¡Buenos días/noches!
Comenzamos una nueva traducción :D En esta ocasión, sera un fanfic con una temática oscura. Ha pasado un tiempo desde que traduje una historia de este género, la última fue Cheerilee's Garden y esa la publiqué el año pasado.
Aqui no habra gore, pero les advierto que habrá violencia fisica y psicologia, asi que cuidado para aquellos que no les gusta eso ^^''
La protagonista es la violonchelista favorita de todos, Octavia. Y esta vez no va a ir a Ponyville a encontrarse con un montón de ponies locos como "The Royal Ponyville Orchestra". Nope, aquí las cosas van a ser muy diferentes :I
Por cierto, la portada fue dibujada por Dreampaw, y según el autor original, fue inspiración para esto :)
En fin, no perdamos más el tiempo.
¡Disfruten!
UN TÍTERE PARA SU FAMA
Escrito por Kaidan y traducido por Mikimoco.
ACTO 1: Preludio
Ella me abandonó. Ella me abandonó y no pude hacer nada para detenerla.
Luego de todo el sufrimiento que he soportado en los cascos de mis padres. Luego de luchar contra las melodías inquietantes de mi violonchelo maldito. Luego de ser vulnerable y confiar en ella completamente, ella me abandonó.
Ahora estoy sola en mi habitación. La música que ha estado atormentándome toda mi vida es todo lo que me queda. Enfoco mis ojos sobre la mesa y concentro mi atención en trascribir la música sobre el papel. No hay nada más en mi habitación que yo quiera mirar.
No me doy vuelta para ver a mi violonchelo en su soporte. No observo las paredes manchadas de sangre o a los cadáveres de mis padres. No me doy vuelta para mirar sus anteojos en mi mesa de noche.
Mi vida ya no tiene nada, así que compongo. Construyo nuestra sonata fúnebre en una pieza que perdurara por milenios. Incluso el último rayo de luz en mi vida, que atraviesa un agujero en las cortinas, se está desvaneciendo.
Todo lo que tengo, todo lo que prevalece, es la música.
Mis padres me llamaron Octavia. Ellos decidieron antes que yo naciera que su hija sería una música famosa. Sólo puedo imaginar su asombro, ya que sólo era una potrilla, cuando los dos unicornios dieron a luz a una pony terrestre. Mi padre, tan conservador y rencoroso, era un director reconocido. Mi madre, que era rápida para juzgar, era una compositora famosa. Ellos tenían líneas largas y continuas de prodigios de la música en sus familias. Ni siquiera mi condición de "sólo un pony terrestre" iba a romper esa cadena.
Me criaron desde muy temprana edad para saber nada más que música. No había "amigos aburridos" o "juegos deprimentes" para distraerme. En cambio, tenía libros fascinantes de teoría musical, maestros ancianos y sabios, y progenitores gentiles. Como una pony terrestre, todos los días debía probar que era tan buena como un unicornio. Cuando protestaba o fracasaba, era corregida con los medios más eficaces de crianza. Para su crédito, las lecciones raramente dejaban marcas. No prometía nada bueno para su hija que fuera vista con lesiones o fuera enviada al hospital con una pierna rota.
Independiente de los aspectos más... severos de mi infancia, ellos encontraban el tiempo para enseñarme otras lecciones. Recuerdo muy bien mis visitas semanales al auditorio de la orquesta. Era mucho más divertido que conocer a ponys de mi edad. Mi estoico padre ofrecía su apoyo silencioso desde la primera fila. Mi madre me guiaba con los instrumentos, señalando mis fallas con gracia. "Siéntate con la espalda recta. No estas sudando en la tierra, arando un campo. Sostén el violín así, Octavia. Deja de jugar con tu corbata de moño"
Todo lo que tenía que hacer para ganar su amor era recibir mi cutiemark de un instrumento. Seguramente yo, una pony terrestre, al menos podría lograr eso.
Mes tras mes ellos me honraban con su presencia en la sala de conciertos. Semana tras semana yo fracasaba en encontrar mi cutiemark. Día tras día mi padre ignoraba mis gritos de ayuda cuando mi madre descargaba su ira sobre mí. Hora tras hora, yo estaba muriendo por dentro. Estaba desesperada por su aprobación, aunque sólo fuera para terminar con el dolor.
Todavía recuerdo el día en que al fin obtuve mi cutiemark. Al menos, recuerdo que no puedo recordar cómo había aparecido.
—Octavia—, dijo mi padre. Estaba en el pasillo con una postura perfecta y sin indicio de una sonrisa en su rostro.
Corrí hacia él, con el ceño fruncido, mientras tenía los ojos fijos en el suelo. —¿Sí, padre?
—Hemos decidido dejar de llevarte a la sala de conciertos. Te compramos un violonchelo, y sólo vas a tocarlo a partir de ahora.
Levanté la mirada y jadee. —Pero eso no es j...
—Octavia—, interrumpió mi padre. Su tono permaneció perfectamente casual. —Es definitivo. Si tuvieras algo de talento, habrías encontrado tu cutiemark hasta ahora. Vas a tomar este violonchelo y lo tocaras todos los días hasta que se convierta en tu talento.
—¡No, no voy a tocar un estúpido violonchelo!—, grité. Comencé a correr hacia mi habitación y choqué con el chef, casi derribándolo.
Mi padre miró al cocinero y habló. —Quiero mi cena en mi estudio en treinta minutos. Trae madera para mi chimenea, y enseña a mi hija una lección veinte veces primero.
Se volvió para irse y yo ya estaba llorando. Me deje caer en el suelo delante del chef. El hecho que mi padre nunca levantó la voz fue la peor parte. Él ordenaría a un sirviente que me castigue de una forma no muy diferente a que él pidiera que cambien sus sabanas.
No había otros ponys terrestres en la mansión, sólo el chef y yo. Me alegro que él tuviera suficiente conciencia para golpearme hasta dejarme medio muerta. Cuando dejó de golpear mi flanco antes de tiempo, mi primer pensamiento fue suplicarle para que finalizara. El castigo sólo sería peor cuando mi padre descubriera que él había sido suave conmigo. "Por favor... él va a castigarnos a ambos si no escucha los gritos", pensé mientras lo observaba reprimir una lagrima antes de irse en silencio.
Al cabo de treinta minutos de mi castigo, el hambre me llevó a escabullirme fuera de mi habitación. Me sentía llena de energía luego de librarme de la mayoría de la cólera de mi padre. La única cosa en mi mente era robar algo para comer y beber. La comida era un privilegio dado como recompensa por mi buen comportamiento. Todavía recuerdo mi regocijo, mi exuberancia juvenil, por haber sido azotada diez veces en lugar de treinta. Me gustaría volver a tener esa inocencia de la juventud.
Para llegar a la cocina sólo debía pasar cerca de unas escaleras que conducían al ático. Escuche un sonido muy extraño que emanaba por encima de mí: acordes disonantes estaba flotando en el aire. Casi podía distinguir la lengua hablada dentro de la melodía inquietante. Un vibrato latía en el aire como un corazón. No sabía si estaban cantando o tocando un instrumento. Estaba encantada por la música, acercándome a las escaleras mientras se creaba un lento crescendo. Al igual que las sirenas de antaño, tenía que contemplar la fuente de esta interpretación poco natural.
Me arrastre en silencio hacia el último escalón del rellano y lentamente abrí la puerta para mirar dentro. A día de hoy, todavía no puedo recordar la fuente de ese canto infernal... sólo que de alguna forma no le agradaba. El único recuerdo que tengo es dar un paso atrás por la sorpresa y caer del rellano. Durante mi caída por las escaleras, perdí el conocimiento.
Pueden imaginar mi confusión cuando me desperté a la mañana siguiente con mi cutiemark. Algún pony me había trasladado a la cama. Mis cuatro piernas estaba magulladas y adoloridas por la caída. Tenía una venda en mi cabeza, y sentía como si un carruaje me hubiera atropellado. Cuando moví mi pierna, un dolor agudo se extendió por mi flanco. Se sentía como si algo hubiera sido grabado sobre este. Miré hacia abajo y no había herida, sólo una clave de sol purpura. Finalmente había obtenido una cutiemark sobre música. ¡Mis padres al fin me aceptarían! El único problema es que no tenía la más mínima idea de cómo esta clave de sol había aparecido en mi flanco.
Recuerdo que salí de la habitación en mi optimismo juvenil para decirles a mis padres que había obtenido mi cutiemark. Risitas llenaban el aire mientras saltaba por el pasillo. Estaba sonriendo de oreja a oreja, tan emocionada de por fin tener mi cutiemark. Ahora ellos me tratarían como su hija, ellos iban a amarme.
Si los hacía sentir orgullosos, tal vez podría empezar a pasar más tiempo con otros ponys. Después de mi ensayo diario, podría hacer un amigo.
Al principio, no pude encontrar a mis padres. Cuando escuche sus voces a la vuelta de una esquina, me arrastré hacia allí lentamente.
—Comprarle un violonchelo especial no significa que ella tiene algún talento—, declaró mi madre.
—¡Y no voy a seguir perdiendo el tiempo con ella! Esta hecho, ella tiene un violonchelo y una marca—, gritó mi padre.
—¿Y ahora qué? ¿Continuaras ordenando a tus sirvientes que la disciplinen hasta que ella sea buena? Podríamos haber evitado todo esto si me hubieras dejado abortar el embarazo antes que tus padres lo supieran—, dijo mi madre.
—No los metas en esto. ¿Recuerdas que ellos dijeron que no debía casarme contigo? Si podemos enseñar a esa pony sucia sin valor para que sea una música famosa, probaremos que somos mejores que ellos.
