Un convoy de ocho patrullas circulaba por las calles de Tokio. Los vehículos protegían un camión blindado que transportaba en su interior una colección de diez pinturas del afamado artista nipón Yoshitomo Nara, valuadas en más de diez millones de dólares cada una. Entre los policías encargados de transportar las obras se respiraba un aire tenso y nervioso; miraban el camino con cierta desconfianza y, aunque estuviese desierto, les asustaba. No era para menos. Lo usual en el transporte de obras de arte era una pequeña escolta o solo un camión, pero esta ocasión era muy diferente. Días antes del traslado, el Museo Nacional de Arte Moderno de Tokio recibió una nota amenazadora por parte de un grupo criminal que en fechas recientes comenzaba a tomar fuerza. La policía estaba dividía, pues aquella pandilla generaba opiniones encontradas: para unos solo era un grupo de criminales juveniles que causaban pequeños destrozos en preparatorias y robaban negocios menores; pero para otros era un peligroso grupo que cobraba fuerza en el bajo mundo y presumían de ser la pandilla más grande del país. El director del museo no quiso correr riesgos y pidió el apoyo policial para defender las obras, pues era en extremo raro el proceder de aquella banda. ¿Qué les motivó a dejar los asaltos a las pequeñas tiendas por robar obras de arte? Un cambio tan radical era de llamar la atención.

Faltaban un par de calles para llegar a su destino, los escoltas respiraban tranquilos pues la amenaza pareció ser falsa y uno de ellos alardeó de infundir miedo a los criminales. Todos reían con ganas cuando se escuchó el sonido de varios motores encendidos al mismo tiempo, sofocando las carcajadas de los oficiales. Un par de chicas salieron corriendo de un callejón, clamando auxilio con desesperación. Parecían estar golpeadas y aterradas. Detrás de ellas, un grupo de motociclistas las seguían ondeando cadenas por los aires. Ambas se arrojaron a una de las patrullas, pidiendo auxilio y los policías tuvieron que intervenir ante los agresores que no solo arremetieron contra sus víctimas, sino que comenzaron a atacar los vehículos oficiales. Las cuatro patrullas que cuidaban la retaguardia se quedaron atrás.

El convoy siguió avanzando a un ritmo más acelerado. Aquella aparición de motociclistas pudo ser una coincidencia, pues habían ignorado por completo al camión, sin embargo, la cantidad de los mismos les causó una gran desconfianza. Unos metros más adelante, las callejuelas vacías de nuevo se llenaron de motociclistas que aparecieron de la nada. Rodearon al camión, interponiéndose entre el resto del convoy. Uno de los motociclistas se acercó al transporte blindado, evadiendo al resto de los conductores con suma facilidad; aferrada a su cintura, una figura femenina alistaba un látigo. Un chasquido eléctrico se escuchó en el aire y el camión perdió el control cuando sus neumáticos estallaron, estrellándose en un poste de luz. Dos jóvenes se acercaron al camión. Uno de ellos, alto y musculoso arrancó las puertas del mismo con facilidad y el otro, de grandes ojos negros y una complexión delgada chasqueó los dedos. A esa señal, los motociclistas entraron para llevarse el tesoro. Al frente, las patrullas restantes vieron minado su camino por una marea de personas y metal. Tenían que regresar y detener el atraco, pero no podían moverse. ¿De dónde salieron tantos pandilleros? Entre estos, un joven de piel bronceada y anteojos oscuros estaba parado. Se quitó la camisa, revelando un tatuaje de dos serpientes que cubría su espalda. Sonrió lleno de confianza y como si fuera un chiste, dijo para sí mismo.

—Suuuuper.

Lanzó un puñetazo. La calle se llenó con el sonido de metal golpeándose, torretas que se debilitaban y gritos aterrados que salían de las gargantas de los policías que debían evitar el robo. Aquella noche, las noticias señalaban una nueva amenaza para la seguridad del país, una pandilla llamada Onishima.


