Primero que nada: ¿Quién me quiere matar? En fin, cosas que sólo se me ocurren a mí porque amo las historias relacionadas con estas cosas. Bleh. No me maten con mucho dolor u.u

Síntesis del Capítulo: Sora y Riku son dos viejos amigos que van al encuentro con su amiga Kairi, aunque nada les advertía los hechos que detendrían su paso hacia su destino: un horror de supervivencia.

Duración de la Historia: Varios capítulos creo yo a menos que alguien mencione que la historia le moleste.

Pareja: Por ahora ninguna, aunque tengo pensando que sean algunas, ¿quién me ayuda a decidir esto?

Rating: "M" por futura violencia y tratos con temas subidos de tono, descripción explícita de escenas. Y quizás alguna escena de sexo o masacre.

Aclaración: Nada me pertenece ni los personajes, ni alguna marca de algo, mención de algún lugar ni nada. Lo hago sin fines de lucro y solo para la entretención de quien escribe (yo) y quien lee (tú). La idea es saca de mi amor por los zombis.

Agradecimientos: Caaro porque será la única que leerá esto xD 3


Survival Horror

Capítulo I

Eran las cuatro y media de la tarde y la ciudad seguía siempre igual, con la misma gente que se miraba a las caras y no se reconocía, desapareciendo en la vida del otro por no conocerse. Sora esperaba el metro con cierta inquietud y ansia de llegar a su destino: verle.

Sora era un muchacho de dieciséis años, de estatura normal y no muy alto, ojos azules, piel trigueña y cabellos castaños que desafiaban la lógica con ese peinado tan particular. No parecía como los demás humanos del metro: en aquel metro habían humanos, pero no humanidad. Todo era tan gris, tan monótono que los ojos azules del trigueño destacaban entre la multitud. Un sonido del alto-parlante informaba que el tres estaría llegado en ese preciso momento, a lo que la vista del chico se levantaba y las puertas del metro se abrían.

A paso lento y sin preocuparse por pasar sobre alguien entró al vagón y se quedó de pie afirmado en alguna barra cerca de él, sacando su móvil esperando una llamada que no llegaría, porque no la permitiría llegar: tomó la iniciativa de marcar primero con una sonrisa traviesa en sus labios y expectante a que le contestaran.

La línea se abrió, dando paso a la animosa voz del trigueño.

- ¡Riku! -dijo en tono animado, sonriendo- ¿Dónde estás? ¿Por qué no llamaste antes?

- Hey, hey, déjame saludar aunque sea -respondió una voz algo más grave que la del trigueño, riendo con sorna- Estoy bien, en un taxi cerca de la avenida principal del centro pero parece que me quedaré aquí, hay un enorme atascamiento. No te llamé porque es incómodo escucharte con todas estas bocinas sonando -respondió sincero, mientras el chico al otro lado de la línea guardaba algo de silencio y agudizaba el oído. No mentía,se podía escuchar alguna que otra bocina sonando.

- Me agrada la gente optimista que cree que sonando el claxon hará que el taco comience a moverse -bromeó, riendo y consiguiendo una risa de parte de si interlocutor. La relación que se desenvolvía sólo por el teléfono sonaba natural y simple, como si estuvieran frente a frente.

- Sí, tienes razón. ¿Dónde estás tú?

- En el metro...

- ¿y cómo tienes señal? -le interrumpió.

- Es que soy lo suficientemente genial como para tener señal cuando quiera -rió, sabiendo bien que era por la tecnología del teléfono que tenía en mano, aunque sabía que esa tecnología costaba la batería que duraba menos de un día.

- Bien, señor genial, parece que llegarás a tiempo. ¿Le das saludos de mi parte?

- ¡¿Qué dices? -respondió alzando la voz aunque sin captar miradas de las personas del metro- Que llegues tarde no significa que no vayas a llegar a casa de Kairi, recuerda que quedamos en vernos, cueste lo que cueste.

Una breve pausa se hizo en la línea, mientras el chico que iba en el taxi decidía que decir- Sí, tienes razón pero dale mis saludos de todas formas. Tengo un mal presentimiento se supone que los tacos son en horas cuando la gente sale del trabajo, que sería a las séis y no a las cuatro.

- Piensas demasiado las cosas -murmuró entre resignado y seguro- yo creo que debió ser un simple accidente, nada más. ¿Qué crees? ¿Qué el mundo acabará hoy?

Ambos rieron y Sora sabía que su amigo estaba negando con la cabeza, estaba seguro de cómo se vería su risa también. Ambos seguirían riendo, pero un sonido agudo y muerto resonó en todo el metro mientras un fuerte freno hizo que algunas personas cayeran al suelo y que sora tuviera que afirmarse muy bien de la barra para mantener el equilibrio.

- ¿¡Qué pasó! ¿Estás bien? -su tono de preocupación no se hizo esperar y el trigueño imaginaba el rostro de su migo también la reacción de acomodarse en su asiento para prestar mayor atención.- Sora, contesta. Sora, ¿estás ahí?