—Entonces deja que me haga cargo. Te falta sutileza. Hare que ella se someta a su destino y toque el violonchelo...
La voz de mi madre se desvaneció cuando corrí a mi habitación. Apenas podía ver a través de las lágrimas y sollozaba entre respiraciones. Cuando llegué a mi habitación, cerré la puerta y me desplomé en el centro de la alfombra. Ellos sabían que había obtenido mi cutiemark, me habían comprado un violonchelo, y aún pensaban que yo era una pony sucia sin valor. Si pudiera haberme metido en un agujero y morir en ese momento, lo habría hecho.
Una melodía resonó en la habitación, distrayéndome de la horrible conversación que había oído. Era la misma que había escuchado en el ático, sólo que ahora era tocada por un violonchelo sin acompañamiento. Me sequé los ojos y miré a mi violonchelo en su soporte. El arco descansaba a su lado, sin usar.
Me acerqué al violonchelo y encontré que sus cuerdas estaban quietas. La música estaba a mi alrededor, llenaba la habitación, sin embargo, provenía de la nada. Continuaba haciéndose más fuerte, más furiosa, cuando los instrumentos de percusión y de cobre se unieron. Apenas podía oír la melodía atronadora a través del zumbido de mis oídos.
Busqué en todos los rincones de la habitación mientras la sinfonía continuaba su desarrollo. Me sentí tentada a tocar el violonchelo. Cada vez era más doloroso, y constantemente atraía mi atención al instrumento. No podía soportarlo más, así que comencé a gritar. Le di una patada al violonchelo en su soporte, y se deslizó por debajo de la cama.
Estaba tan aterrorizada que permanecí hecha un ovillo debajo de la cama por un día entero. La música no se detuvo en ningún momento. Mis padres iban a culparme por todo esto. Me dirían que estaba loca, que mi cutiemark era un fraude. Nunca iban a amarme.
—¿Madre, puedes oír la música?—, pregunté.
—¿Qué música, querida?—, respondió con frialdad.
—-Es lenta y triste. Está lejos, pero puedo oírla con claridad.
-Esa es tu musa. Ahora ve y compone lo que estas escuchando.
-Pero hay que cenar...
-¡Octavia! No te atrevas a contestarme. ¡Ve a tu habitación de una vez!
-Sí, señora-, le escupí. Sin duda ella había captado mi sarcasmo. Era seguro que ella iba a pagarme con la misma moneda después. Era extraño cómo las amenazas de violencia pierden su valor cuando se convierten en algo tan común como respirar.
Desde el descubrimiento de mi cutiemark, mis oídos podían escuchar los sonidos de la música donde quiera que fuera. Notas enteras flotaban perezosamente en el aire mientras un staccato de octava nota peleaba por mi atención. Acordes mayores y cálidos me invitaban a su abrazo relajante. Los acordes menores se burlaban de mí con su leve disonancia.
Fue cuando comencé a componer que descubrí cómo librarme de las molestas melodías. Cada vez que componía una de las canciones que había escuchado, dejaban mi cabeza y me daban un respiro breve. Como una picazón que no desaparece, cada canción que desaparecía era reemplazada por una pieza musical más persistente y compleja.
Por años mi frustración creció. Cuando me encerraba en mi habitación, como una buena pony terrestre, mis padres me dejaban sola. Pasé cada minuto componiendo música y tocando el violonchelo. Ese violonchelo de arce y ébano y la composición musical eran mis únicos talentos. Eran las únicas cosas que hacían que mi existencia valga la pena. Siempre y cuando pudiera tocar, siempre y cuando tuviera el santuario de mi habitación, podría soportar el dolor. Y vivir con mi familia era doloroso.
Día tras día componía, practicaba y luego interpretaba. Cada vez que dejaba mi habitación corría el riesgo de incurrir a la cólera de mis padres. Una vez logré evitarlos por una semana. Comía en mi habitación y sólo hablaba con el sirviente que me escoltaba al auditorio para las actuaciones. Pensé que podría evitar a mi madre para siempre.
Un mes después, hice una audición para la Orquesta Real de Canterlot. Finalmente había alcanzado la edad mínima de dieciocho.
-Octavia, ponte tu corbata de moño—, ordenó mi madre.
—No. Está muy apretada—, protesté.
—¡Colócate eso en este instante, o sino...!
—¿O sino qué? ¿Vas a golpearme frente a los jueces y los espectadores? ¿Tal vez aporrearme mientras los ayudantes preparan las lu...?
La corbata de moño roja flotó hacia mi cuello y rápidamente se ató por sí sola. Me quedé allí sobre mis cuatro patas mientras ella la apretaba tan fuerte como lo permitía la magia. Me encontré incapaz de respirar, mucho menos decir alguna frase de protesta.
—¿Esta muy apretado?
Abría y cerraba mi boca como un pez fuera del agua. Me senté para liberar mis patas traseras y aferrar la corbata de moño. Nadie lo vio, o a nadie le importo, mientras me sofocaba detrás del escenario. La presión en mi cuello estaba comenzando a marearme. Podía sentir un hormigueo en la cara, y el ardor en mis pulmones. Mi corazón en pánico latía más y más rápido.
Estaba empezando a desmayarme y veía nada más que rojo en mi visión. Me derrumbé en el suelo, jadeando por aire, cuando ella aflojó la corbata de moño. Mi cuerpo temblaba mientras me acariciaba mi garganta y los pulmones doloridos. Una oleada de calor desapareció de mi cabeza y mi corazón palpitante comenzó a calmarse.
—Eres la próxima, querida, no me decepciones.
"¿Cómo mi padre te decepciona en la cama todos los días?", pensé. Estaba tan asustada y famélica por aire que mordí mi lengua. Me reserve el comentario vehemente para más tarde.
La vi irse mientras un presentador caminaba al escenario y comenzó a hablar. Una nueva oleada de pánico me invadió cuando me di cuenta que estaban anunciando mi audición. O me convertía en la violonchelista de la orquesta, o mis padres imaginarían una nueva forma inteligente de criar a su hija.
—¡Octavia!—, proclamó el presentador.
Ponies comenzaron a aplaudir, ni muy fuerte ni muy suave. Miré al ayudante que llevaba mi violonchelo por mí. Él asintió con la cabeza hacia la luz del reflector. Aún estaba conmocionada y en pánico. Me negaba a moverme.
Fui en ese momento cuando vi un gancho colgando enfrente de mí. Era un hilo de seda con un gancho semejante al tipo que usaría un pescador. No podía ver el origen del hilo, ni podía discernir su propósito. La curiosidad pudo más que yo. Sin nada para distraerme, el tiempo parecía extenderse hasta el infinito.
Lentamente levanté mi casco hacia el gancho extraño y dorado. Lo toqué y lo observé girar suavemente en el aire. Lo toqué otra vez y sentí que pinchaba mi piel. Alejé mi pata por el dolor agudo.
Sentía el lugar donde me había pinchado, sin embargo, el gancho en forma de araña parecía que se había movido. Mis ojos siguieron el hilo, buscando el lugar donde había mordido mi carne. Cuando encontré el final del hilo, había traspasado la cuartilla por encima de mi casco. El gancho estaba demasiado profundo como para poder verlo, y cuando tiré del hilo, ahora podía sentir que tocaba mi hueso.
Sentí un dolor agudo cuando el hilo se retrajo, arrastrando mi pata hacia adelante. Vi otro hilo plateado extenderse y clavarse en mi pata delantera izquierda. Intenté encabritar y sacarlas, pero estaban muy fijos en su lugar.
Una pata a la vez, los dos hilos me guiaron hacia adelante. Cada vez que me resistía a dar un paso hacia el violonchelo causaba otra descarga de dolor. Era como si los ganchos se hubieran incrustado en los tendones y nervios de mis patas. Me encontré caminando al ritmo de los hilos misteriosos, hasta que llegué junto al violonchelo.
Aún estaba nerviosa por la actuación, pero los hilos amigables habían planeado todo. Ellos me levantaron para colocarme en mi postura normal. Me equilibré sobre mis dos patas con el violonchelo para darme estabilidad. Tomé el arco con mi casco y comencé a tocar. Había reservado para esta ocasión una balada hermosa titulada "El remordimiento de Luna". Mientras me perdía en la música, apenas notaba como los hilos y los ganchos desaparecían. Habían cumplido su propósito.
Si antes hubiera sido feliz, tal vez el sentimiento de mi aceptación en la orquesta no habría sido tan impactante. Quería bailar, gritar, correr hacia el ensayo de la orquesta. Nunca más tendría que vivir en una jaula de oro componiendo piezas instrumentales, y tocando sonatas interminables. Durante dos horas por la noche, cinco noches por semana, estaría a salvo de mis padres. Podría conocer a otros ochenta ponies de la orquesta.
La oportunidad de ser libre de su influencia era una recompensa suficiente, pero tenía algo más en mente. Ellos me habían enseñado desde niña que los amigos no tenían valor, pero yo siempre lo había dudado. Parecía que había ponies por allí que no me odiarían por lo que era. Tal vez les gustaría a algunos ponys de la orquesta. Fue entonces cuando me di cuenta lo que esto significaba.
Iba a tener amigos.
Monté sobre una ola de endorfinas y felicidad por una semana entera hasta mi primera noche de ensayo con la orquesta. Mis noches sin dormir apenas se notaban entre todas las canciones que demandaban ser escritas. Ni el hambre, ni la desnutrición, ni los castigos de mi padre me afectaron todo ese tiempo.