Super Tomato Commando Kyoko 2!
El ataque de Onishima

Bloqueo creativo

Chinatsu preparaba un poco de té y algunos bocadillos en la cocina mientras Yui y Akari deban los toques finales a sus páginas de manga. Afuera hacía un clima amigable, el sol brillaba resplandeciente y una brisa soplaba fresca. Dentro del departamento de Yui, la temperatura era adecuada para trabajar, ni mucho calor ni mucho frio, un punto medio perfecto que mantenía cómodas a sus ocupantes. Se suponía que esa tarde terminarían con el primer trabajo original de Kyoko, en el cual trabajaban hacía varios meses debido a la insatisfacción de la autora por su misma historia. Incluso había días en que no trabajaban porque Kyoko se sentía cansada y, sobre todo, abrumada. Aquel manga se trataba de la primera aventura de una maho shojo bautizada por su creadora como Rum Raisin Queen, heredera de un reino del cual fue expulsada por un malvado demonio y debe encontrar la forma de volver a su mundo mientras se hace pasar por una estudiante de secundaria ordinaria; pero claro, los ejércitos demoniacos de su rival la buscan para eliminarla.

Al ser su primera obra original, Kyoko decidió hacer un one-shot para presentar a su personaje y al medir la respuesta del público sabría si seguir la historia, modificarla o desecharla. El problema era que sus amigas asistentes ya estaban por terminar su parte y ella no podía darle un final a su historia. Estaba bloqueada desde hacía una semana. No le terminaba de convencer ninguna de sus ideas, o le parecían muy simples o sosas, nada digno de un final épico al estilo de Toshino Kyoko. Pensó que su labor como Super Tomato Commando le daría muchas ideas para elaborar su manga, sin embargo, desde el ataque de Takashita Momose a la secundaria Nanamori, las ocasiones para actuar se volvieron escasas, casi inexistentes, aun cuando rondaba por las ciudades vecinas. Kyoko suspiró llena de frustración y enojo consigo misma; arrancó la hoja de la mesa, la arrugó con violencia y la lanzó por los aires.

—¡No puedo!

Sus amigas la miraron sorprendidas. Estaban acostumbradas a sus desplantes infantiles, a sus berrinches por cosas tan sencillas como un dulce o por negarse a seguirle sus juegos, pero esa ocasión fue muy diferente. Aquello era importante para ella y le molestaba no poder terminar algo que siempre le salía bien. Los doujins de Mirakurun o las historias que inventaba sobre ella y sus amigas siempre eran fáciles y divertidas, podía terminar de escribirlas en una sola noche; pero aquel manga ya había ocupado más de cinco meses y no podía terminar. Miró la fecha en su teléfono, faltaban cuatro semanas exactas para la Comiket en Tokio. Se dejó caer de espaldas sobre el suelo, extendiendo ambos brazos a los lados y se cubrió la cara con una hoja de papel en blanco.

—Kyoko… —la llamó Yui sin recibir respuesta alguna—. Oye, Kyoko.

—¿Qué? —gruño la rubia con desgano.

—Ven a comer algo, necesitas un descanso.

—Necesito una idea —replicó de mal humor.

Se levantó de su asiento con un movimiento perezoso y arrastró los pies hasta el centro de la habitación, donde sus amigas la esperaban. Se sentó en el suelo y bebió su taza de té en un solo y largo trago. Tomó uno de los pequeños emparedados y lo comió en dos bocados. Su apetito era el mismo de siempre, pero sus gestos desinteresados y el silencio con que comía eran ajenos a su persona. Sus amigas la miraban desconcertadas: para Yui, aquella rubia gruñona y callada no era su mejor amiga; a Chinatsu le sorprendía el nulo interés que mostraba en ella, ya acostumbrada a sus acosos diarios; Akari estaba agradecida por la ausencia de chistes sobre su falta de presencia, pero a la vez le daban escalofríos por no escucharlos. Ninguna esperaba semejante temperamento de la siempre alegre y enérgica Kyoko, características que habían desaparecido de ella cuando más las necesitaba. Y si aquellos problemas aparecían en un trabajo amateur, pensó Yui, ¿qué sería cuando Kyoko lograra ser una mangaka profesional? Tenía que encontrar la forma de animarla. Para su mayor asombro, fue Chinatsu quien actuó primero.

—Kyoko-senpai —dijo después de tomar un sorbo de té—. Sabe que no soy aficionada al manga pero Rum Raisin Queen me parece una historia muy interesante. Me sorprende lo diferente que es a otras historias que ha escrito.

Kyoko guardó silencio un momento mientras comía otro emparedado. Miró asombrada a Chinatsu, pues ella no solía prestarle interés a sus historias.

—¿De verdad?

