Digimon no me pertenece.

*Esta historia se lleva a cabo exactamente un año después del epílogo de El poder del amor y la amistad.

*Este fic va dedicado a todos lo que leyeron mi fic de El poder del amor y la amistad.

Mi familia se separa.

Capítulo 1: Una promesa rota.

La casa de la familia Ishida-Takenouchi estaba ocupada por ocho integrantes, El papá, la mamá, la hija mayor, el hijo menor, y los digimons de cada quien. Ellos se encontraban cenando.

Ese día sábado, había sido muy divertido, pero había una pequeña de ocho años que no probaba bocado a pesar de lo hambrienta que estaba; al parecer, su madre fue la única que lo notó:

-¿Te pasa algo, Aiko?

-¿He..?, no nada… es solo que… estoy preocupada por una amiga, y no sé cómo ayudarla.

-¿Y qué le pasa a tu amiga? –preguntó, conociendo el típico truco de culpar a una amiga cuando en realidad eras tú la del problema.

-Es que… me contó que sus padres no se aman; y que se van a divorciar. –contestó tristemente.

Los siete presentes prestaron atención, en especial el padre de familia, pues sabía lo que significaba una separación.

Sora, sabiendo que su hija no era la del problema, intentó darle ánimos y explicar un poco la situación. –Pues, no siempre la falta de amor no es la causa del divorcio, hija.

-Pero a veces es mejor una separación es mejor que estar viendo discutir todo el tiempo. Los cambios, por más difíciles que sean, siempre son para mejorar, hija. –le contestó su padre, el portador de la amistad, que ya sabía lo que se siente ver a sus padres pelear, más a una edad temprana; por lo que se imaginaba a esa amiga.

-¿Tú crees? –Le preguntó su hija muy curiosa por la respuesta que su progenitor daba.

-Sí, así que solo dile que ella cuenta con tigo, y también que sería bueno que deje de preocuparse. –le dijo con una sonrisa.

-Gracias, eso haré. –contestó segura.

Todos los presentes siguieron disfrutando de la cena que la señora de la casa se había tomado la molestia de elaborar, pero la siguiente pregunta del hijo menor, los sacaría de esa tranquilidad.

-Papás, ¿ustedes se aman? –preguntó con inocencia.

Todos quedaron sorprendidos, en especial los portadores del amor la amistad.

-Pero que preguntas haces Yuujou. –reprendió su hermana con un poco de de enfado, pero en el fondo sentía la misma curiosidad que él.

-Déjalo, solo es curiosidad por lo que comentaste hace rato. –Le dijo amorosamente su madre.

-Pero se aman, ¿verdad? –preguntó dudosa la niña rubia en esta ocasión.

-¿Ustedes qué creen? –cuestionó el hombre de la casa con un tono divertido, pero como los niños aún eran muy chicos y no diferenciaban entre la broma y la realidad, malentendieron la situación.

-¿no se aman? –preguntó con demasiada preocupación en sus ojos. A diferencia de su hermana, él lo demostró con pequeñas lágrimas inundando esos bellos ojos rubí, unos del mismo color que los de su madre.

Ambos padres, al ver la reacción de su hijo menor, sintieron demasiada ternura, y decidieron aclarar las cosas antes que crecieran esos "malentendidos".

-Pero claro que sí. –les dijo su mamá mientras miraba a sus dos hijos y tomaba la mano de su esposo, quien se encontraba a su lado; los digimons, quienes se encontraban al margen de la platica de sus compañeros, decidieron intervenir.

-Yu, tu padres se aman mucho, desde que estaban muy, muy jóvenes, ¿a acaso no te acuerdas de la historia que ellos te cuentan, la de cuando tu papá renunció al amor de tu madre para salvarla? –preguntó dulcemente Gabumon.

El niño pelirrojo paró de soltar esas inocentes lágrimas que sus ojitos dejaban caer; para hacer memoria y recordar la historia que amaba escuchar.

Yuujou, solo pudo asentir con su cabeza mientras se tallaba su ojo con la manga de su suéter.

-¿Lo ves? –le dijo la compañera de su madre.

-Entonces sí se aman, ¿verdad? –preguntó ahora su hija, que aunque sabía la verdad, quería escucharlo de sus padres.

-Por supuesto. –contestaron al unísono con una sonrisa llena de ternura tomados de las manos.

-¿Qué tanto? –preguntó de nuevo el niño con la inocencia característica de los niños.

-Mucho. –Aclaró el portador de la amistad.

