Metajuego

1: Green Hill

Aizawa sintió algo similar a la alarma cuando percibió que el sol no le daba del lado que debía.

También se había asegurado de cerrar las persianas, porque en esos meses no dormía si no era en completa oscuridad, y hasta la iluminación de la calle le dificultaba el dormir. Sin modificar su respiración regular, comenzó a comprobar su entorno.

El colchón se sentía diferente, y las sábanas y almohadas olían distinto. La temperatura tampoco era la esperada en ese día, a principios de primavera, y el nivel de humedad del ambiente no era el de su departamento. Tampoco oía, a la distancia, el maullido de su gata, que era más puntual que cualquier despertador, exigiendo su desayuno. Recordaba haberse ido a dormir en su pijama de invierno, pero este tenía mangas cortas y la tela era distinta.

Así y todo, no llegó a la alarma.

No percibía a ninguna persona en la habitación, y al esforzar sus oídos, notó que no había nadie en el departamento. Tampoco tenía esa sensación en la nuca de ser observado, por personas o por máquinas. Así que decidió seguir la rutina que se esperaba de él y abrió los ojos.

No estaba en su departamento.

No estaba en un sitio desconocido.

Despacio, giró la cabeza hacia la mesa de luz, donde un velador, un reloj despertador y un almanaque reposaban, inocentes. Observó los días tachados. Comprobó el año. Caminó, dejando que las mantas se deslizasen hacia el suelo, hacia la salita, donde un televisor conocido lo esperaba. Buscó el canal de noticias. Comprobó la fecha. Caminó hacia el baño. Miró su rostro en el espejo. Buscó las cicatrices que habían adornado su cara y que ahora ya no estaban.

Activó su particularidad.

Pasaron los segundos, sin que nada a su alrededor cambiase.

Cuando la realidad dejó de ser tan aplastante al punto que le impedía moverse, fue a por su teléfono.

.-.

Al salir del departamento, se toma dos segundos para orientarse. Recuerda de inmediato el camino que le llevará a Yuuei, el camino de ese momento y no el que había tomado el día anterior a ese. Camina con calma, aunque por dentro sus pensamientos no dejan de darle motivos para correr. A donde sea, pero primero a Yuuei. Pasa por un par de edificios que ayer, su ayer, habían sido destruidos. Uno tiene todavía esa lámpara china que habían sacado meses atrás.

Cada pisada es sólida, sobre un piso que soporta miles de personas pasando sobre él. Un subterráneo que alberga miles de almas por hora. Un camino que se va poblando de más y más uniformes de Yuuei. Las ventanas no están rotas y nadie cuelga con medio cuerpo fuera. Nadie se ha tirado de la terraza, y no hay indicio de dormitorios.

No están los dormitorios.

Aizawa se queda mirando el espacio vacío, y por un par de oleadas de gente no se mueve.

Cuando siente que no van a temblarle las piernas, continúa su camino.

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-Buenos días, Shota- Hizashi cambia el tono y la expresión al verlo -¿Qué te pasa? Parece que viste un fantasma.

-He visto miles hoy- la cafetera está en el lugar previo al cambio, cuando trajeron el nuevo archivador. Su sabor es diferente, también, pero sólo ahora lo nota. ¿Habían usado otra marca en los últimos... ?

-¿Shota?

-Hizashi- con la mano sin temblores, se dio la vuelta y lo miró fijo a los ojos -¿Qué día es hoy?

-Pues... - no parecía comprender, pero eso no le impidió contestar -El día en que recibes a tu clase nueva. Ya sabes. Azuma, Daigo, Fujimori, Harada...

-Quiero revisar sus expedientes de nuevo. Creo... creo que al menos en un caso hay algo interesante.

-Oh- la sonrisa le iluminó el rostro -¿Al fin alguien que valga la pena?

-Al menos que merezca mi atención.

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Azuma Sakura. Particularidad: garras felinas. No.

Daigo Touya. Particularidad: escudo. No.

Fujimori Daichi. Particularidad: teletransportación. No.

Harada Midori. Particularidad: superfuerza. No.

Pasó las páginas de los expedientes, intentando descubrir algo que le indicase qué demonios había sucedido. Porque esto no era un sueño, era... la realidad, al menos hasta que comprobase lo contrario. Y no era por ninguna particularidad activa, al menos. Sea como fuere, debía empezar por algún lado, y este era el más evidente, por lo menos. Útil para no tropezar.

Recordó las pruebas que había realizado el año... la vez anterior con este grupo. Tres años atrás, casi. Había sido una simulación de ataque, en donde él había sido el villano. Nadie lo había reconocido. Su desesperación, su falta de coordinación, el que uno hubiese empujado a una de las chicas hacia él, para que le sirviese de escudo para escapar, le había demostrado que no tenían madera de aspirante a héroe siquiera. Quizás ahí había empezado todo.

