Todos la creación de la saga de Harry Potter le pertenece a J.K. Rowling. Solo me pertenece este fanfic ambientado en su mundo.


Prologo-Metal

Blanco, solo blanco. Otra vez encerrada entre cuatro paredes. Blanco, solo blanco.

Qué mas daba si era un color diferente, seguía atrapada. Siguió embelesada con esa pared, al mismo tiempo, sintió el leve movimiento de lo que se supone que era otra barrera, una puerta.

Un crujido se instaló en su lado derecho.

Sus ojos siguieron fijos en esa pared.

-Señorita, quisiera contarme cómo fue su situación en estos…?- Una voz de mujer, interesante…

-Barrera-

-Entiendo- el sonido del grafito contra papel y la respiración de la mujer a su lado era lo único que escuchaba. -¿Cuál es tu barrera, señorita?

-Él-


-¡Cállate!- Mi cabello fue jalado, quedando con mi espalda encorvada mientras seguía arrodillada.

Grito

-Dije que guardaras silencio, solo eres una inmunda…-

Golpe

Grito

-¡Basta! Por favor- fijó la mirada a esa pared oscura, casi negra. No había luz, solo oscuridad.

Sollozos

Golpe

Grito

-Tu estatus no puede cambiar nada de lo que te pasa, lo entiendes maldita?- habló con una sonrisa sínica plasmada en su rostro, mientras la volvía a tirar al suelo. Causando que su rostro se golpeara con el.

Ropa rasgándose

-¡No, por favor! Se lo suplico-

Cremallera

-Aprenderás que es tener a un hombre de verdad sobre tus piernas, mi pequeña zorra- sintió sus manos rasposas en cada uno de sus brazos, listo para saciarse.

-Es suficiente- sintió como todo su cuerpo era de nuevo arremetido contra el suelo, pero siempre era lo mejor.

La última voz camino hacía donde estaba, sus pasos silenciosos ya no lo eran cuando se hacía costumbre.

Sollozos

-Pero señor…usted dijo…-

-Dije que te dejaría hacer todo lo que quisieras, pero tu tiempo se acabo. Largo. –

Siguió sollozando en el suelo mientras escuchaba lo que parecía ser metal raspando contra el suelo. Ella a veces pensaba que el metal y ella eran uno al terminar esas sesiones. Ambas eran arrastradas por el suelo cuando el lo decía. Ambas se oxidaban con el tiempo. Ambas pudieron ser mortales en su momento.

Después de que fue arrastrada hacia la esquina de esa habitación de cuatro paredes, el silencio gobernó.


Muchas gracias por leer esta nueva historia, me da mucha ilusión empezarla, y tal vez cada semana actualice esto. Sugerencias y comentarios son bienvenidos.