-¿Cómo hasta donde? –insistía.

-Pues… como de aquí hasta la Luna, de ida y de regreso un millón de veces. –respondió con mucha seguridad, pues él, que había ido a ese lugar, sabía que lejos estaba, y también conocía la inocencia de sus hijos.

-¿Tanto? –volvió a cuestionar con sus ojos demasiado abiertos.

-Sí. –contestó su mamá con una sonrisa juguetona.

Tras esa declaración, los dos hijos de ese matrimonio se quedaron tranquilos, pero… el más pequeño aún tenía una pregunta, la cual había querido hacer desde que comenzó a llorar.

-¿Entonces no se van a divorciar, verdad?

Los dos adultos se sorprendieron por la pregunta de su hijo.

-No, hijo, ¿cómo puedes creer algo así? Déjame decirte que el día que nos casamos, yo le prometí a tu mamá que nunca, nunca me iba separar de ella ni de ustedes, y es una promesa que tengo que cumplir, además… yo amo a tu madre, demasiado, muchísimo, como para alejarme de ella, y de ustedes dos también. Y les prometo que nunca me voy a alejar del lado de ustedes tres. –aclaró.

Yu, razonando un poco lo que su padre le dijo:

-O sea, que Ai, y yo nacimos del amor que ustedes dos se tienen, ¿no es así? –preguntó por última vez.

-Yu… -le habló su hermana mayor con mucha dulzura. Era obvio que ambos niños eran hijos de los portadores del amor y la amistad, porque, a pesar de contar con 8 y 5 años, ambos eran demasiado maduros y veían el mundo tal y como era; de la misma forma que sus amados padres. Y hablando de ellos, ambos quedaron completamente enternecidos con la inocencia, madurez, amor, e inteligencia del pequeño Ishida.

-Escucha hijo, nadie lo pudo decir mejor que tú. –contestó su papá.

Tras esa breve platica, la duda que tenía quedó totalmente borrada. Era obvio que el amor de ellos era muy fuerte, tan fuerte que logró permanecer intacto al abrirse la puerta al digimundo, tan fuerte que logró permanecer fuerte ante muchas pruebas que les puso la vida y tan fuerte que ahora los mantenía unidos por dos bellos hijos.

'tengo a los mejores padres del mundo'

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-Hola, tío Matt. –saludo un pequeño Tsunomon que se encontraba en la sala de la casa.

-Hola chicos. –correspondió.

-¡Papá! –su hijo varón corrió a darle la bienvenida a la casa, pues él regresaba de trabajar algo temprano.

-Hola hijos. –saludándolos a él y a su hija. -¿Qué han hecho?

-Mira, hemos estado usando el juguete que me diste papá. –respondió alegremente el pelirrojo que mientras mostraba una pequeña grabadora.

-Sí, y apenas nos íbamos a ir al patio para seguir jugando. –mencionó la mayor mientras se llevaba una galleta a su boca.

-¡Hey!, déjenme galletas. –les advirtió mientras buscaba una.

-Hay muchas, la tía Sora hizo en la tarde. –dijo un Pyokomon.

-Hablando de ella… ¿donde está? –preguntó su esposo.

-Creo que en el cuarto donde pinta, ha estado muy rara, ¿sabes?, primero llegó del trabajo, luego hizo la comida, luego las galletas, y luego se puso a limpiar toda la casa. –contestó con inocencia.

-Ha estado limpiando. –murmuró; pues el la conocía demasiado, demasiado como para saber que no hacía galletas después de elaborar la comida, que no limpiaba inmediatamente la cocina y mucho menos la casa entera si no era lunes. Sin duda, algo pasaba, significaba que Sora estaba triste o enojada, una de dos, o en su contrario, ambas.

-Bueno, vamos al jardín para seguir jugando, papá. –avisó su primogénita.

El hombre se encaminó para ver que es lo que pasaba con su mujer, así que sin probar las galletas que tanto le gustaban fue hasta la habitación en la que según su hijo se había ido su esposa.

Tocó la puerta esperando alguna respuesta.

-Adelante. –le escuchó decir con voz apagada, lo cual preocupó a el portador del amor y la amistad. Se adentró a la habitación para hablar con ella:

-Hola, cielo. –comenzó

-Hola, llegaste temprano. –respondió al saludo.

-Sí, no había nada que hacer, así que me vine, es probable que dentro de un mes y medio vaya de misión.

-Ya veo. –decía cada vez más seria.

