Hola ¿Cómo están mis lectores de Fanfiction? Aquí he vuelto con otro proyecto, el cual se me había ocurrido hace mucho tiempo pero dado mis multiplés fics y proyectos, he esperado a terminar alguno que otro para estar más liviana de proyectos.

En cuanto a este nuevo fic, esta situado alrededor de 1500 en América, en pleno descubrimiento por parte de los Europeos. Espero que les guste y estaré ansiosa por escuchar sus críticas.

En el momento que se disntinguío tierra en el horizonte, los miedos de cada tripulante se esfumaron. Siempre se había creído que el mundo era como una mesa, y que cuando llegabas al final de ésta, caías hacía un precipicio sin fin. Sin embargo, con el renacimiento y las ideas que luego pasarían a conformar el pensamiento moderno, surguió la teoría de que la tierra era redonda, y ésta fue confirmada por Cristobal Colón, cuando en 1492 confirmó lo dicho y se encontró con un nuevo continente, nuevas tierras.

Y ahora, ese navío comandado por uno de los aventureros más prestigiados y ricos del Viejo Mundo, había enfrentado al basto Atlántico para llegar a ese nuevo mundo que se abría paso por las inquietas aguas. Pronto estarían donde muchos deseaban estar pero donde pocos podían acceder. Él tenía la suerte de que sus padres, con un importante título de nobles, habían financiado su viaje a las tierras desconocidas, y gracias a ellos, ahora se encontraba allí, a pocas horas de tocar tierras inexploradas.

Falta poco ¿Verdad? -

Una mujer de largos cabellos anarajados se acercó por detrás. Al fin, al fin su sueño se estaba cumpliendo. Falataba muy poco para que sus suaves pies toquen las arenas despobladas de lo que llamaban "Nuevo Mundo", y eso, la emocionaba. Había tenido la suerte que ese hombre se había enamorado de su hermana, y que al ser de mente abierta y nada machista, se había ofrecido a llevarlas. Eso sería algo que nunca podría agradecerselo. Jamás.

Sí... - Murmuró

Claro que el hombre de cabellos rubios y ojos oscuros tambíen estaba a gusto. Siempre había sido fanático de las historias de aventureros, y admiraba a todos los valíentes que se habían atrevido a ir más allá de sus miedos, tal y como Marco Polo y Cristobal Colón. Y ahora, él... él estaba cumpliendo su sueño de descubrir tierras nuevas y explorarlas.

Gracias por traerme, Sabo - Añadió la mujer mientras se arrimaba a la baranda de madera y aspiraba el aire pura proveniente del mar azul

Tú querías venir, después de todo, eres la hermana de Nojiko - Soltó un resoplido amigable - Ha sido díficil engañar a los reyes y a los periódicos sobre el supuesto cartógrafo, pero lo he conseguido - Guiño el ojo mientras una perfecta sonrisa se dibujaba en su rostro - Además seguro que eres diez veces mejor, me lo has demostrado Nami -

Te lo agradesco -

Hizo una pequeña reverencia de agradecimiento y luego, volvió a posar la mirada en el relieve verde que se veía en el horizonte. Todo aquello era tan emocionante. Todavía no podía creer que el prometido de su hermana la había dejado abordar su navío. No. Nunca podría pagarle.

A las pocas horas, el gran barco atracó cerca de la costa. La arena había llegado a su altura máxima, y lo que debían hacer era bajar los pequeños botes y remar hasta tierra firme. Nami corrió por la cubierta y se paró en la barandilla para contemplar mejor la tierra soñada. ¡Todo aquello era tan hermoso! Se agarró de una soga y se inclinó hacía afuera para poder observar de cerca, soltando un grito de entusiasmo.

Señorita, se va a caer - Una mujer del mismo color de cabello y ojos completamente azulados se arrimó hacía ella - Tenga cuidado -

Era una de las sirvientas, proveniente de un pequeño pueblo de lo que hoy es Polonia, Koala había dejado su tierra natal en el momento que sus padre murieron en una guerra, y así había conseguido trabajo como la mucama de la familia del joven explorador. Y ahora, debido a su gran desempeño y el cumplimiento satisfactorio de sus obligaciones, se había ganado un lugar en el grupo de sirvientas que el joven decidió llevarse al Nuevo Mundo.

