Hola a todos los que leen.! Aquí estoy nuevamente con un que nació de la soledad. Disfrútenlo.!


Caminas cabizbajo hasta el columpio de siempre. Solo. Sin nadie que te siga. Te sientas y empiezas a mecerte al compás del delicado viento. No entiendes por qué nadie quiere estar contigo. No sabes por qué todos huyen de ti con enojo en su mirada. En la academia los profesores te odian y tus compañeros ni siquiera te miran o te hablan. Parecen asustados de ti, de tu soledad y de tu tristeza mal disimulada con bromas y niñerías. Pensabas que al entrar a la academia tu soledad iba a terminar y no fue así: te diste cuenta en estos tres días que han pasado.

Tú siempre te ríes. Hay distintos tipos de sonrisa en tu cara diariamente: la triste, la decepcionada, la soñadora, la esperanzada, la inocente. Tristeza es que nadie te hable, decepción es que ninguno te considere su amigo, soñar es imaginarte rodeado por una familia, esperanza es creer que algún día te respetaran… Inocencia es que eres el único en estar triste y decepcionado y a pesar de eso seguir creyendo, soñando, que alguien te llegará a querer. Y no va a pasar, ¿o sí?

Siempre has querido un padre que te cuide, una madre que te abrace, un amigo que confíe en ti... No tienes nada. Y te preguntas por qué el destino se empeña en que seas un niño infeliz. Nadie te contesta, sólo esa voz en tu mente que te dice que ellos merecen tu odio, que los que te tratan mal merecen morir. Pero no la escuchas. Porque tienes fe en que todo cambie.

Miras a esos niños corriendo a los brazos de sus padres. Ves cómo los abrazan, felices de verlos de nuevo, contentos de estar de nuevo a su lado después de un tedioso día de escuela. Escuchas cómo se llaman unos a otros, ansiosos de seguir jugando con sus amigos.

Amigo… Eso es todo lo que pides. A una persona que se preocupe por ti, que esté contigo, que confíe en ti y te quiera. Un suspiro escapa de tu boca. ¿Algún día podrás tener un amigo? No te ves muy alegre, ni triste. Porque sabes que en tu soledad puedes ser tú mismo sin máscaras ni disfraces, pero deseas que alguien esté ahí cuando el verdadero tú necesite consuelo.

Te levantas del columpio y caminas hasta tu apartamento, triste, confundido… Solo. Esperando que en un futuro no muy lejano puedas tener un amigo. No te das cuenta que todo este tiempo te estuvieron observando.

Una niña de cabellos rosas te vio triste y quiso hablarte, pero su madre se lo prohibió; un chico de mirada como la tuya sintió deseos de preguntar qué te pasaba, pero su arrogancia recién adquirida no lo dejó; un diablillo con marcas rojas en las mejillas se acercaba a ti cuando escuchó a su hermana llamarle; un niño "de huesos grandes" pensó en invitarte a comer, pero alguien lo llamó gordo y se enojó con todos; un perezoso estuvo a punto de gritarte, pero lo consideró muy problemático; una rubia trató de llamar tu atención, pero su padre quiso que fuera con él y su equipo a cualquier otro lugar; y un niño muy misterioso no vio lógica en tus acciones y sintió curiosidad, pero no se decidió a actuar.

Y nunca te diste cuenta, sobre todo, que una niña tímida de ojos blancos susurró suavemente tu nombre, con la esperanza de que hablaras con ella.

—Na-naruto-kun… Quiero, que seamos amigos…

Pero no los viste mirarte, y no la escuchaste llamarte. Te fuiste sumido en tus pensamientos, sin darte notar cuántos amigos pudiste haber hecho de no ser por el destino. El mismo destino que escogió tu vida, hoy quiso esperar. Porque el destino sabía que en tu soledad, aprenderías a amar a los amigos que algún día, en un futuro no muy lejano, conseguirías por tu pequeña grandeza: tu corazón.

Y en ese día, comprenderás que los ojos blancos, son los más bellos que has visto.


Continuación el domingo/lunes, dependiendo del tiempo que tenga. Cuídense.!