Bueno pues aquí estoy, y no sé aún muy bien porque. Pero necesitaba escribir esto, estaba dentro de mí y parecía que explotaría sino lo soltaba. Es, supongo, una especie de salvación para mí. Soltarlo todo.

Primeramente, decirles que siempre me ha gustado escribir pero que había dejado mi pequeño sano vicio por motivos de estudio, pero he vuelto con las pilas cargadas.

Rose y Scorpius siempre me han llamado la atención desde el mismo momento en que Ron Weasley le dijo a la niña que no se juntará con él. Las cosas prohibidas son las que más suelen gustar ¿no?

DISCLAIMER: No soy millonaría, no vivo en inglaterra y tampoco soy rubia. Por lo cual no soy JK.

Espero que disfruten, queridos.

Capítulo 1: De decisiones importantes.

Rose despertó en la enfermería. Era de noche, pues la luz de la luna se filtraba por los grandes ventanales.

¿Qué hacía ahí? ¿Quién la había llevado?

Un pestañeo, dos segundos y un recuerdo.

Las lágrimas empezaron a inundar sus ojos. No podía ser. Se negaba a aceptar lo que había pasado en las últimas horas. No era todavía consciente de lo que estaba pasando, o en realidad no quería serlo.

Pero sí…recordaba los últimos instantes de su vida.

Primero, hace tres días, la maravillosa sensación de ser completamente feliz. En brazos de su novio, al cual amaba con su alma, haciendo el amor por primera vez. Le venían a la mente las caricias y los besos que había entregado y los que había recibido. El pequeño dolor cuando él entró completamente en ella. Lo confuso que había sido todo y como cuando había empezado a disfrutar del vaivén de caderas todo terminó. Sí, su primera vez había sido decepcionante.

Pero ella estaba feliz, lo había hecho con la persona que amaba. Y entonces…después….había estado en un nube. Pero ahora todo era muy diferente. Todo había cambiado con una carta. Se acordaba, había sido esta tarde. En su habitación, mientras descansaba, una lechuza había picoteado su ventana. La abrió, era la de su novio. Emocionada la cogió acariciando mientras la cabeza del ave. Sonriendo comenzó a leer la carta. Mientras sus ojos leían las líneas comenzó a marearse, sintió nauseas y la habitación empezó a danzar a su alrededor.

Las pocas palabras que contenía la carta resonaban en su cabeza.

Lo siento, creo que lo nuestro no va a funcionar. Es mejor que lo dejemos.

Después se había desmayado. El grito de Lily al verla la hizo volver a la realidad.

-¡Rose!¡Rose!.- Gritó desesperada- ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Pero la pelirroja no la escuchaba. Estaba en una especie de trance. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que leyó la carta? ¿Sería una broma? ¿Un ataque tonto de su novio para después recapacitar? ¿Qué haría sin él? ¿La había dejado tan solo a los tres días de hacer el amor? ¿Estaba soñando? ¿Por qué Lily ya no gritaba? Se giró con miles de interrogantes en la cabeza. Y allí la hallo, detrás de su cama, con la carta en sus manos y la cara descompuesta. La menor de la primas levantó la mirada y abrió la boca, para cerrarla después.

-Rose, esto no puede ser cierto, él no te haría esto.

Lily, sin duda. Tan parecida a su madre. Un leal Gryffindor. Una de sus primas favoritas, a pesar de la diferencia de edad. Sus madres eran como hermanas y desde pequeñas las habían enseñado a quererse de igual manera. Lily, sin duda. Lo sabía todo sobre Rose. Y también la conocía como la palma de su mano. Por eso no le extraño que su prima limpiara las lágrimas que recorrían sus mejillas con rabia, se levantará de un salto de la cama y fuera hacia la puerta. Iba a buscar una explicación y no pararía hasta encontrarla.

Rose recordaba que había salido de la sala común, y había ido directa al lago, algo le decía que él estaba allí.

El viento cálido le acarició la cara cuando llegó a los terrenos. No se había equivocado. Allí estaba él sentado al lado de alguno de sus compañeros de año. Como por intuición él levanto la mirada y clavó los ojos oscuros en los azules. Se levantó y fue al encuentro de una furiosa Rose que bajaba la ladera para encontrarse con él. Espera que estuviese en ese estado, lo que no esperaba es que cuando ella llegó ante él le diera una bofetada.

-Te la mereces, Thomas Wood. Y ahora ¿puedes explicarme a que ha venido esa carta?

-¡Joder, Rose! No me pongas esto más difícil. Simplemente creo que no tenemos que estar juntos, y ya, no le busques explicación.

-Esto es una broma. ¿Pero qué estás diciendo?.- Gritó desesperada.

-Rose, asúmelo.Dijo en voz baja.

-¿Asumir? ¿Asumir? Hace tres días estaba en la cama contigo y quieres que asuma que me estás dejando. Exijo una explicación. Me la debes, la merezco.

-Llevo pensando esto un tiempo y….

-¿QUÉ?- Aquello era más que lo que la paciencia de la pelirroja podía soportar. ¿Qué ya había pensado en dejarla?

-Sí, veras, este verano yo no voy a estar en Inglaterra y no creo que sea bueno para los dos estar juntos mientras estemos separados. El año que viene quizás…-Seguía el primogénito de Oliver Wood sin ser consciente de la furia que comenzaba a recorrer el cuerpo de la pelirroja.

