Aviso: Naruto es propiedad de M. Kishimoto. Este fic participa en el reto Lo perdí del foro La Aldea Oculta entre las Hojas.
Nota de autor: De antemano les comento que es el primer drabble que realizo en toda mi vida. La historia va del manga, ¡pero! Agregué una muerte extra que no esperé, pero así salió. Para aquellos que no están dentro del foro antes mencionado, el tema abarca la muerte de personajes, sin dañar su sensibilidad. No digo más, espero que disfruten la mini función.
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La única.
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Las luces artificiales de la mansión Hyuga brillaron en aquella quieta noche de invierno.
Hanabi había descubierto que en la torre más alta de esa casa podía ver el firmamento y la lejanía de las murallas de la aldea. Desde ese punto, además, podía observar la diversidad de personas que paseaban con tranquilidad y algunas otras con revuelo, sobre la plaza principal de Konoha. Era una imagen sin sonido, eran sólo manchas de colores moviéndose a extremos opuestos. Todo parecía tan distante, tan inalcanzable. ¿Y lo era?
La pequeña heredera del clan Hyuga había descubierto la imposibilidad de la convivencia con las personas a su alrededor, cuando sólo quedaba ella, la única esperanza del clan, atada a esa torre por derecho de sangre. "Hinata no hubiera podido con el título, pequeña", habían dicho aquella vez, "eres la única".
¿Por qué querría ser la única?
No quería ser la única, no quería ser nadie, ni nada, si no estaba ella… o él. No había magia que pudiera reemplazarlos o traer a su vida algún pequeño fragmento de lo fueron esos tiempos. No había dicha en la salvación de un pueblo cuando se le había arrancado lo más valioso de su vida, cuando la habían dejado con las manos vacías.
¿Quién era ella sin la dulce mirada plateada que le cobijaba el alma cuando quería brindarle confianza? ¿Qué podía hacer cuando no estaba esa presencia dura, imponente y penetrante, que con sólo ponerse de pie a su lado podía recrearle un manto de protección que la hacía sentir a salvo aún cuando su destino temblaba en manos de otros?
El mundo había sido lo suficientemente despiadado para arrebatárselos, para dejarla a la intemperie en una existencia de violencia y muerte, en un lugar con déficit de calidez y amor, donde nadie entendía que su mundo estaba arruinado y que jamás volvería a ser el mismo…
"Y los hombres mueren, y así mismo nacen otros", lo había escuchado todo el tiempo en boca de las personas al mando del clan, de su padre, en labios de aquellos fríos témpanos de hielo que actuaban sin sentimientos, sin tacto, sin empatía. Actuaban como si la lucha los hubiera solventado del horrible mundo ninja en el que vivían, como si hubieran sido liberados de una maldición para por fin gozar de la iluminación que la muerte les conlleva en plenitud y sosiego.
Hinata y Neji se habían ido, sin pensar en ella; sin razonar que no debían dejarla sola, abandonada, herida.
Lágrimas caían.
Hanabi miró una vez más el mundo exterior, tan distinto e irreal. El marco de la ventana de aquella torre le resguardaba de un mundo enigmático y maligno, que manipulaba las vidas de los seres con desventaja y traición. ¿Qué quedaba ahora? Una fría noche con pequeños diamantes brillando en un deterioro progresivo. Una vida vacía y cruel que sólo amenazaba a perseguirla con recuerdos lucidos y nítidos de lo que alguna vez fue su hogar. De lo que alguna vez significó amor.
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Miss K