Tú tranquila - Sonrió

Subiero en los botes, y se diriguieron a las blancas playas de la "tierra virgen". Al pisar tierra Sabo sintió como sus deseos de aventura se estremecían ante el sonido de los pajaros, el calor del sol y la soledad fresca. Todo eso era inigualable. Comenzó a contemplar la jungla que se abría paso cuando la arena llegaba a su fin, y luego volteó a ver su barco, donde uno de los botes estaba siendo bajado por sus tripulantes. Distinguió a tres mujeres en el bote, una era su amada, la mujer con la que se había comprometido meses atrás, la segunda era su hermana menor, la misma mujer con la que había hablado momentos antes del arribo, la entusiasmada cartografa cuyo talento estaba oculto bajo la sombra de una figura femenina, y por último, la tercera, la sirvienta que había sido contratada por el mismo. Pero, había algo acerca de esa mujer que le llamaba la atención, ella, Koala, era tan hermosa... No podía admitirlo, no debía admitirlo. Su clase social no le permitía establecer una realción que no fuera "sivienta y señor" con ella. Y a pesar de que le molestaba tal hecho, sabía que no tenía otra opción, no si quería que sus padre, tan corruptos y malditos, le financiaran el viaje de su vida.

Cuando el pequeño botecito tocó tierra, él se arrimó a ayudar a su prometida a bajar, la tomó en sus brazos y la llevó hacía la arena seca, jamás iba a permitir que su mujer pisara el agua helada y se arruinara el vestido valuado en cientos de monedas. La apoyó suavemente en la blanda arena y luego de regalarle una sonrisa, dijo:

Al fin hemos llegado -

Ni me lo digas... Este lugar es hermoso - La mujer lo tomó de las manos y luego de sonreírle, añadió - Y sobre todo lejos de tus padres - Puso los ojos en blanco

Aunque sonaba cruel, tenía razón. Es tranquilizante para Sabo no tener a sus insoportables padres cerca de él, exiguiendole cosas y obligandolo a casarse con una mujer con clase. Y a pesar de que sentía cierta atracción física por Nojiko, no era su tipo de mujer. No la amaba, y estaba seguro que ella lo sabía, y que sentía exactamente lo mismo.

En seguida vuelvo - Le dio un beso en sus humedos labios y se encaminó de nuevo hacía el bote

Tomó de la mano a la hermana de su prometida, y la ayudo a ponerse de pie, luego, se enderezó para que ella pudiera subirse en su espalda, y en el momento que sintió su liviano cuerpo sobre él, comenzó a caminar, de nuevo, hacía tierra. La dejó cerca de la orilla, sabía el tipo de mujer que era Nami, y sabía que no le molestaba en lo absoluto ensuciarse, aun así, era un caballero y no iba a dejar que se moje en el agua de mar salada.

¡Que vista! - Suspiró cual niña enamorada mientras contemplaba la jungla

Es hermoso ¿Verdad, Nami? - Su hermana se acercó y le tomó del brazo - Paz, aventura y mucho más, es emocionante saber que nos encontramos aquí - Comentó alegre

El rubio aprovechó la distracción de las hermanas para voltear a ver el bote donde se encontraba Koala, ella estaba intentando bajar del bote, sin caerse, pero una ola barrió la balsa y la tiró dentro del mar. Él salió corriendo, la ola la arrastró unos metros hacía la playa, y Sabo fue lo suficientemente ágil de tomarla de un brazo y sacarla fuera. La peli naranaja levantó el rostro confundida y aterrada, y se encontró con él, mirandola, preocupado.

¿Te encuentras bien? - Le preguntó mientras la ayudaba a ponerse de pie, firme

S...Sí - Murmuró mientras desvíaba la mirada, estaba toda sonrojada

¡Maldición! Te pudiste haber lastimado - Bufó y la contempló de arriba a abajo - Además estas toda mojada, será mejor que te cambies -

Si... - No podía decir otra cosa, estaba nublada de la verguenza que sentía

La tomó por la cadera y la sostuvo mientras la mujer se incorporaba. Se contemplaron mutuamente y sus miradas se cruzaron formando un lazo invisible de ternuera y algo más, quizás amor, quizás esperanza, quizás lo imposible... En el momento que una ola casi los tapa, se dieron cuenta que ambos estaban cometiendo un error, estaban... muy cerca, sus mejillas estan casi del mismo color que un rubí y sus ojos no paraban de contemplar los del otro, con amor, con pasión.

