Vale, pues esta es mi primer historia aquí y apenas estoy entendiendo cómo funciona la página así que ténganme paciencia. Digamos que es mi versión de cómo supongo que será el reencuentro de este lindo par. Ojalá que les guste y me dejen saber qué opinan.
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Capítulo I - Aceptación
Unos días después de que Mount Weather cayera, la noticia llegó hasta los Terrícolas y para sorpresa de Lexa —y su tranquilidad— la mayoría de la gente del Arca había sobrevivido. Sin embargo su mayor preocupación era saber si cierta rubia sobrevivió al Monte. Después de unos días, para no levantar sospechas, envío a Ryder en busca de Lincoln u Octavia para que le dieran respuestas, de esta manera Lexa se enteró que Clarke había sobrevivido pero que no estaba viviendo en el Campamento Jaha, tras escoltar a su gente hasta las puertas del campamento Clarke se había ido sin decir a dónde.
Esta noticia no le sentó bien a Lexa, por un lado estaba tranquila porque la rubia estaba viva pero ¿dónde estaba? ¿cómo se las estaría arreglando ella sola? ¿tendría un lugar seguro donde dormir? ¿estaría herida? ¿la odiaría? Mil preguntas se formaban en su cabeza cada vez que pensaba en Clarke y a pesar de que había sacrificado sus sentimientos cuando la abandonó en las puertas del Monte, eso no quería decir que hubiera dejado de sentir algo por ella. Necesitaba encontrarla de una u otra manera.
Para estos momentos debían haber pasado una semana, quizá dos desde que Mount Weather fue derrotado. Eso quiere decir que Clarke llevaba ese mismo tiempo sola en algún lugar del bosque y Lexa no podía permitir que esto siguiera así. A pesar de que debía mantener su máscara de inhumana frente a su gente, en la privacidad de su tienda no podía evitar preocuparse por ella y desear salir corriendo en su búsqueda.
—Heda ¿me ha hablado? —Ryder entró en la tienda de la Comandante. Lexa estaba sentada en su trono jugando con su daga, como siempre hacía cuando tenía algo importante que pensar.
—Así es. Necesito que me hagas otro favor y al igual que la vez pasada tienes que ser muy discreto —Lexa esperó a que Ryder asintiera antes de continuar—. Vas a buscar a Clarke donde sea que esté, no me importa si te toma un día o varios ciclos de la luna pero quiero que la encuentres. Sin embargo, ella no puede verte a ti. No quiero que hables con ella, no quiero que la espantes, sólo quiero que veas cómo está. Una vez que la encuentres vendrás de inmediato a decirme.
—Sí, Heda —Ryder hizo una inclinación de cabeza en señal de respeto y salió de la tienda.
Lexa se quedó sola una vez más, sumergida en sus pensamientos deseando con todas sus fuerzas que Clarke esté bien y que Ryder aparezca pronto con noticias.
Durante este tiempo, Clarke ha estado viviendo en el refugio que descubrió con Finn. Después de deshacerse del cadáver del Terrícola se las arregló para sobrevivir ahí. Los primero días —imposible decir cuantos—; se la pasó dando vueltas por el refugio sintiendo su cuerpo entumecido, como si todas sus emociones hubieran desaparecido. No podía creer que hubiera matado tantos niños y personas inocentes que no tenían nada que ver con la guerra entre ella y Cage. Después vino la rabia, rabia contra la vida por ponerla en esta posición, rabia contra ella misma por no haber encontrado otra solución y por supuesto, rabia contra Lexa por haberla dejado a merced de las circunstancias y ¿por qué no? por haber roto su corazón.
Luego vinieron esos diálogos internos donde decía que si las pesadillas desaparecían no volvería a quejarse de nada. Lo único que quería es que alguien acabara con las imágenes que se reproducían constantemente en su cabeza: cientos de personas en el piso sin vida con la piel llena de llagas, Jasper viéndola con odio por haber matado a la mujer que amaba, sus amigos siendo torturados para extraerles médula ósea, Dante desangrándose por el disparo que ella le dio… Una y otra vez estas imágenes la torturaban día y noche haciéndola llorar hasta quedarse dormida.
