Cursaba el último año de la preparatoria en Konoha y actualmente se encontraba preparando para los exámenes de ingreso a la universidad, añoraba entrar a la facultad de Física para luego especializarse en Astronomía. Tenía que reconocer que era bastante bueno en lo que le gustaba, por lo que siempre terminaba haciéndose cargo del taller de Astronomía de su escuela.
Sus planes eran bastantes claros, pero bien sabía que no sería un camino sencillo, así fue como desde temprana edad supo que no le interesaba tener una relación formal que pudiera estropear sus planes; además que ninguna chica de su escuela le gustaba, todas eran bastante atrevidas y calientes, el jamás busco estar con una mujer y sin embargo ya llevaba un año sexualmente activo, gracias a todas esas chicas que habían querido intimar con él.
No era como las personas lo consideraban, muchos pensaban que era de antros y bares cuando la realidad era muy diferente. No le gustaba mucho salir de noche, prefería mil veces quedarse jugando videojuegos con su hiperactivo amigo Kiba, por ejemplo.
Por ello un fin de semana le había propuesto a su amigo que fueran de visita con su padrino Jiraiya, quien vivía en Tokio, lugar que estaba a un par de horas de Konoha. Su plan era ir a comprar la consola más nueva y unos cuantos videojuegos, además de unos cuantos libros de su área, ya que en Konoha no se vendían tantas cosas como en la capital.
Cuando llegaron a la casa de su tío, pudo ver que ahí estaba Tsunade, la novia o quizá solo amiga con derechos de Jiraiya, no era como si le agradara, en realidad era bastante gruñona y gritona, pero siempre la había soportado porque tenía una hermosa nieta de la cual estuvo enamorado por años, hasta que finalmente ella le había dejado bien claro que nada entre ellos pasaría, sobre todo porque era cinco años mayor que él.
Sakura siempre le pareció hermosa, aunque con el paso del tiempo dejo de idolatrarla y tuvo que aceptar que ella jamás tendría ojos para él, y él no podría aferrarse a una persona que lo veía como su hermano menor.
Por ello cuando Sakura les propuso ir a un antro, se tardó demasiado en aceptar.
-Conoceremos universitarias Naruto, anímate – fue Kiba quien estaba más entusiasmado.
Después de ruegos y amenazas accedió, un tanto molesto se había puesto una camisa, pero se había rehusado a usar zapatos de vestir, por lo que se había puesto sus cómodas botas caterpillar que afortunadamente combinaban con la camisa gris que portaba. Kiba por otro lado, se había vestido más formal y hasta se había peinado, cosa que nunca hacía.
El antro estaba atiborrado de jóvenes universitarios, y Sakura los condujo hasta una mesa donde ya se encontraban varios de sus amigos de la facultad. Todos se habían portado amables y les habían ofrecido varias bebidas que Naruto y Kiba aceptaron para entrar en ambiente.
No pasaron ni 20 minutos cuando a su amigo se le ocurrió ligar, en realidad era lo mejor que podían hacer en aquel lugar. La idea de llevarse a la cama a una chica universitaria sonaba bien, sobre todo si no lo estarían molestando después para pedirle que fueran novios, cosa que hacían las chicas de su edad.
- Naruto, no podemos llegar y decir que somos preparatorianos porque nos batearan, diremos que también somos universitarios – En un principio quiso negarse pero luego se dio cuenta que era verdad, los hombres más chicos generalmente no eran atractivos, y quizá como el alcohol ya había hecho efecto, ahora mismo no le importaban los medios para conseguir su propósito.
Kiba le había señalado una de las mesas donde de inmediato enfoco a una chica con cabellera negra, su busto sobresalía de su delgada anatomía, "deben ser operadas" pensó, aunque eso realmente no le importaba, esa chica le había gustado y sin duda intentaría llevársela a la cama.
Agradecía que su amigo fuera tan bueno socializando, pues no tardo en introducirse con gracia entre aquellas chicas, haciéndolas hasta reír por sus bobas ocurrencias que claramente funcionaban para llamar su atención.
Se presentó con cada una de ellas de manera cortes.
La primera se llamaba Ino, rubia, cabello largo y ojos azules, usaba un top y una minifalda de color morado. Era guapa y al parecer era consciente de ello pues actuaba como todo una diva.
La siguiente era Matsuri, una chica de ojos y cabello negro, usaba un vestido rojo que llamaba la atención por la exagerada cantidad de brillos que tenía.
La tercera fue Konan, una chica de cabello azulado y corto, un tanto llenita, lucía simpática, portaba unos jeans negros y una blusa azul que no dejaba mucho a la imaginación.
