Ícaro

Está tan acostumbrado que nunca ha llegado a cuestionarse exáctamente el porqué de su ateísmo. Sí, sí es cierto que al ser Alquimista la probabilidad de creer en algún dios es muy escasa, pero lo que realmente se pregunta es por qué decidió estudiar alquimia.

Es una cuestión extraña, que no hace más que morderse la cola sin llegar a una conclusión exacta: ser ateo le llevó a interesarse por la alquimia pero, al mismo tiempo, es ateo por que cree en la alquimia. El intercambio equivalente, las leyes de la naturaleza, la comprensión, división y reestructuración de la materia; todo aquello que corrientemente se llama ciencia para él también podría considerarse una religión. Es realmente irónico que los que estén más cerca de ser dioses, sean los científicos, los alquimistas.

Una socarrona sonrisa se dibuja en su rostro cuando precisamente éstas palabras salen de su garganta para destruir la creencia de una muchacha casi desconocida. Por otro lado, su falta de fe no le impide ver lo que la religión consigue hacer en los corazones de la gente que cree en Dios: llenarlos de esperanza.

Para Rose, la ilusión de recuperar a su novio fallecido es lo único que la mantiene en pie, sirviéndose de apoyo en el letoísmo; un falso y frágil bastón que sólo conseguirá hacerla caer. Para Edward, no es más que una falsa esperanza, inútil y débil, un camino sin rumbo.

"El sol no es un Dios, es sólo una bola incandescente"

Qué gracioso. Se le calcinaron dos extremidades, en lugar de dos alas, como algo simbólico. Sin embargo, ¿le convierte eso en un héroe a Edward Elric?


n/a: De nuevo, un fic a base de reflexiones para el Torneo de Críticos, situado en el primer capítulo (tanto del anime como del manga). ¿Algo más que añadir? ¡Ah, sí! Gracias por leer.

Aby