Tocar con los músicos nuevos y el director era pura felicidad. Los ponies eran amigables, o tranquilos y reservados. El director no se interrumpía para avergonzarme cuando tocábamos una de mis propias composiciones. No había preguntas elaboradas para recriminarme por mi mala conducta, o amenazas detrás de la falsa amabilidad. Los ponies aquí eran reales, felices y... vivos.
Mis colegas músicos tenían el tipo de libertad que yo siempre había soñado. Decidí hacer todo lo posible para ganármela por mi cuenta.
Ese primer ensayo pasó con rapidez, y pronto me encontré guardando mis cosas para volver a casa. Una yegua verde menta me había observado durante la última canción, y se acercó a mí poco después. Tal vez era por la forma en que miraba con asombro a las cosas más simples, como un sticker de los Wonderbolts en una funda de violín. Tal vez ella podía ver que necesitaba un amigo.
—Hey, mi nombre es Lyra.
—Buenas noches—, respondí. —Soy Octavia—. Extendí mi casco para estrechar el suyo, cuando ella lo sacudió con rapidez.
—Genial, vi tu audición. ¿Quieres ir a una discoteca conmigo y mis amigas?—, ella mantuvo una sonrisa amable y me permitió hacer contacto visual con ella.
Una parte de mi consideró declinar su oferta. Fue la parte que había sido golpeada para ser sumisa. La mayoría de mi ser, por el contrario ingenua, sabía que esto era mi oportunidad para ser libre y disfrutar una noche como una pony normal. Podría salir y pasar el rato con esta yegua. No tendría que regresar a mi casa hasta tarde por la noche. Me podría deshacer de mis padres, aunque sólo sea por unas horas.
—Me gustaría—, admití. Sonreí mientras imaginaba a mi madre furiosa rondando mi estudio, preguntándose adónde había escapado.
—No está lejos.
Ella me llevó por la puerta trasera del auditorio hacia la discoteca. El enorme auditorio empequeñecía al resto de los edificios del distrito. Un camino lo rodeaba y varias calles se ramificaban desde allí como los radios de una rueda. Lyra me guió por una de esas calles.
—¿Hace cuánto tiempo que tocas el violonchelo?—, preguntó Lyra.
—Lo he tocado todos los días desde que obtuve mi cutiemark.
—Hmm—, Lyra se volvió para mirar mi cutiemark y frunció el ceño. -¿No debería ser una clave de Fa?
—¿Eh?
—Tienes una cutiemark por tocar el violonchelo, ¿verdad? ¿Entonces no debería ser una clave de Fa?
—No sé cómo la obtuve. Supongo que sólo fue suerte.
—¿Suerte? Ningún pony se despierta en la mañana con una cutiemark. ¿Comenzaste con el violín y cambiaste de opinión? Luego de encontrar mi marca, aún así quería tocar la guitarra. Era muy difícil, necesitaba pulgares o algo para tocar una.
—Mis disculpas, tienes razón—, le sonreí y me reí al imaginarla tocando una guitarra. —No sólo me desperté con ella. Compongo música también, es por esa razón que tengo una clave de sol.
—Oh. Eso tiene más sentido. ¿Has compuesto algo que podría haber escuchado?
—Bueno—, añadí, sonriendo. —Compuse el concerto que tocamos esta noche.
—Octavia—, ella jadeó. —¿Tú eres la potrilla que comenzó a componer a los ocho años?
—Correcto, por lo tanto no salgo mucho en realidad.
—¡Bueno, no me sorprende! Has hecho al menos una docena de canciones, y escrito partituras para cada instrumento que puedo pensar. Realmente tengo que darte una buena noche. ¡Debes haber pasado cada minuto de cada día encerrada en un cuarto componiendo!
—Je—, me reí con nerviosismo. —No tienes idea—. Me sonrojé y desvié la mirada hacia mis alrededores.
Las calles de adoquines aún estaban mojadas por la tormenta. Lámparas y luces de neón se reflejaban en pequeños charcos de agua. Rojo al parecer era el color dominante en la calle sucia donde caminábamos. Nunca me había alejado tanto de mi casa, y me parecía emocionante. Lyra debió notar lo mucho que disfrutaba del escenario, a pesar de lo sucio e insulso que era, porque no habló hasta que llegamos a la discoteca.
—¡Bueno, aquí estamos!—, gritó Lyra. Ella extendió un casco frente a ella, invitándome a observar la escena.
No estaba segura de qué esperar cuando miré la discoteca. La luz de neón latía con el ritmo de la música del interior. El ritmo bajo era la única parte audible desde el exterior. El cartel rezaba "The Blue Moon". La "B" parpadeaba rápidamente, y la "n" estaba quemada. Una luna azul con una Luna sonriendo de forma seductora colgaba de las letras de neón. El edificio estaba construido por piedras grandes y grises, y la puerta era el único rasgo atractivo. Parecía que succionaba a los ponies cercanos. Eran atraídos por las cuerdas de terciopelo y el pony solitario que vigilaba la puerta principal. Varios sementales estaban alineados frente a él, esperando su oportunidad para entrar.
—Esta discoteca tiene el mejor DJ de Canterlot, y cortan las bebidas con alcohol puro en lugar de agua—, explicó Lyra.
—No lo entiendo: ¿Alcohol puro? ¿Cortan bebidas?
—Quiere decir que te emborrachas más en lugar de emborracharte menos cuando la botella se vacía. ¡Vamos!—, Lyra se acercó a la puerta y comenzó a hablar con un pony terrestre.
Miré a mi alrededor, notando lo poco atractivo que parecían los otros edificios de esta calle. Lyra me tomó del casco, arrastrándome al interior de la discoteca. El semental corpulento en la puerta nos dejó pasar.
Cuando entramos en la oscuridad de la discoteca, mis sentidos fueron atacados por el olor del humo. Comencé a notar la estructura de la discoteca cunado mis ojos se ajustaron a la penumbra. Los ponys se relajaban en la mesas y disfrutaban sus bebidas. Otros estaban fumando, y varios parecían estar pasando pequeñas píldoras entre sí. Los ponys que elegían bailar con la música estaban sudando en una gran multitud en la pista. El aire caliente extendía su olor dulzón por toda la discoteca.
Estaba preocupada de que las complejas melodías, que demandaban constantemente mi atención, me distrajeran de la diversión de la discoteca. Por lo que resultaría ser la primera y la más maravillosa noche que puedo recordar... no lo hicieron. Ritmos profundos inundaban mis oídos, cada bajo, cada latido, se abrían paso dentro de mi conciencia. El solo de violonchelo que había estado atrapado en mi cabeza por dos semanas era débil frente a la música retumbante. Seguí a Lyra hacia la pista de baile donde ella y una yegua color crema comenzaron a mirarme. Creo que ellas esperaban que yo bailara.
Estaba llena de energía nerviosa y adrenalina. Allí estaba, lejos de casa, en la primera y más grande fiesta de mi vida. Quería gritar de alegría y unirme al baile. Cuando la idea de lo ridícula que me vería apareció en mi cabeza, estaba muy nerviosa para considerarla. Mis labios se sentían secos y los humedecí con mi lengua, deseaba tener un trago.
Lyra debió saber que tenía mucha sed, porque rápidamente me alcanzó un poco de agua.
—Gracias, Lyra—, respondí. Tomé el vaso de líquido claro, tragándolo todo con avidez. Quemaba. Oh, cómo quemaba esa primera copa. Me ahogué y tosí, deseaba que el fluido saliera de mí. —¿Qué...? ¿Lyra...? ¿Qué fue... eso?
Lyra y su amiga dejaron de reír mientras sus rostros regresaron a su color normal. -¡Eso era vodka! ¡Debiste ver la expresión en tu cara!
—¿Vodka?—, tosí otra vez. —¿Qué?
—¡Alcohol! Va a relajarte y vas a dejar de actuar tan formal y correcta.
—En serio, Lyra—, la regañó la yegua. —Pensaba que ya habías madurado un poco. Hola, Octavia, mi nombre es Bon Bon.
—Puedes llamarla "palo en el barro"—, agregó Lyra.
N. de la T: "Palo en el barro" es una expresión que se refiere a alguien que es depresivo o que no se divierte con nada.
—Gracias, mucho gusto. Lyra, ¿podrías traerme algo normal para beber?—. Mi voz todavía estaba ronca por el ataque inesperado del vodka a mis cuerdas vocales.
Lyra se rió ligeramente y Bon Bon le lanzó una mirada de desaprobación, cuando ambas se volvieron y se dirigieron al bar. Me quede esperando y observe a los ponys bailar, y al DJ en el escenario. Mire a la yegua girando discos, con anteojos purpuras. Su pelaje era blanco como la nieve y su melena de color azul eléctrico que haría quedar en vergüenza al collar de zafiros de mi madre. Era una yegua que lo tenía todo: la libertad de una fiesta cada noche, y ningún pony le decía qué hacer.
Podía sentir el calor extenderse desde mi estómago al resto del cuerpo. La bebida que Lyra me había dado me hacía sentir un poco mareada. También estaba fascinada por las luces de neón que rodeaban la pista de baile desde el techo. Varios rayos rojos, verdes y azules se reflejaban como miles de puntos en la pista de baile.
Entre el espectáculo de luces y los ponys danzantes, parecía como si los ritmos electrónicos hubieran cobrado vida. Lyra y Bon Bon regresaron y me dieron mi segunda bebida de la noche. Las bebidas hacia que el baile fuera más fácil y la emoción más abrumadora. Casi no me daba cuenta mientras Lyra me alcanzaba bebida tras bebida. No tenía experiencia con el alcohol o con medir mis pasos. Intente bailar con Lyra, sin embargo, mi mirada siempre volvía a la DJ.
