Estampa navideña.
Volví con un breve fic navideño que se me ocurrió el año pasado, y que lo publiqué en el otro foro. Mi clásico estilo humorístico ambientado en DBZ, así que les garantizo algunas carcajadas. Recuerden que todo lo relacionado con "Dragon Ball" es propiedad de Akira Toriyama y socios, lo que uso para divertirme con todos ustedes.
Unos meses después de los terribles sucesos con Majin Boo, el mundo se dispone a celebrar la Navidad con alegría, como si no hubiera pasado nada malo. En Capsule se preparaba una fiesta por todo lo alto… aunque el "Rey de la casa" no parecía nada contento.
Ya quita esa cara de "Grinch" amargado y sonríe por favor —le reprochó dulcemente la mujer de su corazón, acomodándole cuidadosamente y con cariño el cuello del suéter nuevo—, ¿qué van a decir nuestros amigos?
¡Bah!... nuestros amigos… —él rezongó a modo de respuesta, alejándose de ella con un poco de brusquedad y cruzándose de brazos cerca de la puerta —… querrás decir los parásitos que siempre vienen a molestar porque no tienen otra cosa mejor que hacer.
Vegeta… —Bulma lo imitó con estilo, lanzándole una mirada de irritación—… ¿hasta cuando dejarás de ser un antipático antisocial?
Tal vez… hasta que me muera —replicó el Príncipe Saiyajin guardándose una sonrisa de lado. A pesar de los años, su pareja seguía viéndose bastante graciosa cuando pretendía copiarle el modo.
Bueno, pues ya te moriste dos veces y sigues igual de intratable —le recordó en tono de sabihonda, tratando de no reírse por su comentario absurdo, y mejor optó por ignorarlo para acercarse al closet y escoger su vestuario—. Veamos… — concentrando su vista en el repertorio de prendas finas—… ¿me pondré el vestido rojo o el blanco con azul?... Mmm… tal vez luzca mejor con el que tiene estampado de nochebuenas.
Bien, como la familia estaría lo suficiente ocupada con los preparativos de la dichosa fiesta, al Príncipe le pareció más que conveniente echarse una "siestecita mañanera" con su amante mujer, al cabo que en esos momentos la ropa era lo que menos le estorbaba, viéndose tan bien con la bata de baño como sin ella.
Bulma… ¿por qué no mejor te pones al natural para mí y mandamos a todos al carajo? —le dijo seductoramente al oído, abrazándola por detrás y atrayéndola a su cuerpo.
Vegeta… —Bulma dejó escapar una risita coqueta. Le agradaba tanto que él tomara la iniciativa—… vas a estropear el suéter que te tejió mi mamá con tanto cariño.
¡Bah!, ya me hará otro… —agregó sin dejar de ceñirla, tomándose algunas libertades con ella—. Parece que tu madre no se cansa de perder el tiempo en tonterías.
Se enredaron en un abrazo apasionado, y ya no faltaba nada para que se tiraran a la cama cuando…
¡Oye, mamá!... ¡Mamáaaa! —Trunks abrió sin más ni más la puerta, sin detenerse a pensar que podía descubrir allá adentro—. Dice la abuela que… —y los ojazos azules casi se salen de sus órbitas al cachar a sus progenitores en pleno "agasajo"… su pobre madre semidesnuda y su padre abusando de eso—. Estee… —tartamudeó asustado y, así como entró, así salió de la habitación, moviéndose tan veloz como le permitía su Ki —… ¡Yo no vi nada! — alcanzó a decir antes de marcharse intempestivamente como alma que lleva el diablo. El severo gesto que le lanzó su papá le dio a entender que le esperaba un castigo mayúsculo por andar de metiche.
¡Trunks!, ¡¿cuántas veces te he dicho que toques antes de entrar?! —le gritó un enfurecido Vegeta al mismo tiempo que dejaba caer a Bulma en la cama, más su reacción fue tardía, pues el niño ya había escapado. La dama se cubrió en un santiamén con una toalla, visiblemente avergonzada porque su retoño los hubiera descubierto así—. ¡Pagarás por esto, miserable mocoso del demonio! —exclamó desde la puerta.
Es hijo tuyo, Vegeta, no lo olvides —le puntualizó su compañera al recuperarse de la impresión, para después agregar en tono serio y formal —. Pero tienes mucha razón, debemos hablar con ese jovencito sobre el respeto a la privacidad de sus mayores.
¡Con una mierda! —gruñó el Príncipe y prefirió salir del cuarto por la ventana… se le habían quitado las ganas.
