Bienvenidos y feliz año 2014.

La idea es completar la historia que ofrecen los juegos así establecer una continuidad y respuesta a algunos interrogantes. También habrá algunas situaciones que me gustaría que realmente pasaran y otras que tuve que omitir ya esa porque no me gustaron o por desconocimiento. Así que alguno considera que faltaron cosas, bienvenido sea porque quiero hacer una historia completa.

No se desanimen porque Crash no aparecerá en esta primera parte, sino en la próxima.

Disclaimer: Crash Bandicoot y sus personajes pertenecen a sus respectivos dueños.

En fin, gracias por leer y dejen sus comentarios.


Capítulo 1: Comienzo del proyecto

Una vez egresados de la Academia de madame Amberley, conocida popularmente como la academia de genios malvados, Neo Cortex y Nitrus Brio habían planeado irse a un lugar para realizar los proyectos en los cuales se habían instruido. Ambos científicos fueron buenos colegas ya que estaban en el mismo curso: bioquímica, aunque Brio se interesó más por la química. A pesar de las diferentes carreras que había, todos los alumnos debían cursar algunos talleres como la construcción de armas y artefactos como accesorios para científicos malvados.

La Academia de madame Amberley era una institución de clase internado, con lo cual los alumnos podían regresar con sus familias en la época de vacaciones, aunque algunos no tenían familias y por ello, se quedaban en un campamento especial. Los doctores habían pasado mucho tiempo en aquellas instituciones ya sea por falta de familia, en el caso de Brio, o por no querer regresar a su hogar, situación que pasaba Cortex.

Durante sus años de estudio, cada alumno debía elegir alguna característica física que los distinga. Fue así que Cortex, siendo un niño todavía, había elegido marcarse con la letra de su inicial en la frente, elección que molestó a la directora ya que ella también optó por esa característica. Desde ese momento, la directora trataba mal verbalmente a aquel alumno; se burlaba de él por su físico, le decía que nunca podrá ser un científico malvado sino un peluquero, y más cosas que entristecían al niño. Durante su niñez, la letra n minúscula tatuada lo acompañaba hasta que la cambió a mayúscula cuando se acercaba a la graduación. En cuanto a Brio, él prefirió unos grandes tornillos similares a Frankenstein que, desde que los tiene comenzó a tartamudear algunas palabras. A pesar de que tenían la misma edad, Brio se mostraba más avejentado debido a los experimentos que realizaba en si mismo a tal punto que quedó calvo. Ambos científicos no se graduaron con notas altas pero tampoco con bajas, y egresaron a la edad normal de graduarse a los veinte años.

Durante varios años los doctores habían intentado trabajar su proyecto de dominación del mundo mediante la creación de un ejército de animales mutados, pero las organizaciones de defensa como por ejemplo la INTERPOL descubrieron sus planes y los detuvieron muchas veces aunque siempre lograban escapar. Querían dominar el mundo ya que éste con su sociedad de gente discriminadora y egoísta habían hecho sufrir a los doctores; era un proyecto de venganza. Pasaron como casi diez años tratando de llevar a cabo su proyecto hasta que, en una cárcel francesa decidieron poner fin a su mala suerte:

—Brio: no podemos continuar así. Que nos encierren cada vez que queremos realizar nuestro proyecto. Lo intentamos en Inglaterra, en Alemania, en Japón, bueno ya lo sabes. Fue difícil escapar de la cárcel en los Estados Unidos —comentó Neo.

—La verdad no sé por qué tenemos esta desgracia —pensaba en voz alta Nitrus.

—Creo que ya sé cual es el problema: elegimos lugares populares y controlados. Después de esto elegiremos un lugar deshabitado, no reconocido, donde nadie se atrevió a ir.

—¿En la Antártida?

—No. Debe ser en un lugar donde pueda haber muchas especies de animales. Pienso que puede ser las islas desconocidas de Australia. Nadie va para allá ni los aventureros más valientes. Aunque tendremos que soportar el calor tropical.

