Pequeño precio
...

Mio abrió los ojos sin necesidad que sonara su despertador. Algo había cambiado, ahora ya no se sentía tímida; sino fuerte y llena de poder. El día anterior había sido rechazada por su amada; pero no iba a rendirse tan fácil. No después del sacrificio que había hecho la noche anterior.

—Oh! Mio-chan, te levantaste temprano —dijo su madre al verla bajar.

La ojigris sólo respondió con una mirada fría y aterradora.

—Ohayo, hijita —la saludó su padre.

Mio respondió con la misma mirada llena de odio. Desayunó sin cruzar palabra con sus padres y salió hacia la universidad. Los Akiyama se miraron preocupados.

—Ayer estaba muy deprimida, ¿crees que le pasó algo?

—Es lo más probable, sólo esperemos que no haya sido nada grave.

Cuando se encontró con las demás en la entrada de la universidad, su humor había mejorado bastante.

—Ohayo, minna.

—Ohayo Mio-chan.

—Ohayo, Mio —la saludó Ritsu algo distante.

—Yui, Mugi; ¿podrían adelantarse para entrar a clases? Tengo que hablar a solas con Ritsu.

—Hái, hái. No se entretengan mucho.

Las dos chicas se alejaron muy tranquilamente dejando a Mio a solas con la persona que amaba. Ritsu se sentía incómoda; pero Mio tenía una especie de aura que impedía contrariarla. La pelinegra había sido asustadiza durante toda la vida; pero el día de hoy era ella la que daba miedo. Pronto la castaña fue acorralada contra un muro y fue besada con violencia.

—Mio…

—No hables. Usa la boca para algo útil y bésame.

—Mio; no. Ya te dije que te amo; pero no puedo estar a tu lado. Mientras sigas queriendo escondernos de tus padres… No. No quiero una vida así.

—¿Quién te dijo que íbamos a escondernos?

—Tú.

—Ya no más —dijo besando su cuello y apretando sus pechos. —Yo, Akiyama Mio he dejado de ser una cobarde. Olvida a la Mio que tú conoces; sumisa y llena de temores sin fin. Yo soy una nueva yo, que no teme enfrentar las consecuencias de tenerte a mi lado.

Ritsu no sabía cómo reaccionar. Mio la estaba comenzando a asustar, parecía como si se hubiera deshecho de todas sus inhibiciones y hubiera vuelto como un temible ser. Gimió cuando una mano pasó suavemente por su entrepierna por encima de su ropa y presionaba un poco.

—Guarda tus gemidos para esta noche. Ahora vámonos a clase.

Finalmente Mio la había soltado, pero no sin antes dejarle una marca en su cuello. Estaba en shock, no conocía ese lado de Mio. Su sorpresa fue tal, que necesitó de varios minutos para recuperar fuerzas e ir detrás de su amiga. "Muchas preguntas", escuchó una voz dentro de su cabeza. Volteó y vio a un hombre de ojos negros con una mirada vacía. El ser le sonrió y luego se alejó. La temperatura parecía haber descendido varios grados y se sentía una especie de inquietud en el aire.

Al terminar las clases, las chicas se despidieron y fueron cada una por su camino, pero Ritsu fue detenida por Mio.

—Tú vienes conmigo. Iremos a decirle a mis padres de lo nuestro.

—Mio, ¿qué te pasa?

—Dijiste que no podías estar a mi lado si seguía temiendo a la reacción de mis padres. ¿Ahora quieres echarte para atrás? ¿No dijiste que me amabas? ¿Por qué ahora que estamos a punto de superar el único obstáculo de nuestra relación tú te niegas a ser mía? ¿O es que existe otro obstáculo del que no me has informado?

—Te amo Mio, es sólo que me asusta verte así. No pareces tú. Me cuesta creer que hayas cambiado de la noche a la mañana.

—Ritsu, mi amada y tierna Ritsu —dijo Mio cambiando su actitud agresiva por una mucho más cariñosa —Si ese es el problema, no tienes por qué preocuparte. Es sólo que anoche me hiciste tocar fondo. Digamos que lo de hoy es el resultado de tantos años de tragarme mis palabras y muchos deseos reprimidos para poder ganarme su aprobación. Debes comprenderme mi amor, necesito de toda esta furia contenida para darme valor.

La castaña miró a su bajista con compasión y orgullo a la vez.

—No temas Mio, yo estaré a tu lado.

—Ya no tendré miedo nunca más. Todo gracias a ti, Ritsu —dijo besándola. Ya no agresiva como en la mañana, sino un beso tierno y lleno de sentimiento que esta vez fue correspondido por Ritsu.

Juntas caminaron a la residencia Akiyama dispuestas a tomar lo que sea que los padres de Mio les dieran como consecuencias. La cicatriz en forma de pentagrama de Mio comenzó a arder, pero ella lo ignoró. "Vendí mi alma a cambio de estar siempre a tu lado, Ritsu". "Es un muy pequeño precio comparado con la felicidad que tendremos para el resto de nuestras vidas".

—Mio, tu sonrisa da miedo.

—Lo siento, es sólo que me siento… tan fuerte…


Espero les haya gustado. Hacía tiempo que quería tocar un tema oscuro de este tipo, pero no daba con una idea funcional. No soy fan del Mitsu, pero espero que no me quede tan mal. Es la continuación de mi songfic Diabulus in Música, pero funciona también como historia independiente. BUeno; espero algún Review; ya saben que las sacadas de madre también son bienvenidas!