- ¡Riku! ¿Me escuchas? -contestó finalmente, mientras acomodaba el celular cerca de su oído- parece que...

- No me digas, sé bien que ese es el ruido de las ruedas del metro al frenar en caso de emergencia.

- Sí, tú todo lo sabes -intentó aligerar el ambiente, riendo un poco- no es nada, sólo debe haber sido un error del conductor del metro. Estoy bien, no te preocupes,

- ... -el silencio se hizo nuevamente presente y el interlocutor de Sora meditaba qué decir. No era por no arruinar el ambiente de tensión, pero tenía que estar seguro de lo que diría- ¿Sabes? Juntémonos antes de llegar a las afueras de la ciudad, quizás nos tardemos un día más en llegar a la casa de campo de Kairi.

- ¿Eh? ¡¿Por qué? -titubeó sin entender el de ojos azules aunque no pudo seguir preguntando porque la voz de Riku se hizo escuchar.

- No te preocupes yo mensajeo a Kairi para informarle, es simplemente para asegurarme de que lleguemos bien. ¿Cuál es la estación más próxima?

- Yo... -mirpó hacia arriba, obvediente a la pregunta de su amigo. Sobre los ascientos estaba el mapa de la estación del tren. Revisó dónde se subió y dónde un punto rojo parpadeante decía que estaban- estoy a más de la mitad de camino de la estación "Los Leones".

Riku intentó ubicarse, era la estación más cercana al Zoo y él tendría que cruzar prácticamente más de 38 cuadras para llegar hasta ahí. Bien, el tráfico no ayudaba.

Nuevamente un silencio, pero ahora Sora era quién lo interrumpía.

- Nos veremos, no te preocupes, ¿vale? -con aquellas palabras intentaba apasiguar la mente de su amigo, quizás era el hecho de vivir tanto tiempo y tantas cosas juntos que lo llevaba a preocuparse así.

- Sí, nos veremos cuando tengamos que vernos.

Y esa fue su despedida, ambos cortaron la línea casi al mismo tiempo y divisaron el mundo que los rodeaba.

Por parte del trigueño recién logró oír los murmullos que se hacían escuchar alrededor suyo. No sabía de que hablaban y todos sonaban en la misma frecuencia por lo cual se le hacía difícil comprender lo que decían. Se acercó a alguien que estaba cerca, fijando su vista en un rubio de ojos azules que miraba por la ventana mientras sostenía el celular en su mano- Discúlpame -dijo para llamar su atención-, pero ¿el chofer comunicó alguna información por los parlantes?

El rubio fijó su mirada en el castaño y en una sonrisa movió la cabeza en negación.

- Vale, gracias. -Sora se veía a sí mismo tranquilo en comparación a las demás personas que comenzaban a inquietarse y moverse, murmurando más allá del tono normal del murmullo.

Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad un chico de cabellos platinados miraba la ventana con impaciencia. No importaba que el conductor del taxi insistiera un par de veces en hablarle, permanecía aferrado en sus pensamientos y sus preocupaciones. Riku era más bien alto, de ojos aguamarina que asemejaba a un verde pero no llegaba a serlo. La expresión en su rostro casi siempre era serena y quieta y su comportamiento era tierra gracias a la madures de sus diecisiete años. Miraba el paisaje estático de la ciudad y contaba los minutos desde que había llegado el mensaje de confirmación de la compañía que le informaba que su mensaje había sido recibido por el número de Kairi. ¿Lo habrá leído? No importaba eso, lo llegaría a leer tarde o temprano. Miró el reloj de su celular y decidió que pagado el pasaje en el taxi esperar quieto no lo llevaría a nada. Abrió la puerta del auto, murmurando algo para el conductor: "Quédese con el cambio, sé como llegar a dónde quiero ir", fueron sus palabras.

La luz natural del sol entre los edificios era escasa, más había sombra en ese lugar. El peliplateado no traía ni maleta ni bolso, parecía emprender un viaje con unas llaves que de nada servían en su bolsillo, el cargador de su celular, su celular, la billetera, una tarjeta SD donde tenía fotos y un papel rayando con el número de teléfono de Kairi.

Emprendió el camino con paso seguro entre los autos, se veía a sí mismo solo entre tantos autos y gente encerrada dentro de sus vehículos. Sopló para echar a un lado su fleco que cubría parte de su campo de visión y fue caminando por la gran avenida sin detener el paso ni cambiar la mirada desconfiada, astuta y meticulosa que traía. No cruzó mirada con nadie en el camino, pero encontraba todo tan extraño que después de haber caminado tres cuadras el taco siguiera y no se descubriera su causa. Sentía esa necesidad de descubrir que había provocado tal atochamiento pero también algo de miedo, miedo que mordía su nuca y le murmuraba para que corriera y no caminara, que algo muy malo estaría por pasar.