Déjame... - Sabo la tomó en sus manos y la sacó del agua helada

A pesar de no estar de acuerdo, se dejó llevar por el momento, y no emitió opocición alguna con la repentina decisión del hombre. Al igual que las otras veces, una vez en arena firme, la dejó sobre la arena, para que la mujer pudiera recuperarse del frío.

Cambiate en cuando puedas, no es bueno que te enfermes, no aquí -

Y a pesar de que habían traído un médico a bordo, no era bueno. Sabo tenía razón. Si alguno se enfermaba... Podía ser mortal, y nadie quería morir allí y en ese momento. No. Nadie. Luego de decir eso y romper con el ambiente amoroso e incomodo que se había formado, volteó a ver a su prometida. Rogó por que no haya notado ese ambiente, y luego de ver como ambas hermanas lo contemplaban se encaminó al siguiente bote en el cual llegaban otros hombres listos para armar un campamento.

El sol se estaba opoñendo y las carpas hechas de tela y pieles, ya estaban hechas. Listas, al rededor de una fogata que los mantendría en calor por un tiempo. Por supusto que las precarias carpas eran solo por esa noche, ya que estaban sobre la arena y eran medio inestables, pero por el momento, no tenía otra opción. Bueno, en realidad si, estaba el barco, pero ningun aventurero querría dormir en la seguridad del barco.

Nami se quitó su zapatos y luego de levantarse una parte de su vestido, se acercó al mar, y deslizó sus pies por la arena mojada y por el agua. Todo aquello era tan mágico. La luna que a penas iluminaba el agua, la fría brisa y solo el ruido del oleaje la volvía loca. Volteó cuando sintió un leve chapuson y le regaló una sonrisa a su hermana mayor, quien también estaba disfrutando de la frescura del mar en sus dedos de los pies. Nojiko caminó hasta ella y se situó a su lado.

¿Te encuentras bien? - Le preguntó la peli naranja al contemplar el rostro serio de la mayor

¿Por qué lo preguntas? - No la miró a los ojos, simplemente siguió con su mirada posada en el paisaje, en mar iluminado por la luz lunar, el barco con sus pequeñas velas prendidas y las olas que decoraban el llano horizonte.

Porque te conosco, hermana - Suspiró mientras volteaba hacía ella y la tomaba de la mano

¿Crees que la ama? - Cómo si tuviera ojos en la espalda, dió media vuelta y posó su mirada en el rubio quien yacía hablando con su sirvienta

¿A Koala? - Preguntó al contemplar el punto fijo que su hermana miraba

Desde que zarpamos... - Murmuró fríamente - He notado que... Él... siempre actúa como... raro... -

¿Raro? ¿A qué te refieres? - Insistió con las pregutas debido a que no le quedaba del todo claro a que se refería

Mira Nami - Murmuró con la mirada puesta en la pareja quien hablaba amigablemente cerca del pequeño campamento

Por lo que se veía desde allí, el rubio parecía estar haciendo algún chiste, y la mujer parecía reírse de sus palabras. Daba curiosidad, por supuesto. Era cierto que Sabo nunca había tratado mal a la gente que le servía a él, a su familia o a cualquiera, los respetaba y los seguía considerando personas, a pesar de todo. Pero... ¿Qué podía llegar a estar diciendo? Claro que lucían como una joven pareja enamorada, pero... aun así... Uno de los tripulantes se acercó a ellos y le dijó algo en el oído al hombre quien lo miró sorprendido. Y luego de decirle algo a Koala, seguramente disculparse, se alejó camino hacía el bosque.

No sé... - Añadió, luego volteó de nuevo hacía el mar - Quizás sea sensación mía pero... -

Tranquila - Le sonrió y le acarició la espalda - No creo que alguien como él, te sea infiel ¿De acuerdo? - La consoló - No es esa clase de hombre, si no te amara o si amara a otra, te lo diría como un verdadero hombre -

Y era verdad. Ambas lo sabían. Sabo no era esa clase de hombre, por supuesto que no. Pero, a pesar de saber eso, por alguna extraña razón, algo en el interior de la mayor la hizo darse cuenta de que todo lo que le había dicho su hermanita, no la convencía. En el momento que Nami siguió con su mirada posada en el paisaje, Nojiko se dedicó a alejarse cautelosamente hacía su tienda.