—Sí. Es un manga interesante, más maduro que las otras historias —respondió con sinceridad la chica de las coletas. No estaba mintiendo, en verdad disfrutaba con aquella lectura—. Y no esperaba que los villanos fueran tan violentos.

—Bueno, tengo que adaptarme a estos tiempos. Lo de ahora en el género maho shojo son las batallas violentas, el miedo en las elegidas, peligros serios en cada esquina —respondió Kyoko recuperando el ánimo a cada palabra—. Temía no lograr ese efecto.

—Creo que lo conseguiste, Kyoko-chan. Aunque solo es un capitulo mantiene mucho el suspenso —agregó Akari con una sonrisa—. Y no sabía que podías dibujar monstruos tan aterradores.

—He practicado mucho para eso —contestó con orgullo—. Seguí muchos tutoriales para mejorar mi diseño de monstruos.

—Es un buen trabajo el que haces —le animó Yui. Le daba gusto ver como poco a poco volvía la rubia volvía a la normalidad—. Me gusta como demuestras el miedo de la protagonista, no se siente intocable o confiada, sino que teme perder a aquellos que la rodean.

—Me he esforzado mucho en este manga original pero… —de pronto, Kyoko volvió a mostrar un rostro sombrío. Tomó aire y lo dejó escapar en un grito— ¡No sé cómo acabarlo!

"Volvimos al principio" pensó Yui. Miró su taza de té, recordando que ella también se siente frustrada cuando no encuentra la manera de superar algún nivel o derrotar al jefe de un calabozo. En esos momentos, se toma un momento para ella misma, distrae su mente con una pequeña caminata hasta que, de pronto, le llega la respuesta. Eso debería funcionar para Kyoko, alejarla de todos esos papeles y materiales de dibujo serviría para despejar su mente, así, encontraría el final que tanto anhelaba para su historia.

—Kyoko, necesitas despejar tu cabeza un momento. Estoy segura que si te alejas de todo esto y damos una vuelta por ahí encontrarás ese final especial que tanto esperas.

La rubia la miró en silencio un momento. Sus ojos se abrieron por completo, destellaban como dos estrellas azules; pestañeó una vez, como recuperando la conciencia y se llevó a la boca su quinto emparedado de la tarde. Después de tragar, respiró profundo para dejar salir el aire en un fuerte grito.

—¡Tienes razón! —admitió alegre—. Ya sé, deberíamos ir de excursión este fin de semana.

—Eso no fue lo que dije…

—Suena divertido, Kyoko-chan.

—Sí, hay que variar un poco las cosas —agregó Chinatsu—. No hemos hecho otra cosa más que el manga desde hace mucho tiempo.

—Que gran idea, Yui —le sonrió Kyoko de oreja a oreja.

—Oye, yo no dije que fuéramos de…

—¡Y ya sé a dónde iremos! —exclamó triunfal la joven rubia, causando la expectativa de sus tres amigas—. ¡Directo al distrito de Akihabara en Tokio!

—La Ciudad Eléctrica —murmuró Chinatsu, extrañamente se encontraba interesada en el destino, no por el lugar, sino por dedicarse a algo que no fuera ayudar a su senpai con el manga—. ¿No nos perderemos?

—No, Yui y yo fuimos hace tiempo. Dudo que cambiara mucho en estos años —respondió con despreocupación Kyoko.

—No sabía que habían viajado a Tokio —dijo Akari asombrada.

—La primera vez que participamos en la Comiket nos fuimos a Tokio un día antes para visitar Akihabara —comentó con orgullo Kyoko.

—Y nos perdimos por tu culpa la mitad del día —suspiró Yui—. Pero vimos cosas muy interesantes. Akihabara se distingue por su mercancía de anime y manga, pero también por los videojuegos y gadgets.

