con Rido, ¿no es verdad? Él mató a los padres de Yuuki y su madre quiso que ella tuviera una vida humana normal.- el oji violeta hizo un mohín de sarcasmo.

-Hum, ¿vida humana? ¡Qué disparate! ¿Cómo iba a poder tener una vida humana normal, cuando ella misma no es ni siquiera humana?- espetó, volviendo su rostro para mirarle con enojo.

Cross suspiró, bajando la mirada. Supo que no era la ocasión más oportuna para hablarle. Resignado, dio media vuelta para marcharse, pero antes de cerrar la puerta tras de sí, miró al cazador por encima de su hombro derecho.

-¿Sabes? De entre todos los vampiros, quizá los purasangres sean los que más sufren.- y se marchó.

Las palabras parecieron flotar en el aire.

Kiryuu se levantó del suelo, dejando por primera vez en mucho rato la Bloody Rose, y se dirigió hacia la ventana de su habitación, haciendo a un lado las cortinas.

-¡Zero!- la castaña estaba parada en el patio, vestida con su habitual uniforme y agitando la mano en un saludo.

-¡Yuuki!- sus orbes violetas se dilataron al verla en ese lugar. ¿No la había visto marcharse al lado de Kaname?

Y la imagen femenina desapareció, como toda esperanza de su corazón de volver a estar a su lado.

¿Sabes? De entre todos los vampiros, quizá los purasangres sean los que más sufren.

Una suave sonrisa, amarga, curvó sus labios.

-No son los únicos- susurró, recargando su peso sobre la pared y dejando que sus ojos ahora se perdieran en el patio, con los brazos cruzados frente suyo, como si esperase que en cualquier momento la prefecta fuese a aparecer realmente.

O&o&o&o&

Cross se dejó caer sobre el sillón, dejando escapar un suspiró y cerrando los ojos al mismo tiempo.

-¿Y Zero?- preguntó Yagari, sentado justo al frente del director.

-Sigue igual y no sé por cuánto tiempo más esto seguirá así.

-Por eso te dije que era mejor que fuera yo- el aprendiz de vaquero puso las manos sobre las rodillas, levantándose.

-¡Oye! Eso no será necesario. Zero sabrá reponerse a todo esto, es fuerte y, además conociéndote capaz que le metes un plomazo entre ceja y ceja.

-Si fuera necesario…

-¿Lo vez? El chico está deprimido y necesita de alguien que lo consuele.

-Y claro, tú serás su pañuelo de lágrimas- burló, rodando su único ojo.

-Tú no comprendes el dolor de mi hijo.

-Ni es tu hijo y creo que tampoco entiendes nada de su dolor.

-Sí, quizá tengas razón, pero me doy una idea- sus ojos de pronto se tornaron melancólicos, como si los recuerdos llenaran en esos momentos su mente y sus sentidos.

-Vale, vale, será mejor que vayas a darles una explicación a los alumnos porque no pienso ser tu pañuelo de lágrimas.

Demasiado tarde, los ojos del director se volvieron hacia él temblando y con un puchero en los labios.

-Yagari kun- lloriqueó.

El disparo de una escopeta se escuchó en el edificio.

O&o&o&o&

El simple olor de la casa fue el detonante para que las lágrimas de Yuuki se agolparan en sus ojos, resbalando a través de sus mejillas.

-Bienvenida a casa, Yuuki- Kaname posó una mano sobre el hombro derecho de su hermana.

-Oniisama…- ella se pegó al pecho del mayor, como si se tratase de la misma pequeña niña que solía buscarlo después de una pesadilla.

El purasangre la abrazó tiernamente, depositando un suave beso sobre los cabellos castaños, para luego acariciarlos.

-Lo siento, de repente es como si todos los recuerdos de éste lugar me hubieran golpeado.- Kaname asintió en silencio.

Él sabía perfectamente lo que eso significaba. Vivir con tantas memorias que éstas parecían extenderse por toda una eternidad.

-Kaname Oniisama- murmuró al notar el estado de ánimo del vampiro, mirándolo con sus manos aún apoyadas sobre el pecho de éste.

-El lugar… quizá te guste hacerle algunos cambios- mencionó tranquilamente, haciendo a un lado todo pensamiento.

La castaña sonrió, dando media vuelta y dejándose envolver por los brazos de su hermano.