¡Nada más no se te ocurra largarte lejos y dejarme plantada!, ¿me oíste? —Bulma le gritó con fastidio desde el interior, no muy contenta que la dejara así—. ¡O te dejo sin "postre" después de cenar!
Unas horas más tarde, en cuanto el Sol se ocultaba por el horizonte, ya se encontraban los invitados en Capsule.
¡Pero que linda decoración, es tan moderna! —dijo Milk, halagando la ornamentación de la sala.
¿Verdad que sí está súper? Mi abuelo y yo la diseñamos, la hicimos y la colocamos… y sólo tardamos una hora en hacerlo todo —afirmó Trunks con orgullo.
Que suave… —Goten no pudo evitar abrir la boca con asombro, e inmediatamente le cuestionó a su progenitora con duda—. Oye, mamá, ¿por qué nosotros no tenemos un árbol así de grande?
Fue Gohan quien le contestó.
Eso es muy simple, Goten, nosotros vivimos en el monte Paoz y los árboles abundan por allá —le dijo con sinceridad y en tono bastante amable, y posteriormente se dirigió a su novia, la cual los acompañaba como varias veces, con una entonación algo más cariñosa—. Videl, ¿vamos afuera?... hace un poco de calor aquí adentro.
Claro, Gohan, lo que te parezca mejor —le contestó la muchacha con una linda sonrisa en el rostro.
A de ser por la calefacción —dijo Bulma muy sonriente, recibiéndolos a todos con su amabilidad característica, como toda buena anfitriona—. Pero adelante, por favor, están en su casa.
Gracias, Bulma —le contestaron los jóvenes al unísono, y se dirigieron al jardín por la puerta trasera.
Goten y Trunks también fueron al jardín, para encender cohetes, divertirse con otros "juguetes didácticos" y huir de Marón, la hija de Krilin y Jūhachigō. Sus ráfagas de Ki podían ser más impresionantes que eso, pero los dos niños tenían cara de éxtasis por el colorido de la pólvora. Y los demás invitados conversaban animadamente entre ellos, recordando algunas de las cosas hilarantes que habían vivido en el transcurso de sus años de amistad. Únicamente faltaba Gokú para completar el cuadro.
Por cierto, Milk, ¿dónde está Gokú? —le preguntó Bulma con curiosidad luego de quince minutos de charla.
Ese Gokú… —la aludida resopló un poco, algo resentida porque su marido la hubiera dejado ir sola con sus hijos—… me dijo que tenía algo importante que hacer antes de llegar acá. ¿Creerás eso?
Vaya, parece que Gokú nunca va a cambiar —opinó Krilin en tanto que Jūhachigō puso los ojos en blanco por una fracción de segundo, y se fue con su hija rumbo al patio a ver los cohetes que quemaban los pequeños Saiyajins.
Por cierto que también Vegeta y Pikoro estaban en la reunión, aunque se mantenían alejados del resto según su costumbre. Y El Príncipe ya devoraba sus sagrados alimentos, un tentempié antes de la cena para tenerlo tranquilo, en tanto el namek sentía que se le revolvía el estómago de sólo verlo comer, aunque agradecía internamente que ese desconsiderado mostrara más educación que la que tenía su otrora compatriota.
¿Acaso los Saiyajins no dejarán nunca de tragar como cerdos? —aun así, no pudo dejar de echarle en cara su falta de cortesía para con los invitados.
¡Mph!, si los demás no comen me tiene sin cuidado —contestó después de engullirse un buen filete—. Es mi casa y en ella hago lo que yo quiera.
Tú siempre igual, ¿verdad? —observó con sarcasmo el verde alienígena.
Y a mucho orgullo —puntualizó el de levantada cabellera, zampándose una gran hamburguesa de un solo bocado.
Oye, Vegeta — Krilin se les había acercado cautelosamente, dedicándoles a ambos una sonrisa tímida en cuanto le prestaron atención, y dirigiéndose al superior de la casa en tono respetuoso—, ¿ya tienes listo el discurso para Gokú? —le preguntó como quien no quiere la cosa.
El ceño del Príncipe se hizo más fruncido… si pueden imaginárselo de otra manera, y el chaparrito dio un paso atrás ante ese gesto de coraje. ¡Maldita la hora en que aceptó algo semejante, y todo por ese imbécil de Kakarotto!
Aunque no se visitaban con frecuencia, los guerreros Z no habían perdido contacto. La excepción son Chaozu y Ten Shin Han, a quienes no les habían vuelto a ver el pelo desde hacía un buen rato. Al acercarse las festividades de fin de año, Gokú fue a visitar a todos sus amigos para que se reunieran en Kame – House, y así decidir donde realizarían la celebración de Nochebuena y Navidad. Incluso Vegeta estuvo presente, a insistencia de Trunks… bueno, en realidad Bulma y sus "visibles influencias" lo "convencieron" de ir, pues la científica no quería quedar mal con sus "amiguis".
