PROLOGO:



Rachel:

Me ofrecieron una beca a los 16 años.

Yo… Yo amaba mi mundo y a mi familia. Adoraba a mi tribu y me sentía fascinada por las leyendas quilote que mi padre nos contaba mis hermanos y a mi cuando éramos niños . De mayor yo iba a ser antropóloga solo para poder tener una escusa para demostrar al mundo cuan maravillosa era la historia sagrada de mi tribu y cuan mágicas nuestras tradiciones. Me sentía terriblemente orgullosa de lo que era, de mis orígenes y de todo aquello que me rodeaba.

Entonces, sucedió el accidente.

Perder a mi madre ha sido la cosa más dura que he tenido que afrontar en la vida, y lo hice mal, terriblemente mal. Nunca había comprendido cuán importante era ella hasta que la perdí. Nuestra madre articulaba nuestro mundo, era como un sol cálido y maravilloso al que el resto de nuestra familia giraba, como planetas entorno a un centro gravitatorio.

Perder nuestro sol, fue como perder el sentido propio de la vida. Cambio por completo a nuestro padre. A veces cuando lo pienso es como si su enfermedad hubiese empezado a comérselo a partir de aquel día. Dejo de ser ese hombre inmenso que inundaba nuestro mundo de risa y que todavía era capaz de caer derrotado por un ataque de cosquillas de tres niños pequeños que trepaban por su cuerpo como si él fuese su parque de juegos particular. Se convirtió en un hombre triste y apagado que parecía funcionar solo porque debía.

También nos cambio a Rebecca y a mi. Como gemelas que éramos había crecido siempre juntas, es un sentimiento difícil de explicar, no era como si Becca y yo fuésemos las mejores amigas del mundo, era más como si fuésemos la misma persona, la misma niña. Habíamos crecido rosas y soñadoras sintiendo que éramos lo mismo, como si una fuese la extensión de la otra… Compartiamos absolutamente todo, dos personas viviendo la mima vida en el mismo momento. Pero todo cambio a partir de aquel día, nos cambio. Becca no pudo soportarlo así que cerro los ojos a la realidad y se refugio en ese mundo rosa que habíamos construido juntas

Yo no pude…

Lo intente, pero no puede hacerlo, Jake estaba llorando porque tenia hambre y nadie parecía notarlo. Lo recuerdo tan pequeño y tan perdido… No paraba de preguntar donde estaba mama y yo no sabia como explicárselo. Solo tenia 9 años y no podía siquiera empezar a explicar a un niño de 6 que nunca más podría ver a su madre.

Fue como despertar de un sueño profundo, como abrir los ojos a la realidad y chocar contra una dura pared llamada vida. Por los siguientes años trate desesperadamente de seguir adelante bajo el fantasma de mi madre. Me despertaba la primera para poder hacer el desayuno y cuando la enfermedad de papa empezó a pasarle factura era la pequeña adolescente que corría tras él con las medicinas y que obligaba a Jake a comerse toda la verdura. No tenia ni idea de cómo llevar una casa y durante aquellos primeros años fui un completo desastre.

No hubo mundo para mi lejos de mi familia y mis estudios.

Alguien tenia que arrastrar a al resto de mi familia hacía delante y no recuerdo haberlo elegido voluntariamente.

Y entonces los 16 años me ofrecieron una beca para la universidad. Había terminado el instituto dos años antes de los previsto y todos mis profesores veían para mi un futuro académico brillante.

La universidad de Washington, me quería a mi. Una adolescente pequeña y delgaducha para la que no existía más mundo que los límites de su tribu. Que no veía más futuro que la cena de la noche siguiente.

Aquella noche con la carta de la universidad en mis manos mire de forma objetiva mi cocina por primera vez en mucho tiempo. Era tan pequeña… Toda la casa era pequeña. Jake todavía dormía en el sofá del cuarto de estar mientras que Becca y yo compartíamos una habitación minúscula en la que ni siquiera cabían dos camas.