-Es como si la casa entera estuviera lista desde hace mucho para mi llegada.

-Sí, ambos lo estábamos.- dijo sencillamente, a lo que Yuuki no pudo evitar volver a sonreír.

Pero pronto su ilusión se vio rota. Tenía todo lo que pudiera haber soñado, vivir al lado de su querido Kaname sempai y tener de vuelta los recuerdos de su atesorada familia y sin la oscura amenaza de su tío. Pero…

La mirada dolida de Zero no podía borrarse de su mente y el dolor y amor que al mismo tiempo sintió a través de su sangre parecía gritarle todavía.

Si tan sólo Zero pudiese entender que ella no era una mentirosa, que jamás había querido hacerle daño y mucho menos que sufriera por amarla tanto.

¡Qué ironía! ¿Cómo podía ser posible que el amar a alguien provocara tanto dolor?

-¿En qué piensas?- escuchó que de pronto su hermano le decía.

-¿Ah? No, yo- balbuceó, sin saber qué decir con exactitud.

-Yuuki, sé que estas pensando en algo. No sueles quedarte mucho tiempo callada.

La chica bajó el rostro ligeramente, había olvidado lo bien que él la conocía.

-Es… sobre Zero. No puedo dejar de pensar en todo lo que debe estar pasando en estos momentos.

-No es tu culpa y tampoco es nuestro asunto.- respondió tajante, haciéndose hacia atrás para mirarla directo a los ojos y poniendo las manos sobre los brazos de su hermana, cubiertos por el abrigo de lana.

-¡Pero Oniisama! Él es también como, como mi hermano- mencionó bajando su voz al decir la última palabra y sus ojos miraron hacia la derecha, temiendo que con ello su verdadero hermano se ofendiera.

-Está bien, te entiendo- contestó con infinita paciencia. –Pero de todas formas no podemos hacer nada al respecto, con sus pensamientos y con… sus sentimientos- el tono de desagrado se acentuó al hacer mención de ello, o al menos eso fue lo que le pareció a la castaña.

La chica se soltó del agarre suavemente y caminó hasta una mesita que estaba en un rincón de la habitación. Sus dedos acariciaron el borde, como si la superficie fuese capaz de transmitirle sensorialmente algún recuerdo.

-¿No dijiste una vez que era obligación nuestra cuidar de los humanos convertidos?- preguntó tímidamente, renuente a llamar a Zero por el término Nivel E, se le hacía tan vulgar y molesto.

Los ojos de Kaname se entrecerraron ligeramente. Yuuki sabía que él haría todo lo que ella le pidiera, pero de ninguna manera podía estar pensando en pedirle que se hicieran cargo de Kiryuu, ¿o sí?

-¿A qué quieres llegar?

-Zero necesita saber y entender lo que realmente está pasando.- hizo una pausa, reflexionando en lo hipócrita que sonaba aquello, pues ella misma no acababa de entender toda la amalgama de su propia vida.

-¿Y eso qué tiene que ver con nosotros?- cuestionó, notando el breve lapso de confusión en su prometida.

-No podemos negar que ha sido por culpa de los purasangres que él ha sufrido.

-Es el destino que sus propios padres le labraron. Además, eso le pudo haber pasado a cualquiera.

-Tal vez- replicó, sintiéndose un poco más segura a cada frase dicha. –Pero ha resultado ser Zero y también que ambos le hemos dado de nuestra sangre. Lo hemos alimentado, evitando con ello que…

Kaname apartó los ojos de Yuuki, no podía seguirla mirando o de lo contrario acabaría convenciéndolo.

-Kaname, por favor- el chico cerró por un instante sus ojos.

Yuuki acababa de llamarle meramente por su nombre, haciendo a un lado el término de respeto, dando a entender con ello que lo que estaba a punto de pedirle no lo hacía como hermana, sino como su futura esposa.

-Tráelo, a Zero, con nosotros. Me horroriza pensar en que él acabe perdiendo el control.- el castaño negó en silencio con un movimiento de su rostro.

-No sabes lo que pides- murmuró, algo dolido de que la chica insistiera en pensar en el cazador a pesar de estar a su lado.

-¿Por qué? ¿Es injusto lo que estoy pidiendo?

-Sí, lo es- alzó la vista. –Injusto para todos. ¿Crees que él querrá venir? ¿Vivir entre vampiros y depender de ellos cuando resulta que somos lo que más odia?- respondió, haciendo a un lado sus propio orgullo herido.