—¿Quién esh la DJ?—, pregunté.
—Esa es DJ-P0N3—, aclaró Lyra.
—Bueno, eeesh sexy—, me reí.
Lyra sonrió. —No eres la única yegua o semental que piensa eso.
—¿Creesh que quiera bailar conmigo?
—Cielos, Lyra, ¿qué le has dado?—, preguntó Bon Bon.
—Oh, sólo unos té helados Long Island, un par de Panty Droppers, algunos vasos de Colt Daniels...—, Lyra no tenía muchos cascos para enumerar y notó la mirada de Bon Bon.
—En serio, Lyra, ¿quieres dejarla inconsciente?
—¡Eshta bien, eshta esh la mejor noche que he tenido! ¡Nunca shali de la mansión!
Mi mirada regresó a la DJ cuando me pareció ver que levantaba sus anteojos y guiñaba un ojo. Podía sentir los ritmos pesados de los parlantes. Entre la música y el alcohol, mis problemas parentales eran la última cosa en mi mente. Me gustaría que esa noche alegre hubiera durado una eternidad. El tiempo estaba confundido y las horas pasaron como minutos, y pronto la DJ dejó de tocar y varios ponys comenzaron a irse.
—Bueno, Octavia, ¿por qué no le preguntas si quiere salir contigo? Parece que el show acabo—, recomendó Lyra.
Efectivamente, menos de dos minutos más tarde, la DJ se acercó a nosotras. Nunca voy a olvidar la forma en que sonreía. Era como si cada momento fuera el más feliz de su vida. Ella no tenía preocupaciones o responsabilidades, y sólo al observar esa sonrisa hizo que todas mis propias preocupaciones se alejaran el doble.
—Hey, mi nombre esh Octavia. Eresh muy linda—, sonreí y me tambalee. Si Lyra no hubiera puesto un casco sobre mí, me habría caído.
—Hey, Lyra, Bonnie. ¡Veo que hicieron una nueva amiga! Mi nombre es Vinyl, puedes llamarme la mejor DJ en Equestria—, exclamó Vinyl, levantando un casco en el aire.
—Hey, Vinyl—, corearon Lyra y Bon Bon.
—¿Puedesh no moverte?—, dije arrastrando las palabras. La discoteca parecía que se inclinaba hacia un lado. Mis patas tenían dificultades para sostenerse cuando el suelo se tambaleaba a mi alrededor.
—¿Ella tiene suficiente edad para beber, Lyra? No tengo que recordarte la vez que trajiste aquí ese pony que toca la flauta—, advirtió Vinyl.
—¡Se llama flautista!—, respondió Lyra.
—Quiero una flauta—, declaré.
—Entonces, ¿por qué la trajeron? ¿Quieren que su nueva amiga se emborrache hasta orinarse, o ella nunca ha estado en una discoteca antes?—, preguntó Vinyl.
—Un poco de la opción A, y otro poco de la opción B—, bromeó Bon Bon.
—¡Vamosh! ¡Quiero una flauta!—, protesté.
—Vinyl, ella dijo que le gustas—, Lyra guiñó un ojo mientras hablaba.
—¡Shi! Quiero sher como tú, shin padresh o shirvientes. Apueshto a que ningún pony te ha ahorca...—. Sentí una presión en mi abdomen. Mi boca comenzó a llenarse y antes que pudiera reaccionar, había vomitado en la dirección que estaba mirando. Lyra no se rió mientras el fluido caía en cascada sobre ella.
—¡Asco!—, gritó Lyra. Vinyl ya estaba en el suelo, incapaz de contener la risa desenfrenada. Bon Bon se quedó de pie, pero era igualmente incapaz de no unirse a la risa.
—¿Fue algo que dije?—, pregunté.
Vinyl golpeaba un casco en el suelo mientras se reía, con lágrimas en los ojos.
—¡No es gracioso!—, gritó Lyra.
Bon Bon había logrado controlar la risa ahora y consolaba a su amiga. —Eso es lo que pasa cuando la obligas a beber tanto. Ella es de la clase alta. Ellos nunca pueden soportar el alcohol.
Vinyl había dejado de reír y se levantó, apretando su costado. Ella tenía que jadear para inhalar. —¡Eso... hizo mi noche... Lyra! ¡Deberías haber visto la expresión...en tu cara!—, Vinyl torció su rostro tratando de imitar la expresión de ojos como platos y boca abierta de Lyra.
—¡Basta! Sólo quería que ella se divierta—, Lyra hizo un puchero.
—Me eshtoy divirtiendo musho, ashi que déjame tomar mi flauta y sigamos—, exclamé.
—¿Ves? Ella se está divirtiendo tanto como nosotras. Eres tú la aburrida—, se burló Vinyl.
—Muy bien, chicas, ya se divirtieron—, interrumpió Bon Bon. —Lyra, vamos a casa, para limpiarte. Vinyl, ¿serias tan amable de ayudar a nuestra nueva amiga a volver a casa?
—Oh vamos—, protestó Vinyl.
—¿En serio quieres discutir?—, amenazó Lyra. —¿Y si te doy un abrazo y ensucio todo tu pelaje con esto?
Yo me reía mientras miraba a Lyra. —¡Hey, alguien vomitó shobre ti!
Vinyl comenzó a reír otra vez y levantó un casco para detener el avance de Lyra. —Está bien, está bien. Voy a llevarla a casa. Vamos, niña.
Seguí a la mancha blanca por la puerta y hacia la calle. El aire frio se sentía muy bien, y quién fuera que estaba manteniendo un casco en mi espalda para estabilizarme, estaba haciendo un buen trabajo.
—Así que, ¿en serio fue tu primera noche de fiesta?—, preguntó Vinyl.
Salté hacia atrás por la sorpresa, me tropecé con mis propios cascos y aterricé de lado. —¡Ah! ¡Un fantashma!
—Tranquila—, ella se rió. —Soy Vinyl, ¿recuerdas?
—¡Oh shi! Tú eresh la pony con una flauta.
—Por supuesto. Entonces, Octy, ¿dónde es tu casa?
—¿Cuatro... cinco? Avenida Luna 45.
—Genial, Lyra me entregó a una noble borracha. Qué sorpresa.
—No shoy noble, shoy una pony terrestre.
—¿Eh?
—Tienesh que ser un unicornio como mis padresh para ser noble.
—Ya veo.
Caminamos en silencio luego de eso. Eso es todo lo que puedo recordar, el alcohol debe haber abrumado a mi hígado y derrotó a mi cerebro por fin.
Me desperté a la mañana siguiente con un dolor de cabeza impresionante. Era realmente terrible, tan doloroso que incluso no me atrevía a hacerme un ovillo y llorar. Cerré los ojos con fuerza ante la maldita bola de fuego que Celestia había enviado para atormentarme. Mi garganta estaba seca y con una ligera punzada acida. Se sentía quemada, reseca, y me rogaba para buscar un poco de agua. Mi cabeza, por otro lado, demandaba que permaneciera completamente inmóvil.
Partes y pedazos de la noche anterior regresaron, para preocuparme más y más. Me pregunté si había logrado llegar a casa. Traté de bloquear el ruido de alguien que entraba en la habitación. Mi mente deambulaba y captaba las primeras notas de la música. Una melodía alegre tocada por un violín y un oboe. Era una combinación curiosa. Si el más mínimo sonido no fuera una tortura, la habría disfrutado.
Cubrí mis oídos, sin embargo el dueto provenía del interior de mi cabeza. Gemí mientras me daba vuelta y los rayos del sol aterrizaron en mis parpados. Los bloquee con ambos cascos. Me sentía tan mal que no estaba segura de si era culpa del alcohol. Tal vez mi madre me había envenenado por quedarme hasta tan tarde.
"Casa. ¿Dónde estoy? ¿Fui capturada?" Mis gemidos llamaron la atención de un pony. Las cortinas se cerraron, dando un respiro a mis ojos. Los entreabrí y estaba aliviada de ver que estaba en mi habitación.
—Descansa, y ten un poco de sopa—, susurró una voz. Su bondad era un bálsamo para mi cerebro palpitante. Un perverso, aunque alegre, dueto musical prosiguió a agravarlo.
Poco a poco me coloqué en una posición sentada cerca de la mesita de noche. Mi sorpresa al ser tratada con amabilidad sólo fue igualada por el hecho de que era el chef pony terrestre quien estaba de pie a mi lado. —¿Por qué me ayudas? Ellos van a descubrirlo—, pregunté.
—He perdido mucho con los años—, el chef frunció el ceño, la frente arrugada descendía. Él apartó la mirada y me di cuenta de todas las canas que tenía en su melena. —Mi esposa, mi hija, mi coraje... pero no puedo soportar la forma en que te tratan, cómo ellos tratan a los ponys terrestres.
Probé una cucharada de la sopa. Tenía un sabor increíble, y mi estómago protestaba para que lo llenara con rapidez. —¿Entonces por qué me golpea cuando mi padre lo pide? ¿Por qué trabajar aquí en primer lugar?
—Si no te castigara, él enviaría a otro sirviente—. Se volvió hacia mí y se frotó los ojos antes que pudiera decir que estaba llorando. —Hago lo necesario para conservar mi trabajo y para que tengas al menos un amigo en esta casa. Es todo lo que puedo dar a esta edad.
—Eso es... realmente muy bueno. ¿Qué pasó la otra noche?—, pregunté.
—Tu amiga te trajo aquí, borracha. Te llevamos a escondidas a los cuartos de servicio. A pesar de nuestro esfuerzo, ellos saben que te quedaste hasta muy tarde. Tengo que irme ahora, se fuerte. La próxima vez que te quedes hasta tarde, llama a la puerta de servicio y te dejare entrar.