-Hizashi, ¿está disponible el gimnasio ahora?

-Que yo sepa, sí. No hay actividades allí en la mañana.

-Bien. Voy a usarlo, entonces.

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Los árboles de cerezo parecían querer florecer hoy.

Aizawa les esperó en la puerta del gimnasio, y cuando lo vieron, un par de muchachos le preguntaron si era el conserje. Los miró, sin decir una palabra, hasta que callaron y la incomodidad se hizo evidente en ellos. Cuando el silencio se había extendido por todo el grupo, levantó la vista y habló.

-Este es su examen de ingreso real- dijo, con tono firme -Se han ganado el acceso, pero para quedarse deben demostrar que tienen madera de héroe. Así que entren al gimnasio y soliciten su examen a la secretaria. Entren de a uno. Azuma, ve primero.

Iba a ser una larga mañana.

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El sol se había movido hasta estar sobre sus cabezas para cuando pasó el último de la clase.

Aizawa sentía que su teléfono celular almacenaba tantos mensajes como exámenes. Con suerte, uno sería el buscado. No es que hubiese un solo villano que pudiera ser el culpable, pero no había sobrevivido hasta ahora por ser descuidado. Por eso, cada vez que entraba un alumno, Arashi Watanabe lo examinaba, y luego Aizawa le decía que su objetivo era vencerlo a él. El resultado era evidente, y conforme iba derrotando a esos aspirantes a novatos, Watanabe hacía pasar al siguiente.

-¿Qué harían en esta situación?- les preguntó, al verles sin ánimo, con frustración y hasta enojo.

-¿Qué podemos hacer?- dijo Daigo -¡El nivel es completamente diferente! ¡No es justo!

-La vida no es justa. Y no se va a adaptar a lo que consideres justo. Así que, en caso que haya un villano más poderoso que ustedes, ¿qué harían?

-¿Retirarnos?- arriesgó Fujimori.

-¿Intentar otro plan?- dijo Harada.

-¿Qué plan podría ser, en este caso? Les he vencido cuando venían de a uno, pero aún pueden ponerse en pie- estrechó los ojos y sonrió -Claro, si es que piensan de forma lateral y no individualista.

Silencio.

-¿Cuál es su objetivo como héroes?

-Ser el número uno.

-Ganar mucho dinero.

-Ser... alguien a quien quieran.

Aizawa miró al muchacho que lo había dicho. Particularidad poderosa pero cero autoestima y menos confianza en sí mismo. Pero estaba allí y eso debía de ser una buena señal.

-Ver mi cara en todas partes.

-Que me pidan fotos por la calle.

-Que mamá deje de hablar de mi hermana como si ella fuera la única hija que tiene.

-Poder usar mi particularidad sin problemas.

Las razones seguían y seguían, y cada una le ponía en claro que no habían comprendido.

-Les daré la comida masticada, entonces- dijo, cruzándose de brazos -Atáquenme a la vez.

.-.

Regresó a la sala de maestros cansado, furioso y frustrado.

Watanabe había enviado su informa con la prolijidad acostumbrada: todos tenían la particularidad que decían tener, y no estaban afectados por ninguna clase de efecto de otra. Nada que enmascarase sus particularidades. Nada que ocultase algo. Tenían las particularidades que decían tener, las mismas que decían sus registros.

El derrotarles no había sido problema: su falta de coordinación, de cooperación, sus ganas de pisar cabezas ajenas para alcanzar sus objetivos pintaban un cuadro claro. Hasta quienes tenían problemas de autoestima carecían de alguna clase de... algo que les hiciese valer la pena el esfuerzo.

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Ese día le tocaba evaluar al año entrante.

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-Oh, hola Aizawa. Pasa, estaba pensando en discutir algunos puntos contigo antes que evaluases al grupo de esta mañana. Sé que es tu primer año y...

Aizawa entró a la oficina del director, sin prestarle atención a lo que decía. Esperó a que el té estuviese entre ambos, y a que Nedzu notase que esa no era una visita normal. Cuando el director levantó su taza para beber, rompió el silencio.

-Hay algo grande sucediendo- dijo, y sus palabras le sonaron como piedra cayendo sobre un suelo de mármol.

-¿Algo grande?- bajó la taza y allí la dejó, entrelazando los dedos.

-La palabra es la que estrá escrita en el interior- empezó.

-¿En el interior de qué?- conociendo al director, sabía que la voz que usaba ahora no era la que él recordaba, sino una algo menos firme.

-En el interior cálido entre el té y las medias.

El vapor del té se elevaba hacia el techo.

-Tiene que ver con el tiempo- continuó -Me diste esas frases hace un año y medio, es decir, en un año y medio a partir de ahora.