-Por eso es necesario que Zero entienda, que escuché nuestras razones.

-¿Y quién se las dirá? ¿Tú? ¿No lo habías intentado ya? ¿Qué fue lo que te respondió?- a pesar de la naturaleza de sus preguntas, el tono de su voz era tranquilo.

Yuuki se mordió un labio.

Cuando te vuelva a ver, te mataré.

Y guardó silencio. Apretó los puños con fuerza.

-Quizá sea cierto que soy injusta y también egoísta, pero no puedo dejar que las cosas sigan de ésta manera. Zero… Zero significa mucho para mí y no puedo abandonarle así simplemente a su suerte.

El corazón de Kaname dolió. ¿Qué Zero significaba mucho? Yuuki no había especificado en qué sentido, pero aún así había herido al purasangre. Él deseaba que el corazón y los pensamientos de la chica le pertenecieran totalmente.

Sin decir nada más y dando por concluida la conversación, dio media vuelta y se dirigió a la salida.

-¿Kaname?

-Tengo que cerciorarme de que todo lo demás esté listo.- algo en el tono de su voz le transmitió cierta frialdad.

Yuuki se quedó de pie, entristecida y volviendo su vista de vuelta a la mesita.

-Zero…- una lágrima rodó por su mejilla.

O&o&o&o&

El tiempo parecía pasar lentamente, como si de alguna manera se burlara de la tristeza de Zero.

Había pasado todo el día entre caminando por todo el cuarto y volviendo junto a la ventana, entre sentarse en un rincón y al lado de la cama; y nada parecía tranquilizarle. Simplemente el dolor en su corazón parecía ir creciendo más a cada momento, sin poder evitar preguntarse el por qué de su existencia.

Te he mantenido con vida a fin de que la protejas, había dicho en una ocasión Kaname.

Protegerla había sido su propósito mucho antes de que se lo dijera, protegerla de él, claro estaba. Pero a pesar de ello, Yuuki había partido al lado del purasangre. ¿No eran prometidos?

Sonrió amargamente.

-Prometidos…- murmuró, sentado en esta ocasión en el ángulo que se formaba entre la ventana y la pared contigua. Los rayos de la luna iluminaban su rostro a través de las cortinas semitransparentes; los dedos de su mano izquierda rozándole los labios, mientras que el codo lo mantenía recargado sobre una de las rodillas flexionadas.

Y entonces, eso significaba que él no representaba nada para la castaña.

Te he mantenido con vida a fin de que la protejas, esa es la razón por la que me fijé en tu existencia…

Todo había sido un maldito juego para asegurarse la partida, como si de un juego de ajedrez se tratase. Mantenerlo con vida hasta el grado de darle de su propia sangre, de sacrificar su familia, a su único hermano, de haber matado a esa mujer.

¿Que los sangre pura eran los que más sufrían? ¡Al diablo con eso! Ellos se aprovechaban de los demás para obtener todo lo que deseaban, vidas incluso.

¿Qué propósito tenía ahora su vida?

-Vete, no quiero hablar con nadie- mencionó de pronto, sin moverse ni un ápice de su lugar.

Sin embargo, la puerta se abrió de un sólo golpe.

-¿Hasta cuando piensas estar sumido en esa condición?- habló fuertemente Yagari.

-Si tanto te hastía, qué haces aquí- alzó los hombros, sin perder su pose y sin mirarlo.

De tres pasos, el maestro de Kiryuu llegó hasta él, tomándolo por el cuello de la camisa y zarandeándolo un poco.

-Escúchame, crío. Allá fuera existen miles de personas que sufren igual o peor que tú, así que no te quieras hacer el mártir porque no te queda.

Los ojos de Zero se entrecerraron por las declaraciones, mirando por primera vez a la cara a su sensei.

Yagari le soltó, separándose de él y dándole la espalda.

-Supongo que Kaien te ha hablado de lo mucho que sufren los sangre pura. Pero sabes lo que pienso respecto a eso. No hay ni inocentes ni culpables en éste asunto. Las cosas sucedieron de la siguiente manera: El matrimonio Kuran decidió que sus dos hijos fueran comprometidos desde niños, pero entonces, Rido apareció y atacó la casa.

