Título: La novia distraída

Sumary: Había una vez una vez doce tontos sobre naturales enamorados de una misma humana… y ella ni enterada. Serie de One-short, relatos cortos y drabbles.

Advertencias:

Pareja: YuixHarem.

Cantidad de palabras: 1,301/Cortesía de Magic Word en complot con Microsoft para hacernos creer que de verdad hay esa cantidad de palabras en el capítulo.

Disclaimer: Diabolik Lovers no me pertenece, es de Reject. Sigo negociando los derechos de la Yui y Carlita, que nadie me lo quiere xD

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Un desastre en la mansión

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—¡Espera, Ayato-kun!

La pequeña rubia corría ya sin fuerzas detrás del pelirrojo, que se detuvo, mirándola fastidiado.

—¿Hum? ¿Qué demonios quieres chichinashi? —masculló con su usual tono altanero. Conociendo de sobra que al pelirrojo le daba por fanfarronear la mayoría del tiempo Yui no se amedrentó, más por el contrario se acercó sonriente, tomando la corbata roja que siempre llevaba mal atada y acomodándola.

Ayato bufó con fastidio cuando vio a sus hermanos restantes mirarlo entre risas, burlas y celos mal disimulados por la atención recibida, colorándose de la vergüenza e indignación. Desde que el maldito de Reiji les había engañado para drogarlos durante la cena y hacerles ingerir suero de la verdad había estado persiguiéndolo así, para acomodarle la corbata, porque justamente le había confesado a ella, en una de sus usuales preguntas tontas, que no tenía ni idea de cómo hacerlo correctamente.

Desde entonces estaba sobre él, intentando enseñarle y o haciéndolo en su lugar.

—Listo —Cuando ella terminó, asintiendo satisfecha y sonriente deshizo de inmediato el nudo, sin importarla la mueca de decepción de ella. —Ayato-kun…—musitó triste.

—No pongas esa cara tonta, te he dicho que ore-sama no necesita de estas cosas…

—Entiendo —respondió la blonda en un profundo tono de triste que lo obligó a mirarla. Después de tantas quejas por su parte parecía que finalmente había comenzado a aceptarlo… ¿pero por qué mierdas se sentía culpable? Sus ojos a punto de llorar lo hicieron retroceder, temiendo lo peor. —Yo solo…—exclamó tan bajo que, sin percatarse, los otros se acercaron para escucharla mejor. —Yo… quería ayudarte. Sé que piensas que son tonterías, pero me gusta serles útil —Los seis la miraron con incredulidad, pues pocas eran las veces que la humana confesaba libremente sus deseos sin que involucrara una situación peligrosa para ella. Subaru chasqueó en dirección a Ayato, fulminándolo con la mirada por hacerla sentir mal.

—Vamos chichinashi, estás exagerando…

—¡No! —exclamó en un grito, aparentemente involuntario, pues se cubrió la boca por un momento. —No, es solo que… siento que así puedo conocerlos mejor, me haría muy feliz si me dejaran acercarme…

Sus hermosos ojos rosados brillaron por la tenue claridad de sus lágrimas no derramadas. Los labios carnosos e incitantes desprendían un aire demasiado atrayente, y su aroma estaba haciendo estragos en la cordura de todos.

Apurados y sonrojados, todos desaparecieron al instante sin molestarse en despedirse.

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Al día siguiente de esa pequeña conversación Yui caminaba alegremente por el pasillo del segundo piso, dispuesta a conseguir alimento, cuando se topó de frente con Ayato y su habitual corbata mal puesta. Estuvo a un segundo de intentar ayudarlo, pero recordó que él lo detestaba. Decepcionada, se disculpó de inmediato, pero antes de apartarse el pelirrojo la detuvo con su comentario.

—Hey chichinashi —señaló la tela alrededor de su cuello. —¿no vas a arreglarlo?

Yui asintió sonrojada y feliz.

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Laito casi le provocó un infarto al aparecerse de la anda, con un montón de sombreros en la mano.

—¡Bitch-chan! —llamó alegre, mostrando las piezas. —¿Cuál crees que quede mejor en mí? Recuerda que el sombrero debe lucir digno de mi encanto, nfu

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—¡Hey!

El grito de Subaru a sus espaldas casi la hace saltar del balcón en un descuido.

—¿Qué sucede Subaru-kun?

Sonrojado hasta la médula, señaló con la mirada su blanca camisa mal acomodada y el suéter negro que portaba encima encimado de mala manera.

—N-No tengo idea de cómo pasó… ¡pero que quede claro que no fue a propósito ni nada!

Yui asintió, sonriendo y con paciencia fue acomodando los botones en su lugar.