Bueno, amigos, entonces… —preguntó Gokú con amabilidad después de que ya se encontraban todos completos—… ¿dónde será adecuado efectuar la fiesta de Nochebuena?
Que pregunta, Gokú… —observó Oolong en tono de sabihondo—… Capsule es el mejor lugar de todos los que conocemos.
Decidió guardar silencio en cuanto sintió sobre él los fieros ojos negros del Príncipe… nunca faltaba un bocón lengua larga.
Claro que no hay problema por ello, amigos —respondió Bulma muy sonriente y quitada de la pena—. A mi mamá le dará mucho gusto tener invitados, y a nosotros nos agradaría recibirlos… ¿verdad que sí, Vegeta? — y miró fijamente a su concubino, dedicándole unos "ojitos tiernos".
¡Mph! —rezongó éste por respuesta, cruzándose de brazos en señal de desagrado… ¿Por qué su mujer insistía en involucrarlo en todo lo relacionado con esas basuras?
¡Pero mira qué bien, Vegeta! —le sonrió Gokú muy complacido, dándole unas palmadas en la espalda en señal de contento. Y Goten y Trunks chocaron las manos, visiblemente emocionados ante la idea de cenar bien y desvelarse juntos, todo con el permiso de los adultos—. ¡Siempre he dicho que eres un buen sujeto!
Kakarotto… —le dijo ásperamente el de cabellera en punta, echando lumbre por las pupilas y apartándose bruscamente de él—… no es por lo que tú crees…
Bueno, Vegeta, eso no importa… —el de alborotados cabellos se encogió levemente de hombros, sin molestarse en lo más mínimo por ese gesto—. Tú bien sabes que puedes contar con mi amistad incondicional, y que guardaré tu secreto hasta la tumba.
El Príncipe puso gesto de perplejidad e incredulidad al mismo tiempo, abriendo los ojos hasta abarcar la amplitud de su frente… ¿qué tonterías estaba diciendo ese insensato?
¿Eh? —le preguntó tratando de disimular la duda y la curiosidad—. Oye, Kakarotto, ¿de cuál secreto estás hablando?
Vamos, Vegeta, si lo digo dejará de ser secreto —contestó Gokú con gravedad, empleando un inusual tono de formalidad.
Los demás los miraron alternativamente… hasta Pikoro pareció interesado por lo que ese Saiyajin mal encarado guardara en el fondo de su alma.
¡Bah, sólo sabes balbucear estupideces! —rezongó recomponiendo inmediatamente el ceño fruncido, empleando una entonación de ironía—. Yo no tengo ningún secreto.
Así me parece mejor —su ingenuo interlocutor sonrió nuevamente—. Nadie debe enterarse… únicamente los mejores amigos comparten ese tipo de cosas —puntualizó con sencillez.
¡Qué amigos ni que la %$#*&, Kakarotto! —el Príncipe le gritó con bastante enfado, levantándose en la punta de sus botas para verse intimidante—. ¡Tú y yo no somos nada!
Vamos, Vegeta, no tienes porqué exaltarte así —Gokú le pidió calma con las manos, en seguida de hacerse "chibi" por un instante—, estamos cerca de la Navidad y es un tiempo donde debe reinar la armonía y la paz.
¡"Paz" es lo que te voy a dar si no cierras la boca! —el agresivo Saiyajin le amenazó con el puño cerrado, sin disminuir su enojo en lo más mínimo.
OK., OK., en cuanto pasen las fiestas navideñas nos damos toda la "paz" que quieras… —agregó el ingenuo Saiyajin volviendo a sonreír—. Pero para esa noche te tengo el mejor regalo que alguien puede darle a un amigo —indicó con entusiasmo renovado—, y puedo asegurarte que ni Bulma podría darte un obsequio tan especial.
¡Jah!, ¿y se puede saber que es eso tan especial de lo que hablas, Gokú? — intervino la aludida en tono ofendido ante esa observación errónea—. Yo conozco a Vegeta mejor que nadie, por algo tenemos una relación y vive conmigo como mi marido —le puntualizó enojada, blandiendo su dedo índice a una distancia peligrosa de el rostro de su amigo.
Yo no digo que no le conozcas, Bulma —observó Gokú con cordialidad, mirando a su amiga con amabilidad—, es sólo que, entre Saiyajins, compartimos muchas cosas propias.