»Mientras su padre y Kaname peleaban contra él, su madre decidió poner a salvo a Yuuki, deseando que tuviese una oportunidad de vivir tranquilamente. Así que sacrificó su propia vida con tal de desaparecer los recuerdos de su mente.

Tras la muerte de ambos, Kaname llevó a la niña con Kaien, quien prometió cuidarla hasta llegado el momento en que él la reclamaría. Todo había sido con el fin de protegerla de Rido y los que verían en Yuuki una presa fácil. Y en el proceso, Kaname nos utilizó a todos para su propósito. «

Yagari dio media vuelta, notando los labios ligeramente abiertos del oji violeta. Parecía algo confundido.

-No has sido el único utilizado en los planes de los Kuran. Y sin embargo, Kaien se siente tontamente satisfecho. Él tendrá sus razones, no te estoy pidiendo que comportas su forma de pensar, sólo que dejes de compadecerte de ti mismo. Hay cosas mucho más importantes que hacer.

Touga finalmente salió, dejando a un consternado Zero.

¿Así que Cross también lo sabía? ¿Lo que Kaname se proponía hacer?

Bajó el rostro.

Al parecer el único tonto había sido él. El único que había querido interferir en la relación ya existente entre Yuuki y Kaname… y el único, a final de cuentas, que se había convertido en un traidor al querer faltar a la promesa, a su propósito, para con la castaña.

Deja de compadecerte de ti mismo

Apretó los puños con fuerza.

Hay cosas mucho más importantes que hacer

¿Qué clase de cosas? Bueno, pensó, eso sólo sería posible saber si se levantaba de ese lugar.

Y lo hizo, a pesar de que el dolor todavía permanecía en él. Las palabras de Yagari Sensei habían surtido efecto.

O&o&o&o&

Yuuki acababa de acomodar las cosas en el armario que ocupaba toda la pared del lado izquierdo de la cama. Lo mismo había hecho con las cosas de su hermano en la habitación contigua, unidas entre sí por el cuarto de baño.

Suspiró, cansina, llevándose un brazo a la frente a fin de limpiar las pequeñas gotas de sudor que el trabajo le había producido. Satisfecha por el resultado de su labor, se sentó sobre la cama, para luego dejarse caer de espaldas al colchón, con la vista fija en el techo y con el brazo sobre la frente. Una de sus piernas colgaba laxa.

El lugar aún parecía guardar la esencia de sus padres o al menos eso le parecía. Quizá sólo se trataba de su imaginación o del profundo amor que les profesaba. A pesar de ello, existía en ella un sentimiento de desorientación, de no encajar completamente, pues la mayor parte de su vida la había pasado al lado de su padre adoptivo, en un lugar completamente diferente.

Y también estaba el hecho de que ahora parecía caerle completamente el peso de ser la futura esposa de… su propio hermano.

Se recostó de lado, encogiéndose levemente, reflexionando sobre el asunto.

De niña le había emocionado en sumo grado el saberlo. Sí, recordaba la noche en que Kaname se lo informó, los dos recostados uno al lado del otro, compartiendo la misma cama.

Se sonrojó por el recuerdo.

Eso había sido de niños, pero ahora se sentía incapaz siquiera de compartir la misma habitación. Lo que había sido tan natural cuando niña, ahora le resultaba un poco extraño, por no decir embarazoso.

Sin embargo, con Zero las cosas resultaban ser de distinta manera.

Recordó la noche en que Cross le trajo a casa, encargándoselo mientras iba arreglar las cosas con la policía o algo así había mencionado.

Lo llevó hasta el cuarto de lavado, le quitó cuidadosamente la ropa ensangrentada y le instó a bañarse. Y en otras ocasiones, ya de grandes, tuvo la oportunidad de verlo únicamente con su pantalón de pijama y, él, a su vez, de verla con sus camisones de dormir.

Todo ello vivido en una época en la que quizá se empezaba a perder toda inocencia.

¿Por qué, entonces, con el que realmente era su hermano se sentía así?

Porque él no te verá solamente como su hermana, dijo una vocecilla en su mente.

Pero Zero también la amaba, ¿o no?

¿En qué radicaba la diferencia?

Miedo… aún le temes a los vampiros a pesar de lo que eres.

Se levantó de golpe, como si un resorte la hubiese impelido, con las palmas de las manos recargadas en el mullido colchón y con el rostro oculto en medio de los desparramados cabellos.