Me cuestione mi vida por primera vez. ¿Qué futuro me esperaba si me quedaba en La Push y rechazaba la oferta de la universidad? Pasaría el resto de mi vida en aquella cocina, quizá pudiese conseguir un trabajo mal remunerado vendiendo recuerdos a los turistas o participando en representaciones. Me haría vieja en aquella vieja cocina, vería a Becca y a Jake crecer, casarse e irse de casa, mientras que yo tendría que quedarme en aquella misma situación en la que había estado atrapada los últimos 7 años de mi vida. O quizá podría casarme con uno de los chicos de la tribu. Sería quizá como Erika Young: 21 años, tres niños y un ojos morado casi todos los días…

Vomite en la pila del lavabo. Con mi carta fuertemente presionada en mi pecho.

Yo no quería ser como Erika Young o como la vieja señora Clark que había visto marchitarse su vida cuidando de su madre enferma.

¡Yo amaba a mi familia! ¡Amaba mi tribu y mi herencia!

¡Los amo!

Decidí ir a la universidad.

Lo que no sabía entonces era cuán difícil seria para mi volver.

Washington me dio todo aquello de lo que había carecido durante mi infancia, me dio amigos propios, autoestima, pero sobre todo me dio una meta en la vida, un sueño para el futuro. Iba a ser arquitecta.

Uno de los problemas a los que tuve que hacer frente es que necesitaba un trabajo para mantenerme. Por lo que durante el primer año de carrera no pude volver un solo día a casa, a excepción de un par de días para navidad, por lo que no supe lo que Becca planeaba hasta que no me llamo un día a finales de mayo, con la voz alborozada de felicidad.

-¡Oh!¡Rach!¡Rach!- me chilló emocionada incluso antes de que yo pudiese saludar.-¡Voy a casarme!

Y se caso, con un tipo al que solo había conocido por un par de semanas en la playa. Y se fue con él a Hawai porque lo único que nuestro padre hizo cuando se entero fue desearle buena suerte.

Nunca se lo perdone.

No fui a casa las siguientes navidades porque opte por hacer turno doble en la cafetería en la que trabajaba y tampoco volví en verano porque me apunte a un modulo de conferencias sobre arquitectura modernista. Paso un año y después otro. Y a lo que quise darme cuenta habían pasado tres años desde que yo había estado en casa por ultima vez.

Iba a terminar la carrera en un mes y acababa de ser aceptada en el colegio de arquitectura de Boston para el año próximo. ¡Mi sueño cada vez estaba más cercano!

Y entonces Charlie Swan me llamo.

.

.


.

.

Paul:

Cambie por primera vez a los 16 años.

Mi vida nunca fue un camino de rosas. Nadie hizo nada por mí, crecí salvaje e indisciplinado. Mi infancia fue una lucha por la supervivencia . Una batalla en la que ni siquiera mi propia madre trato de ayudarme. De hecho, se fue de casa cuando yo solo tenía 7 años.

No la culpe. Yo también hubiese deseado irme, pero no hubiese querido jamás irme con ella.

Si me preguntáis diré que lo que más recuerdo de mi infancia fueron los gritos y los llantos de mi madre, las moradoras de sus brazos y las botellas de cerveza que se acumulaban en la mesa de la cocina…

Pero también recuerdo las quemaduras… cuando mi madre estaba tan borracha como mi propio padre y desahogaba ese odio sobre mi o mi hermana…

Que curioso, se la llevo cuando se marcho. Todavía tengo la sensación de oír a mi hermana pequeña llorar por la noche. Puede que yo me quedase atrapado con mi padre, pero no la envidio, ella tiene a mama.

Puede que esto suene mal, pero mi vida fue más fácil después de que ellas se marcharan. No hubo más llanto desconsolado ni más quemaduras que dejasen cicatrices redondeadas en mi antebrazo.