El único momento en que su mente encontraba paz es cuando salía al bosque a cazar. Al final tenía que comer, tenía que arreglárselas para subsistir en medio de la nada ella sola y lo estaba logrando. Había encontrado terapia en esas expediciones donde tenía que estar muy atenta de no toparse con ninguna persona del Arca o con algún Terrícola y a la vez no convertirse en presa de algún feroz animal. Sus habilidades habían mejorado, había aprendido a moverse entre los árboles sin hacer ruido para no espantar a las presas y aunque no se atrevía a cazar ningún animal demasiado grande, a veces pensaba con cierta ironía, que quizá Anya ya no creería que era una torpe y ruidosa persona. Sin embargo, cuando estaba de regreso en el refugió las pesadillas volvían a sumergirla en la tristeza y depresión una y otra vez.
Dos meses, quizá dos meses y medio, fueron los que le tomaron a Ryder por fin encontrar a la líder de los Celestes. Tal y como dijo su Comandante, la siguió por un par de días sin que Clarke se diera cuenta para ver cómo estaba viviendo. Descubrió el lugar dónde dormía, dónde solía salir a caza, la rutina que la rubia había desarrollado durante los últimos meses. Ryder regresó a donde su Comandante para informarla de la situación.
—Así que se las ha arreglado para sobrevivir ella sola —dijo Lexa con una sonrisa y más orgullo en su voz de lo que le hubiera gustado mostrar frente a Ryder. Ya era suficiente con que su guerrero supiera que Lexa había mandado a buscar a la Princesa Celeste como para que ahora supiera que, además, estaba complacida con su fortaleza.
—Así es, Heda. La Princesa Celeste está bien.
—Vale —dijo Lexa con un sólo asentimiento de cabeza —. Gracias por lo que has hecho, ahora déjame sola y espero no tener que recordarte que de esto, ni una palabra a nadie.
Ryder asintió y salió de la tienda de la Comandante sin decir nada más. Lexa se quedo dando vueltas en la tienda, ahora sabía dónde estaba Clarke, sabía que estaba bien pero ¿entonces porque seguía sin estar tranquila? Tenía que aceptar que necesitaba ver a Clarke con sus propios ojos —y si se lo permitía, tomarla en sus brazos sólo para convencerse a sí misma de que la Princesa Celeste estaba bien—.
Después de tanto tiempo sola, haciendo frente a sus demonios. Finalmente Clarke había llegado a la última etapa del duelo. Había encontrado un poco de aceptación. No estaba en paz —ni siquiera estaba cerca de estarlo—. Pero al menos ya podía conciliar un poco más de horas de sueño. Durante estos meses le había dado mil vueltas a todo lo que pasó esa noche en la Monte. Desde que Lexa se marchó a detener a los francotiradores hasta que irradió el nivel V matando a todos dentro de Mount Weather. Se dio cuenta que las decisiones que se tomaron esa noche fueron necesarias.
Entendió que Lexa hizo lo correcto para su gente y ahora que Clarke lo pensaba con más claridad podía entender el tras fondo de las palabras de Lexa: "Sí me importa, Clarke pero he tomado esta decisión con mi cabeza, no con mi corazón. El deber de proteger a mi gente está primero". Ahora Clarke podía entender que Lexa no sólo había sacrificado a los Celestes para salvar a su gente sino que se había sacrificado ella misma. Su corazón estaba pidiendo algo totalmente diferente a lo que su cabeza había decidido. Después de tanto pensar, Clarke había reconocido que si la situación hubiera sido al revés y el trato hubiera sido con ella, seguramente también hubiera aceptado aunque tuviera que abandonar a Lexa. Quedarse con ella hubiera sido muy egoísta de su parte ante el bienestar de su gente y eso es algo que, como líder, no se podía permitir.
De igual manera llegó a la conclusión que la muerte de todos los habitantes de Mount Weather fue una decisión que no podía evitar. Cage, como líder de éstos, es quien debió haber pensado mejor en los intereses de su gente pero estaba cegado por el deseo de volver a la superficie. Clarke sólo quería salvar a su gente, a su madre, a sus amigos. Le dio varias opciones a Cage, le dio la oportunidad de dejarlos ir sin que hubiera una masacre pero Cage la acorraló. Puso a su madre en la mesa para que le extrajeran la médula. Eso es algo que Clarke jamás iba permitir…
Definitivamente Clarke no estaba ni cerca de encontrar la paz interior que tanto anhelaba pero al menos había aceptado que lo que pasó esa noche fueron decisiones necesarias para el bienestar de su pueblo —y el de Lexa también—.