Su mirada se alzó al escuchar el ruido de la puerta del cuarto de baño abrirse y cerrarse, quedándose quieta en su propio lugar. Luego, el ruido característico del agua caer a través de la regadera.

Kaname estaba bañándose.

Sin poder evitarlo, un remarcado sonrojo se acentuó en sus mejillas, sintiendo que su corazón comenzaba a latir con fuerza. Sus dedos apretaron la colcha blanca que cubría la cama, y se levantó, para salir deprisa de la habitación.

O&o&o&o

Kaname cerró los ojos, mientras sus elegantes dedos masajeaban el cuero cabelludo con shampoo.

Tras la conversación con Yuuki en el vestíbulo de la casa, había salido del lugar con el pretexto de asegurarse de que todo estaba en perfectas condiciones. Sin embargo, él sabía que simplemente fue por evadir los deseos de la chica y porque el asunto le parecía desagradable.

El propósito que Zero cumplía había llegado a su fin y no existían más razones por las cuales conservarlo al lado de ellos. Lo que pasara con él o incluso con lo que hiciera, no era asunto suyo.

Zero realizó su papel de guardián para su hermana porque para Kaname era imposible intervenir directamente a fin de conservar en secreto su existencia, al menos hasta que pudiera deshacerse de la amenaza que Rido significaba para ella.

Pero resuelto ya ese asunto, Kaname podía proteger a su compañera por sí mismo.

Sin embargo, las cosas no habían salido tal como lo esperaba. Yuuki se encontraba… distante, melancólica, por no decir que deprimida.

¿Era Kiryuu el causante de ello?

Bajó los brazos, dejándolos a los costados de su cuerpo y permitiendo que el agua tibia resbalara por él.

El momento que suponía que se terminara su soledad no parecía llegar.

¿Qué era lo que hacía falta para que Yuuki le aceptara completamente?

Es necesario que Zero entienda, que escuché nuestras razones

Su mano izquierda cerró las llaves del agua, recargando la gemela sobre la pared, ahora sólo las gotas de su cabello húmedo eran las que goteaban.

Recordó las muchas veces en las que su hermana sonreía durante su estancia en la Academia Cross, siempre al lado de Zero o de aquella amiga suya.

Tráelo, a Zero, con nosotros…

¿Esa era la única solución? ¿Complacerla en eso haría que ella confiara completamente en él? ¿Qué dejara de ser tan distante?

Suspiró, saliendo de la regadera y tomando una toalla color crema para secarse. Se vistió con un pantalón color negro y una camisa de cuello alto del mismo color.

¿Qué pasaría si accediera a traerlo? ¿Y si Zero se negaba?

¿No dijiste una vez que era obligación nuestra cuidar de los humanos convertidos?... Ambos le hemos dado de nuestra sangre.

Aspiró profundamente.

No había remedio ni alternativa alguna. En el fondo sabía que él siempre accedería a toda petición de Yuuki y lo mismo iba para Zero. Pero en todo caso que él llegara a negarse a ir con ellos o que incluso el Concilio de Vampiros o cazadores intervinieran, existía su derecho como purasangre sobre él al ser un Nivel E.

Las palabras de un purasangre son como órdenes para los vampiros de clase baja… había dicho correctamente Shizuka.

Bien, si era necesario llegar hasta ese grado, lo haría. Todo lo que fuera necesario con tal de complacer a su compañera.

Terminó de vestirse y salió de la habitación en busca de Aidou.

O&o&o&o

Kaien se sorprendió de ver a Zero fuera de su dormitorio, pero de inmediato se sonrió contento.

-Me alegra tanto que ya estés afuera- saludó el de los lentes, con un llamativo parche entre ceja y ceja.

El peli platinado miró curioso el vendaje que llevaba el director, pero no dijo nada.

-Tenemos mucho trabajo por realizar. La escuela está hecha un caos, así que- se agachó por debajo de su escritorio para luego salir con un par de palas, una en cada mano. -¡Ha trabajar!

Le lanzó una al antiguo prefecto, quien la cazó en vilo y ladeó los ojos. Mejor que no hubiera salido de su habitación…

Sin embargo, y en contra de toda suposición por parte del chico, el trabajo le hizo bastante bien. Logrando concentrarse en las reparaciones de la academia – después de todo si se llegaba a distraer encima de un andamio, seguro y caía y se mataba… bueno, a lo mejor y no por su condición de Nivel E, pero más valía cuidarse –.