Al altanero Príncipe volvió a brotarle un signo de interrogación en lo alto de la cabeza, y casi se le va la quijada al suelo… ¿qué él y Kakarotto compartían muchas cosas? ¿Cuándo había hecho algo semejante con ese idiota? En su razonamiento, únicamente con Bulma comparte algo más que palabras, y con su hijo Trunks aprovecha buenos momentos de entrenamiento y, ¿por qué no?, alguna que otra travesura al estilo real (jejeje, cualquier travesura que no fuera en su contra estaba bien).
¿Eh? —asombrado como pocas veces, Vegeta se quedó sin habla por unas centésimas de segundo, para posteriormente recuperar su gesto acostumbrado—. Oye, Kakarotto, ¿qué tantas necedades dices? —le reclamó en alta voz.
Oh, vamos, Vegeta —le dijo el aludido con timidez, carcajeándose un poco—, sabes que entre Saiyajins podemos agredirnos, pero jamás nos haremos daño de verdad… al menos que nos provoquen como hicieron ese Brolie o Turles… —opinó mencionando a esos dos tipos que les causaron problemas en el pasado.
O Nappa y Raditz —Krilin intervino sin que nadie le pidiera su opinión.
Krilin, es mejor que cierres la boca y no hables —Jūhachigō le criticó en tono de mando, haciéndolo callar al momento.
Bulma se veía molesta y contrariada… ¿así que Gokú creía conocer perfectamente a Vegeta y, encima de todo, decir que podía regalarle algo mejor? Ya verían todos de lo que ella era capaz… nadie mejor que los Briefs a la hora de mostrar su afecto mediante obsequios.
Muy bien, Gokú, muy bien —la científica se dirigió a su amigo en tono de completa seguridad, lanzándole una mirada desafiante—, ya verás que el regalo que Vegeta va a darte es mucho mejor que el que tú le vas a dar a él.
¿¡Qué que!? —el aludido casi se la quiere comer con los ojos… a veces era mejor que su mujer no le ayudara—. ¡Oye, Bulma!, ¿por qué mierda dices que voy a darle un regalo a Kakarotto? —le reclamó con visible enfado—. ¡Yo nunca voy a hacer eso, y digo nunca!
¡Jah!, ¿¡acaso piensas dejar en mal a tu mujercita!? —ella le contestó de igual forma, plantándosele de frente—. ¡Vas a darle un regalo a Gokú porqué yo lo digo, y punto!
¡¿Por qué tú lo dices!? —la vena en la amplia frente de Vegeta palpitó con más furia—. ¡Ya veremos si lo logras!
Discutieron como cinco minutos hasta que, al final, Vegeta se marchó furioso después de dirigirles a todos una mirada de cólera. Gokú se sentía muy optimista y halagado ante la perspectiva de recibir un presente de parte de su amigo y camarada, el Príncipe de su raza.
Dime una cosa, Gohan, ¿por qué los adultos son tan complicados? —le preguntó Goten a su hermano mayor en cuanto vieron al "patrón" de Capsule salir disparado al firmamento. Ellos, los más jóvenes, habían decidido salir de la casa y sentarse en la playa con el señor Tortuga, llevando también a la pequeña Marón.
Créeme, Goten, de verdad, yo aun no los entiendo —suspiró el aludido con resignación, cargando a la niña que se había dormido.
Oye, Gohan… ¿qué tú no eres ya un adulto? — observó Trunks un tanto burloncito.
Al pequeño Saiyajin de cabellera lavanda no le preocupaba mucho el que su papá se haya marchado de esa forma tan precipitada. Le preocuparía más si no se hubiera puesto al tú por tú con su mamá, porque eso podría significar que se volvería como el señor Gokú con su esposa, y él no quería un papá tonto que se dejara mandar.
¡Mph! —gruñó el de levantada cabellera después de ese lapsus hacia atrás en el tiempo—, ya lo verás a su tiempo —y le dedicó a Krilin una mueca de disgusto —. Así que desaparécete de mi vista hasta que llegué la hora… —y en seguida se le dibujó una sonrisa ladina en el rostro, señal de que alguna idea macabra cruzó por su mente—… Supongo que a la hojalata que tienes por mujer no le gustaría verte pelón otra vez…
Eee… sí, claro, lo que digas —el pequeño guerrero interpretó correctamente esa amenaza, y se alejó presuroso del anfitrión, dirigiéndose al jardín para alcanzar a su familia.
