Impossible Fantasy

Nunca imaginé hacer esta clase de cosas en la habitación de un compañero.

Por desgracia el ya no era solo un simple compañero para mí.

Desde hacía un par de noches había tomado costumbre de ir a su habitación.
Él estaba en una misión y tardaría unos días en volver.

La oscuridad de aquel lugar era mi única compañía mientras mis dedos intentaban simular su cuerpo, seduciéndome mientras mi cabeza le imaginaba de una forma que hasta a mi mismo me parecía ridícula. Pero en esos momentos mi cerebro no discernía … era mi puro instinto a quien se le escapaba su nombre entre mis suspiros y acelerados jadeos.

En el instante que mis músculos se tensaron y el movimiento casi constante de mis caderas cesó, pude sentir su olor impregnado en las sabanas de su cama donde ahora mi cuerpo yacia tras el acto.

Suspiré… "Había vuelto a hacerlo" Me preguntaba inútilmente porque Kanda se había vuelto presa de mis deseos, a pesar de que aparentaba odiarle frente al resto.

Por desgracia para mí… su odio no eran apariencias. Jamás nos llevamos bien y era una verdad innegable.

Me levante de su cama con el cuerpo pesado, debía limpiarme si pretendía no dejar rastros. Encendí con mi mano limpia la luz del baño y abrí el grifo limpiando mis dedos y refrescándome la cabeza al dejarla descansar bajo el chorro de agua.

No me molesté en secarme el pelo antes de salir de allí. Pero si quise respirar por última vez su aroma, al menos hasta la noche siguiente. No pude evitar que mis mejillas le delataran al silencio lo mucho que él me gustaba.

Acomodé las sabanas y arreglé mis ropas a pocos pasos de la puerta. Una de mis manos giró el pomo mientras la otra manejaba mis cabellos húmedos. La puerta se abrió al tiempo que otra mano tiraba de ella desde fuera.

Ante mí, se alzaba una figura oscura.

No era posible…

Mi fantasía había regresado antes de lo previsto. Cruce un par de miradas con sus ojos que ardían de odio hacia mí. Pensaba que en cualquier momento comenzaría a tacarme con su espada, maldiciéndome de mil maneras por haberme colado en su habitación.

El tiempo se había congelado y fue él quien termino rompiendo el contacto visual.

-Si no estuviera tan cansado morirías aquí mismo, idiota. –Me amenazó con su tono impasible, el mismo que un par de minutos antes había imaginado susurrándome cosas incoherentes. Tomo mi hombro y con un brusco empujón termino sacándome de la habitación- Largo moyashi. –Cerró la puerta enfadado y yo quedé inmóvil en el pasillo-

No sabía que decir o que hacer, aquella repentina aparición de Kanda había colapsado mis ideas, el temor de que por un instante pudiera descubrir que hacia allí me hacia temblar.
Mis manos se apoyaron en mi pecho y suspiré débilmente.

Quisiera o no, aquella noche Kanda dormiría con la mezcla de nuestros olores en su cama.