Y en más de una ocasión, vigilando que su Sensei no terminara baleando a Cross a causa de cualquier comentario dicho inocentemente – si es que se le podían llamar de esa manera a cosas como: '¿Nunca has pensado en trabajar como gigoló? Con ese cuerpo seguro y tendrías muchas clientas…' –

Y así, la escuela y un poco de sus propias vidas comenzaban a tomar forma de nuevo. Aunque claro, las cosas no eran para nada fáciles y los recuerdos y melancolías iban y venían a cada rato.

Zero sabía que para Cross las cosas eran igual. Después de todo, él había criado a Yuuki durante bastante tiempo. Y en cierta forma, verlo tan tranquilo le intrigaba.

- Eso es porque sé que ella está bien, que Kaname kun no permitirá que nada malo le pase.- dijo de pronto el rubio, con los ojos cerrados y tomando un poco de té en medio del descanso que acababan de darse.

-¿Ah?- preguntó sorprendido el peli gris.

-Sobre el cómo puedo estar tan tranquilo. Eso era lo que te preguntabas, ¿no es así?

-Ah… Mm…- afirmó con un monosílabo.

Cross abrió los ojos, enfocándolos hacia los otros trabajadores que se afanaban en reparar el edificio de enfrente.

- La vida no siempre es justa con lo que deseamos y tenemos que aprender a vivir con las pérdidas día a día, Zero. En su momento puede parecer tan agobiante que parece que vamos a morir, pero el tiempo…

-Cura todo, ¿no?- interrumpió, también mirando a los trabajadores.

Kaien negó en silencio.

-No, eso es mentira. El tiempo sólo cicatriza las heridas, pero no las borra. Es tal y como una herida física muy grande- el rubio le miró con cariño y comprensión.

Instintivamente, Zero se llevó una mano a su cuello, justo por encima del tatuaje que llevaba en él. Parecía comprender lo que el director quería transmitirle. Aunque cicatrizadas, las heridas seguirían ahí; sin dolor, pero finalmente ahí.

-Decir que el tiempo lo cura todo, es como decir que también lo borra todo. Pero eso es imposible, porque las experiencias que vivimos no pueden desaparecer.

Sólo se atenúan…

-Y entonces, ¿qué es lo que se hace? ¿Resignarse?- preguntó, con un aire de molestia y dolor.

-Yo prefiero llamarlo positivismo. Si miramos las cosas positivas que han resultado de nuestras pérdidas, entonces podremos seguir viviendo.

De pronto, las palabras de Cross adquirieron un significado diferente. El director sabía de lo que hablaba, quizá por alguna experiencia parecida. Conociéndolo como era, no le resultaría extraño que se hubiera enamorado de alguien como Yuuki.

Iba a mencionarle algo más, cuando notó que Yagari se acercaba.

-Kaien, necesito que vengas a ver algo- dijo con tono que demostraba que el asunto era muy importante. Su mirada fiera y molesta a la vez.

En silencio, notó que ambos se marchaban, esto permitió que reflexionara en las palabras de Cross.

O&o&o&o&

Los nuevos horarios para las comidas le resultaban un tanto incómodos y difíciles de acostumbrarse a ellos.

Yuuki suspiró resignada. Su estómago no tenía hambre a esas horas, pues en medio de su hora de dormir, se había levantado a comer algo. El apetito resultó ser tanto que no pudo resistirlo.

Miró de reojo a su hermano, quien parecía comer tranquilamente y a gusto. Entonces, tornó la vista hacia Aidou, quien parecía estar bastante soñoliento como para comer.

-Aidou sempai… ah, Aidou- corrigió, recordando que ninguno de los dos estaban en la academia ya. – ¿Por qué tienes tanto sueño? ¿Te has desvelado?

-Ah… éste, verá, Yuuki Sama, lo que pasa es que…- el rubio miró suplicante a Kaname, en busca de alguna señal que le indicara que podía hablar.

-Aidou ha ido a dejar una carta al buzón ésta mañana.

-¿Ah? ¿Una carta? ¿Y para quién?- la voz del moreno hizo que toda la atención de Yuuki se centrara en él, cosa que agradeció el noble rubio.

Después de todo no sabía si el decir el objetivo de su misión le era permitido. Suspiró de puro alivio.