Y al final dejo a su presa, Hinata, quien de cerca era mucho más guapa de lo que imaginaba, lo primero que llamó su atención fue su bonita cara de perfectas y femeninas facciones, sus ojos plateados incluso le intimidaron, jamás había visto una mujer tan guapa como ella. Su cabello largo y negro enmarcaba su rostro haciéndola lucir más hermosa si eso era posible. Sus generosos pechos cubiertos por una delgada blusa negra, que además dejaba ver una delgada cintura para enmarcar aún más sus anchas caderas. Esa chica era un sueño, honestamente no le pedía nada a las actrices y modelos de televisión.
No creía que fuera soltera, demasiado bonita como para no tener todo un ejército de pretendientes, seguramente él se convertiría en uno más. Por lo que desde ese momento se cuestionó si ella siquiera fijaría su atención en un simple mortal como él.
Lo primero fue presentarse con esa belleza y pronto busco sentarse a su lado, esperaba que no estuviera acompañada. Ella se mostró amable y sonriente, por lo que no fue difícil entablar una conversación con esa chica.
Tenía que reconocer que incluso con un par de bebidas encima, se dio cuenta de la innegable química que había entre ellos, era demasiado fácil hablar con ella, todo fluía de una manera deliciosa, y por supuesto se sentía hipnotizado por esa belleza que en su vida imagino existiría.
Ella no tardó en narrarle que estudiaba medicina, el octavo semestre al igual que su amiga Sakura, aunque estaban en diferente salón. Le conto que ella quería ser pediatra y tenía el sueño de ayudar a cuantas personas pudiera, parecía realmente tener vocación por su carrera.
Pudo darse cuenta del enorme corazón que tenía apenas con charlar un poco con ella, entre otras cosas le contó que estaba en una asociación de rescate animal, narraba sus aventuras con tanta pasión que estaba seguro era la chica más noble que había conocido en su vida.
Vivía sola ya que su familia ahora radicaba en un pequeño pueblo parecido a Konoha por lo que le relato. Tenía 22 años y solo había tenido un par de novios, al parecer no le gustaban los antros, pero sus amigas le habían convencido de asistir para que saliera de la rutina del estudio.
Ella parecía tan transparente en todo lo que le contaba que realmente se sintió nervioso ante una chica tan perfecta como ella. En cambio el mintió sobre su edad, le dijo que estaba próximo a cumplir los 22 cuando en realidad tenía 17 años, sabía que su altura y su forma física le ayudaba a dar esa apariencia; también le dijo que estudiaba la carrera de Física, y le hablo de su sueño de especializarse en Astronomía. Su sueño y su nombre, fue quizá la única verdad que le dijo. Pues una que otra mentira se le hizo fácil soltar, como decirle que había tenido un par de novias pues consideraba que a los 21 sería raro no haberlas tenido como era su caso.
Sin duda la conversación fluía, prácticamente todo de ella le había gustado, la chica era linda y al parecer él también había llamado su atención. Sin embargo y muy a su pesar se dio cuenta que esa chica no buscaba sexo casual, no podría pedirle simplemente que se acostaran porque ahora estaba seguro de que eso no pasaría.
No fue hasta que un mesero les notifico que el lugar estaba por cerrar cuando se dio cuenta que eran las 3 de la mañana, ni siquiera se dio cuenta en qué momento se quedaron solos en la mesa, por lo que seguramente no solo a él lo habían dejado, también a ella.
– ¿Te puedo llevar a tu casa?, no me gustaría que te fueras sola – estaba realmente interesado en pasar más tiempo a su lado, y ella le hizo feliz al aceptar con una enorme sonrisa. Le dio pena no poder llevarla en un coche, sino en un taxi, aunque a ella no pareció importarle pues su sonrisa era la misma.
Llegando hasta una bonita residencia se dio cuenta que esa chica debía tener una buena posición económica, y sin embargo se mostraba tan sencilla que estaba seguro estaba ante una chica que no volvería a encontrar otra vez, era única. Lamentablemente había empezado con el pie izquierdo, ella siendo casi 5 años mayor y el diciéndole mentiras, nada bueno podría salir de aquello, por lo que asumió que lo mejor era guardar aquella velada como algo único, algo que recordaría para toda la vida.
Se despidió galantemente dando un beso al dorso de su mano y sonriendo a esos bellos ojos color perla. Tal vez así hubiera sido mejor, se hubiera evitado un tormento de sufrimiento en el futuro, pero no fue así, porque nada en la vida es fácil.
