Día 1 - Primer beso.
Definitivamente, si había algo en el mundo que lograra sorprender a Korra, cuya vida corría peligro cada vez que ponía un pie en Hogwarts, era ver su noche terminando de esa manera: en silencio, dentro de su sala común y con una docena de miradas curiosas posadas sobre ella.
Todo era culpa de Bolin. Siempre parecía ser culpa de Bolin. Pero incluso él se encontraba tan paralizado como ella y como la desafortunada (¿o afortunada?) alma cuyos labios aún se encontraban presionados contra los suyos.
¿Cómo, si quiera, pudo haber pasado algo así?
Apenas aquella mañana había disputado uno de los mejores partidos de Quidditch en toda la historia de la magia: Gryffindor contra Slytherin, los grandes rivales enfrentándose por la copa. Korra había descendido en picada sobre la mismísima Kuvira, veterana, capitana y buscadora del equipo de uniforme esmeralda cuando los dedos de esta rozaban ligeramente la snitch, logrando que esquivara el golpe inminente y le otorgara, de paso, la oportunidad perfecta para capturar la esfera dorada que les concedería la victoria.
- ¡Y así es, amigas y amigos! - Exclamó la voz del narrador, un raro chico de Hufflepuff apenas audible sobre el rugido de las personas en las gradas - ¡La copa de este año pertenece a alguien que no es Kuvira!
- ¡Wu! - Regañó uno de los profesores, haciendo que el chico guardara un poco de emoción para sí mismo.
Korra recuerda haber escuchado al capitán Mako celebrando desde su puesto de guardián un instante antes de ser tecleado por un eufórico Bolin que, entre lágrimas de alegría, casi logra lo que durante todo el transcurso del partido se esforzó por evitar: tirarlo de la escoba del mismo modo en que lo haría una bludger.
¿Y qué hizo ella? Korra ascendió en círculos amplios alrededor de todo el terreno de juego, alzando la snitch sobre su cabeza mientras los colores rojo y dorado danzaban en las gradas.
Había estado tan feliz, tan orgullosa de sí misma.
¿Por qué, entonces, aquel recuerdo le parece ahora tan lejano? La respuesta es muy simple: Asami Sato.
Asami parecía casi tan consternada como ella, sin rastro de toda la seguridad que acostumbraba y con sus manos temblorosas aferrándose a un peculiar objeto que, incluso en una situación así, guardaba celosamente.
"No ha sido ella misma los últimos días." Pensó Korra en un inoportuno momento de lucidez, tratando de recordar todo lo ocurrido.
Cuando el juego terminó, los jugadores estrella subieron a saltos hasta su torre, pasaron a través del retrato con la imagen del vendedor de coles (Cuya clave de la semana era «jugo de cactus») y decidieron celebrar su título a lo grande: todos, con excepción de Asami quien había regresado al castillo apenas escuchó el silbato final. Korra, desde la perspectiva que le otorgaban las alturas, lo notó y, con un sutil rastro de decepción en el rostro, decidió no darle importancia.
Luego de aquel momento, apenas pusieron un pie calzado en botas dentro de la torre de Gryffindor, comenzó la verdadera fiesta: Kai, un chico de primer año, casi prende fuego a uno de los sofás al encender un dragón de papel; Bolin comió accidentalmente unos caramelos que hicieron que su lengua creciera un metro y medio durante toda una hora y la casa entera perdió treinta puntos cortesía de su jefa de casa, Lin Beifong.
Entre la euforia de ser lanzada por los aires, los vasos inacabables de cerveza de mantequilla e ir pasando de mano en mano la snitch, Korra olvidó la ausencia de Asami hasta que ésta entró a través del retrato cuando no quedaban más de una docena de personas en la sala y la inevitable tragedia sucedió.
Bolin. Si Bolin no hubiese decidido emocionarse en aquel momento.
- ¿Korra? ¿Asami? ¿Ustedes…?
Oh, no. Ese tope golpeador no tenía ningún derecho de hablar, no cuando había sido él quien le dio la poderosa palmada en la espalda que la envió a colisionar de frente con su compañera de casa y provocó el momento más incómodo de su vida. Momento que, por cierto, aún no sabe cómo debe de terminar.
"Solo muévete" Se dijo a sí misma, sintiendo una gota de sudor bajando por su frente, su mejilla y su yugular "¿Qué pensarán los demás?"