Luego de cenar las pocas legumbres que habían sobrevivido al largo viaje, se dedicaron a dormir, cada uno en una pequeña tienda hecha de viejas telas y pieles. Por suepuesto que los prometidos dormieron juntos, pero la hermana de ella, la pelinaranja, durmió sola en una pequeña carpa que apenas se mantenía en pie. Poco le importaba, estaba viviendo su sueño, estaba en el Nuevo Mundo, que pocos años despues sería denominada "América" en honor a Américo Vespucio. Y no solo eso, Sabo la había nombrado como la cartógrafa oficial... bueno... en realidad... no oficial. Por supuesto que lo era, pero no había sido nombrada ¿Una mujer cartógrafa? No, claro que no. Ella viajaría baje el títilo de la hermana de la prometida. Pero... ¿Qué importaba? Cuando ella públique sus mapas, su nombre se haría famoso, y así todos tendrían que aceptar que ella había sido la cartógrafa del Nuevo Mundo, y que ella, era una mujer. Decidió que dormiría y luego de estar completamente descansada, hiría a investgar dentro de la jungla en busca de un lugar alto en el cual comenzar a dibujar.

El sol iluminó el mar, el atlántico estaba siendo aclarado bajo los rayos, el barco fue el primero en avistar la luz, y luego, ésta alcanzó la playa, el campamento, la jungla y más allá del horizonte. Eran alrededor de las seis, y cuando un pajaro comenzó a silvar al lado de su tienda, la joven pelirroja abrió los ojos. Sonrió. Era hora de comenzar su meta. En ese momento.

Se puso de pie, y sin emitir sonido alguno, se deslizó fuera de su tienda. Se tropezó con su propio vestido en el momento que estuvo por salir pero gracias a sus manos, se mantuvo limpia, sin arena. Se enderezó y tomó un bolso donde poseía todos sus instrumentos para graficar un mapa. Se alejó del campamento, por la arena, caminando siempre hacía el sur. No sabía donde estaba, ni tampoco sabía con que situación geográficamente maravillosa se encontraría, pero valía la pena investigar. Caminó hacía la jungla, intentando buscar una zona más despajada para penetrar la jungla. Bajó la mirada, y distinguió que sus zapatos ya se encontraban sobre el verdoso sesped, y luego, la levantó y se agarró de una gruesa rama para ayudar a su equilibrio, y fue entonces que tuvo una extraña sensación.

Sintió una mirada, como si alguien desde algún punto muy escondido, la estuviese contemplando, observando. Como si alguien, la estuvisese siguiendo con la mirada. Volteó bruscamente, pero nadie en el campamenteo se había levantado. Le llamó la atención. Miró el navío, nadie. Era extraño ¿Quién podía...? ¡¿Qué importaba?! Suspiró y volvió a enfocar su mirada en el bosque.

Abrió los ojos como platos. ¿Qué...? Mejor dicho... ¿Quíen...? Un hombre, de una tez más oscura se encontraba delante ella, contemplandola, casi asechandola. Sonreía con una sonrisa bien grande y símpatica, y la miraba con esos ojos oscuros que penetraban hasta lo más profundo de su alma, causandole escalofríos. Gritó. No pudo hacer otra cosa.

Oi, tranquila -

¡¿Qué?! Había hablado... Volvió a gritar. En el campamento, un revuelto agitó el campamento.

Bueno - Volvió a hablar - Adiós -

El hombre se escabulló rápidamente, pero no parecía asustado... Parecía... Sonreía, como si todo fuese un divertido juego. ¿Pero qué...? Los gritos de su hermana y el resto del campamento llamandola no se hicieron esperar. Apesar de todo, no estaba asustada. La sorpresa la había dejado pensativa, y para cuando el rubio llegó en su rescate, ella solo se encontraba sentada en el piso, pensativa...

Bueno ¿Qué les ha parecido? Estaré esperando sus comentarios, y espero poder actualizar pronto. Nos leemos.