-¿Deberé decírtelas de nuevo, aunque para mí sea la primera vez diciéndotela?

-Aún hay demasiado que no sé como para afirmarlo. No es una particularidad, al menos no una que yo pueda deshacer.

-Creo comprender. ¿Hubo alguna clase de evento en especial que podría haber gatillado esto?

-Al fin del tercer año hay una catástrofe, una que involucra a Yuuei y a sus tres años. Fui a dormir y desperté en este tiempo, en la vivienda que tengo ahora, pero no la que tenía en mi tiempo. Tampoco tengo las marcas que mi cuerpo sufrió en ese período de tiempo. Recuerdo todo, pero mi cuerpo parece haber olvidado cosas que había memorizado hasta ser algo automático. O el nivel de resistencia a la cafeína.

-Sería interesante saber qué sucederá antes que suceda.

-Y si alguien retrocedió conmigo a este tiempo, sabrá que yo retengo esos recuerdos. O que alguien los retiene. Notará las sutiles diferencias, que luego se volverán más y más grandes. Puede que use ea información para llevarnos a un futuro aún peor. No sé si es un villano, o una niña aterrorizada que perdió el control de su particularidad. No sé si es All For One o alguien que trabaje para él, o su heredero. Hay golpes que han dado y que fueron críticos en su momento. Hay información... que considero debe ser entregada cuanto antes, a gente que aún no tiene lazos de confianza conmigo.

-Es una montaña muy pesada.

-Y no sé cuántas piedras puedo sacar antes que se derrumbe e intenten algo que ni siquiera yo pueda esquivar.

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Ese día le tocaba evaluar al año entrante.

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Hizashi había mencionado algo parecido.

Era una película que había visto hacía años, sobre un periodista que quedaba encerrado en una especie de bucle de tiempo de un solo día. Al final el bucle se rompía porque era amado por todo el pueblo y se quedaba con su interés amoroso. En esa película su plan de acción no era evidente en la primera iteración.

Había que hacer algo diferente.

Así que Aizawa intentó otra forma de evaluar, y encontró un total de cero personas medianamente potables. No había nada con lo que empezar siquiera. Despachándolos enseguida, decidió seguir a uno de las más problemáticas. Ella podía hacer explotar cosas que tocaba, lo cual incluía la ropa de otras personas, y no dudaba en usarlo para ganar ventaja. La siguió hasta su casa, un edificio de departamentos, y luego fue a ver qué había pasado con el resto.

Algo le molestaba.

Mucho le molestaba, pero había alguna clase de detalle que se le estaba pasando por alto, no evidente para él. Decidió quedarse despierto hasta poder averiguar qué estaba sucediendo. Iría a la escuela y se quedaría allí, revisando expedientes. Quizás los anteriores también, sólo para asegurarse. Quizás los de los años siguientes, al menos podría vigilar si habían aparecido en algún medio de comunicación, o si les había sucedido algo. Le preguntó a algunos del segundo y del tercer año con particularidades que podrían darle algún indicio. No se quedaría quieto ni dormiría hasta...

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Ese día le tocaba evaluar al año entrante.

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Decidió que no iba a ir.

Decidió que era mejor intentar averiguar qué pasaba con el resto de la gente que aún no había entrado en Yuuei, porque al resto ya lo había vigilado y no parecía tener inconveniente alguno en su vida fuera de lo usual. Era un viaje largo, que debía de hacer en tandas. Había algunos que le tomarían todo el día, pero era mejor que nada. Trazó itinerarios con los mapas de los transportes disponibles. Podría visitar a seis o siete en un día bueno, a uno o dos en un día malo porque vivían muy lejos. Optimizó los recorridos y se lanzó a su primera vuelta.

Yayorozu, Iida y Hakagure parecían tener rutinas normales.

Al siguiente amanecer, que era el mismo, fue a por Shoji, Aoyama y Jirou.

Luego vino el mejor recorrido: Kirishima, Asui, Mineta, Ashido, Ojiro, Uraraka y Kaminari.

Entonces llegó el turno de Bakugo y Midoriya.

Cuando terminó con su ronda, sin que cambiase el constante repetir del día, se dijo que había que probar otra táctica. Buscó noticieros locales de cada una de las áreas correspondientes, a por algún dato que le indicase qué era lo que estaba dejando de ver. Siguió tomando los exámenes, siguió expulsándo a la clase entera, y conforme fue pasando el día no hubo un sólo nombre que se le hiciera familiar.

Excepto uno.

Bakugo Katsuki.