Y Mako. No tenía mucho de haber terminado una incómoda relación con Mako y no tenía el valor para mirarlo por el rabillo del ojo, por donde podía tener un rápido acceso a su posición.
De hecho, no se sentía capaz de apartar la mirada de los ojos de Asami.
A tan corta distancia y con sus ojos abiertos de par en par, podía ver cada gama del color verde en ellos, el tímido rubor sobre sus mejillas y el pánico que se reflejaba en su entrecejo ligeramente fruncido. Y sus labios. Sentía como su lápiz labial se impregnaba sobre su piel.
Estaba besando a Asami, por el amor de Dios. Bolin la arrojó, con demasiada precisión para ser un accidente, directo a sus brazos y aun así ninguna se había molestado en moverse ni un centímetro. ¿Por qué? ¿Por qué ninguna de las dos se ha movido?
Era… Dulce.
- ¡¿Acaso pasarán toda la noche sin dormir?!
Entonces, para su eterno alivio, el hechizo se rompió y sus labios se separaron a la velocidad de la luz mientras el prefecto Iroh se esforzaba para que los estudiantes despiertos a deshora subieran a sus dormitorios; sus piernas se convirtieron en gelatina y, de no ser por toda su fuerza de voluntad, el Avatar habría caído al suelo.
Sentía su corazón golpear contra su pecho como un tambor: bah-dum, bah-dum. Vio como una silueta de uniforme rojo se acercaba hacia ellas por el rabillo del ojo, solo para ser detenida a pocos pasos de distancia por alguien envuelto en un uniforme del mismo color.
- No creo que debas molestarlas - Susurró Bolin al oído de Iroh, llevándolo tanto a él como a un confundido Mako escaleras arriba, directo a los dormitorios de varones.
Así, luego de lo que pareció una eternidad que bien pudo haber durado solo medio minuto, la sala común de la torre de Gryffindor quedó completamente vacía.
- ¿Korra?
Con excepción del Avatar Korra, la más grande hechicera de las profecías, y la más grande de sus preocupaciones: Asami.
Oh, no. Korra agachó la mirada a toda prisa, como si la snitch dorada estuviera sobrevolando sus botas de quidditch o estas fueran una de las grandes maravillas del mundo mágico; ahora, sin ninguna alma presente más que la de su primera amiga y la suya misma, Korra sentía que haberse enfrentado al mismísimo Señor Oscuro Amon no había sido la gran cosa.
- Korra - No. No ahora que por fin había comenzado a llevarse bien con Asami luego de superar ese estúpido triangulo amoroso –Yo…
- ¡Lo siento mucho! - Explotó, retrocediendo. Hasta ese momento no se había percatado del calor que llenaba la sala y que se escabullía por dentro del uniforme que no se había tomado el tiempo de quitarse desde el final del partido – Es solo que Bolin, tu sabes, me empujó más fuerte de lo debido y dio la casualidad de que estabas entrando en esos momentos y…
- Korra…
- Ahora seguro te preguntas porque no me aparte de ti más a prisa - Escupió el Avatar, haciendo caso omiso a su compañera, embelesada por los residuos de ceniza que la fiesta dejó en el suelo – Es solo que, bueno, nunca había besado a una chica. ¡No es que quisiera besarte! ¡Eso es lo último que hubiese deseado en la vida! - Abrió sus ojos de par en par, consciente de sus palabras - ¡No! ¡No quise decir eso! ¡Por supuesto que hubiera querido besarte! Es solo que…
Sin saber que hacer o que decir, Korra enredó sus manos en su cabello, revolviéndolo; en ese momento lamentó todos los años que pasó encerrada a merced de la Orden del Loto Blanco, y la forma en que estos la habían convertido en una inepta social.
¡Por Dios! Ella era el Avatar que sobrevivió al Señor Oscuro. Incluso se había enfrentado a dragones. ¡Dragones!
- Prefiero los dragones - Pensó en voz alta; Asami alzó una ceja - ¡No! ¡No es lo que quería decir! La verdad es que…
- Korra - La voz de Asami era tranquila y calculadora – Cállate de una vez.
Por un momento, quizá el necesario para que Korra terminara de esparcir su vómito verbal y se atreviera a mirar a la persona frente a ella; aquellas palabras le recordaron a Hiroshi Sato, el padre de Asami, famoso fabricante de utensilios mágicos y mortífago condenado de por vida a la prisión de Azkaban. Su vista ascendió y sus ojos azules se encontraron, por primera vez desde que se quedaron a solas, con los verdes de Asami.