Los dos extraterrestres lo siguieron con la vista hasta que se perdió tras la puerta corrediza, y Vegeta soltó la carcajada socarrona que había estado guardándose. En cuanto Oolong y el maestro Rōshi, los cuales estaban entretenidos con una de sus picarescas revistas edición especial, le escucharon reír como antaño, decidieron que lo mejor era también salir al área del patio. Un poco más tarde, quizá media hora después, Trunks fue a jalar a su padre para llevarlo con él… Pikoro ya se había adelantado al percatarse que el infante iría a importunar a su altivo progenitor.
¡Venga, papá, vamos a quemar cohetes! —dijo el chiquillo emocionado al tomarlo por la manga del suéter—. ¡Ya verás que es muy divertido! —le aseguró con una gran sonrisa en el rostro.
¡Con una mierda, Trunks, no me fastidies! —le espetó al tiempo que se soltaba con brusquedad de su agarre—. Sabes muy bien que tonterías como esas no son para mí —y se acomodó la prenda con algo de parsimonia.
Bueno… mamá me dijo que… —el niño no se mostró ofendido por ese trato y optó por cambiar de estrategia, imitando casi a la perfección el gesto de puchero que su progenitora le dedicaba a su padre cuando quería sonsacarle algo —… ibas a jugar conmigo, así como el señor Gokú juega con Goten.
Para buena suerte de Trunks y no tan buena para Vegeta… a lo lejos se pudo percibir un pequeño Ki elevándose. Bulma salía en ese preciso momento de la cocina, llevando otro gran servicio de botanas para sus invitados, y se percató que su cónyuge se estaba comportando muy majadero con el hijo de ambos. Con una chispa de enfado en sus ojos azul cielo, le dio a entender a su Príncipe lo mal que le iría si su pequeño retoño lloraba ese día. Y él no estaba de humor para soportar un pleitecito nocturno con su mujer, más, aparte de todo, la sola mención de su némesis le irritó excesivamente.
¡Está bien, maldita sea! —resopló y le dio un zape muy "suave"—. ¡Muévete ya que no tenemos toda la noche para eso! —y lo empujó "cariñosamente" hacia la puerta —. ¡Y no digas el nombre de Kakarotto en mi presencia!
El muchachito cambió el gesto por uno más alegre, y corrió presuroso hacia el jardín. Bulma suspiró aliviada por ese cambio en Vegeta, y se dispuso a seguirlos para así continuar con la atención a sus amigos; aunque no fuera de lo más amoroso, al menos aceptó ir a jugar con Trunks. Al final, casi todos los presentes en la celebración quemaban luces de bengala en el jardín posterior de Capsule. El Príncipe Saiyajin no podía negarse que, ver a su heredero así de jubiloso a su lado, le llenaba el corazón de una calidez agradable. Y su compañera le obsequió una "botanita" especial para saciar su apetito feroz, regalándole un disimulado guiño de complicidad que lo hizo enrojecer levemente por una fracción de segundo.
¿Lo ves, Goten? —dijo el pequeño heredero de Capsule a su amigo, con una gran sonrisa de orgullo—. ¡Te dije que mi papá sabe quemar cohetes mejor nadie!
¡Órale, Trunks, es cierto! —exclamó el niño de cabellos alborotados sin disimular su asombro, mientras dirigían la vista al cielo, admirando el espectáculo de fuegos artificiales que Vegeta encendió con su Ki—… Está súper…
Más que súper… —afirmó el de cabellos lavandas sin borrar la sonrisa.
Hasta Jūhachigō veía asombrada a la bóveda celeste… nunca hubiera imaginado que ese mono salvaje era un buen padre, a su manera. Marón parecía extasiada en los brazos de su pequeño progenitor, señalando el firmamento.
¡Mira, papi, son muchas luces!, ¿verdad? —le preguntó con inocencia, lanzándole una tierna mirada infantil.
Así es mi niña —le contestó Krilin dedicándole una sonrisa y acariciándole una mejilla—, muchas luces de bellos colores.
Oye, Vegeta —está vez fue Gohan quien se dirigió educadamente al noble Saiyajin adulto, aprovechando que todos estaban distraídos—, creo que mi papá no ha de tardar en llegar, así que… ¿no te parece conveniente repasar el discurso que vas a dedicarle?
¡Mph!, ¡pamplinas! Esa m#$%& es pan comido para mí… —refunfuñó después de tragarse sonoramente el último bocado de nuggets que su cónyuge le había servido—. Aunque no me hace nada de gracia decir babosadas —puntualizó con visible irritación.
Videl se encontraba junto a ellos, tomada del brazo de su novio, y ocultándose disimuladamente tras él… dijera Bulma lo que dijera, ese marido suyo le daba algo de miedo por ser tan cascarrabias.