-Oye. –se sentó frente a ella. -¿Te encuentras bien?

Ella no dijo nada, sabía que si empezaba a decir la razón de la decisión que había tomado, podía haber problemas, pero… él era su esposo, y su deber era contarle todo.

-Ishida. –comenzó a decir con voz seria, calmada y decidida. –cierra la puerta por favor, tenemos que hablar.

Su marido solo se dedicó a hacer lo que ella pidió, algo andaba mal.

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-No es verdad, mis papás no se pueden separar, y tampoco me pueden separar de Yuujou. No me van a separar de mi hermano, no lo voy a permitir. Mi papá nos prometió que nunca se iba a alejar de nosotros, él me dijo que amaba a mi mamá y que siempre estaríamos juntos. Nunca le voy a perdonar que nos abandone de esta manera, no le permitiré que no cumpla su promesa.

Al terminar de decir eso, por fin dejó escapar esas lágrimas que guardaba dentro de su pequeño corazón; el recordar lo que había escuchado en esa tarde le dolía, recordar cómo sus padres hablaban sobre separar a sus hijos le aterraba, recordar los gritos y las malas palabras que su papá le gritaba a su mamá le asustaban más y escuchar el llanto de su madre que nunca había presenciado, le destrozaba.

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Recordaba todo:

Ella estaba en el patio jugando con su hermano, sus digimons y los digimons de sus padres. Yu acababa de grabar una canción en la armónica que su padre le compró tiempo atrás, fue a buscar a sus padres para que lo escucharán, querían darles una sorpresa, pero la sorpresa la tubo ella al escuchar la platica de sus padres. Escuchaba sobre que debían separarlos, era algo cruel; fue de nuevo al patio para ir por Yu, pero consideró que sería mejor no preocuparlo. Así que solo tomó su juguete, fue de nuevo con sus padres, esta vez llevando consigo un arma para grabar la conversación, pues quería que sus "tíos" la escucharan; mientras iba caminando, sonó el teléfono, se apresuró a ir a contestarlo, pero dejó de sonar justo en el momento que ella iba a levantarlo. Esta vez no había nada que le impidiera ir. Fue hasta el cuarto de trabajo de su madre, y comenzó a grabar; ella quedó sorprendida con lo que escuchó: A sus padres gritando y dándose insultos que nunca creyó escuchar.

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La pequeña niña estaba tan triste por pensar en la posibilidad de ver a su familia separada, pero ella tenía grabada la conversación que sus padres, momentos atrás, habían tenido, que les mostraría a sus "tíos" Tai y Mimi, los mejores amigos de sus padres, quienes sin duda ayudarían para que su familia no se separaran y que sus padres.

-¿Porqué rompiste tu promesa, papá?

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Fin del capítulo 1

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En el capítulo 2:

Tai, ¿los niños se pueden quedarse con ustedes por un rato?

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Disculpe Señora Ishida, pero ha habido un par de problemas con Aiko, ¿podrían venir para hablar sobre su desempeño académico de su hija?

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Mis papás se van a divorciar tío Tai.

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No puedo creer que mi hermano cometa los mismos errores que nuestro padre, él prometió que nunca haría lo mismo.

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Chicos, ellos aún se aman, estoy seguro que solo son unos problemas sin importancia.

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Entonces porqué hablaban sobre separarnos a mí y a Yu.

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¿Qué propones que hagamos, amor?

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Revivir sus días de noviazgo.

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Sora, entiende, ya no hay solución, lo mejor será separarnos.

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Ya veo que lo que prometes son puras palabras.

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La operación "lobo-pájaro" comienza.

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N/A: Bueno, Otro fic Sorato!!!!

Espero que les guste y lo disfruten =)

*Este fic nació de una experiencia personal, bueno no todo es mi experiencia, pero decidí basarme un poco en ella. En fin, este fic contiene un poco del capítulo 1 de "Doce Meses" de Marin-Ishida, le pedí permiso para tomar algunas cosas prestadas y ella muy amablemente me dijo que sí, no es obligatorio leerlo, pero sí lo recomiendo, ya que varias cosas –sobre todo en el segundo y tercer capítulo –se hablaran de ellas. También le agradezco que ella me prestara los nombres que ella les pone a los hijos de Matt y Sora; lo cual olvidé mencionar en mi fic de El poder del amor y la amistad, también recomiendo que lo lean, ya que hay un par de cosas que tomé de ahí, sobre todo son los mismos personajes.

Dios los bendiga

Amai do