Disclaimer:Los personajes de Hawaii Five-0 no me pertenecen.
Capítulo Único: De Oficina.
Steve evita alzar mucho la mirada de aquel punto fijo sobre el escritorio del Gobernador, más específicamente en esa pequeña rosa de plástico que adorna junto a un cuadro del cual no puede ver la fotografía. El ventilador en el techo juega con ese insensante tick tick que le pone los nervios de punta y el juego de luces en el techo le recuerda a Castle.
El Gobernador está sentado sobre el escritorio frente a él mientras habla sobre su último caso, medio felicitándole por haber sido capaz de salvar el día sin civiles heridos de por medio y medio regañandole por su disciplina a la hora de resolver el altercado. Es bueno, de todos modos. Ha hecho el trabajo junto a su equipo como debería y Hawaii puede dormir un día más con tranquilidad gracias a Five-0.
¿El problema?
Steve no puede evitar distraerse, la curva atractiva de la persona delante de él lo envía a un mundo de ensueño. La suave camisa blanca amoldandose como una segunda piel a su cuerpo, su perfume embobando sus sentidos. Y, Dios, Steve sabe que está mal. Porque su Ohana le espera fuera de la oficina para ir a cenar y luego beber cerveza en su casa, después de todo le había prometido a Danny un trago.
Pero no puede evitarlo. Sus ojos, de alguna u otra manera, recorren el cuerpo ajeno con deleite, cada trozo de piel que se asoma como si estuviera tentandolo.
- ¿McGarrett?
Steve alza la mirada, dándose una patada mentalmente por pervertido. Casi puede oír a Lou burlarse de él.
- Lo siento, largo día...
Miente, no importa.
- Está bien, puedes irte -dice asintiendo, poniéndose de pie para caminar hacia la puerta- Creo que tienes el día libre, te lo mereces.
- Si, gracias, Gobern...
- En cierta parte.
Steve parpadea sintiéndose burlado.
- ¿Cómo que en cierta parte? -pregunta indignado, molesto por su trato injusto- Hice todo el trabajo.
- No es eso lo que dijo hoy del Señor Grover.
El marine abre la boca, la cierra y vuelve abrirla.
- ¿Y ahora confías más en la palabra de Lou que mía, Danno? -pregunta Steve molesto, casi haciendo un berrinche.
- Ya te lo dije, Steve, no me digas Danno cuando estoy trabajando -responde a cambio Danny, moviendo su mano como si estuviera espantando moscas- Ahora, vete. Estoy trabajando y me estorbas.
- Si, aja... -se burla Steve, no creyendole. En cambio, acorta la distancia entre ellos para tomar al otro hombre más bajo desde la estrecha cintura- ¿Te veré ésta noche?
Danny gruñe pero no se aleja.
- Animal... -murmura asintiendo- Si.
Steve sonríe, feliz por haberse salido con la suya, se inclina sobre su pareja para robarle un beso.
- Lo veo después, Señor Gobernador.
Danny sonríe para él.
- Largo, McGarrett.
Steve lo libera para marcharse.
No duda en que luego Danny le echará la bronca por coquetearle en su oficina.
