Dije que tenía una sorpresa preparada y así era: ¡la historia de Sora!
Vale, para el que sea nuevo en esto y haya encontrado este Fan Fic por casualidad: esta historia forma parte de una serie o conjunto, que tienen su base en El amor, por Roxas. No necesitáis leerlas en un orden particular, realmente, pero ya es la tercera que publico, y confieso que es recomendable leer la de Sora siempre después del resto. Ya averiguaréis por qué.
Bueno, a lo que iba. Al actualizar la historia de Roxas esta semana dije que vendría con sorpresa. Realmente, iba a publicar este prólogo con el capítulo de ayer, pero se me echó el tiempo encima y no pude terminarlo. Así que, hoy. Espero que lo disfrutéis, sin duda Sora tiene muchas sorpresas que mostrar.
Advertencia: Como en los anteriores, lemon en algunos episodios y la posibilidad de lenguaje soez. Aunque eso se intuye al estar en la categoría M, pero por si acaso.
Disclaimers: Kingdom Hearts y sus personajes no me pertenecen; son propiedad de Square-Enix y Disney. Obviamente, tampoco me lucro escribiendo esto, es únicamente por entretenimiento.
Este primer capítulo está escrito en primera persona (P.O.V Sora). Sin embargo, el resto estarán narrados en tercera persona.
- Definiciones del Amor -
El amor, por Sora
Capítulo I
Amor.
No suelen preguntarme qué opino del amor. Cuando alguien lo hace –normalmente mi novia– suelo responder con una sarta de estupideces hasta que ella me manda callar entre risas, o tal vez con algún golpecito en la cabeza. Y, así, consigo salir airoso de lo que promete ser una situación incómoda. No me gusta hablar de esas cosas, y eso que soy alguien que habla mucho. Demasiado. Riku siempre lo dice.
Pero, ¿qué es el amor para mí?
El amor es sacrificio. Cuando amas a una persona, te sientes capaz de hacer cualquier cosa por ver su sonrisa, por hacer que sea feliz… incluso si eso supone hacer cosas que, realmente, no deseas hacer. Creo que es algo realmente bonito, algo que no todo el mundo es capaz de sentir.
El amor no es sólo ese sentimiento fuerte que tienes hacia tu pareja, es lo que sientes hacia cada uno de tus seres queridos. Creo que soy bastante afortunado, porque amo a muchas personas. Amo a mis padres, y quiero ser un buen hijo para hacerles felices, para que se sientan orgullosos de mí. Amo a mi mejor amigo, Riku; hemos crecido juntos y, aunque a veces sea un cascarrabias y un engreído, es la persona en la que más confío, es alguien realmente increíble, fuerte y admirable. Y, por supuesto, amo a Kairi; es dulce y siempre muy atenta conmigo. La conocí durante la secundaria, y desde siempre nos han dicho que hacíamos una buena pareja, antes de empezar a salir juntos y… bueno, ahora.
Pero, a veces, el amor es duro. Sacrificarse por otros es complicado y ese esfuerzo puede resultar agotador. Hay veces que, para hacer felices a los demás, tengo que hacer cosas que… no me gustan, que no son lo que yo deseo. Y… ¿sabéis? De vez en cuando, me gustaría poder relajarme, poder hacer lo que quiero sin temor a dañar a nadie, pero eso no es posible. Y no quiero decepcionar a mis seres queridos. Los amo demasiado.
Sin embargo… me gustaría saber qué se siente al amar egoístamente a alguien. Querer que esa persona sea sólo tuya, querer estar con esa persona todo el tiempo y ser feliz solamente con eso. Desear a una única persona, sin pensar excesivamente en su bienestar.
Nunca he sentido algo así.
– Sector 6, Midgar –
17 de octubre, 11:18 p.m
Estábamos en el salón de mi casa, sentados en el sofá, abrazados bajo la manta y viendo una de esas películas románticas que Kairi tanto adora. Mis padres iban a pasar toda esta semana fuera, y ella se ofreció a hacerme compañía. No me negué, no me gusta quedarme solo en casa, y menos durante la noche… además de que, bueno, es mi novia. Es normal que venga a mi casa cuando mis padres no están.