Lo que encontró fue todo menos lo que esperaría de la hija de un criminal.
- Fue un excelente partido, felicidades.
Asami, con una gran sonrisa y un casi imperceptible rubor, extendió el objeto en sus manos hacia ella: era una escoba hermosa, de un mango azul tan brillante que parecía recién pulido, y unas ramas tan delgadas y ordenadas que, de solo verlas, Korra sintió la aceleración y el viento golpeando su rostro; en la cúspide del mango, tallado en la madera, se encontraba el emblema de sus fabricantes.
Industrias Futuro.
- ¿Q-Qué es…?
- Es para ti - Cortó la joven bruja sonriendo de oreja a oreja. Korra la miró de arriba abajo, notando por primera vez las manchas más oscuras sobre su túnica negra, posiblemente de aceite o grasa para limpiar escobas; incluso su corbata, siempre ajustada, parecía fuera de lugar – A partir del próximo año la gran campeona necesitará una escoba de verdad.
- Asami, es genial. Mas que genial, demasiado de hecho, pero no puedo aceptarla - Retrocedió medio paso, hundiéndose en el silencio de la sala común – Quiero decir, significa mucho para mí, pero…
- Escucha - Sintió una ligera presión sobre su mano y lo siguiente que supo era que esta se estaba entrelazando con los delgados y algo rugosos dedos de Asami; Korra correspondió el gesto – Esto es lo menos que puedo hacer luego de lo de mi padre.
- Pero tu padre no…
- Mi padre tiene lo que se merece - Concluyó, ofreciéndole una sonrisa tan esperanzadora como triste – Y tu también.
Esta vez, la ruborizada Avatar no pudo contener una sonrisa tonta, misma que abarcó buena parte de su rostro y que motivó a su compañera a recuperar un poco de entusiasmo. Asami se lanzó a sus brazos antes de darse cuenta y su contacto produjo en ella un extraño calor que se expandió por todo su cuerpo; era extraño, como si sus preocupaciones fueran arrebatadas de sus hombros, casi como la mítica maldición Imperius .
- Ya es tarde - Susurró Asami quien, gracias a la pequeña diferencia de sus alturas, descansaba su barbilla sobre el hombro de Korra – No quiero ser pesimista, pero aun nos queda una ronda de exámenes antes de fin de curso.
- Sí, tienes razón.
La heredera de Industrias Futuro fue la primera en separarse, sonriendo y adentrándose de lleno a la sala común. Con una media sonrisa en el rostro y el peso insoportable de sus parpados, Korra le siguió. Sabía que apestaba a sudor y a la cerveza de mantequilla que Pabu, el hurón de fuego de Bolin, derramó sobre ella, pero lo único que quería en esos momentos era dormir.
- ¿Crees que haya rumores sobre esto por la mañana? - Preguntó, y la chica de ojos verdes se permitió emitir una risita.
- Más de los que tendremos en todas nuestras vidas.
- Aunque todos estarán demasiado emocionados por la copa de quidditch como para que les importe.
- Supongo - Asami se adelantó, deteniéndose apenas sus pies tocaron el primer escalón de la escalera de caracol que conducía a los dormitorios – Hablando de eso…
Se giró, y su hermoso cabello ondulado giró con ella como una cascada de seda negra, desprendiendo un paradójico olor a flores silvestres, sudor y grasa para limpiar escobas; sonrió del mismo modo en que le sonreía a Mako cuando salían juntos, con guiño incluido.
- Aun tienes restos de mi lápiz labial en tus labios.
Y el rubor en las mejillas de Korra debió haber sido de un rojo tan intenso como el del emblema de Gryffindor, la bufanda de Mako y los labios de Asami.
Notas: Hacía tiempo que tenía la intención de escribir una historia de esta pareja, ¿y qué mejor que durante su semana?
Tengo tantos headcanons basados en Hogwarts que me ha sido algo difícil escoger tanto los que componen la temática de este día como la de los siguientes, así que espero que hayan sido de su agrado.
Muchas gracias por tomarse la molestia de echarle un vistazo a esta historia. Disfruten la semana y los escritos de todos los autores/as que, como yo, hemos decidido celebrar el korrasami.
¡Saludos!
