Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, por derecho son propiedad de Hidekaz Himaruya.
Dedicatoria: Solitudely, porque después de todo, esto lo hice mientras hablaba contigo. Y a Fredo-Godofredo que es la que me metió ésta pareja en la cabeza.
.
.
.
JK+JK+JK+JK+JK+JK+JK
*Love is a Shit*
JK+JK+JK+JK+JK+JK+JK
.
.
.
El amor era una mierda ciega, problemática y sin sentido. Eso, Scott Kirkland lo sabía muy bien. Si tuviera una pequeña opción de poder decidir sobre ello seguro que podría hacerlo mejor.
Porque enamorarse de un hombre era un sin sentido total, teniendo miles de mujeres atractivas y dispuestas a cumplir todas sus fantasías.
Porque enamorarse no solo de un hombre, si no, especialmente, de un hombre con personalidad de niño, obeso y con una voz tan chillona que daban ganas de arrancársela, era de ciegos tan ciegos que se preguntaba que habría sido en su vida anterior para que Dios lo castigara cruelmente.
Porque enamorarse de un hombre infantil, glotón, cargoso y peor que Santa Claus y el Conejito de Pascuas juntos era lo más problemático que podía haberle pasado.
Enamorado hasta la médula y sin conseguir que el muy idiota se diera cuenta no importara la indirecta o directa que le mandara.
No había duda alguna: El amor era una mierda. Una mierda que lo colocaba entre la espada y la pared por hacerlo comportarse de esa forma tan ridícula.
Así que dejaría que todo se fuera al carajo. Alfred F. Jones podía hacer que se volviera gelatina, pero le enseñaría al maldito que Scott Kirkland no se rendía ni ante sus debilidades. Y conseguiría que ese yankee lo ame tanto que se pudra en aquel amor junto con él.
Pues si hay que irse al infierno a causa del amor, que mejor que ir acompañado de quien lo provoca.
.
Fin.