Como también es normal que, a mitad de la película, se acerque para besarme. Y sigue siéndolo que yo responda a esos besos, acariciando su mejilla. Creo que, desde hace varios meses, no hemos vuelto a terminar una sola película que vemos en mi casa, o en la suya. Pero a ella nunca parece importarle demasiado.
—Nos… vamos a perder la… película otra vez. –advertí, intentando hablar entre los besos que ella me daba.
Kairi no me respondió, pero entendí sus besos en mi cuello como un "no me importa" y sólo suspiré, ladeando un poco la cabeza para dejarle más espacio.
Sé que lo que voy a confesar ahora puede sonar ridículo, pero odio el sexo. No es que desprecie el contacto humano, ¡siempre estoy abrazando a todo el mundo! Es sólo que… nunca he sentido la necesidad de acostarme con mi pareja. Es incómodo, embarazoso y me hace sentir culpable después. Como si fuera algo que no debería hacer. Y ya tengo dieciocho años, no soy ningún niño. Aunque, a veces, me encantaría volver a serlo. Nadie espera tanto de un crío, ¿no?
No puedo decir a esto a Kairi. Se sentiría muy mal, y eso no es lo que hace un buen novio. Además, que no sienta la necesidad de tener sexo con ella no quiere decir que no la quiera. La quiero, muchísimo. Pero siento que, desde nuestra primera vez, sólo busca esto. ¿De verdad los besos y caricias le parecen tan poco?
Mientras yo le daba vueltas a toda esta clase de cosas, ella ya se había deshecho de mi sudadera. Cerré los ojos, sintiendo sus besos ahora sobre mi torso y dejando que siguiera. Vale, debo confesar que eso no era desagradable en absoluto. Los labios de Kairi son muy suaves y, sus besos, dulces. Tampoco negaré que me disgustan sus delicadas manos recorriendo mi cuerpo. Al menos, hasta que bajan demasiado. Concretamente, a mis pantalones.
Me aparté de inmediato y ella volvió a mirarme con esos ojos azules, ligeramente lilas, arqueando sus cejas.
—Sora, ¿se puede saber qué pasa? Estás rarísimo.
—Es que… –traté de explicarme sin tener que decir que, en realidad, no me apetecía en absoluto esto ahora mismo. —Me estaba gustando la película.
Tal y como esperaba, Kairi rió.
—¡Venga ya, Sora! Nunca te han gustado las películas románticas. –me recordó. —Sólo las ves porque yo te lo pido.
Eso no es verdad. En realidad, sí me gustan, pero nunca me he atrevido a admitirlo. Eso Kairi no lo sabe, aunque creí que se había dado cuenta.
—¿Cuál es el problema? –insistió, acercándose a mi oreja. —No es la primera vez que hacemos esto, ¿no? –me susurró al oído, utilizando ese tono lascivo tan impropio de ella.
Ese es el problema. Que, desde nuestra primera vez, no hacemos otra cosa cuando estamos a solas.
—Tienes razón. –me limité a responder antes de besarla, como a ella le gustaba. Esos besos que te dejan sin respiración.
Continuamos besándonos, hasta que, poco a poco, me dejé caer sobre ella, aún en el sofá. Ella rodeaba mi espalda con sus brazos y mis caderas con sus piernas, que empecé a mover. A ella le gustaba que lo hiciera, incluso cuando aún estábamos con la ropa puesta.
—Sora…
Reconocía esa forma de pronunciar mi nombre, así como el extraño sonido que dejó escapar de sus labios inmediatamente después. Sólo había dicho mi nombre, pero supongo que la conocía bastante como para saber la orden que escondía esa palabra.
Me deshice de su camisa y volví a besarla, pegándome más a su cuerpo, acariciando su cabello. Siempre tan liso y bien cuidado, con un tacto tan suave. Me gustaba tocarlo. Admito que me gustaba muchísimo tocarlo.
