Los personajes son de Meyer y la trama es mía.
Bueno, bienvenidas. ¡Este es mi nuevo proyecto y es Emmett/Rosalie! Yyyy, será corto, nada muy largo. Quizá esté terminado para el 14 de Febrero, bueno, esa es la idea, pero quien sabe, quizás esté antes.
Y bueeeno, ¡a leer!
Miré hacia la puerta por quinta vez. Luego miré mi reloj, había pasado una media hora.
El mesero se me acercó para preguntarme –de nuevo– si ya se me ofrecía algo para comer. Negué y dije que esperaba a alguien. La taza de café que había pedido cuando llegué estaba a la mitad y el líquido estaba frío.
Mi teléfono vibró en la mesa y lo tomé con rapidez. ¡Una llamada!
– ¿Sí?
– ¡Rose, bebé!
– ¿Royce, donde estás? ¡Llevo esperándote casi una hora en el restaurante! – gruñí al celular.
– Sí, creo que no voy a poder ir, pero ¿qué te parece si nos vemos en el hotel de una vez? Tengo tantas ganas de verte, preciosa. Muero por estar contigo. – sentía las lágrimas acumularse en mis ojos.
Tomé mis cosas y dejé el dinero del café para luego levantarme de la mesa y dirigirme a la salida.
– Pues si tenías tantas ganas de verme, hubieras venido a nuestra cena de aniversario, que por cierto, por si no lo notaste ya, será la última. – y colgué.
Lloré mientras conducía de regreso a casa, me pateé mentalmente por haber caído en eso de nuevo, ¿cómo creía yo que él cambiaría? Jamás lo haría y yo era una tonta por creerle.
Sollocé.
¿Pero qué podía hacer? Lo amaba.
Me estacioné en el McDonald's y limpié mis lágrimas. Entré al lugar y caminé directo a la caja y pedí una Big Mac, unas papas a la francesa, un refresco grande.
Caminé con mi pedido a una mesa solitaria justo a un lado del ventanal y dejé salir un gimoteó. Miré mi estómago, seguía plano, pero al paso que iba pronto parecería un balón de playa.
Mi problema era que no sabía cómo dejar salir mi frustración después de mis citas fallidas con Royce. Pero la comida grasosa parecía ser una buena solución. Mi madre había sido modelo cuando joven, y aunque ahora estaba retirada, seguía teniendo ciertos hábitos. Yo tenía prohibido venir a cualquiera de estos establecimientos y mi comida siempre era 'sana y buena para mi salud'.
Mordí la enorme hamburguesa y me metí papas a la boca. Sorbiendo un poco de refresco decidí que ahora me encontraba solo un poco mejor, quizás me sentiría mejor si pidiera McFlurry Oreo.
Terminé mi hamburguesa y las papas, decidiendo que sí necesitaba ese helado.
Me volví a formar, pero cuando regresé a mi mesa ya no estaba sola.
– Hola.
Miré al escuálido chico frente a mí. Me devolvió la mirada a través de sus gafas, sonrió de forma nerviosa y pude ver que usaba brackets.
– Hola, Rosalie.
Lo miré sorprendida, ¿cómo es que él sabía mi nombre?
– Perdón, ¿nos conocemos? – se sonrojó y no pude evitar pensar en lo adorable que se veía.
– B-Bueno, s-sí. – miró por el ventanal. – Compartimos tres clases.
Oh. Oh. Que estúpida, seguro que lo hice sentir mal. – Ehm, bueno, por lo que veo tú sabes mi nombre, ¿Cuál es el tuyo? – dejé mi helado en la mesa y me senté frente a él.
Una sonrisa adornó su pálido rostro y noté que se le hacían hoyuelos.
– Soy Emmett, Emmett Cullen. – sonrió ofreciéndome su mano. Reconocí el apellido al instante.
– Oh, tú eres el hermano de Edward Cullen, ¿no? El capitán del equipo de baloncesto.
Su sonrisa desapareció.
– Eh, sí, yo soy su hermano.
Ahora ya no me miraba y parecía molesto. Me pregunté que le habría molestado, pero mis pensamientos se fueron a otro lado, más específicamente, Edward Cullen. Él era un chico muy, muy popular en la escuela, la mayoría de las féminas lo amaban y besaban su hermoso trasero.
Pero él tenía novia. Bella Swan había llegado desde Phoenix y en cuanto él la conoció no hubo nada que los pudiera separar. Yo la envidiaba, ella no era tan bonita como yo, pero había conseguido a alguien que la amaba más de lo que alguna vez me habían amado a mí.
– Entonces, ¿tú también eres de esas chicas que estás tras mi hermano? – la pregunta de Emmett me sacó de mis pensamientos.
– No, – respondí. – tú hermano no me gusta. Es guapo, sí, pero no es mi tipo y él tiene novia. Así que no me interesa.
La sonrisa de Emmett volvió.
– ¿Conoces a mi hermana?
– Alice Cullen, sí. Está en el equipo de porristas, es linda. – me encogí de hombros sin tomarle importancia. Yo no tenía ningún tipo de relación con los Cullen.
Tomé una cucharada de helado, se estaba derritiendo.
– Yo creía que las Barbie's sólo comían ensaladas, ¿qué haces tú aquí? – la sonrisa traviesa que puso me dijo que sólo se trataba de una broma.
Sonreí.
– Bueno, hasta las Barbie's tenemos permitido dejar la dieta de vez en cuando. – me reí.
– Oh, bueno, está bien. Las hamburguesas son geniales, es saludable comerse una al día, supongo.
Me reí. Me di cuenta de que estaba riendo más de lo usual, ¿eso era malo o bueno? ¿Acaso importaba?
– ¿Tú que haces aquí? – pregunté.
– Bueno, vine a comer algo. Mis padres están fuera, y Alice y Edward tienen citas con sus parejas, así que estoy solo. – le restó importancia.
Le ofrecí de mi helado, ahora me parecía demasiado, me pregunté cuanto habría engordado hoy. Tenía una larga cita con la cinta después de esto.
– Tú… ¿no tienes pareja? – sin saber porque me encontraba demasiado emocionada por saber la respuesta.
– No… ehh, los atractivos en la familia son Ed y Ally, yo eh, creo que soy hijo del lechero. – me regaló una sonrisa con hoyuelos y comencé a reír.
– Oh, claro. – me reí.
– No, yo salí a mi abuelo, no me parezco casi en nada a mis padres. Aunque tengo los ojos de papá.
– Me recuerdas a tu madre. – había visto a Esme Cullen una que otra vez y, ahora que conocía a Emmett, descubrí que tenía un carácter muy parecido al de ella.
– ¿Y tú? ¿Tienes novio? – la pregunta me bajó el ánimo, pero contesté.
– No, uhm, terminamos.
– Seguro era un idiota. – sonrió.
– ¿Cómo lo sabes? – pregunté asombrada.
– Bueno, – se carcajeó. – porque te dejó ir.
Oh.
– Tengo que irme. – se levantó.
– Bien, adiós.
– Adiós. Te veo el lunes en Matemáticas.
Matemáticas.
– Bien, adiós.
Lo observé irse. Era delgado, pero muy alto. Su cabello oscuro y rizado era bonito y le quedaba muy bien. Era muy guapo.
Me gustaba. Miré mi reflejo en el ventanal, sorprendida de ver ojos brillantes, y oh, ¡me gustaba! ¿Hace cuánto tiempo que no me gusta alguien? Mucho.
Volví a mirar la salida, él ya no estaba, pero yo aún lo sentía ahí, aquí, a mi lado.
¿Qué me pasaba?
¿Review?