—Será un viaje muy educativo para todas y quien sabe que joyas podríamos encontrar en los aparadores de las tiendas. Leí sobre una chica que encontró…

El teléfono celular de Kyoko sonó en ese momento. Algo sorprendida, miró que la llamada era de Ayano. Se sintió alarmada por un momento, ¿acaso olvidó que tenían planes para esa tarde? Según recordaba, ese día no se verían. Temerosa de haberle provocado un coraje a la vicepresidenta del consejo estudiantil, la mangaka contestó la llamada dándoles la espalda a sus amigas, pues no quería que notaran su miedo ni vergüenza. Para su buena suerte, Ayano no le reclamó nada aunque se escuchaba preocupada. Mencionó algo sobre las noticias de la noche anterior y si Nishigaki no había hablado con ella, a lo que Kyoko respondió con dos negativas. Se despidieron pero, antes de eso, Ayano prometió mandarle un video por Line. Al colgar, se dio la vuelta y notó que sus tres amigas la miraban de manera sospechosa. No era normal que actuara así ante una llamada de Ayano, ni siquiera recibir una llamada suya era algo común. Sin dejar su sonrisa de hacía unos minutos, regresó a su asiento y siguió comiendo como si nada hubiese ocurrido.

—¿Desde cuándo te llevas tan bien con Ayano? —preguntó Yui aun desconcertada.

—Desde que atacaron la escuela —respondió con naturalidad. Estaba a punto de revelar su identidad secreta cuando se dio cuenta de la imprudencia que cometería—, pasó por un momento muy difícil y… no sé, desde entonces he querido alegrarla.

—Pero… pensándolo bien, parece que las dos se han vuelto más cercanas desde entonces —señaló Chinatsu. Desde que volvieron a clases, era muy frecuente ver a Kyoko y Ayano juntas, incluso Chitose convivía más con Himawari y Sakurako que con su mejor amiga.

—¿Chinachu está celosa? —preguntó Kyoko con tono juguetón.

—¡Por supuesto que no!

—Pero siempre nos hemos llevado bien con Sugiura-senpai y el resto del consejo —comentó Akari—. A mí no me parece extraño.

—¿Lo ven? Akari no es una celosa como ustedes.

El celular de Kyoko sonó de nuevo. Lo tomó y abrió el mensaje de Ayano. Se trataba de un link a una página de YouTube; sin pensarlo, seleccionó el vínculo y la aplicación se ejecutó. El video que comenzó a reproducirse era un extracto del noticiero nocturno y tenía por título "Robo de las pinturas de Yoshimoto Nara. La policía desconcertada por una pandilla". La presentadora, una mujer de cabello negro y largo hasta los hombros, daba los detalles sobre el robo a un camión blindado.

En Tokio, esta tarde alrededor de las cinco ocurrió el mayor robo que se ha dado en el país durante los últimos 20 años. Un convoy que transportaba las pinturas del artista plástico Yoshitomo Nara, valuadas en diez millones de dólares cada una, fue atacado por una pandilla, misma que robó las obras. Según testigos, el golpe fue muy elaborado y se llevó a cabo mediante la separación del camión blindado y las unidades de la policía en la cual participó una pandilla de motociclistas. Al momento del ataque, el convoy se dirigía hacia el Museo Nacional de Arte Moderno de Tokio, del cual estaba a unas cuantas calles. El director de museo, Shidare Hariku, declaró a los medios que la semana pasada recibió una nota en la cual amenazaban con robar las pinturas de Yoshitomo. La policía por su parte está desconcertada, pues los autores del delito se identificaron como la Alianza Onishima, una pandilla de jóvenes que hasta el momento solo se dedicaban a robos menores en tiendas locales y asaltos a estudiantes. El repentino cambio de actividades por parte de Onishima y la escala del robo mantienen en alerta a las fuerzas policiales.

Las integrantes del Club de Entretenimiento miraban atentas el video. El reportero entrevistaba a los policías que sobrevivieron al robo, quienes daban detalles de lo ocurrido. Tanto Akari y Chinatsu se mostraron atemorizadas por la noticia, sobre todo cuando se mostraron las imágenes del camión blindado destruido. Viajar a Akihabara parecía una mala idea en ese momento, pero Kyoko no pensaba renunciar a su excursión. Si había una pandilla tan peligrosa, era deber de Super Tomato Commando detenerla y, de paso, aquella pelea le ayudaría a romper el bloqueo creativo en el que se encontraba.


Edit... No sé que pasó con el capítulo que se borro la mitad y tuve que subirlo de nuevo. No vuelvo a editar nada desde la app de
En fin, como no recuerdo lo que dije en la nota anterior, solo dejo los datos curiosos:

1. Yoshitomo Nara es un pintor real, pueden buscar su obra en Google.

2. Los villanos en turno, la Alianza Onishima, son personajes del manga Rokudou no onna-tachi.