Por otro lado, Yuuki se sintió gustosa de escuchar la voz de su hermano, hacia unos días que el purasangre parecía no dirigirle mucha atención. O quizás era su imaginación, ya que al parecer, éste había tenido muchas cosas por hacer en lo relacionado a su ingreso a la luz pública.

-He decidido…- hizo una pausa, aparentemente para tomar un sorbo de su café y después limpiar sus labios con ayuda de una servilleta, para después dejarla con parsimonia sobre la mesa.

Los ojos expectantes de su hermana siguieron todos sus movimientos, para luego mirarlo a los ojos.

-Hacerme cargo de nuestra responsabilidad en cuanto a Kiryuu- los ojos chocolate se abrieron de par en par, emocionados.

De improviso, Yuuki se levantó, tirando la silla en donde se encontraba, justo al frente y del otro lado de la mesa del comedor. Corrió hacia él para abrazarlo.

-¡Kaname Oniisama, gracias!- sus brazos alrededor del cuello del más alto.

Los sentimientos de Kuran eran contradictorios. Por un lado se sentía gustoso de sentir el afecto de su prometida, pero por otro, le dolía que éste se hubiera hecho presente a causa de Zero.

Se levantó, haciendo a un lado con el movimiento los brazos cariñosos que parecían adorarle en esos momentos.

-Así que por eso he mandado una petición a Cross para que me reciba mañana por la mañana.

-¿De verdad? ¡Quiero ir contigo!

-No, tú te quedarás aquí. Aidou se quedará contigo.

-Pero ¿por qué? Quiero ser yo misma quien hablé con Zero y…

-Podrás hablar todo lo que quieras con él una vez esté aquí.- puntualizó, dejando notar la molestia que todo ello le provocaba.

El noble rubio, acostumbrado a no desobedecer las órdenes de Kaname y sintiendo el peligro venir, se levantó de su lugar, acercándose a ellos y poniendo sus manos sobre los hombros de Yuuki.

-¿Por qué no vamos a preparar todo para… para?- balbuceó, para luego bajar el tono de si voz. –Yuuki Sama, por favor.

La castaña reparó en el ligero tirón por parte del rubio, quien parecía nervioso e impaciente por marcharse.

-Está bien- aceptó finalmente. –Los estaré esperando aquí.

La castaña estaba a punto de marcharse cuando su hermano la detuvo.

-Yuuki- alzó brevemente el brazo, pero éste se quedó en el aire, sin atreverse a tocarla.

La chica se quedó esperando a que el purasangre continuara hablando, pero eso no sucedió. Ella bajó el rostro con una media sonrisa en sus labios que demostraba un poco de su tristeza. A pesar de todo, ellos dos seguían sin poderse comunicar como debía ser.

Kaname se quedó a solas en el comedor, notando que su hermana no había probado bocado alguno. Se maldijo mentalmente. Una vez más había dejado que Kiryuu se interpusiera entre ambos. No pudo evitar cuestionarse por millonésima vez si el traerlo sería una buena idea.

Sí, todo era por la felicidad de su querida Yuuki. Si era por eso, todo valía la pena.

O&o&o&o&

Yuuki se quedó de pie junto a la puerta del comedor con aire pensativo y melancólico.

-¿Yuuki Sama?- llamó el rubio al notar que no le seguía.

-Aidou, dime una cosa. ¿Qué fue ese sentimiento que hace un momento mi hermano nos transmitió?

El rubio le miró con aire contrito.

-No fue nada, en verdad.

-Entonces, ¿por qué te has puesto tan nervioso y con ganas de salir de ahí?

-Bueno, es que es diferente… nosotros estamos acostumbrados a que debemos seguir las ordenes de Kaname Sama sin ningún 'pero'. Así que supongo que fue un mero reflejo de mi parte- explicó con una gotita de sudor en la sien.

Yuuki bajó la mirada, pensativa.

Eso no era otra cosa más que miedo, ¿o no?

Quiso preguntar otra cosa más, pero escuchó ruido del comedor y supo que el moreno iba a salir muy pronto del lugar.

-Entonces vayamos a preparar todo para la llegada de Zero- indicó.

'¿Y qué pasa si él no quiere venir?', pensó.

Pero al momento, agitó la cabeza, como si con ello fuera capaz de alejar todos esos pensamientos de su mente.

