Por el amor de Merlín, no pises mi ánimo, por lo que más quieras, no lo pises. Es muy sensible y suele ponerse de malas si no lo notan, más aún si lo pisan, ya ha pasado en otras ocasiones y cuesta medio kilo de chocolate repartido en varios días para ponerlo en su lugar.

― Lily, me asustas, ¿De nuevo pensando en duocornios? ― Sería un momento perfecto para perderme en semejantes pensamientos, pero no, y la razón por la cual no puedo centrarme en meditar la posible existencia de esos seres mágicos factiblemente parientes directos de los unicornios y primos segundos de los ponygrifos es por qué tu carota no me permite mirar a la nada. Y no sirve que intentes colocar tu mejor expresión de circunstancias, sigue siendo tu carota y es desagradable.

― Evans.― es lo único que sale de mi boca, corrigiéndolo.

Sonríes como si lo que te dijese estupideces.

― Mira, yo sé…―un compañero Hufflepuff se acerca a ambos, le entrega algo y se va. ―… que tiendes a irte por las ramas y si he de ser sincero-cosa que no me cuesta- no entiendo del todo porque James está detrás de ti. Pero mi amigo es inteligente y como su mano derecha o mejor dicho, siendo él mi mano derecha, tengo que tenerle confianza.― hace una pausa.

― Vaya, me halaga saberlo. ― respondo irónica.

― Lo sé, soy perfecto. Pero no vine a fumarme una hora de transfiguración contigo para hablar sobre mí, eso lo podemos hacer en cualquier momento. Créeme, tendremos muchos cuando te cases con James.

― ¿Lo prometes? ― pregunto visiblemente molesta.

― ¡Claro que sí! ― ignorando mi fastidio me palmea la espalda como si fuese una amiga más. ― A James no le molestará. Sabe que soy irresistible en cualquier nivel y tengo códigos, lo nuestro solo será de amigos.

Lily, respira. Respira.

¡Qué respires, mierda!

Ahora ignóralo. Puede que no sea efectivo al comienzo, pero con el pasar del tiempo se dará cuenta de su error y te dejará en paz, o aún mejor, se aburrirá y se irá con alguno de sus amigos a continuar fastidiando al mundo lejos de ti.

― ¿Lily?

― Evans. ― ¡Diablos! Evidentemente todavía no manejo muy bien la Ley de hielo…o a mi ira.

― No, ya te tengo por Lily Potter, no puedo andar cambiándote la identidad en mi cabeza. Tengo una burocracia metal ciertamente lenta.

¡No has dicho eso!

― Además… ¡Ay! ¿Por qué me pegas?

― No te pegué, simplemente maté un moscón que había sobre tu cabeza.

― ¿En serio? ― se toca el brilloso y desordenado cabello.

― No. ― respondo con mi mejor cara de: no.

― Pelirroja, no nos pongamos físicos.

La profesora pasa por nuestro lado y debo callarme la respuesta hasta que se aleja rápidamente por la pregunta de un compañero.

― Eso dolió. ― se queja nuevamente.

― ¿Preferirías tener un moscón imaginario zumbándote? ― bien, sé que mi pregunta no tiene mucho sentido, pero cuando él niega comprendo que existen observaciones que deben quedar en una y no ver nunca la luz del día, no vaya a ser que tengan respuesta como la que acaba de darme Black. ― Ves, soy buena persona, no deberías estar molestándome con causas perdidas. Ve a pastar a otros lares, planta un árbol, estudia para el examen de mañana de Defensa contra las Artes Oscuras, incluso mete la cabeza en un paragüero, eres libre.

Se ríe.

― Ahora voy entendiendo.

― ¿Te irás y me dejarás en paz?

― No. Por qué le gustas a James. Tiene suerte de ser mi mejor amigo y que a mí no me atraigan las pelirrojas.

― No te imaginas el alivio que significa eso. ― ruedo los ojos.

― Lo sé. ― me guiña. ― Y por eso mismo debo continuar con mi hermoso monologo.

― ¿Puedo pedirte un favor?

― Cualquier cosa para mi futura cuñada.

― Guárdate el monologo en donde no te da el sol.

― ¿En mi axila?

― Más al sur.

― Pelirroja…― me mira pícaro. ― Mi ombligo no es baúl de nadie y menos de conceptos.

Ok, bien. Es inútil. Mejor será desconectar toda función vital hasta que termine la hora, probablemente parezca muerta para algunos, pero de funcionar bien no tendré que aguantar las suposiciones nefastas de éste individuo.

¿Qué prepararan de comer los elfos hoy? Pastas no, comimos ayer a la noche. Tal vez calabazas asadas, la semana pasada estaban riquísimas y tuvieron gran aceptación. Con algo de pollo seguramente y…

― Mira, tendremos que ponernos de acuerdo. Esto de que comiences a ignorar al mundo mientras yo cautivo a los presentes con mi voz y particular tenacidad no es bueno.

― No ignoro al mundo, sólo te ignoro a ti.

― ¡Lo cual es aún más peor! ― exagera.

― Dime que has dicho eso inconscientemente. ― dije señalando el problema en su exclamación.

Se acomoda la túnica y luego pasa una de sus manos por su tupida cabellera.

― Iba a decir catastrófico pero algunos compañeros podrían asustarse. ― suspira. ― Debo velar por la seguridad mental de los demás. Una cosa llevaría a la otra y sin que nos demos cuenta, perderíamos las riendas de la situación. Soy muy respetado ¿Sabes?

― Lo cual aún no termino de entender.

― Para eso estoy acá, James también lo es y…

Él continuó, siempre lo hacía. Sin importar la situación, sin importar que ella no quisiera escuchar, simplemente continuó. Se parecía tanto a Potter, con razón eran amigos. La pregunta era: si ella era apenas conocida ¿Por qué debía padecerlo?


¡Buenas!

La razón de este corto es que Sirius no para de hablar y Lily, como que ya esta perdiendo la paciencia. Espero disfruten esta pequeña serie que ni idea de cuanto durará.

Dedicado a todos aquellos que tienen una migo insoportable que no cambiarían por nada del mundo.

¡Beshos!

Grisel