Hermione se encontraba triste, abatida y cansada. Hacía semanas que no dormía bien. Habían pasado meses desde la última vez que había reído de verdad y no recordaba el último día en el que no hubiera llorado. Había ocasiones en las que pensaba que se lo merecía, que debía haber actuado antes y más decididamente, que si él estaba con ella era porque no había sido lo suficientemente valiente para admitir sus sentimientos e ir a por él. Pero realmente no era su culpa. Hermione se encontraba en esta situación por culpa de Ron.

Había sido Ron el que la había traicionado rompiendo su corazón cuando más cerca habían estado de estar por fin juntos. Todo había parecido perfecto después de invitarle a la fiesta de Navidad de Slughorn: la forma en que se trataban los días posteriores a la invitación era demasiado formal, pero Hermione había pillado a Ron mirándole en más ocasiones y, cada vez que lo hacía, él miraba hacia otro lado mientras se le ruborizaban las orejas. Unos días más tarde, Ron comenzó a comportarse de una manera extraña, se mostraba distante y apenas le dirigía la palabra. Ron ya no le dirigía miradas furtivas, si no miradas llenas de algo que Hermione no acababa de identificar ¿Furia? ¿Miedo? ¿Dolor?

Dolor era lo que ella había sentido el día del partido de Quidditch ante Slytherin. El truco de Harry para hacer creer a Ron (y sin pretenderlo a Hermione) que había tomado Felix Felicis antes del encuentro para mejorar su rendimiento fue un desastre. No para el equipo de Quidditch, si no para ella. Después del partido, cuando Hermione se encaró con Harry para recriminarle que había hecho trampas, ella dijo que esa era la razón por la que Ron había jugado tan buen partido. Después de que Harry demostrase que no había utilizado la suerte líquida para hacer trampas, las cosas se torcieron definitivamente. Si Ron había estado enfadado con ella sin ningún motivo antes, no era nada comparado con el cabreo que tenía por su comentario. Hermione se dirigió a la Sala Común dando un rodeo, después de que Ron hubiera salido hecho una furia de los vestuarios del campo de Quidditch. Durante el paseo llegó a una resolución: en cuanto llegase a la Sala Común iba a hablar con Ron para aclararlo todo, decirle que no había quería poner en duda sus habilidades como Guardian, si no que había hablado sin pensar (algo que le pasaba demasiado frecuentemente con Ron) y pedirle explicaciones acerca de su enfado. Pero cuando llegó a la Sala Común era ya demasiado tarde.

Las siguientes semanas habían sido un infierno: cada vez que veía a Ron sus labios estaban pegados a los de Lavender. Hermione buscaba refugio en la biblioteca, pasando horas y horas allí para no encontrase a la pareja de tortolitos, algo que era casi imposible debido a sus ganas de exhibir sus muestras de afecto en público. Ni siquiera podía escapar de ellos en su propia habitación, ya que todas las noches Lavender le hacía un resumen a Parvati de todas las actividades que había hecho con Ron, explicando lo bien que se sentía entre sus brazos, como disfrutaba pasando sus dedos por su pelo, lo buenos que eran sus besos... Hermione estaba harta y deprimida, constantemente al límite. La gota que había colmado el vaso llegó después de la clase de Transformaciones de esa misma mañana en la que Ron, Lavender y Parvati se habían burlado de ella. Fue entonces cuando llegó a una conclusión: Ron tenía que probar de su propia medicina.

Ginny le había ayudado a maquinar su venganza. "A ver si el idiota de mi hermano abre los ojos de una vez" había dicho la pelirroja. Fue ella la que le propuso el plan de invitar a otro chico a la fiesta de Slughorn para poner celoso a Ron y juntas idearon la lista de posibles candidatos. Al final, y después de descartar a la mayoría, solo quedaban dos: Cormac McLaggen y Zacharias Smith. Ninguno de los dos era de su agrado, pero debido a la negativa de Ginny a que fuera con Smith ("Ese imbécil" había dicho ella "Es una pena que no le pasase nada cuando me estrellé contra él después del partido") solo había una opción. Hermione no estaba demasiado convencida, pero la insistencia de Ginny y el hecho de encontrarse a Ron y Lavender 'entretenidos' en el los terrenos del colegio poco después fueron suficiente para animarla a actuar.