—Buena idea y ya sé como podremos salir de aquí. Fabricaré un ácido que derrita los barrotes.

—Bien. A trabajar. Luego iremos por mi arma de rayo para dormir a los guardias.

Fácilmente y debido a la experiencia que tenían para escapar, salieron de allí y se encaminaron en un barco carguero hacia Australia. Tomaron un trabajo para pagar el transporte el cual era mantener el barco en buenas condiciones.

Ellos decidieron irse a un lugar despoblado y alejado de las leyes, ya que sus experimentos serían un caso grave de maltrato animal. Finalmente optaron por una pequeña isla desconocida al sur de Australia. Llegar hasta allá no seria nada fácil, así que recurrieron a varios contactos para conseguir recursos económicos.

Uno de esos contactos era su colega el Dr. Nefarious Tropy quien fue otro doctor que egresó de la Academia el mismo año, para ello concordaron reunirse en un bar en Australia a las horas de la noche. Por su parte, Tropy se especializó en la física con el control del tiempo y la robótica. Esto fue porque él había sufrido una serie de accidentes que lo llevaron a ser un Cyborg por ello, su piel cambió de color a celeste y éstas fueron sus características además llevaba distintos tipos de relojes, demostrando que estudió el control del tiempo. En cambio, él sí se graduó con notas altas y, tenía una buena relación con la directora. Mientras que el doctor Tropy se encontraba en la parte más oscura del lugar, se encontró con sus compañeros:

—Ya era hora de que llegaran —dijo mirando sus numerosos relojes.

—Tenemos que ser cuidadosos pues el gobierno aún continúa buscándonos —respondió Neo.

—¿Se puede saber para qué me llamaron?

—Pues, como ya te informamos con anterioridad, hemos tenido algunos problemas con el proyecto —explicó el doctor de los tornillos en la cabeza.

—Desde luego que iban a tener problemas. En su lugar sería más discreto para llevar un plan así —interrumpió.

—Tienes razón. Por ello planeamos irnos a un área desconocida de este mismo continente para instalar un laboratorio. Con lo cual venimos a pedirte un préstamo para lograr nuestro objetivo —comentó el doctor de la letra N en la frente.

Después de unos segundos de reflexión, el viajero del tiempo contestó:

—De acuerdo, pero iré con ustedes. Voy a vigilarlos para que no desperdicien mi dinero. Además también quiero dominar al mundo.

Como necesitaban más dinero, Neo solicitó un préstamo a su madre la cual era dueña del Moulin Cortex, un cabaret ubicado discretamente en una ciudad popular australiana. Fue entonces que el doctor se dirigió a aquel lugar para pedirle ese favor y se encontró con ella, quien era alta, delgada y con cabello canoso. Siempre vestía algo formal. Ella no tenía ningún parecido con su hijo. Ni bien se encontró con ella, Neo dijo:

—Hola, madre —saludó con aire de preocupación.

—Hola, hijo ¡Qué sorpresa! ¿Por qué no me llamaste antes de venir? ¿Qué te pasó que no viniste a visitarme por estos años? —preguntó ella tranquilamente.

—Pues quería hablarte de algo personalmente y no podía visitarte ya que estaba ocupado con el proyecto, además porque siempre odie que trabajes en esto —contestó con tono de enojo.

—Simplemente es un trabajo —se defendió—. Sabes, llegaste justo a tiempo porque mañana mudaré el negocio a un lugar más exótico: una isla en la Antártida. Bueno, ¿De qué querías hablar? —siguió tranquila.

—Vine para pedirte un préstamo. He tenido dificultades pero si todo sale bien te lo devolveré.

—Ese plan de conquistar el mundo —dijo negando con la cabeza—. La verdad no sé por qué te mandé a esa escuela.

—Madre, no recuerdas que fue la única que me aceptó y, además, tengo habilidades para desarrollarlo —volvió a enfadarse—. Y bien ¿Vas a prestarme el dinero o no?

Ella lo permitió aunque ni bien le entregó el dinero el científico se marchó a pesar de que quería hablarle sobre los términos de cambio de favores.