¿Acaso te lo aprendiste de memoria? —Gohan miró a su interlocutor con asombro, maravillado por su gran retentiva—. Caramba, Vegeta, en serio me sorprendes.
¡Qué va! —el alzado Saiyajin aceptó el cumplido sin cambiar el en tono altanero de su voz—. Sólo hace falta un pequeño detalle… —admitió muy quitado de la pena.
¿Y cuál es? —preguntó dudoso el joven Saiyajin.
Escribirlo —respondió con sarcasmo, aguantándose las ganas de carcajearse una vez más como desequilibrado. Los jóvenes por poco se azotan dé la impresión.
Como los demás aun estaban entretenidos con la iluminación y no les dedicaban atención, no se habían dado por enterados de esa amable charla. El hijo mayor de Gokú recuperó el equilibrio, y enderezó cuidadosamente a su novia.
¡Vegeta, qué gracioso eres! —el adolescente se carcajeó tímidamente por unos segundos, rascándose la nuca de una manera muy similar a como lo haría su padre—. Porque… sí estás bromeando, ¿verdad? —preguntó, ya no muy seguro de que en realidad se tratara de un chiste por parte del Príncipe Saiyajin.
¿Acaso alguna vez he cometido semejante imperfección? —el aludido lo miraba con aire de disgusto, y le levantó la voz—. ¡El Príncipe de los Saiyajins no hace bromas, nunca! —para inmediatamente puntualizar en tono de burla, cambiando momentáneamente el gesto por uno de sarcasmo—. Solamente el idiota de tu padre se dedica a hacer ridiculeces.
Y ahora sí, ante semejante exclamación, todos se fijaron en ellos.
Eto… —Gohan decidió pasar por alto esa pequeña ofensa hacia su progenitor y sonrió para disimular… No sería nada prudente retar a Vegeta en plena fiesta, considerando que a su madre, a Bulma y menos a su padre, les parecería lo correcto. Además era una fecha muy especial y su novia estaba presente—. Y, dime… ¿en dónde vas a… escribir el discurso? —le preguntó tratando de retomar el tema inicial de su diálogo.
¡Bulma! —por toda respuesta, el Príncipe llamó "cariñosamente" a su mujer—, ¡hagamos ese maldito discurso de una vez por todas! ¡Sabes que estas ñoñerías terrestres me purgan!
La aludida estaba a su lado en un santiamén… con lápiz y papel en mano.
¡Ush, Vegeta, siempre es lo mismo contigo! —la científica le contestó con la misma "ternura", lanzándole una breve mirada de molestia… todo por no querer hacerlo cuando era prudente—. Pues díctame ya que no tenemos toda la noche.
Nos evitaríamos estas idioteces si no fueras tan… —él le regañó sin mucho tacto.
Ya luego hablamos de eso y comienza de una buena vez —ella le interrumpió con impaciencia—, que no me pagas por hacer de secretaria.
… —por un segundo pareció que Vegeta le diría a Bulma algún otro improperio de su repertorio, más se lo pensó mejor y aclaró ruidosamente su garganta antes de empezar a hablar en un tono exageradamente formal—. "Estimado… Kakarotto"… —y volvió a carraspear, como si tuviera algo atorado en la garganta—… "bla, bla, bla, bla… y bla, bla, bla, bla…" —agregó un tanto socarrón. Su mujer le dirigió una mirada de duda por esas locuciones, y, al ver que iba a proseguir con el dictado, se encogió levemente de hombros y continuó escribiendo— "… y, para finalizar, he de decirte que…" —un nuevo carraspeo de contrariedad, por lo que diría la final— "te respeto… casi como si… fueras mi… hermano" —finalizó silenciando un bufido de irritación—. ¿Contento? —y volvió a mirar a Gohan con desagrado cuando se dirigió nuevamente a él, cruzándose de brazos como acostumbraba—. Te dije que un discursito de mierda es algo "papita" para mí.
Estee… —el muchacho parpadeó de incredulidad por todo lo que escuchó, en tanto su novia tenía la boca abierta de asombro—… Es el discurso más… enternecedor… que he oído en toda mi vida —sonrió en un gesto que pretendía ser tan amable como los de su progenitor.
El arrogante Príncipe Saiyajin arqueó una ceja. O ese mozalbete se hacía el tonto o lo era de verdad.
Bulma —nuevamente se dirigió a su consorte con algo de aspereza, mirándola de reojo—, transcribe ese texto en tu computadora… y cambia las palabras "estimado", "respeto" y "hermano" por otros vocablos más fuertes.