La fiesta era esa misma noche, así que no había tiempo que perder; bajó las escaleras que conducían a los dormitorios en busca de McLaggen y lo encontró en la Sala Común, sentado de espaldas a ella charlando con otros alumnos de séptimo curso en un rincón alejado de la chimenea. Con aire decidido se acercó al grupo de chicos. Cuando llegó esperó un instante de pie para ver si habían reparado en su presencia y, como no lo habían hecho, se aclaró la garganta para llamar su atención.

- "Ahem, ahem"

De repente todos dejaron de hablar y se giraron para mirarla, lo que le hizo sentirse algo intimidada. Sin embargo, se armó de valor y se dirigió a McLaggen:

- "Cormac, ¿podemos hablar un momento?"

Los otros chicos del grupo comenzaron a hacer comentarios y silbar de modo sugerente, pero ella solo miraba a McLaggen para ver su reacción. En un primer momento su cara adquirió un gesto sorprendido, pero rápidamente recuperó la compostura y su rostro volvió a mostrar una expresión neutra:

- "Claro, Granger" – dijo él.

Hermione le hizo un gesto para que le siguiera, pues no quería invitarle a la fiesta delante de los otros chicos: el plan ya era demasiado patético de esa manera. Cuando se alejaron lo suficiente, se dio la vuelta y encaró a Mclaggen.

- "¿Quieres venir conmigo a la fiesta de Slughorn esta noche?"

Se lo preguntó sin rodeos, ya que no quería alargar el trámite más de lo necesario. Le sorprendió lo fácilmente que la pregunta había salido de su boca en comparación con lo que le había costado preguntárselo a Ron y, tristemente, se dio cuenta del motivo: es mucho más fácil invitar a un chico del que no estás enamorada.

- "Mmm" – respondió él haciéndose el interesante – "¿Quieres que yo…" – dijo él señalándose el pecho con el pulgar – "…vaya a la fiesta de Slughorn contigo?" – terminó la frase con voz socarrona y apuntando el dedo índice en dirección a Hermione con una chulería insultante.

- "Sí, de lo contrario no te lo hubiera preguntado, ¿no crees?" – le espetó Hermione. 'Es incluso más tonto de lo que parece' pensó ella.

McLaggen adoptó una posee pensativa mientras se rascaba la barbilla, pero Hermione estaba convencida de que todo era un teatro, una interpretación para hacerse el duro. Al mismo tiempo que hacía esto ojeaba a Hermione de arriba abajo mientras se relamía. Hermione tuvo que contener una arcada, se sentía sucia al ser observada por McLaggen de esa manera.

- "Bien, de acuerdo" – contestó después de un rato de estar haciendo como que pensaba – "Quedamos a las siete aquí" – y tras decir esto se inclinó y, con una sonrisa prepotente, le susurró al oído – "Ponte algo sexy para lucir ese cuerpo"

Hermione estuvo a punto de abofetearle en ese mismo momento, pero se contuvo pensando en que echaría el plan por la borda y que siendo una prefecta no podía dar ese ejemplo a los alumnos de cursos inferiores. Mordiéndose la lengua, Hermione se dio la vuelta y salió de la Sala Común en dirección a la biblioteca, pues Ron y Lavender acababan de llegar a la Torre de Gryffindor y estaban enroscados en el sofá.

Mientras caminaba hacía la biblioteca, Hermione pensó en la conversación que había mantenido con McLaggen. Ella ya conocía la fama que el aspirante a Guardian de Gryffindor tenía entre las chicas por lo que había oído en su dormitorio y en los baños: un pervertido empalagoso que aprovechaba la más mínima oportunidad para meterle mano a las jóvenes lo suficientemente inocentes o estúpidas como para arrimarse a él. Hermione pensó que debía encontrarse en el segundo grupo sí se acercaba a McLaggen de manera voluntaria. Ella se consoló pensando en que no iba a permitir bajo ningún concepto que el chico intentase nada con ella. 'Además' pensó ella 'estaremos rodeados de gente en la fiesta, ¿qué es lo peor que puede pasar?'.