Claro, empezó a correr. Corrió sólo hasta escuchar un grito que provenía de más adelante y que había surcado por el viento para llegar a sus oídos. Con extremo cuidado y sigilo fue descendiendo el paso, mirando que a siete cuadras de haber caminado los autos comenzaban a estar vacíos y las calles en silencio, lo único que interrumpía la quietud de ese lugar eran las bocinas de cuadras más atrás. Los ojos aguamarina se desviaron hacia atrás, cuando escuchó un jadeo pero no encontró nada y luego, al volver su vista al frente y detener su paso descubrió por qué la gente había abandonado sus autos.

La imagen era horrible. Cómo desearía que se comieran aquel recuerdo y jamás haber tenido que detallar de tal forma aquel cuadro: una mujer desmembrada, sangre que estaba cuidadosamente regada sin orden aparente ni salpicaduras, sólo se veía un enorme charco a su alrededor y pisadas de manos y zapatos, de dedos y pies a su alrededor. Volvió a escuchar un jadeo, ese mismo jadeo.

Al parecer, la mujer no estaba del todo muerta. Y así también, no parecía estar del todo solo.

Y la oscuridad del túnel que envolvía al metro envolvió el lugar. Las luces se apagaron y Sora se puso en alerta, su corazón palpitó lento con la imagen de Kairi en él.

Miró a un lado, sin soportar más el enclaustre y decidió irse de ahí.

"No seré quién espere, Riku. Yo también voy por ti"- pensó.

Segundos flotaron, segundos pasaron. Riku empezó a correr sin detenerse a ver qué era eso que había escuchado ni sitió remordimiento al pisar la sangre de la mujer aparentemente muerta, dejando huellas tras cada paso que daba. De un salto subió al capó de un auto y luego al techo de otro y así fue saltando hasta que sólo escuchó los latidos de su corazón. Miró hacia atrás con temor y encontró siluetas ensangrentadas de aparentes personas que caminaban pero no tenían dirección fija. Chocaban contra algún auto y lo rodeaban a tientas, parecían ciegos y sin sentido de la orientación y al estar examinando esto no se dio cuenta como uno de éstos seres se le acercó y le agarró el talón. Como acto reflejo lanzó una pata a la cabeza de esa persona, viendo como ésta caía pero se arrastraba. A esa persona le faltaba un brazo.. y ahora un ojo. Fue tan repulsiva la imagen que tuvo ante sus ojos que su cuerpo se estremeció y siguió saltando por encima de los autos.

- "Sea lo que sean, no tendré piedad" -se dijo en un pensamiento, mientras daba una patada a un letrero de "Stop" y lo tiraba, cogiéndolo como única arma.

Se sentía levemente estúpido por lo que había hecho y agradecía tener un cuerpo atlético para poder correr. La ciudad estaba desolada y no comprendía por qué pasaba todo eso. Escuchó una televisión a lo lejos, debe ser porque hay una gran pantalla que proyecta el Canal Nacional de Noticias o NC, Noticieron Nacional. Corrió en busca de personas que vieran también esa gran pantalla pero sólo encontró a personas atraídas por el ruido, bramiendo y gimiendo sin poder articular alguna palabra o algo semejante al diálogo. En el proyector de imágenes se veía un mapa del país y mostraba justamente ésta ciudad y la continua hacia el sur como "focos de infección" mientras la reportera hablaba de "un error científico".

- "¿Ciencia? ¿Qué clase de ciencia había desmembrado y atrofiado el sistema nervioso de las personas de tal forma que las hacía dejar de sentir dolor y volverlas ciegas?" -se dijo Riku y se dio cuenta que adelantó conclusiones. No era por hacerse el inteligente, las respuestas lógicas calmaban su mente. Era eso o muertos vivientes.

La voz femenina de la pantalla decía: "Informamos a la población que comiencen a evacuar las ciudades de la región y se dirijan a pueblos del Nor-este del país. Al parecer una "infección no viral" a aparecido dejando graves consecuencias. Las autoridades del país declararon hace unos minutos que desconocen el origen de éste hecho, pero se cree que es una posible declaración de "guerra bacteriológica" y los científicos más reconocidos del país se pondrán a trabajar cuanto antes en encontrar cura y origen del problema.

Rogamos, nuevamente, a evacuar la ciudad lo antes posible"

¿Era verdad lo que acababa de escuchar? ¿Guerra? Eso no sería bueno, pero así podía descartar que todo había nacido de un sueño. Bien, si esto era un sueño necesitaba despertar ahora. Respiró hondo y se vio como uno más de esos seres, sin hacer nada pero consientes y aseguró para sí mismo que esas personas eran ciegas, ya que estaba a unos quince metros de ellos y no había sido detectado.

Miró su reflejo en la vitrina y recordó por qué había abandonado el colectivo.

Sus labios temblaron, murmurando un nombre.


Gracias por leer hasta el final.