No le dejó terminar, otro sonido de bofetada sonó por los terrenos. Rose, no veía a causa de las lágrimas, pero había acertado. Eso es lo único que le importó mientras sentía que volvía a desmayarse.

Y ahora estaba allí, en la enfermería. Debían de haberle dado alguna poción para tranquilizarse porque sentía cada uno de sus músculos completamente relajados. Cerró los parpados, impidiendo que las lágrimas continuarán y no supo en qué momento se quedo dormida.

-Rose…Rose-Alguien la llamaba en la lejanía. De eso estaba segura, pero no sabía quién era.-¡Rose Weasley!

Abrió los ojos, la luz la golpeo. Enfoco la vista y descubrió un pelo completamente negro y unos ojos verdes.

-Albus Potter, ¿quién te crees para hacer despertar así a una persona?

-Déjate de bromas. ¿Cómo estás?-Le reprendió el moreno con gesto serio, algo no muy normal en él.

-No lo sé, ¿qué ha dicho Madame Pomfrey?

-Que ha sido un ataque de ansiedad. Rose, sé que es mejor que no me lo cuentes pero quiero saber que ocurrió. ¿Por qué te trajeron a la enfermería unos chicos de Gryffindor? ¿Por qué no te trajo él?

-Me ha dejado-decirlo en voz alta fue más duro de lo que podía imaginar, era una confirmación del hecho.

-Eso lo sé, me lo dijo Lily, por carta. ¿Dónde está la valentía Gryffindor de la que todos presumís?

Rose no pudo más. Escucharlo sonaba mucho peor. Su primo se sentó en la cama y la abrazó como tantas otras veces.

-Shhh, ya tranquila, estoy aquí.- susurró él con gesto cariñoso.

-Albus, no puedo creer…que… que me haya dejado… después de algo…así…

Él no necesito escuchar más. Necesitaba salir de allí, o descargaría su furia con la persona que menos lo merecía. Se levantó, beso los cabellos de su prima y desapareció rápido por la puerta, dejando entrar a su hermana pequeña segundos después.

-La enfermera no nos deja pasar, dice que no necesitabas una manada de Wesleys´s y Potter´s a tu alrededor.

Rose sonrió comprensiva. Eran tantos que cuando estaban juntos parecían una jauría.

Se miraron a los ojos durante un buen rato. Se llevaban dos años pero nunca había sido un problema para entenderse a la perfección.

-Te conozco lo suficiente como para saber que lo que te voy a decir, te dolerá y decepcionará. Pero sé que cuando lo pienses será mejor porque entenderás que él no merece la pena. Te dejó por carta, eso ya lo sabes. Te dejo después de hacer algo que para ti era importante. Eso también lo sabes, por supuesto. Pero cuando te desmayaste en los terrenos, te dejó tirada, no intentó traerte aquí o despertarte, simplemente dio media vuelta. Fueron sus amigos los que te trajeron y me avisaron. Siento ser tan franca. Pero cuanto antes asumas lo que ha pasado, mejor.

Podía parecer alguien sin sentimientos, pero Lily Potter era todo lo contrario. Albergaba un fuerte amor por su prima, y por eso era tan dura. Conocía a Rose, y sabía que a pesar de que su prima era impulsiva y actuaba según le dictaban sus sentimientos, también podía ser muy racional. Ella se daría cuenta que estaba mejor sin él.

Permanecieron mucho tiempo en silencio. Rose mirando al vacio y Lily mirándola a ella.

-Le odio. –esas palabras brotaron de sus labios con total naturalidad. No podía creer que él le hubiera hecho esto. No era de buena persona. No merecía sus lágrimas.

- Lo sé. ¿Sabes que es lo bueno de todo? Que dentro de poco, no sentirás ni eso.

Volvieron a quedarse en silencio. Rose necesitaba pensar. Recordaba el verano pasado, cuando ella y Thomas pelearon durante el mes que él estaría fuera. No habían hablado, había sido como un paro en su relación. Recordó lo mal que lo había pasado, lo mal que lo habían pasado sus padres y su hermano, preocupados por ella; lo mal que se había sentido la familia al ver que uno de sus miembros le faltaba la chispa de la felicidad; lo fuera de su vida que se había sentido Helena, su mejor amiga, al sentirse apartada de Rose. Recordó que él la había dejado cuando se fue de vacaciones a una isla perdida con sus amigos, a la vuelta había venido con el rabo entre las piernas.

¡Qué tonta! De verdad pensaba que le había echado de menos. Había pasado un mes increíble, siendo completamente libre para hacer lo que quería. Y este verano también lo sería. Eso es lo único que le importaba, disfrutar de su vida. Ella no tenía cabida en ella y la había echado sin miramientos. ¡Era un cabrón!

Llegó a la conclusión de que tenía dos opciones: volver al pozo negro que habían sido sus vacaciones del año pasado y hacer sufrir a sus seres queridos. O recuperarse del revés que le había dado la vida, ser feliz y hacer felices a los demás.

La enfermera se acercó horas después, le dio el alta pero con la condición de no exponerse a situaciones de estrés y la dejó marchar.

-Vámonos. -Dijo Lily que había continuado sentada a su lado todo el rato.

Cuando llegó a la puerta de la enfermería, vio a toda su familia, primos y hermano, sentados en el suelo, esperándola. Ella les sonrió como respuesta a todas sus dudas.

Ya había decido cual de las dos opciones elegir.


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