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El encontrarlo era sencillo. En las noticias taparon su cara pero su uniforme era bien visible. Su apellido estaba en la guía telefónica y no era complicado observarlo con las amplias ventanas de la escuela a la que asistía. Lo vigiló mientras salía de la escuela, la misma a la que iba Midoriya, luego de quemar un cuaderno de notas y tirarlo por la ventana. Su objetivo del día era seguirlo y asegurarse que el monstruo de barro no lo atacase. O, si lo atacaba, que él estuviera allí para evitar daños. Según había sabido, casi se había ahogado cuando intervino All Might. Una forma horrible de morir.

El vigilar de día a alguien no era tan sencillo como hacerlo de noche, pero siendo Bakugo tan ruidoso no era difícil saber dónde estaba. Cuando hubo silencio seguido de los gritos de los chicos que acompañaban a Bakugo, supo que algo andaba mal. La voz del repugnante sujeto que siguió le dijo todo lo que necesitaba saber.

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-¿Quién eres tú?- preguntó Bakugo, con la voz todavía ronca y el ceño fruncido.

Aizawa lo miró, y luego al monstruo en un par de botellas. Si particularidad era manipular el líquido, y sin ella era tan maleable como la gelatina. Podía hacer oídos sordos a sus insultos mientras activaba una bomba en miniatura para llenar la segunda botella y sellaba la tapa.

-¿Acaso eres otro de esos pervertidos?- preguntó, y una explosión ahogada se oyó a sus espaldas. Aizawa suspiró.

-Soy un héroe profesional- le dijo -Y acabas de ser atacado por un villano. Ya he llamado a la policía y vendrá una ambulancia a revisarte.

-¿Ha?- quería salir desafiante, pero le dio un ataque de tos.

-Por eso. Quizás aún tengas algo de líquido en los pulmones, y si no se te atiende podrías tener complicaciones luego.

-¡Nada que no pueda (tos) superar!

-La gente que casi se ahoga puede morir horas después- le dijo, y la sonrisa desafiante se enfrió diez grados -Si aspiras a entrar a Yuuei, como decías antes de que te atacase él- señaló a la botella -supuse que te interesaría intentarlo vivo, y en buen estado de salud.

Bakugo gruñó pero no respondió.

La policía llegó poco después, y le relató los hechos. Había agua en sus pulmones, sí, y había que llevarlo al hospital para confirmar que no hubiese otros problemas. Bakugo se limitó a gruñir y decir que le iba a avisar a su madre. Cuando vio cerrarse las puertas de la ambulancia, casi se permitió suspirar.

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Ese día le tocaba evaluar al año entrante.

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Debía ir antes.

Debía ir antes siquiera que sonase el despertador, lo que implicaba despertarse apenas recobrase la conciencia. Sólo media hora antes que sonase su alarma, tan temprano que Bakugo estaría aún dormido. Pero Aizawa no iba a dejar que algo así lo detuviese. Algo había fallado ese día, algo se le había pasado por alto, y no iba a esperar a otra iteración para resolverlo.

Le envió un mensaje a Toshinori, avisándole que reservase media hora para un evento que sospechaba iba a suceder en esos lares, con un monstruo de barro que estaba en la zona. Era la primera vez que le enviaba un mensaje, y la respuesta, sorprendida pero rápida, fue una que lo dejó algo menos intranquilo. Bakugo no había sufrido daños graves en la iteración anterior, pero no iba a descuidarse por eso. Y si él no era el que tendría alguna clase de problema, sólo quedaba otra opción, al menos en ese escenario.

De lejos, observó la escuela y las interacciones entre esos dos. Casi no necesitaba oír lo que decían para saber lo que estaba sucediendo. Vio el cuaderno chamuscado volar por la ventana y aterrizar en el estanque de peces koi, vio salir a Bakugo y su pandilla por un lado y avisó a Toshinori, y luego esperó, escondido y atento a cualquier movimiento extraño. Considerando los problemas que le causaban ese par, no le sorprendería que...

Midoriya salió del edificio y fue hacia el estanque.

Ya se había ido todo el alumnado, y a excepción de ordenanzas y docentes, la escuela estaba vacía. El muchacho tenía los hombros caídos, la mirada baja y movimientos lentos, como pesados. El silencio contrastaba con el bullicio que había habido apenas media hora antes, con el fin de clases. Ahora parecía un parque en una ciudad poco turística en vacaciones: plazas sin niños, gente adulta más relajada, y una mano saliendo de la nada negra y cerniéndose sobre una cabeza de pelo verde.

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Entre dos conceptos que quiero explorar, y una idea para una historia más o menos formada, gana lo último. Lo siguiente sería, si todo sale como lo he planeado, un Omegaverse, en donde puede que haya (o no) parejas, pero cuyo protagonista no será alguien de 1-A. De momento, Aizawa va a tener muchos sobresaltos.

He movido un poco el calendario, cosa que seguirá sucediendo en el resto de esta historia.

A que no saben en qué otro Anime y novela ligera me he basado.