– Naruto – no había permitido que se fuera, ella prácticamente le había robado un beso, le había tomado con ambas manos de la chaqueta y había literalmente estampado sus labios contra los suyos, ¿Qué podía hacer?, en realidad no lo pensó demasiado y correspondió al instante como era debido, la tomó de la cintura y profundizo el beso que ella había iniciado.
– o-olvidaste pedir m-mi número de teléfono – la escucho tartamudear, y entonces se dio cuenta que había hecho un esfuerzo por pedírselo, estaba totalmente ruborizada, lo cual le pareció adorable.
Antes de poder intercambiar números, la beso una vez más, el sabor de sus labios era una adicción de la que no quería desprenderse, y aun así tuvo la fuerza de moderarse, no quería asustarla.
Debieron tardar alrededor de treinta minutos en despedirse, entre besos y sonrisas supo que por primera vez se había enganchado a una mujer.
Aquella noche donde su amigo seguramente había logrado llevarse a la cama a una de las universitarias, él permanecía con una enorme sonrisa acostado en su cama sin poder dormir. Tomo su celular y luego abrió una conversación de whatsapp.
"Hinata, déjame dormir, no puedo dejar de pensar en tus ojos"
"Yo tampoco puedo dormir" – Hime.
"¿Estás pensando en mí?"
"En tus ojos azules" – Hime.
"Eres bonita"
"Sal conmigo mañana"
"Está bien" – Hime.
"¿A qué hora paso por ti?"
"¿A mediodía?" – Hime.
"Ahí estaré"
"Descansa bonita, hasta mañana".
"Buenas noches Naruto" – Hime.
…
Se había levantado más temprano, y esta vez no compraría consolas o videojuegos, fue hasta un centro comercial para buscarse ropa decente y una pulsera que creyó podría gustarle a Hinata. Se había olvidado de su amigo, ni siquiera le intereso escuchar la historia de su conquista.
Había tomado el coche de su padrino y entonces llegó a su casa esperando pacientemente al margen de la puerta con la pulsera en una pequeña cajita y un par de rosas blancas sujetas en su otra mano. No estaba seguro de si era lo normal en la primera cita, pero él estaba enganchado de esa mujer, y le nacía llevarle un detalle como muestra del interés que despertaba en él.
Su rostro de sorpresa al verlo fue suficiente para saber que quería repetir esa escena una y otra vez. Le abrazo y luego le dio un beso en su mejilla, aquello era tan valioso que supo que tendría que ganarse muchos más abrazos y besos de esa mujer que ante sus ojos era única e irrepetible.
La llevó a una bonita cafetería que la misma Sakura le recomendó, el lugar era perfecto y un tanto romántico, por lo que la cita fue más que perfecta, volvieron a compartir gustos y la plática fue amena.
Debió decirle la verdad, tal vez aún estaba a tiempo de solucionar el problema en el que se estaba metiendo.
Pero no lo hizo.
A cambio de eso, se había sentado a un lado de ella para besar sus mejillas y luego sus labios cada vez que tenía oportunidad, le gustaba, esa chica era la mujer de sus sueños, más de lo que incluso él había soñado como la mujer perfecta.
Tuvo miedo de perderla, y por ello cada vez le parecía más difícil decirle la verdad pues creía firmemente que si lo hacía ella terminaría por rechazarlo. ¿Qué chica de 22 años querría salir con un mocoso de 17 y que además le había mentido? Ninguna. El temor de cómo había sido rechazado por Sakura lo perseguía, si bien ya no sentía nada romántico por ella, lo recordaba por temor a que Hinata lo rechazara de la misma manera.
Tal vez era inmaduro e incrédulo, pero pensaba firmemente que sería más fácil que ella le aceptara si la enamoraba primero, ya después podría ir soltándole la verdad poco a poco y seguramente ella en un principio se molestaría con él, pero al estar enamorada le terminaría perdonando.
Ese día habían pasado un buen rato charlando en el café, luego caminaron por el centro de Tokio y se adentraron a un karaoke donde ambos demostraron que no era una buena idea dedicarse a la música, finalmente se adentraron al cine donde fue Hinata quien eligió una cursi película de amor. Ni en sueños hubiera accedido a ver aquel horror, pero era Hinata quien lo pidió, y sinceramente verla emocionada le hizo sentirse bien, sobre todo que él pudo disfrutar de tenerla abrazada prácticamente toda la película, incluso le había tocado sus rodillas a modo de juego. La respetaba y solo quería mostrarse afectuoso, aunque por supuesto le robo más de un beso durante aquella película, principalmente en escenas aburridas y predecibles.