Era como…
Tal y como esperaba, a Kairi le molestó lo que hice después. Me aparté, levantándome del sofá y buscando mi sudadera, bajo su mirada que, seguramente, sería de descontento. Y no quería verla, odiaba ver esa clase de expresiones.
—Sora, ¿¡se puede saber qué demonios te pasa!?
—No estoy de humor ahora. –confesé, volviendo a ponerme mi sudadera, sin mirar a Kairi.
—¿Qué ha pasado? ¡Llevo preguntándote todo el tiempo!
—¿No has notado a Riku un poco… raro últimamente?
No estaba mintiendo. Riku, mi mejor amigo, lleva días, semanas o tal vez meses actuando de forma realmente extraña. Nos evita, me evita. Nunca nos vemos, siempre está distante. A veces, creo que no quiere volver a verme, que está realmente molesto conmigo… pero, hace dos días, nos vimos y todo parecía como siempre. Bueno, casi como siempre. No lo entiendo.
—Difícilmente voy a verlo, si nunca quiere vernos. –me respondió, casi con un bufido.
—¡No digas eso! –le respondí. —Tiene mucho trabajo, además de los estudios.
—Yo también y siempre tengo tiempo para verte. ¿No te das cuenta de que son excusas?
Suspiré. En el fondo, lo sabía. Sé que Riku sólo está excusándose, pero no entiendo por qué. Realmente parece que se divierte cuando estamos juntos. Pero, por más que pregunto, nunca me responde.
—Riku, Riku, Riku… ¿Es que vas a estar siempre detrás de él? –Kairi no parecía dispuesta a terminar la conversación. Estaba enfadada. —Las personas crecen, Sora, y se distancian. Sólo es tu amigo, y yo soy tu novia. Deberías preocuparte menos por él y más por nosotros.
Creo que tiene razón. Kairi y yo no estamos en nuestro mejor momento, para ser sincero. Últimamente, siempre acabamos discutiendo y, en la mayoría de las ocasiones, por el mismo tema: Riku. Ella cree que, simplemente, tiene nuevos compañeros y no le apetece vernos tanto. Y no parece importarle demasiado. Pero a mí me preocupa; somos amigos desde los cuatro años, siempre hemos sido inseparables y no puedo creer que… me sustituya por cualquier compañero de la universidad o el trabajo.
No, Riku nunca me sustituiría.
—Riku tiene otras cosas de las que preocuparse, Sora. Y tú deberías empezar a hacer lo mismo.
Escuché cómo se alejaba, probablemente a mi habitación. Yo no tenía muchas ganas de moverme, así que me tumbé en el sofá. No creo que Kairi quiera que durmamos juntos, y la verdad es que a mí tampoco me apetece.
Suspiré y apagué la televisión, ya tumbado. Miré después mi teléfono móvil, comprobando que, como siempre, él no había respondido a ninguna de mis llamadas ni a mis mensajes.
—Riku… –dije su nombre como en un suspiro, antes de cerrar los ojos.
Mi nombre es Sora, tengo dieciocho años y… empiezo a estar cansado de todo esto.
...
Como pasó con los otros dos prólogos, algo más corto de lo que serán el resto de capítulos.
No tengo mucho que decir al respecto. Adoro a Sora, aunque en esta historia confieso que, para muchos, podría llegar a ser un personaje realmente odioso. Sora es mi pequeña rata de laboratorio, y confieso que es realmente difícil para mí encontrar defectos sobre los que trabajar para "humanizarlo", cuando su personaje original en Kingdom Hearts me parece tan... irrealmente perfecto.
Estoy pensando y resulta tremendamente irónico que haya escrito más romance explícito entre Sora y Kairi en este prólogo que entre Sora y Riku en todos mis Fan Fics juntos. Dice mucho de mí, y no sé si preocuparme por eso. No me odiéis, de verdad. Juro que tendréis vuestro Riku/Sora bien merecido.
Espero que os haya gustado y nos vemos... espero que en dos semanas. No tengo muy claro cuando iré actualizando ahora que tengo cuatro historias sobre mi espalda. Ugh, tal vez ha sido mala idea.
¡Nos leemos!