Sin embargo, Hermione no contaba con algo que había ocurrido la tarde anterior.

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La tarde anterior a la fiesta de Navidad de Slughorn el equipo de Quidditch de Gryffindor tenía entrenamiento. El próximo partido no era hasta dentro de tres meses, pero Harry, como capitán, se tomaba su puesto muy en serio y programaba tres entrenamientos por semana para no perder la forma después de la victoria ante Slytherin.

El entrenamiento ya había terminado y Ron, que acababa de guardar las pelotas en el almacén del campo de Quidditch, se sentaba en el banco de madera al lado de Harry, que tenía el pelo húmedo y estaba atándose las zapatillas. Ginny pasó por delante de los chicos con Dean a su lado e ignorando a su hermano preguntó:

- "¿Estás listo, Harry?"

Este le dirigió una mirada a su mejor amigo para decidir qué hacía y Ron miró a su hermana, que en este momento le dirigía una sucia mirada.

- "Ve con ellos si quieres" – dijo Ron mientras se desataba las botas – "Yo todavía tengo que ducharme"

Mientras salían del vestuario dejando a Ron solo, el pelirrojo oyó a Dean comenzar a hablar con Harry sobre una nueva jugada que podían ensayar en el próximo entrenamiento. A Ron le pareció observar que Harry no estaba demasiado contento hablando con Dean. 'Qué raro' pensó, pero sin darle más importancia acabó de desnudarse y se metió en la ducha.

Ron encendió el grifo y se metió debajo del chorro de agua. Mientras se mojaba el cuerpo se puso a pensar en la mirada que le había dirigido su hermana antes de salir del vestuario. Ginny llevaba mirándole de esa manera desde que había empezado su relación con Lavender. 'Es una hipócrita' pensó Ron 'ahora se enfada porque hay una chica que quiere besarme cuando ella va morreándose con quien le da la gana por todo el colegio'. Ron extendió la mano para coger el gel cuando se fijó en unas pequeñas marcas que tenía en el dorso de la mano, acordándose de quien se las había hecho.

- "Hermione" – suspiró tristemente.

Hacía semanas que no hablaba con ella. Todo había comenzado después de un entrenamiento de Quidditch como el de esta tarde. Enterarse de que Hermione había besado a Krum cuando ella insistía en que solo eran amigos le había enfurecido, se sentía traicionado por sus mentiras y dolido. Dolido porque, desde que se había dado cuenta de que Hermione le gustaba, siempre había pensado existía una remota posibilidad de que algún día podrían llegar a estar juntos. Pero ¿qué posibilidades había ahora? Lo único que Hermione sentía por él era pena, por eso le había invitado a la fiesta de Slughorn ¿Cómo podría querer estar con alguien como él después de Krum? Incluso si ya no había nada entre ellos, siempre podría aparecer otro chico que se diera cuenta de lo extraordinaria que ella era. Él no era ni guapo, ni listo, ni rico ¿cómo iba a competir con alguien que tuviera esas cosas, como por ejemplo Harry? 'Suficiente' se reprendió Ron mentalmente. Había ocasiones como esa en las que su mente entraba en un remolino de pensamientos negativos que el trataba de suprimir pero que siempre estaban ahí.

La ínfima parte de su mente que creía posible una relación con Hermione habló a continuación 'Quizá mañana al ir sola a la fiesta de Slughorn se dé cuenta de lo que se está perdiendo' pensó Ron ácidamente. Porque Hermione no tenía una cita para la fiesta, ¿verdad? Por lo menos Harry no había dicho nada. En el hipotético caso de que su plan funcionara y Hermione se lanzara desesperadamente a sus brazos, Ron no lo dudaría un segundo: cortaría con Lavender en ese mismo instante.