Ajá… ¿y qué hago con todo el "bla, bla, bla, bla"? —ella le cuestionó con ironía y enfado… tenía que ser el amargadito "Grinch" de su marido el que pusiera el desorden.
Ahí le pones todas las frases altisonantes que creas adecuadas… tú sabes hacerlo bien —él le contestó encogiéndose un poco de hombros, sin cambiar el tonito mordaz.
¡Amigos, ya estoy aquí! —en ese momento escucharon una voz conocida que les saludaba con mucha amabilidad y entusiasmo… Gokú llegaba montado en la Kinton para no utilizar su Ki—. ¡Vegeta, hola! —y saludó a su compatriota agitando la mano con emoción—, ¡tengo tu regalo esperándote en…! —más, por andar distraído, fue a chocar estrepitosamente contra un extremo de la barda perimetral de Capsule, abriendo en la misma un boquete de considerable tamaño. Todos cerraron los ojos ante el estruendo que se ocasionó y la nube de polvo que se levantó.
¡Oh, ese imbécil! —Vegeta se jaló el rostro con una mano sin poder ocultar su rabia, en cuanto la polvareda se disipó y pudieron comprobar la magnitud de los daños—. ¡Rápido, Bulma! —le urgió a su esposa retornando la vista a ella—, hay que hacer algo… esa pared está grave.
Los demás se les adelantaron, y se dirigieron presurosos hacia donde Gokú, sobándose la cabeza y acomodándose el cuello, salía de entre los escombros.
¡Gokúuuuu! —Milk fue la primera en llegar a su lado, aunque, en lugar de abrazarlo porque seguía con vida, le reclamó visiblemente enfadada—, ¡tenemos casi dos horas esperándote! ¿Se puede saber dónde estabas?
De verdad lo siento mucho, Milk —le respondió sacudiéndose el polvo de la ropa—, pero eso no puedo decírtelo… es una sorpresa para Vegeta y no quiero que se arruine.
¡Papá, papá, papá! —el pequeño Goten se abalanzó a sus brazos con una enorme sonrisa en el rostro, impidiendo así que su mamá volviera a importunarlo con sus preguntas—. ¡Hubieras visto los fuegos artificiales, papá! —le dijo emocionadísimo—. ¡El tío Vegeta es un experto en…! —más olvidó el nombre del arte de realizar cohetes y toda clase de artilugios con motivos de diversión, así que volvió la vista hacia su compañero de travesuras para preguntarle con entonación dudosa—… Oye, Trunks, ¿cómo me dijiste que se llama eso que se hace con la pólvora?
Pirotecnia, Goten, se llama pirotecnia —y el niño Saiyajin de cabellera lavanda imitó a la perfección la mueca que antes había hecho su propio padre, jalándose también la cara con una mano ante la poca lucidez de su amigo.
¡Eso, eso, eso! —dijo el chiquillo de alborotados cabellos retornando a sonreír, mirando a su papá una vez más—. ¡El tío Vegeta es experto en pirotecnia!
Oye, Goten, eso suena interesante… —le dijo Gokú a su hijo con alegría, para después poner su acostumbrado gesto de incomprensión cuando no conoce de un tema—… pero, ¿qué es?
Todos los presentes perdieron el piso muy al estilo anime… incluso Goten estuvo a punto de caer, pero afortunadamente su padre lo traía en brazos. Al instante Vegeta se incorporó de un salto, con Bulma a su lado.
¡Kakarotto, eres un idiota! —le gritó rabiosamente, luciendo amenazadoramente grande por unos segundos.
¡Gokúuuuu! —le reprochó su amiga al mismo tiempo, exhibiéndose tan terrorífica como su esposo.
Vaya, ustedes dos sí que son un moderno matrimonio en sintonía —observó el aludido dedicándoles una gran sonrisa, a pesar de que la pareja lo fulminaba con una mirada asesina.
¡Eso a ti te vale $%! —Vegeta se exaltó más por esa expresión de ingenuidad… casi se lo quiere comer vivo.
¡Mira lo que le hiciste a mi pared, Gokú! —la de cabellera azul le señaló el boquete, hablándole a su amigo con bastante irritación—. ¡No tienes idea de lo que costó arreglarla después de la última vez que Trunks la rompió, de eso hace quince días!
Vamos, Bulma —Gokú puso gesto de extrañeza ante esa declaración, en tanto el pequeño Trunks se hizo el desentendido—, si lo que les sobra en Capsule es dinero.
Si yo no me refiero al dinero, tonto —le aclaró ella en tono de disgusto, agitando una mano para expresar lo poco que le preocupaba la "lana"—, eso me tiene sin cuidado…
Y, ¿entonces, cuál es el problema? —él le interrumpió sin dejarla terminar.