Hubo palizas.

Sin mi madre de por medio papa tenía que descargar esa fría ira contra alguien. Y yo era el único a su alcance. Pero no era para tanto. Un hombre puede sobrevivir a los golpes y yo tenia una meta: iba a irme de casa algún día.

Pero antes iba a crecer. Iba a ser grande y fuerte, lo suficiente como para que el cobarde de mi padre nunca más se atreviese a golpearme.

Fui un niño violento. Nunca tuve muchos amigos los espantaba… Pero con Jared siempre fue distinto. Crecimos juntos y si no hubiese sido por su mundo yo nunca hubiese llegado a sobrevivir a la infancia. Su mundo era todo aquello que no era él mío: Tenia una madre fascinante y un padre sobreprotector. Recuerdo como de niños su madre nos en corría por la casa para darnos un achuchón y aunque Jared aseguraba que era vergonzoso yo siempre me dejaba atrapar con facilidad, porque ella era maravillosa, no solo me proporcionaba un poco de cariño sino que me alimentaba. Yo le gustaba, no así a su marido. El padre de Jared desconfiaba constante de mi, y trataba de mantener alejado a su hijo de mi… mala influencia.

Mi único amigo. No lo lleve bien cuando lo perdí.

Fue el primero de los dos en cambiar.

Recuerdo sus cambios bruscos de humor. La forma en la que parecía tener siempre fiebre y como al final su madre me aseguro de que estaba enfermo. Tarde una semana en volver a verlo y casi no lo reconocí. Había crecido casi el doble de lo normal y ahora estaba completamente cubierto de músculos. Él muy cabrón.

Durante el ultimo año ambos habíamos estado cambiando, habíamos notado que crecíamos con asombrosa rapidez y una parte de mi se sentía orgulloso de saber que era un par de centímetros más alto que el delgaducho de mi mejor amigo. Pero entonces, él era gigante. Era todo lo que yo siempre había querido ser. Tan grande que mi padre ni siquiera se atrevería a ponerle la mano encima, lo suficientemente musculoso para vivir sin miedo el resto de su vida. Y mientras yo era una palillo escuálido que estaba aterrorizado de tener que volver a casa de nuevo y encontrar a mi padre con uno de sus días malos.

Pero no fue solo eso. Dejo de hablarme. Tenia un nuevo mejor amigo, Sam Uley. Y de repente, nosotros que habíamos estado juntos a pesar de nuestro propios padres, ya no nos hablábamos. Agachaba la cabeza cuando pasaba a mi lado y creaba escusas cuando trataba de hablar con él. Y por si fuese poco tenia una nueva novia, una chica de nuestro curso a la que nunca había dirigido una segunda mirada y que sinceramente no era precisamente una belleza. Kim. ¡Se suponía que yo era su mejor amigo y ni siquiera me había dicho una mierda acerca de que le gustara una chica!

Estalle delante de sus propias narices. Estaba gritándole acerca de todo, de lo furioso que estaba con él. Cuando mi piel estallo y mis puños se convirtieron en garras, cuando trate de atacarlo de forma inconsciente, él mismo Jared se convirtió en un gigantesco lobo frente a mis narices y me redujo con facilidad. Lo primero que escuche en mi cabeza fue su risa.

Me sentí tan humillado que tarde un tiempo en comprender que era un lobo. Que ambos éramos lobos.

Estuve enfermo las dos siguientes semanas.

Me negué a salir de mi cuarto, mientras comprobaba día a día como estaba cambiando mi propio cuerpo. Pero aún cuando mi cuerpo dejo de cambiar, yo seguí encerrado en mi habitación incapaz de comprender que estaba ocurriendo…

¡Era un jodido lobo!