Le gustaba mucho, sería capaz de volver a ver películas cursis con tal de estar a su lado, hasta de volver a comer esos rollos de canela que definitivamente era una carga exagerada de azúcar para su paladar.
Habían pasado prácticamente todo el día juntos y aun así sentía que el tiempo había sido demasiado corto. Le costó, pero finalmente se despidió de ella al margen de su puerta con un beso un poco subido de tono, en esa ocasión había decidido usar su lengua, y sus manos aprovecharon para abrazarla con fuerza.
Quería decirle que vendría a verla cada semana, incluso si ella quería verlo entre semana, lo haría, al final de cuentas ella lo valía todo.
-Naruto… – fue la primera en hablar después de aquel beso, tomándola de la cintura la incito a que prosiguiera – ¿quieres ser m-mi n-novio? – su tartamudeo fue hermoso y que ella le pidiera aquello lo fue más, estaba totalmente roja y seguramente nerviosa – si n-no quieres, e-está bien, es solo que me la he pasado m-muy bien contigo, sé que es m-muy pronto, pero vives tan lejos.
No quería torturarla más, por lo que nuevamente la beso con ganas para luego dejarla sin aliento, supo que ella era de palabras por lo que decidió declararse – Hinata, nada me haría más feliz que ser tu novio, me gustas mucho – su sonrisa se amplió, aunque claramente aún seguía avergonzada, seguramente por haber pedido aquello – me acabas de hacer el hombre más feliz del mundo, preciosa.
Se habían despedido hasta bien tarde, y él había prometido volver a visitarla el próximo fin de semana. Estaba consciente que debía decirle la verdad, pero tenía mucho miedo, por lo que se aferró a su plan de creer que era mejor esperar a que ella estuviera perdidamente enamorada de él, incluso le parecía que cuando ya estuviera en la facultad ella lo aceptaría con mayor facilidad, al final de cuentas no faltaba tanto.
Los primeros meses fueron maravillosos, Naruto la había visitado cada fin de semana, llegaba el viernes y se iba el domingo, aprovechando al máximo el tiempo que pasaba con su novia, estaba seguro que ella sería su esposa y la madre de sus hijos, había visto sus ojos con detenimiento y sabía que no deseaba otra cosa más que ser observado por ella, sus manos eran delicadas y precisamente sería médico, lo cual le encantaba y añoraba que fuera ella quien cuidara de él, sus prominentes caderas le llevaban a un primitivo deseo de reproducirse y sabía que sería buena madre y esposa por ser tan dulce y delicada.
Por supuesto los besos y caricias fueron subiendo de tono, pero él no quería solo acostarse con ella, él quería todo de ella, quería hacer el amor por primera vez, con ella.
En bastantes ocasiones habían terminado fajando. Al principio todo era cosa de besos, luego de caricias en sus pechos y besos en su cuello. Hasta que un día terminaron masturbándose mutuamente en su sala.
Quizá había estado con varias mujeres antes, pero estaba seguro que solo Hinata lograba ponerlo nervioso, aun cuando las cosas resultaban tan naturales con ella, no quería apresurar las cosas.
Ademas que Hinata le había contado que venía de una familia bastante conservadora y llena de prejuicios, que su padre era importante pero que no quería que su trato cambiara por ello. Este en un principio no lo entendió del todo, pero le aseguro que él estaba interesado en ella, tuviera la familia que tuviera. Quizá aquella falta de entendimiento pareció ser suficiente para que ella le sonriera con ganas y le dijera "eres el mejor".
Después de 6 meses de noviazgo había llegado un viernes como siempre a su casa, esta vez le llevaba un bonito juego de collar y aretes hecho con perlas. Desde que se hicieron novios, siempre le llevaba regalos para consentirla: chocolates, peluches, flores y joyería. La adoraba y por lo tanto quería llenarla de detalles, soñaba que un día absolutamente todo su apartamento tuviera su marca, por eso esperaba ansioso el momento en que ella le pidiera ir de compras, no sería tan mala idea que incluso ella lo recordara con cada prenda que usara.
Ese día, sin embargo, Naruto tuvo que aprender a la mala que aun cuando te esmeras en mentir la verdad siempre sale a la luz y quizá de la peor manera posible.
Pensaba que no habría manera de que ella se enterara de la verdad, al final de cuentas sus amistades eran totalmente diferentes. Había cerrado su Facebook pues estaba seguro que este solo podría traerle problemas y le había confesado a Sakura en el enrollo que estaba, ella había prometido mantener su secreto y confiaba que así sería.
Aun cuando tuviera cubiertas aquellas partes para proteger su mentira, no pudo evitar que Hinata se diera cuenta, y ese día se lo reclamaría…