Ron sabía que esto era algo cruel, y en ocasiones se sentía culpable porque hasta cierto punto podía estar utilizando a Lavender. Las dos primeras semanas de su relación habían sido divertidas: besar a una chica (y no a una chica cualquiera, sino a Lavender Brown, una chica por la que babeaba la mitad del colegio) era muy entretenido y eso era básicamente lo único que hacían. Pero de todo se cansa uno y Ron no era una excepción aunque, al parecer, Lavender sí. Ron no creía que Lavender fuera molesta a propósito, pero era excesivamente pegajosa. Además, trataba a Ron como si fuera una especie de gran estrella del Quidditch ("que si Ron esto, que si Ron lo otro"), cosa que le había levantado el ego al principio, pero ahora ya estaba cansado de que el único momento en que no usaba su boca para besarle fuera para alabar de manera exagerada sus atributos como Guardian. Ron quería a alguien que le supusiera un reto, que le hiciera intentar ser mejor, que le obligara a esforzarse, alguien como…

- "Hermione" – volvió a suspirar.

Cuando estaba mojándose el pelo le pareció oír el chirrido de la puerta, pero al escuchar el mismo ruido menos de un minuto después pensó que lo habría producido el viento. Cuando acabó de enjuagarse, cerró el grifo y sin secarse demasiado se enroscó la toalla alrededor de la cintura y se dirigió a la zona de los bancos.

Cuando llegó allí se llevó una gran sorpresa, pues no esperaba encontrarse a Lavender sentada, mirando despreocupadamente las taquillas. Cuando le oyó pararse en secó, Lavender giró su cabeza hacia él y abrió exageradamente los ojos ante la apariencia de Ron, que empezó a ruborizarse y a ponerse nervioso mientras Lavender lo ojeaba de arriba abajo mordiéndose el labio inferior: nunca se había sentido tan expuesto como en ese momento.

- "Bueno, bueno" – dijo Lavender mientras se incorporaba del banco y se dirigía en su dirección contoneando sus caderas de una manera muy sugerente – "¿Pero que tenemos aquí, Won-Won?"

Ron se estremeció al oír el nombre que Lavender había empezado a usar hace unos días y que el detestaba. 'Al menos todavía no ha empezado a gritarlo en la Sala Común' pensó Ron.

- "Hola Lav" – contestó Ron con voz entrecortada y dando dos pasos hacia atrás – "¿Qué haces aquí?"

- "Había venido a buscarte y cuando me he cruzado con Harry me ha dicho que todavía estabas en el vestuario" – dijo mientras avanzaba decididamente en dirección a su presa sin apartar los ojos de él – "Pero lo que me he encontrado es mucho mejor de lo que me esperaba"

- "Ah, ¿sí?" – preguntó Ron al tiempo que seguía retrocediendo lentamente.

- "Ya lo creo" – dijo Lavender mientras extendía sus brazos para tocarle.

Al seguir retrocediendo Ron se empotró contra una de las taquillas del vestuario clavándose la manilla en la espalda al mismo tiempo que las manos de Lavender hacían contacto con sus pectorales. Ron soltó un pequeño grito de dolor por el impacto del mango en su espalda.

- "Mmmmm" – dijo Lavender en tono lascivo, habiendo confundido su grito de dolor con uno de placer.

Antes de que Ron pudiera contestar Lavender comenzó a besarle apasionadamente. La chica empezó a acariciar su cuerpo: sus brazos, sus pectorales, sus abdominales,… Ron ya no era un chico flacucho, había desarrollado algunos músculos gracias al Quidditch y a sus tareas en el jardín de La Madriguera en verano, pero tampoco era para volverse loco como aparentemente le estaba pasando a Lavender. Ron estaba hipnotizado por lo bien que se sentía siendo acariciado de esta manera y su cuerpo estaba empezando a reaccionar al contacto. Cuando Lavender puso ambas manos en la toalla y comenzó a aplicar una mínima presión para quitársela, Ron se repuso de su trance y le sujetó ambas muñecas con sus manos, lo que hizo a Lavender romper el beso.

- "Lav, ¿qué estás haciendo?" – le preguntó Ron agitado.

- "¿Qué te parece que estoy haciendo?" – respondió Lavender con voz melosa – "¿No quieres que te haga sentir bien, Won-Won?" – añadió mirándole fijamente a los ojos.

