La Frase Brutal - 1. Saco
(By Abriluno)
Personajes: Kiyoshi Teppei, Hyuga Junpei
Temática: Medieval
Advertencias: AU
Disclaimer: Kuroko no Basuke y los personajes pertenecen a Tadatoshi Fujimaki. Tomé prestados la trama y los personajes sin ánimos de lucro, sólo soy una fans más de esta serie.
Extensión: 541 palabras.
Preludio de batalla, los campesinos cantaban y el sol moría en el horizonte dejando estela rojiza que pincelaba los primeros vestigios de astros diseminados en la oscura bóveda. Noche sosegada, un castaño en busca de sus camaradas.
Tres noches atrás habían sido atacados, pensó Teppei que saldrían triunfantes, pero la noche traía consigo hijos inesperados. Bufidos centenares, estampida que por nadie fue prevista los separó ya que los caballares corrieron siguiendo el trote de las cabezas de ganado. Seguro una treta del enemigo para no lograr su cometido.
Ahora, en plena soledad sacaba un instrumento extraño para ese tiempo y es que el alquimista anciano se la había dado cuando le visitaron. Por orden de su señor habían sido enviados para traerle dos escamas de dragón acuático. Serpientes marinas de dantescas proporciones, se alimentaban de peces y de todo lo que contuviesen las embarcaciones que se arriesgaban a hacerse a la mar.
Armónica, sí… recordaba que el anciano así la llamaba, tal vez por la melodía que de ésta provenía. Ahora que no tenía con quien platicar, era bueno hacer un poco de ruido, a las fieras alejaría.
Volteó rápido, el ruido le hizo erizar la piel y su mano cayó sobre la empuñadura de su arma antes de alzarse desde la roca en la que se encontraba sentado. La armadura rechinó — ¿Quién vive? — mas no obtuvo respuesta — ¿QUIÉN VIVE? — Alzó la voz para hacerse escuchar.
Allá en las sombras a unos cuantos metros notó que un bulto caía al suelo, alguien de oscuro manto lo soltaba antes de masajear su costado.
¿Sería un hechicero?, ¿un paria?, uno de sus pies resbaló retrocediendo sólo para estabilizarse adecuadamente en el caso de que necesitara defenderse.
El recién llegado venía tapiado en una pesada capa, que de seguro escondía varios secretos, más de los que el castaño deseara conocer. A cada paso que el desconocido daba, Teppei presionaba un poco más la empuñadura de su espada.
Pudo vislumbrar ovaladas circunferencias de metal a la usanza de soportes para un par de cristales frente a los ojos de un hombre bastante joven en apariencia, la capa gruesa que se arrastraba por el suelo y las manos limpias que el otro movía hacia los costados comenzaron a alzarse lentamente.
— Vengo desarmado
Fue lo primero que pudo escuchar de él.
Tres días con sus noches habían transcurrido y para él seguía siendo un completo desconocido ese que vestía de oscuro manto. Se mostraba apático ante sus interrogantes, a pesar de ello se notaba que contaba con educación.
A la cuarta noche, Teppei no aguantó más y tuvo que preguntar qué era lo que el otro cargaba en el saco del que no se separaba ni cuando la naturaleza llamaba. El otro le miró directo a la cara y siguió raspando el hueso del conejo que comía.
— Junpei
El otro ni miró, estaba bastante entretenido masticando la carne que acababa de roer con sus propios dientes, mas en cuanto el castaño se movió con intenciones de acercarse, la mano del pelinegro arrastró con deliberada fuerza el saco y lo dejó justo entre sus piernas. Alzó la mirada y la clavó amenazadoramente en su interlocutor.
— ¿Qué pretendes?
— Nada… nada
Si seguían así, uno de ellos iba a morir.