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—Mujer lasciva…

Balbuceó el rubio, acostado sobre el sofá, señalando su cabello. La humana suspiró, resignada a aceptar ese horrible apodo, sabiendo que pretendía…

—Iré por las tijeras, Shu-san…

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—Yui-san, Teddy ha dicho que puedes ir esta vez a nuestra fiesta de té, pero tu llevarás los dulces o beberé hasta la última gota de tu sangre…

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Esa misma tarde, mientras ayudaba a Reiji recogiendo la mesa, la rubia se sorprendió cuando el pelinegro le pidió que lo acompañara a su laboratorio, pues quería su opinión "simplista".

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Al principio fue algo dulce y agradable. Yui tenía una de las cosas que más había querido, ser cercana a los Sakamakis y ayudarles, pero conforme pasaron los días aquello fue lentamente fue convirtiéndose en una pelea por su atención… Laito quería un corte de cabello y Shu un masaje, Ayato un nuevo peinado, Subaru ayuda para sus materias y Reiji un look más adecuado, al mismo tiempo que Kanato le pedía sus medidas para diseñar ropa de muñecas.

Normalmente no le molestaría ser tan solicitada, de alguna manera sentía que estaba dando un paso adelante en su relación con ella, confiaban en que ella podría ayudarlos, pero habían llegado a un punto sin retorno cuando los Mukamis fueron a visitarlos en esa ocasión…

—¡M-neko-chan! ¡es una emergencia…!

Kou entró a su cuarto sin importarle tocar la puerta. Los Mukami habían llegado de improvisto el día anterior, y después de ver a los Sakamakis actuando como niños pequeños, por alguna extraña razón ellos decidieron unirse, agotando todas sus fuerzas. Se sentía culpable, pero les había estado esquivando las últimas horas…

—¿Qué sucede Kou-kun?

—¡Mi liga se ha roto! —y señaló la pequeña coleta que siempre portaba completamente deshecha. —¡Necesito de inmediato que me peines, un idol como yo no puede ir por ahí con el cabello desarreglado!

Atrás de él llegó Subaru, empujándolo de la puerta para pasar.

—¡Aparta afeminado! Yui, mi cuarto está un poco desordenado y quería…

Antes de que pudiera terminar el grito del trillizo mayor se escuchó por toda la mansión.

—¡Chichinashi, quedaste de prepararme takoyakis esta tarde!

Yui suspiro, atrapada.

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—¡Chicos, llegó papá!

Al abrir la puerta principal de la mansión Sakamaki, lo menos que esperaba Karl Heinz era encontrarse con semejante espectáculo.

Cuando uno de sus familiares había llegado al mundo de los demonios con un mensaje urgente sobre su casa hecha un desastre nunca, en ninguno de sus más de dos mil años de edad, hubiera imaginado aquél absurdo escenario. La sala estaba hecha un hervidero de prendas y destrozos, -estaba seguro que los golpes de la pared eran de Subaru, por desgracia- sus hijos, los adoptados y sus enemigos –los arrimados como le gustaba llamarles- envueltos en una pelea primitiva por el control de la única persona que parecía ajena a ese ambiente lleno de testosterona y demostraciones de poder, la novia sacrificada.

Daba gracias a dios, -o sea, a él mismo- por ser lo suficientemente inteligente para elegir una chica tan virtuosa que soportara con estoica paciencia los berrinches de esos mocosos que –obviamente- él no había educado. Esas esposas suyas hacían bien en arder en el infierno por malcriarlos…

Yui, la pequeña y tierna rubia que le había brindado momentos de diversión tales como poner celosos a sus hijos y darle el placer de ver morir de nuevo a Cordelia estaba muy ocupada en la sala, detrás del respaldo del sillón más amplio, acariciando con esmero las cabezas de Shin y Carla Tsukinami, que se removían gustosos de sus cuidados mientras el mayor se debatía en un duelo de miradas con el científico loco y el del parche sonreía socarrón a Ruki.

Kou se había aprovechado del momento para masajear los hombros de la chica y Subaru intentaba apartarlo, pero Laito la abrazó en cuanto logró despegarlo y se negaba a soltarla.

—¡S-Señor Karl Heinz! —exclamó la rubia en un intento desesperado de pedir auxilio cuando se dio cuenta de su presencia.

Y aquel hombre, siempre tan dispuesto a servir a los demás sonrió, avanzando hasta la rubia y apartando de un manotazo a los dos lobos que ensuciaban su sofá.

—¡Hace tiempo que quería probar un peinado nuevo…!

Y por supuesto que todos hicieron una alianza momentánea para írsele encima.

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Notas de Kou: Esto es algo que le debía desde hace mil años a Sala-chan, lamento la tardanza xD Le prometí como premio un libro de one-short y drabbles dulces, pero creo que em ha salido más de comedia que otra cosa xD

Espero que esto las entretenga en lo que acabo de escribir Change! xD Mil gracias por ser tan pacientes, en especial tú Sala-chan, he aquí el inicio de tu premio super retrasado e.e