La melodía era cada vez más fuerte, y me di cuenta que el violín y el oboe fueron reemplazados por una variedad de instrumentos graves. Un acorde discordante se repetía mientras el violonchelo mantenía un ritmo constante. Era inquietante, como si la música se volviera violenta.
El chef salió de la habitación para continuar con sus deberes. Él había trabajado toda su vida aquí y sólo recientemente había hablado conmigo. Hasta el momento los únicos ponys que habían sido agradables conmigo eran Lyra y Vinyl. Había confiado en una mucama una vez y le había dicho todas las cosas horribles que mis padres hacían. Le dije cómo pensaba correr y buscar a la policía. Compartí con ella mi plan de escape. La mucama había recibido la orden de mi padre de ganarse mi confianza y espiarme. Aprendí lo que es un látigo de nueve colas luego de ese intento de escape. Era natural preguntarse si podía confiar en el chef, o cualquier otro sirviente aquí.
Estaba tan concentrada en mi comida caliente y la sinfonía que zumbaba en mis oídos, que no había oído a mi madre entrar. Ella nunca hacia una entrada tranquila, ella prefería que yo temblara cuando irrumpía en la habitación. Tal vez la razón de por qué no la había escuchado eran los fuertes tambores. Aceleraban el ritmo de la composición, esperando que fuera escrita en el papel. Estaba descansando los ojos y disfrutando el aroma de la sopa, cuando ella dio a conocer su presencia.
—Buenos días, hija mía, ¿no es un día hermoso?—. Mi madre de pronto abrió las cortinas, permitiendo ingresar a la luz solar.
Retrocedí, acurrucada bajo las sabanas, parcialmente por el resplandor del sol y parcialmente por el instinto de alejarme de ella.
—Bueno, bueno. No hay necesidad de ser tímida—, dijo en voz alta. —Debes sentirte maravillosa luego de ir a tomar unas copas después del ensayo.
Podía sentir su mirada y sabía que ella estaba a pocos pasos de distancia.
—No me gustaría que estés muy enferma para componer. Si no compones o tocas, entonces no tienes una razón para existir. Sin un propósito en la vida, eres tan inútil como la tierra que ponies como tú adoran. Podría encerrarte en el sótano por una semana hasta que me supliques para que te deje componer. No te gustaría eso, ¿o sí?
Tragué saliva y me estremecí bajo su mirada fulminante. Ni siguiera me atrevía a hacer contacto visual... No podría.
—¡Te he hecho una pregunta!—, gritó.
—No—, murmuré.
—¿No qué?
—No, señora.
—Bien, ahora échate sobre tu espalda recta como una pony normal.
Estaba temblando mientras me estiraba sobre la cama. Al menos la música se había calmado, reduciéndose a unos acordes menores y ocasionales.
—La primera cosa que debes aprender sobre las resacas es mantenerte hidratada. Veo que ya has tomado sopa. Abre.
Abrí mis ojos como lo ordenado, sin embargo, ella no se refería a eso. Cuando mis pupilas se adaptaron y la luz dejó de molestarme, vi el plato de sopa levitando hacia mí.
—Cariño, está bien. Despacio y con calma, o voy a enojarme—. La miel desbordaba en sus palabras, y me hacía preguntarme dónde estaban las abejas y sus aguijones.
Abrí la boca y le permití acercar el plato para que pudiera beber de él. Ella utilizó su magia para volcar el plato entero en mi boca. Con su magia apretó mi nariz y sus cascos mantuvieron mi boca cerrada.
Instintivamente había tratado de escupir la sopa, y fracasé. El resultado fue que el líquido retrocedió por mi garganta, y en mi confusión, inhalé.
—Bebe toda tu sopa, cariño.
Convulsionaba mientras el reflejo natural de mi cuerpo de proteger los pulmones provocaba que mi vía aérea se sellara. Tomé un trago doloroso, tragué la mayoría de la sopa, mientras trataba de eliminarla de mi boca por el único camino que quedaba. Es difícil describir la incomodidad de obligar a la sopa caliente a bajar por un tubo estrecho. Quemaba mi garganta, se sentía como tragar un pomelo, y sentía que iba a ahogarme, todo al mismo tiempo.
Gemí para indicar que había terminado la sopa.
—Bien, cariño, mucho mejor—. Ella liberó mi boca y tragué todo el aire que pude lo más rápido posible.
Tosí, y me volví hacia ella. —¡Bruja sin alma!—. Seguí retorciéndome. Me di cuenta que fue provocado por mi estómago para expulsar su contenido.
—Oh, cosita, bebiste demasiado rápido. ¿Qué debo hacer? Necesitas mantenerte hidratada, así no te dejare vomitar.
—Si no fueras una unicornio, metería mi casco tan ra...—, fui interrumpida por un espasmo cuando mi estómago se contrajo.
—Esto debería servir—, cantó. Rápidamente ajustó la corbata de moño roja en mi cuello. —No sé por qué te la quitas siempre. Se ve hermosa.
Ahora estaba luchando contra el impulso de matarla, respirar, y vomitar. Habría dado lo que sea para haber hecho al menos una de estas cosas. Más que cualquier otra cosa, quería romper mi violonchelo sobre su cabeza.
—Bueno, parece que no has vomitado. Buena chica. Voy a regresar en una hora y espero que hayas compuesto algo para entonces-. Ella se levantó y abandonó la habitación.
Traté de llamarla para que esperara. Se había olvidado de aflojar la corbata de moño y aún no podía respirar. La aferré. Ella amaba hacer el nudo muy apretado con su magia, tanto que mis cascos apenas podían desatarlo. Por mucho que lo intentara, esta era una de esas ocasiones. Los cascos de un pony terrestre no están hechos para desatar nudos pequeños.
Recuerdo la presión que se acumulaba en mi cabeza y a mis pulmones que se insensibilizaban por la sensación ardiente. Me golpeé con el cabecero de la cama mientras mi visión se nublaba. Mi último pensamiento fue: "Al menos seré libre".
El aire ingresó con brusquedad a mis pulmones cuando se aflojó mi corbata de moño. Busqué a mi madre con la mirada, y sólo vi a los hilos colgando del techo. Los pequeños ganchos habían desatado la corbata de moño por mí, salvando mi vida. Mientras me recuperaba, comencé a escuchar a un violonchelo angustiado. Fue seguido lentamente por una orquesta completa.
El titiritero, como había comenzado a llamar a la entidad que controlaba los hilos, debía odiar a mi madre tanto como yo. Seguí a los hilos hacia mi escritorio. Varias hojas vacías estaban junto a plumas, un metrónomo, y varios libros de teoría musical. No necesitaba referenciar a un libro para componer desde que mi cutiemark apareció. La música está viva. Es una entidad que vive y respira, y me canta constantemente.
Compuse partes y piezas de varias canciones, los pensamientos en mi cabeza eran dispersos hoy. Me acaricié la garganta dolorida, recordando a mi corbata de moño. Normalmente me la hubiera quitado y tirado por la ventana, pero sabía que mi madre volvería pronto, y sabía lo que podría suceder si no estaba llevándola.
Fue un día largo, pero finalmente me encontré siendo escoltada por el mayordomo al ensayo de la orquesta. No podía pronunciar "mayordomo" cuando era una potra. Lo había llamado con diferentes variaciones de "mantequilla" en su lugar*. Podría jurar que lo vi sonreír ante el apodo una vez. Desde entonces, siempre me he referido a él con mis nombres divertidos. Él siempre se ha referido a mi como "mi lady". Esto era porque él era muy profesional, o porque mi padre se lo había ordenado.
*N. de la T: Chiste que pierde sentido al traducir. Mayordomo es "butler" en inglés, que suena muy parecido a "butters" que significa manquilla.
El mayordomo me dejó en el auditorio. El director estaba interesado sobre mi opinión del concierto que había elegido y me preguntó si había compuesto algo nuevo últimamente, le mentí y le dije que no, por lo tanto practicamos una gran variedad de sonatas. Tenía problemas para distinguir cuándo la orquesta dejaba de tocar, gracias a la música en mi cabeza. Estaba escuchando una melodía enérgica en mi mente acompañada de trompetas, bombos y platillos. Parecía estar preparándose para mi inevitable reunión con mis nuevas amigas.
Sonreí al pensar en ellas. Lo que puedo recordar de esa noche fue principalmente a Lyra cubierta de vómito, y lo gracioso que fue eso. Me pregunté si Lyra aún estaba molesta. Ella estaba sentada allí con su lira como si nada hubiera pasado, e incluso sonrió cuando me sorprendió mirándola.
El ensayo finalizó y me alejé de la derecha del escenario, donde el mayordomo estaba esperando.
—Psst, Lyra—, susurré. Deslicé un casco debajo de mi corbata de moño y me la arranqué.
—Hey, Octavia. ¿Quieres buscar algo para comer?—, preguntó Lyra.
—No, regresemos a la discoteca—, le sonreí. La diversión que había tenido anoche compensaba esta mañana.
—Hmm, hay un bar con buena comida que podemos probar, Vinyl y Bon Bon nos encontraran allí.
—Bien. Vamos allí, sólo no tienes permitido comprarme bebidas.
—Me parece justo. Estoy sorprendida de que aguantaste por tanto tiempo—, se rió.
Miré de reojo y vi al mayordomo acercarse. Rápidamente tomé mi violonchelo y troté al exterior con Lyra. —Vamos—, le dije mientras salíamos del auditorio.
—¿Por qué tanto apuro?