Eso no era normal, ni siquiera en mi mundo de pesadilla. Rechace a Jared todas las veces que vino a buscarme. Sino no hubiese sido por Sam yo seguiría aterrorizado debajo de mi cama. Había atacado a mi mejor amigo con garras y colmillos. ¿Y si lo hubiese matado?

Sam me devolvió parte de mi cordura, sacudió mi mundo y me mostro lo que éramos, para que estábamos hechos. Me hablo de leyendas y vampiros y pateo mi culo hasta que yo estuve tan cansado que solo pude escuchar.

Me eche a reír cuando dijo que yo era un protector, que era algo que había heredado de la familia de mi madre. ¡Protector!¡¿Yo? me reí tan fuerte y tan amargamente que me dolió el estomago durante días. Pero lo acepte con los brazos abiertos. El infierno sabe que yo no era un protector.

Pero si que soy un guerrero.

Sam me dio todo aquello que yo había estado pidiendo durante toda mi vida. Me dio una meta, me dio disciplina y sobre todo me ofreció una familia. Sacudió mi mundo desde los cimientos y dio sentido a mi existencia. Yo no sería nada sin él y sin Jared. Mi lealtad estaba completamente con ellos. Con aquella manada que habíamos creado juntos.

Nunca fui el que más control tuvo sobre su lobo, no se me daba bien controlar la ira. Supongo que bien podría echar la culpa de ello a mis padre. No me enseñaron una mierda acerca del autocontrol, todo se resumía en la ley del más fuerte, quien daba más miedo a quien. Vivía para el combate. Yo no protegía a la tribu, yo luchaba.

La única persona a la que hubiese querido proteger hubiese sido a Jared y muy capullo podía cuidar de su culo él mismo.

Así que si he de ser sincero me encanto cuando el bastardo de Jacob Black se unió a nuestro pequeño club, porque era él único que se ofrecía libremente para la batalla. Podría haberlo convertido en un verdadero amigo sino hubiese sido por la perra: Bella Sawn, la jodida amante de los chupasangre de la que estaba enamorado.

Las mujeres en mi manada eran la peste, excluyendo quizá a Kim y a Emily, a la primera porque Jared me desangraría si pensaba algo malo de ella y la segunda porque además de contar con el factor Sam, me caí jodidamente bien. Claro que luego estaban la chica vampiro y la perra de Leah para hacer insoportable mi mundo.

Y luego allí seguía estando mi padre. No había vuelto a dirigirme la palabra desde el día en que cambie por primera vez. Como si supiese la verdad , como si supiese que volver a golpearme supondría su muerte. Ni siquiera había vuelto a mirarme desde aquel día. Lejos de lo que podáis creer no fue el alivio que yo hubiese podido esperar.

Cambiar, cambio mi mundo en muchos sentidos. No odie a los vampiros por lo que me habían hecho, una parte de mi se lo agradeció con toda su alma. Habían hecho fuerte a un niño asustado, pero sobre todo me habían dado una familia, mi manada. Pero eso no dejaba de hacerlos vampiros, asesinos y una amenaza para mi mundo y la promesa de un combate.

Pese a todas las cosas que habían cambiado, a pesar de todo lo que yo había conseguido, seguía sintiendo un vacio profundo en el pecho que solo podía llenar cuando el dolor físico lo sobrepasaba. Si, vivía para la batalla.

Y entonces ella entro violentamente a mi vida.

.


Nota de la autora:

Hasta aquí el prologo de mi nuevo proyecto. Si habéis leído mi otro fic "Histeria" , sabréis mas o menos por donde van los tiros. Escribir desde el punto de vista de Rachel fue asombrosamente divertido, estaba tan histérica, tan preocupada y resultaba tan violenta que nunca tenía muy claro con que iba a salir, así que no he podido resistir la tentación de iniciar esta historia. Paul resulta un poco más espeso que Rachel o quizá simplemente es que me resulta un poco más difícil ponerme en su lugar… pero aún así espero vuestra comprensión y vuestro apoyo.

Besikos!