Es que es nos fue difícil conseguir albañiles… gracias a mi querido marido aquí presente —Bulma respondió empleando una entonación de estar hastiada, lanzándole a su consorte una mirada enfadada.
¡Bah!, ¿acaso tú crees que me hizo gracia que esa bola de mamarrachos se te quedaran viendo como zopencos cuando decidiste nadar en la alberca, y precisamente en ese día? —el aludido le reclamó bastante alto… a veces su mujer era bastante exhibicionista a pesar de ser ya una mujer madurita y con compromisos—. Agradecidos deberían estar de seguir con vida después de semejante atrevimiento —agregó un tanto irónico.
Vamos, papá, ya bájale a tus celos tontos —Trunks intervino en la charla de los mayores sin que nadie le pidiera su opinión, empleando un fastidioso tono de sabihondo muy al estilo de su progenitora y no midiendo las consecuencias de sus palabras—. Mi mamá no va a cambiarte por un albañil inútil aunque él sí trabaje… bien que te prefirió por encima del tío Yamcha y ni siquiera aceptó la propuesta del Supremo Kaio para… —la mirada que le lanzaron sus padres le indicó que se había pasado de la raya, por lo que decidió sonreír avergonzado —. Perdón, yo sólo decía…
Trunks… te conviene mantener la boca cerrada y no hablar si nadie te lo ha pedido —le dijo Vegeta con severidad, empleando un tono bastante agrio—. Espero no se te haya olvidado que todavía tienes cuentas pendientes conmigo, endemoniado mocoso —le recordó hoscamente.
Pero, papá —el niño se quejó en tono emberrinchado… no podía permanecer callado con facilidad—, eso ya me lo están descontando de mi mesada.
Jovencito, tu padre no se refiere a eso —Bulma habló igual de seria, mirando a su hijo con una inusual severidad.
¿Pues qué fue lo que hiciste, Trunks? —Goten preguntó ingenuamente como quien no quiere la cosa, sabedor de que su compañero de juegos es todo un tornado incansable—. ¿Es por lo qué me contaste que viste en la…?
¡Cállate, Goten, cállate! —y el aludido le tapó la boca apuradamente, volviendo a sonreír abochornado ante el inminente regaño que le darían sus papás.
Trunks… — Bulma pareció a punto de estallar de rabia y Vegeta no se quedó atrás, empezando a elevar su Ki hasta hacer temblar un poco los edificios. Su primogénito había sobrepasado los límites, así que bien merecía un correctivo.
Mamá… — el "angelito" agachó la carita para ocultar su temor… el castigo que le daría su madre le parecía más espeluznante que pasarse el día entero con su padre encerrado en la cámara de gravedad —… es Nochebuena.
¡Chicos, la cena está lista! —la señora Briefs se asomó muy a tiempo, aunque ella no lo supiera, para evitarle a su adorado nietecito un regaño mayor—. ¡Todos pueden pasar!
¡Qué bien, la cena! —Gokú se lanzó al interior sin esperar que se lo repitieran dos veces—. ¡Me estoy muriendo de hambre!
¡Oye, Kakarotto, recuerda que mi porción es la más grande! —y Vegeta fue tras él para no permitirle comer más de lo que le correspondía, olvidando momentáneamente el coraje que le ocasionó su sucesor… mañana sería otro día, y lo reprendería con un entrenamiento intensivo por seis meses en el desierto, privándolo de sus diversiones.
¡La cena, síiiii! —Trunks soltó un suspiro muy bajo de alivio… por lo menos esa noche tendría su última cena asegurada, pues su abuela le había salvado la vida. Se encarreró junto con Goten para seguir a sus padres.
Bien, amigos, por favor siéntanse como en su casa y pasemos a cenar —y Bulma también recuperó la calma y la expresión bondadosa en un santiamén, dirigiéndose amablemente a todos sus invitados—, o esos cuatro tragones acabarán con todas las viandas.
Gohan prefirió mantener la compostura al comer dado que Videl aun no podía ocultar su asombro ante la forma en que los Saiyajins devoran los alimentos, y el muchacho no quiso ser descortés con la joven.
Nota: Primera parte, a mi parecer bastante divertida con todas y cada una de las peripecias de nuestros personajes favoritos por celebrar una Navidad como la mayoría de la gente. Sabemos que en Japón tienen otra cultura y otras creencias, más ya han entrado en lo cosmopolita y han adoptado costumbres de Occidente, así que démonos una idea de como sería para el mundo de "Dragon Ball" la celebración de estas fiestas. Un saludo y esperen la siguiente entrega.