—A mis padres no les agrado...—, dije. Rápidamente añadí, —...cuando me quedo hasta muy tarde. Creo que la resaca no ayudó.
—Jaja, sí. No voy a darte tantas bebidas, a menos que prometas que vomitaras sobre Vinyl esta vez.
—¿Eso es lo que haces para divertirte, ir a discotecas y bares?—, seguí a Lyra al doblar por una nueva calle.
—Hago otras cosas, también. Hay un centro comercial cerca de mi casa, muchos libros geniales en la biblioteca, e incluso he ido a una exhibición de vuelo.
—Eso es fantástico, ¿podemos hacer eso alguna vez?—, sonreí al imaginar todos los lugares nuevos que podría visitar cada noche después del ensayo.
—Bueno, el centro comercial y la biblioteca están cerrados a estas horas de la noche. ¿Por qué no pasas por allí al mediodía mañana?
—Oh, estoy muy ocupada mañana—, fruncí el ceño y aceleré el paso hacia el bar. Nunca sería capaz de salir de casa en medio del día. Llegamos al bar en silencio.
Mientras me acercaba al bar, noté un rondo alegre en mi cabeza. Decidí ignorarlo y transcribirlo después. La frecuencia con la que la inspiración me sorprendía había aumentado últimamente. Cuanto más a menudo tenía momentos felices, más rápido las nuevas ideas venían a mí. Era como si los eventos recientes estuvieran creando nuevas emociones y estilos de música para explorar. Incluso había pensado en escribir música electrónica para que Vinyl la toque con su máquina electrónica. Por desgracia, no sabía nada sobre cómo operarla.
Reduje la marcha para que Lyra pudiera mostrarme donde estaba el bar. Estábamos en el distrito correcto de la ciudad. El suelo tenia tierra, las paredes estaban cubiertas de suciedad, y los carteles de neón eran más frecuentes que las farolas de la calle. Fui guiada hacia la puerta de un edificio con una multitud de ponys de pie en el exterior. El cartel de neón estaba en buen estado, proyectaba un brillo purpura sobre la calle. Las palabras "Salty Muzzle" estaban sobre la puerta, junto a una jarra de cerveza.
Cuando ingresé, me di cuenta que habíamos entrado en el final de la actuación de Vinyl. Ella estaba en el escenario en la parte trasera, esquivando barras fluorescentes mientras una multitud de ponies gritaba enloquecida. Las notas y la armonía seguían aumentando y preparándose, atrayendo a la multitud. Ella entonces iluminó su cuerno, ajustando el tocadiscos enfrente de ella. Yo no sabía cómo funcionaba la mesa electrónica, pero mi talento musical me dijo lo que estaba a punto de pasar. Ella tocó una nota alta, y los altavoces se sacudieron muy fuerte y una ráfaga de viento y bajos se abalanzó sobre la multitud.
Era tan diferente a todo lo que había oído antes. Los ponys respondieron con gritos y vítores. Me inspiraba a escribir algo con una gran sección extendida de bajos. Esto, sin embargo, era un sonido que no podría ser recreado con instrumentos físicos.
—Lyra, ¿ella hace actuaciones en cada lugar que va?—, pregunté.
—No siempre, pero ella está ahorrando dinero para mudarse a Ponyville—, respondió Lyra.
Cuando los aplausos se calmaron, Vinyl se unió a nuestra mesa. Un semental subió al escenario para encargarse del tocadiscos. Bon Bon había dejado en claro que no quería que me desmayara o vomitara sobre algún pony esta noche. Lyra había hecho un mohín, pero accedió a cuidarme.
Vinyl se acercó y empezamos a tener una conversación tranquila.
—Hey, Octy, ¿qué onda?—, preguntó Vinyl.
Observé el techo. Una pequeña luz amarilla colgaba encima de nosotras, iluminando nuestro rincón en el bar. —¿Una luz?
Vinyl se rió y negó con la cabeza. —Wow, necesitas salir más. Un pequeño sol no va a matarte.
—No, a menos que Celestia fracasé en mantenerlo en una órbita asincrónica adecuada—, respondí.
—¿Qué?
—El sol, no va a matarme si voy al exterior.
—Si—. Vinyl se volvió al tabernero. —¡Hey! Dame dos vasos de Blue Moonshine.
—Oh, eso suena hermoso. Necesito asegurarme de volver a casa temprano esta noche, y menos ebria—. Un escalofrío recorrió mi espalda. —Dime, ¿qué haces con respecto a las resacas?
—Simple, toma un poco de pelo de perro en la mañana—, Vinyl se echó hacia atrás y colocó sus cascos sobre la mesa.
N. de la T: "Pelo de perro" es una mezcla de alcohol que se utiliza como remedio para la resaca. En realidad no es recomendable porque provoca el mal hábito de beber durante el día y realmente no funciona muy bien.
—Oh, no tengo un perro—. Fruncí el ceño ante el pensamiento de que nunca he tenido un cachorro de ojos grandes que me quiera incondicionalmente.
—...Quiero decir, sólo toma una copa de alcohol, tal vez un vino tinto con un poco de queso en tus galletas.
Caí hacia atrás sobre la mesa, riendo. La idea de comer queso y beber vino como un unicornio era demasiado. Nunca tuve permitido beber vino. Mi memoria me recuerda las múltiples veces que fui enviada a organizar la bodega de vino familiar. Mi padre tenía cientos de botellas. A veces él quería que yo las organizara en orden alfabético ascendente, para después cambiarlo a descendente. Al menos ahora que estaba componiendo, no tenía tiempo para esas tonterías.
—¿Eso fue gracioso?—, Vinyl me estaba mirando con la cabeza inclinada.
—¡Si, no bebo vino!—, me reí.
—Estoy muy segura que ella nunca ha bebido nada hasta la otra noche—, agregó Lyra.
—Qué raro. Pensé que los nobles beben vino todo el tiempo. Nosotros, los ponies comunes, pasamos la mayoría de la secundaria emborrachándonos a escondidas—, respondió Vinyl.
—Yo no. Si necesitas organizar algo, como estadísticas o un nuevo fichero para devoluciones de impuestos, tal vez podría ayudarte. Solía tener buen ojo para categorizar cosas—, presumí.
—Déjame adivinar: entonces un violonchelo cayó del cielo y te uniste a una tonta orquesta—, se burló Vinyl.
—¡Hey!—, interrumpió Lyra. —Las orquestas no son tontas. Se necesita mucho más talento para que cientos de ponies toquen al unísono, que para que tú gires unos discos.
—Y se necesita mucho más talento para girar unos discos, que para que te sientes sobre tu flanco y toques unas cuerdas—. Vinyl arrugó su cara con concentración y fingió que estaba punteando una lira imaginaria.
El tabernero se acercó y dejó las bebidas que Vinyl había ordenado. Tomé la mía y la examiné mientras disfrutaba la conversación.
—¡Mi oferta sigue en pie, Vinyl! Cincuenta bits a que yo puedo ser una DJ mucho mejor que tú tocando la lira—, gritó ella. Se inclinó hacia adelante y miró fijamente a Vinyl.
—¡Ja! Ese tocadiscos cuesta más de lo que puedes ganar en dos meses—, explicó Vinyl. Se inclinó hacia adelante y señaló el escenario. —¿Esos altavoces? Están hechos a medida. De ninguna forma voy a dejar que los toques por una apuesta estúpida.
Estaba a punto de dar un sorbo a mi bebida cuando Lyra la arrebató de mi casco con su magia.
—¡Bien! Entonces apuesto cincuenta bits en un concurso de beber—, desafió Lyra.
—Acepto, siempre y cuando a Bonnie no le importe cargar a su pequeña Lyra a casa esta noche.
—Me parece bien. Si ella se desmaya, no tendré que escuchar sus teorías sobre aliens visitando Equestria—, señaló Bon Bon con calma.
—Oh, parece divertido. ¿Puedo unirme al concurso de beber?—, pregunté con una sonrisa.
—¡No!—, gritaron todas al unísono.
—Cariño, ellas están a punto de hacer un daño irreversible a sus hígados por beber litros de alcohol, y luego se irán tambaleando a casa para desmayarse. Es mejor que sólo observemos—, explicó Bon Bon.
—Tal vez Lyra se vaya tambaleando a casa, pero yo entreno cada noche para esto—, bromeó Vinyl. Ella echó su cabeza hacia atrás y bebió el Blue Moonshine de un trago.
Lyra terminó su bebida y llamó al tabernero para otra ronda. Bon Bon amablemente me ordenó algo y fuimos a hablar con algunos sementales. Íbamos a volver con las unicornios luchadoras después.
—Así que, Octavia, ¿Lyra me dijo que tus padres son unicornios?—, preguntó Bon Bon.
—Sí, ¿qué hay de ti? Suenas tan "sofisticada" como la mayoría de los unicornios aburridos que viven en la mansión.
Ella se rió. —No necesito ser rica para tener modales. Fui criada por un herrero y una modista. Crecí aprendiendo a hacer dulces.
—Mi padre siempre dice que los ponies terrestres sólo son buenos para la industria alimenticia.
Los ojos de Bon Bon se abrieron como platos mientras jadeaba, antes que arrugas aparecieran en su ceño. —¡Octavia! Eso es horrible. Mírate, una música y compositora famosa. Odio cuando los ponies dicen que nosotros debemos ser granjeros o servir comida.
Al parecer había dicho algo malo, pero no sabía qué.
—Lo siento, pero es verdad. La única razón por la que soy famosa es porque mis padres me obligaron. Me encantaría cambiar lugares y hacer dulces para vivir. Parece mucho más divertido.