Teniendo el dinero necesario, los tres doctores partieron hacia aquella isla viajando en un avión contratado. El piloto no sabía muy bien el asunto pero reconoció que no eran turistas. Durante el viaje una voz en el comunicador del piloto le decía que se encontraba en zona desconocida, que regrese de inmediato a las rutas establecidas; el piloto simplemente ignoró aquellas advertencias y luego apagó el aparato. El viaje duro muchas horas y al llegar a destino pudo observarse que el piloto se preparaba para aterrizar en una de las tres islas que se divisaban. Difícilmente el avión bajó en un área desmalezada entre el espeso bosque. Cuando paró el motor sólo les dijo que tuvieran cuidado con los nativos y los animales salvajes, luego siguió su camino.

—Bien. Si hay animales salvajes, servirán para nuestros propósitos —dijo Neo a sus compañeros.

—¿Y los nativos? ¿Qué haremos con ellos? —preguntó Tropy.

—Que se mantengan alejados de nosotros o sino realizaremos pruebas con ellos —contestó Brio.

—Pues bien preparemos un laboratorio en un lugar adecuado —dijo Neo.

—De acuerdo —respondieron conjuntamente Brio y Tropy.

Fue así que los tres hombres empezaron una exploración de la isla. Habían llevado varios equipajes que tuvieron que cargar haciendo un camino entre la abundante vegetación y, además el intenso calor no aligeraba la carga. Caminaron por horas hasta que divisaron un volcán extinguido en una isla próxima donde observaron que los nativos no se acercaban, pues no había ningún rastro de civilización y poca vegetación. Aquel lugar fue elegido como la base de sus operaciones así que se dirigieron allí con una balsa inflable y, al llegar, los tres comenzaron a escalar la montaña.

El primer paso consiste en construir el laboratorio así como los elementos necesarios como armas y demás artefactos como mejorar la embarcación y fabricar un transporte para ir a la ciudad: un dirigible. También encargarse de los alimentos entre otras cosas que estaban en la isla de los nativos. Dentro de la precaria vivienda fue necesaria una repartición de las tareas:

—Que les parece si me encargo de la construcción de los artefactos —dijo Neo.

—Bueno, pues yo me encargaré de los recursos explorando la jungla —expresó Brio.

—¿Y cuál será mi tarea? —preguntó el especialista en el tiempo.

—Que te parece encargarte de las tareas domésticas, pues eso nos hace falta —sugirió Cortex.

—¿Qué? No lo haré. Se que dije que los ayudaría pero no con esto —dijo enojado.

—Por favor. Al menos no saldrás a la peligrosa jungla ni te expondrás al intenso calor.

—Está bien. Pero sólo por un tiempo.

Les llevó como un año tener un laboratorio decente el cual tenía forma de castillo medieval y, en ese momento, comenzó la captura de animales salvajes para hacerlos evolucionar. Tenían pensado hacer evolucionar a dichos animales y luego controlar sus mentes, en casos de rebeldía. Para ello se utilizaría el Evolvo-Ray, creación de Cortex y Brio, para la evolución y el Cortex Vortex para el control mental.

Después de la primera expedición a la selva, el doctor Nitrus Brio regresó al atardecer con provisiones y un animal para someterlo a la evolución. Él comunicó las novedades a su colega, quien estaba trabajando dando ajustes a su arma de rayo:

—Cortex: ya regresé. Al principio no conseguía nada pero puse unas trampas y logré atrapar a un animal muy conocido de este continente.

El receptor continuaba con su trabajo muy concentrado así que respondió sin mirar a su compañero:

—¿Qué dijiste?

—Que atrapé a un joven canguro. ¿Dónde lo quieres, señor ocupado? —preguntó algo enojado señalando la jaula del animal.

—Donde quieras —contestó sin ánimos.

—¿Y cuándo lo haremos evolucionar?

—Mañana. Ahora quiero terminar con esto —Dicho esto, Brio abandonó al canguro en el laboratorio y se retiró disgustado al ver que su colega no le prestaba atención.