No, Kaname había dicho que lo traería y todo lo que él prometía lo cumplía, así que sólo le quedaba confiar en sus palabras y asirse de ellas.

O&o&o&o&

Kaien miró a su antiguo compañero.

-Vamos Yagari, quita esa cara de enojo.

¿Y qué cara quieres que ponga? ¿Una igual a la tuya?- chasqueó la lengua, molesto por la actitud tan campante del director.

-¿Por qué te molesta tanto el que Kaname kun venga a la Academia Cross? Después de todo este lugar es como su segundo hogar.

-No te quieras hacer el tonto. Sabes perfectamente, igual que yo, que su venida no es simplemente una visita de cortesía.

El rubio miró a través de la ventana, colocando sus manos por debajo de sus codos.

-Puede que tengas razón.

'Claro que la tengo', pensó fastidiado el cazador.

-Y de ser así, no hay nada que podamos hacer.

-Claro que la hay y también lo sabes.- Cross negó con su cabeza. – ¿¡Cómo de que no?!

Touga se levantó, golpeando el escritorio con ambas manos.

-No es la clase de futuro que deseo para Zero.

-Pero sus padres sí, ¿vas a ir en contra del deseo de ellos?

-Dejarlo como cazador le traerá más dolor, ¿no te das cuenta? Y al final terminará destruyéndose así mismo. ¿Eso es lo que tú quieres que pase?

-Pero dejar que Kuran ejerza su derecho como purasangre sobre él también le traerá problemas al chico. ¿O te crees que de la noche a la mañana va a olvidar todo lo que esa raza maldita le ha traído?

-¿Y por qué no dejamos que él mismo sea quien lo decida?

Ambos se volvieron hacia la entrada, lugar de donde provenía la voz que acababan de escuchar. Ahí se encontraba de pie Kuran Kaname.

Yagari chasqueó de nuevo la lengua. Malditos purasangre, podían ser tan silenciosos que cazarlos resultaba ser un gran desafío.

-¡Kuran kun!- el director corrió literalmente hacia el moreno con los brazos abiertos. – ¿Y Yuuki? ¿Cómo ha estado ella? ¿Ha venido contigo?

El vampiro se sonrió, Cross siempre tan al tanto de su hija adoptiva. Por algo, él había sido la persona indicada para cuidar de la pequeña.

-Yuuki está bien, le manda sus saludos. Pero por el momento no ha venido conmigo. Creí que sería lo mejor.

-Mh, puede que tengas razón- afirmó, llevándose una mano a la barbilla. –No queremos que Zero se altere demasiado.

El director miró las reacciones del purasangre al mencionar intencionalmente al prefecto.

En tanto, el moreno se sonrió de nueva cuenta. Cierto era que no había hecho mención del asunto por el que venía a verle, pero por sus palabras se daba cuenta de que el director intuía a la perfección la naturaleza de su visita.

Bien, siendo así, no existía necesidad de seguir con rodeos. Sin embargo, se detuvo de hablar. Quizás era mejor esperar a que el motivo de su visita terminara por entrar a la oficina.

-Director, las reparaciones del edificio se… Kaname- sus labios se abrieron de sorpresa al reconocerle, de pie en medio de los dos hombres.

-Ya que estamos todos reunidos, entonces les diré el motivo de mi visita.- sus ojos se clavaron plenamente en los del prefecto. –He venido aquí a fin de reclamar mi derecho como purasangre sobre la vida de Zero Kiryuu, un Nivel E…

Aquello impresionó aún más al oji violeta. ¿Había escuchado bien?...

CONTINUARÁ….

(1)De la canción Soledad de Cristian Castro.

Notas de la autora:

Yo y mi manía de ponerles el nombre a los fics basados en canciones, ¿no?

¿Y bien? ¿Qué les pareció el inicio? Como se habrán dado cuenta, Yuuki no está tan 'oscura' comparada con la Yuuki del manga, aquí he decidido alternarla un poco con la que solía ser en la Academia Cross y más precisamente con la del anime.

En cuanto Zero, bueno, él siempre será el 'muchacho de los ojos tristes' (existe una canción que así se llama n.n).

¿Qué les esperará a Kaname y a Zero tras esta decisión? ¿Quién de los tres es el que sentirá la verdadera soledad? Esto y más en los próximos capítulos.

Dejen un review, por favor.

Matta au!