Terminamos nuestras bebidas en silencio. Miré hacia atrás para ver a Vinyl y Lyra rodeadas por diez copas vacías. Cinco estaban a cada extremo de la mesa.
Un par de sementales se acercaron, y Bon Bon susurró. —Observa cómo conseguir bebidas gratis.
—Buenas noches, señoritas. Mi nombre es Hopper. ¿Puedo ofrecerles una ronda?—, el semental sonrió y flexionó los músculos de sus hombros.
—Claro. Dos martinis de manzana—, respondió Bon Bon, batiendo sus pestañas. Él y su amigo se alejaron para buscar las bebidas. —¿Ves, Octavia? A todos los ponies les gusta una yegua bonita.
Me sonrojé un poco al pensar que yo era bonita. Con pelaje gris y melena negra, había sido llamada de muchas formas excepto bonita.
—Aquí vienen. Vamos a conversar un poco y luego regresamos con Vinyl—, indicó.
—Okay—, respondí.
—Aquí tienen, señoritas. Entonces, ¿qué hacen dos yeguas jóvenes y hermosas como ustedes en nuestro pequeño bar?—, preguntó Hopper.
—Sólo relajándonos luego de un duro día de trabajo—, respondió Bon Bon.
Levanté la copa y la probé. Esto era mucho mejor que las bebidas que Vinyl y Lyra me habían hecho probar. En lugar de quemar mi garganta de forma ofensiva, era dulce. Lo tome rápidamente, disfrutando el sabor.
—¿Viven lejos de aquí? Vamos a hacer una fiesta más tarde en mi casa. Muchos ponies van a estar allí—, declaró él suavemente.
—No gracias, preferimos quedarnos en el bar—, respondió. Bon Bon levantó su martini de manzana para tomar un sorbo, cuando Vinyl se chocó contra ella.
—¡Hey, Bonnie! ¡Mira, ella ni siquiera pudo llegar a diez!—, declaró Vinyl alegremente. Parecía relajada y doblemente feliz, se tambaleaba un poco cuando caminaba. De alguna forma, aún tenía un control completo de si misma, al contrario de mí, luego de seis bebidas la otra noche.
—¡Vinyl!—, regañó Bon Bon. —Derramaste mi bebida y Lyra esta desmayada. ¿No pueden hacer nada que no sea una competencia?
—¿Qué hay de divertido en eso?—, preguntó Vinyl. —Hey chicos, lo siento, pero yo y las chicas tenemos que irnos.
Me pareció ver un destello de ira en los ojos del semental antes que su amigo lo tocara en las costillas. —Bien. Estaré aquí si cambian de opinión—, dijo.
—¿Quién es el nuevo novio, Bonnie? ¿Buscas pasar un buen rato ahora que Lyra no puede echarte un casco?—, se burló Vinyl
—¡Vinyl! No necesitas ser tan vulgar. Vamos, ayúdame a poner a Lyra sobre mi espada y nos iremos—, respondió. —Y puedes buscar el dinero de la apuesta luego que acompañes a Octavia a su casa a salvo.
—Sí, Vinyl, vamosh a casha. Estoy muy...—, bostecé. —Canshada.
—¡Ja, ebria otra vez! ¡Soy la única yegua de Canterlot...—, Vinyl eructó, mirando al suelo ansiosamente por un segundo antes de continuar. —...La única yegua que puede soportar el alcohol! Debería tener una cutiemark de una copa.
Lancé una carcajada. —Esh verdad—. Me sentía bastante mareada, al igual que la noche anterior, sólo que sentía como si algo estuviera mal. No recordaba haber tomado más que un par de copas, pero se sentía de esa forma. Vinyl ayudó a alzar a Lyra sobre la espalda de Bon Bon. Coloqué mi pata delantera sobre Vinyl para evitar caer.
—Nos vemos mañana, Bonnie—, gritó Vinyl mientras caminábamos en direcciones separadas por la calle.
—Vinyl...¿puedesh cargarme también? Estoy muy canshada—, protesté.
—No te ves muy bien, ¿qué bebiste esta noche?
—Hmm... Vodka de arándano... ¡oh, y eshe semental me dio manshanas!—, me reí.
—Bueno, parece que eres muy mala para no emborracharte. Sólo trata de mantenerte despierta y callada. Juro que te despertaste a medio camino de la mansión riendo cuando te hicimos entrar a escondidas ayer.
—¡Por esho ella estaba tan enojada!—. Me eché a reír, aferrándome a ella con más fuerza para mantener el equilibrio. —¡Sheguro que los shirvientes le dijeron lo borracha que eshtaba!
—Hey, no te caigas, Octy. No puedo llevar a una yegua dormida a casa.
—Eshta bien, mi madre me dio shopa y yo eshtaba mucho mejor. ¡Ella sólo tuvo que shostener el plato hasta que lo bebí!—, me reí.
—Oh, eso es muy amable de su parte.
—Sip, ella me ayudó a mantener la boca cerrada hashta que dejé de ashfixiarme.
Recuerdo a Vinyl levantando sus anteojos y mirándome con una expresión de preocupación. ¿Estaban sus ojos muy abiertos, o su boca estaba muy abierta? Es muy difícil recordar esa noche. En un minuto estábamos caminando a casa, al siguiente yo estaba envuelta en una sábana.
Me desperté a la mañana siguiente con un ligero dolor de cabeza, y estiré las patas. Mi habitación era mucho más oscura hoy, permitiéndome abrir mis ojos y mirar a mi alrededor. Fue entonces cuando me di cuenta que no era mi habitación.
Sentía una pata delantera que rodeaba mi pecho. Había un cuerpo cálido acurrucado junto a mí en la cama. La sensación me hizo sonreír. La otra noche era una mancha completamente borrosa. Era claro que había dormido en la casa de otro pony. Sonreí ante de idea de decirle a mis padres que había dormido con un semental y perdido mi virginidad. La idea de lo furiosos que podrían estar luego de huir por una noche me hizo reír. Si eso no conseguía que me desheredaran, y por lo tanto me liberaría de su legado exigente, nada lo haría. Luego de un momento, comprendí la gravedad de esa afirmación.
Tendría que explicar esto a mis padres.
El miedo se apoderó de mi corazón en ese instante, no podía contar con mis cascos la cantidad de veces que había decepcionado a mis padres tan gravemente. Cada vez que les había fallado, ellos ideaban un nuevo castigo para la ocasión. Su desaprobación y el remordimiento solían sentirse como un cuchillo frio enterrándose en mi corazón. Una vez que eso dejó de ser efectivo, ellos habían acordado encerrarme en mi habitación con mi madre hasta que los gritos cesaran. Era a ella a quien realmente temía ahora.
Abrí los ojos e ignoré los aullidos de protesta de mi cerebro. Miré hacia abajo para notar una pata delantera blanca abrazándome. El destino eligió este momento para reunirme con la balada que había desaparecido con la borrachera de anoche. Los acordes lentamente crecieron en mi cabeza hasta alcanzar niveles insoportables. El zumbido en mis oídos igualaba en fuerza a la canción que demandaba ser compuesta.
Me levanté de la cama, vomitando un poco de bilis en el suelo. Me sostuve mientras continuaba vomitando sobre los mosaicos. El suelo estaba cubierto de toda clase de ropa, cajas de pizza abandonadas y botellas de cerveza. Rápidamente me arrepentí de mi decisión de emborracharme y coquetear con sementales en la discoteca. La mejor cosa que podía hacer era dirigirme a casa ahora. Había logrado mi objetivo de escapar de mi vida mundana por una noche. Podría estar feliz hasta mi próxima salida con Lyra.
Fue entonces cuando me di la vuelta hacia el semental, que había asumido que me había hecho pasar un buen rato, a pesar que no podía recordarlo. Fue entonces cuando vi a Vinyl y una ola fresca de recuerdos de la otra noche se desencadenó en mi cerebro. Pelaje blanco, manchado de sudor y cerveza, coronado por una melena azul eléctrico, esparcida en un centenar de direcciones por la larga noche. Dos corcheas adornaban el flanco de la yegua, y a pesar que no podía recordar lo que había pasado en la cama, me mortificaba de todas formas.
Me había acostado con Vinyl, la DJ, y una yegua. Echar un semental a la cara de mis padres podría ser lo suficientemente hilarante para compensar el castigo. Mis padres merecían sufrir. Saber que su hija había salido y experimentado el mundo real podía lograr eso. ¿Qué podría provocar el lesbianismo? ¿Cómo reaccionarían al saber que había escapado, me había emborrachado, y acostado con una yegua?
Notas staccato furiosas comenzaron a recorrer mi cabeza. Una batalla entre los instrumentos de viento y de metal comenzó. La música había regresado, y sonaba molesta. Había ignorado su petición para componer la otra noche. La disonancia caótica hacia que pensar fuera imposible.
Me dejé caer en el suelo y supliqué a la música clásica rabiosa que se detuviera. Necesitaba pensar. ¿Por qué la música me atormenta justo aquí, de todos los lugares? ¿Por qué sólo puedo pensar en componer la canción? ¡Necesito salir de aquí!
Rebusqué en el apartamento hasta que encontré una pluma y papeles en blanco. Con el fin de empezar a componer la canción, dibuje las líneas y las claves de sol a casco. Necesitaba terminar esto para tener un momento de tranquilidad.
Parecía que la partitura fue compuesta por un potrillo, pero las notas estaban en sus ubicaciones correctas. Entonces sentí el pinchazo que se volvería muy familiar para mí. Era el mismo pinchazo que había sentido en las audiciones.