Ron no era un mojigato, sino un adolescente cachondo que por supuesto quería que una chica le hiciera sentir bien. Además, Ron sabía que Lavender ya había tenido otros novios (algunos de ellos estudiantes del colegio) y, por lo que se comentaba, ya tenía experiencia suficiente como para hacerle sentir mucho mejor que 'bien'. Pero el problema era que, aunque Ron quería hacer esto, ella no era la chica con la que quería hacerlo. Si ya sentía culpable en ocasiones besando a Lavender, ¿cómo se sentiría si le dejaba hacer algo más? Ron podía comportarse como un cabrón, pero no era un cabrón. Era demasiado injusto para Lavender, así que pensó en alguna excusa.

- "No creo que sea una buena idea Lav, cualquiera puede entrar aquí y descubrirnos. Imagina que es un profesor o la señora Hooch, ¡podrían expulsarnos!" – argumentó Ron, que representaba la voz de la razón por primera vez en su vida.

- "Cuanto más riesgo más diversión ¿no?" – respondió Lavender mientras liberaba sus manos de las de Ron y descendía su mirada hacia el borde de la toalla – "Además" – añadió, fijándose en el traicionero bulto de la toalla – "parece que el pequeño Won-Won me da la razón".

Y sin más preámbulos extendió una mano, agarró su polla medio erecta oculta tras la toalla y le dio un apretón.

- "Ahh" – gimió Ron.

Ron no había sentido nada así en su vida, era la primera vez que una mano diferente a la suya le tocaba de una manera tan íntima y, si así era como se sentía con una toalla de por medio, no podía esperar a ver cómo era el contacto directo.

- "Eso era lo que yo creía" – dijo Lavender que tras desarmar a Ron por completo, le empujo con una mano en el pecho fuertemente contra la taquilla, se arrodilló delante de él y comenzó a maniobrar con el nudo de la toalla…

CLANC

Un ruido de algo metálico cayendo al suelo sacó a Ron y Lavender de su burbuja. Ron (agradeciendo mentalmente la interrupción) agarró la toalla de inmediato y Lavender dio un gritito al tiempo que se incorporaba de un brinco. Ambos se quedaron muy quietos durante unos segundos intentando no hacer ruido e inspeccionando el vestuario con la mirada, asustados por la posibilidad de haber sido descubiertos. Cuando pasado un minuto no ocurrió nada más Ron fue el primero en hablar.

- "¿Hay alguien ahí?"

Nadie respondió, pero Ron no estaba del todo convencido así que se giró para mirar a Lavender y le dijo:

- "Lavender, creo que lo más seguro es que vuelvas a la Sala Común y me esperes para ir juntos a cenar, ¿de acuerdo?" – propuso él.

- "Vale" – respondió Lavender que al igual que Ron todavía se encontraba algo agitada.

Se puso de puntillas para darle un beso a Ron en la mejilla, se dirigió a la puerta y antes de salir se dio la vuelta.

- "Pero tenemos que acabar esto que hemos empezado Won-Won" – añadió, le guiñó un ojo y salió cerrando la puerta.

Ron se dejó caer en el banco más próximo resoplando. '¿Pero qué coño estabas pensando?' se reprochó Ron. 'Esto no puede pasar otra vez' pensó mientras recreaba mentalmente lo que acababa de ocurrir en el vestuario, lo que no le ayudaba con su prominente erección. Ron razonó que, para solucionar el problema que tenía entre sus piernas, lo mejor era encargarse el mismo manualmente. Sin más preámbulos, se quitó la toalla y comenzó a masturbarse. Intentó pensar lo que había estado a punto de hacer Lavender, pero sustituyéndole a ella por Hermione. Su excitación previa mezclada con la imagen de Hermione de rodillas en el vestuario con su polla en la boca era demasiado, y comenzó a bombear más rápidamente mientras gemía y susurraba cosas como "justo ahí" o "más, más". Al poco rato Ron se corrió gritando "Hermione" y quedó exhausto apoyado contra el banco. Rápidamente se vistió y se dirigió al castillo, no sin antes echar un último vistazo rápido desde la puerta para ver qué era lo que había podido producir el bendito ruido metálico.

Lo que Ron no vio al salir fue la cara de satisfacción de McLaggen, que estaba escondido detrás de las taquillas: acababa de idear su propio plan.