Había alejado mi mente y concentración de la composición de la música, sin embargo mi pata delantera continuaba guiando a la pluma por el papel. Podía sentir un dolor agudo cerca de mi cuartilla, el surco por encima de mi casco. Al parecer otro gancho se había enterrado allí, y estaba empezando a tirar.
Continué oponiendo resistencia con mi mente nublada. Había cosas mucho más importantes de que preocuparme. Si me iba ahora, tal vez podría llegar a casa antes que ella se diera cuenta.
Seguí revisando y mejorando la balada que estaba componiendo. Cuando el papel se acabó, encontré varias cajas de pizza para usar. Mi improvisación continuó hasta que todo lo que pude encontrar tenía notas sobre él.
Continuaba mi lucha contra el titiritero. Tiré de mi casco y lo coloqué contra mi cuerpo. El hilo casi invisible tiró de vuelta. Se sentía como si mis ligamentos hubieran sido enganchados por una fuerza invisible, que guiaba mi casco. Con resaca y confundida, me rendí y permití que mi cuerpo terminara de componer sin mí. Reflexioné si se trataba de algún efecto secundario del alcohol, o tal vez drogas, que había tomado en la discoteca. Tal vez mi madre tenía razón sobre la depravación y maldad de esos lugares.
Me sacó de mi estupor el sonido de una yegua que se despertaba detrás de mí. Había perdido la noción del tiempo y me había olvidado completamente que ella estaba allí. No tenía pensamientos en mi cabeza sobre qué hacer frente a esta situación.
No podía recordar la noche entera, y aún así debía encontrar una forma de explicar esto a mis padres. Seguramente se habían dado cuenta de mi desaparición por una noche. Esconderme aquí con Vinyl sólo lo haría peor. Decidí que el mejor curso de acción era salir del apartamento.
Abandoné la partitura, un error en retrospectiva, y corrí a las calles de Canterlot. Me llevó un tiempo darme cuenta que estaba en "los suburbios". Mis padres se referían a todo lo que estuviera debajo del nivel superior del distrito del Palacio como los suburbios. Era donde vivían todos los pegasos y ponies de tierra desafortunados, y también los unicornios demasiado pobres para adquirir un hogar adecuado a su derecho por nacimiento.
Aunque no estaba de acuerdo con su evaluación, sólo había conocido a un par de ponies que no eran nobles. Una de ellas me había emborrachado, la otra se había acostado conmigo. Decidí alejarme de las calles sucias hacia el distrito rico cercano al palacio.
Imagínense mi sorpresa cuando un sinnúmero de ponies que nunca se podrían permitir una entrada a uno de mis conciertos, me reconocieron. Pronto tuve a varios fanáticos que me seguían a la mansión. Hice todo lo posible para ignorarlos mientras luchaba con las náuseas, el dolor de cabeza y el hormigueo que se desvanecía de mis cuartillas doloridas.
Tardé más de lo que pensaba en llegar a casa. Estaba acostumbrada a usar un carruaje cuando me veía obligada a viajar largas distancias. Supe tan pronto como los guardias reales se acercaron a mí, que mis padres los habían involucrado en esto. Probablemente creían que había sido arrastrada y violada en un callejón. Supongo que no estaban lejos de la verdad. Estaba muy feliz de irritarlos. Ahora sólo tenía que enfrentarme a la música.
Mi determinación se reforzó mientras caminaba hacia la mansión. No importaba lo que pasara, ellos no podrían borrar la noche anterior. Cualquiera que sea el castigo que planearon, yo aún era su prodigio, su boleto a la fama. No podían herirme hasta el punto de perder los ensayos de la orquesta. La carrera de mi padre como director estaba decayendo, y mi madre no había escrito una pieza musical decente en años.
"Voy a estar bien. Voy a emerger más fuerte. Voy a ver a Vinyl y Lyra otra vez".
La canción que había compuesto, y olvidado, en el apartamento de Vinyl regresó a mí. Abrí la puerta principal de la mansión y vi al mayordomo esperando. Tenía el ceño fruncido. Al menos podría concentrarme en la musica. Por una vez podría distraerme cuando más la necesitaba. Seguí al mayordomo a mi habitación.
—Mantequilla, ¿es muy malo?—, le pregunté al mayordomo. Él frunció el ceño y cerró la puerta en silencio, a la espera de mi padre. Al menos el mayordomo no era malo conmigo, incluso si no era agradable. Nunca había estado tan agradecida por su neutralidad como cuando había roto las reglas.
La puerta se abrió. Mi padre fue el primero en visitarme. Entró con calma, como si sólo hubiera olvidado sus anteojos de lectura. Se quedó allí, mirándome, esperando a que yo suplicara su perdón. No iba a darle la satisfacción. Rara vez lo hacía. Luego de una cantidad idónea de tiempo, él habló.
—Tenía un perro cuando era niño. Era rebelde y nunca obedecía a ningún pony. Se metía en problemas, hasta que finalmente cruzó la línea. Mi padre me ordenó que me deshaga de él, su paciencia se había agotado. Lo llevé al jardín trasero y lo golpeé en la cabeza con una piedra.
—Gritaba de dolor, me faltaba la fuerza necesaria para acabarlo de forma limpia. Me miraba rogando perdón, pero su hora de misericordia había pasado. No tuve otra opción mas que seguir golpeándolo hasta que murió.
Hablé cuando él se dio la vuelta y comenzó a alejarse. —¿No vas a preguntarme qué sucedió anoche? ¿Qué tal si uno de tus sirvientes me golpea por ti? No tuve sexo la otra noche para verte huir como un cobar...
Mi padre se detuvo. Ni siquiera tuvo que darse la vuelta para mirarme. Las palabras se atoraron en mi garganta, mi furia se trasformó en miedo en una fracción de segundo.
—No pongas a prueba mi paciencia. Amaba a ese perro mucho más que tú.
Decir que su respuesta me asustó sería un eufemismo. No tuve que reflexionar por mucho tiempo. Podía escuchar a mi madre acercarse desde el otro lado de la mansión. Mi cama estaba detrás de mí. Podría haberme escondido debajo de ella como cuando era una potrilla. En cambio, me mantuve firme. Mi espíritu estaba preparado para soportar la tormenta, estaba decidida a demostrar que ellos no podían controlarme.
Las puertas se abrieron con un resplandor rojo que emanaba del cuerno de mi madre. Las ventanas de la habitación vibraron cuando ella cerró las puertas de un golpe. Mi madre sólo iba acompañada de una corbata de moño.
—¡Pequeña perra insolente! ¡¿Cómo te atreves a escapar en medio de la noche?! ¡De rodillas!—, gritó.
—Jodete, tú y el cobarde de tu espo...—. Fui interrumpida, como esperaba, por la corbata de moño. Se cerró con rapidez alrededor de mi garganta, el recordatorio constante de mi sumisión con mi madre.
—¡Cómo te atreves! Sólo debes hablar cuando te hablen. ¡Abre esa boca vil de nuevo para insultarme y te arrancaré la lengua! ¿Dónde demonios estabas la otra noche?
Sentí a la corbata aflojarse un poco, permitiendo tomar el aire suficiente para hablar. Me erguí firme sobre mis cascos, y respondí. —Fui a bar y me cogieron, se sintió increi...—. La corbata volvió a apretarse.
La observé fijamente a los ojos, sonriendo. La furia que emanaba de su interior se sentía liberador. Finalmente, mi madre sabría la clase de odio que sentía por ella todos los días. Finalmente ella entendería que no podía enjaularme.
—¿Cuál bar?—, escupió.
La corbata de moño se aflojó, permitiendo tomar otra preciosa bocanada de aire. Permanecí allí, sonriendo, y mantuve mi silencio.
—¡¿Cuál bar?!
Sentí un golpe seco cuando algo colisionó con mi sien. Mi visión se volvió borrosa ligeramente mientras mis oídos zumbaban. La cortaba de moño me colocó de nuevo de pie. Ella estaba esperando mi respuesta.
—Una yegua me cogió...—. Sentí que la cortaba de moño se apretaba por última vez, y sabía que ella ya estaba harta de jugar mi juego.
Ella acortó la distancia entre nosotras en una fracción de segundo, me golpeó en la garganta con su casco. Sentí la necesidad de toser y tuve arcadas, pero la cinta alrededor de mi garganta cerraba mi vía aérea. El siguiente golpe fue en mi mandíbula, arrojándome de vuelta al suelo. Podía sentir el sabor de la sangre en mi boca, y cómo se acumulaba allí.
—¡Ustedes, ponies sucios, son menos que inútiles! Le dije que me dejara abortar el embarazo. ¡Podríamos haber tenido otro niño! ¡Pero no! Era muy tarde, sus padres ya sabían sobre el bebé. ¡Él no podría decepcionar a sus padres!
Me dio una patada en las costillas. No sabía que podía quedarme completamente sin aire mientras su agarre sellaba mis pulmones. Ella me levantó sobre mis cascos y desató la corbata de moño para permitirme respirar.
Inhalé con fuerza por la nariz, rápidamente exhalé y escupí la sangre de mi boca en su cara. -Púdrete en el Tarta...
Algo pesado impactó en mi nuca. No recuerdo qué era. Me había desmayado.
¿Ya estan odiando a los padres de Octavia, especialmente a la madre? No se preocupen, que esto no termina aún, y van a poder tomarle más odio en el futuro xD
La vida es dura para Octavia. Esperemos que sus nuevas amigas puedan ayudarla, hasta ahora sólo la metieron en algunos problemas :T
La gran duda es: ¿Qué son esos hilos? ¿Son reales? ¿Son producto de la imaginación? Cada uno tendra su teoría.
¡Saludos!
