Prólogo

Esta historia que les voy a contar, es para mostrarles mi estupidez, debí pedir ayuda, pero noooooo, yo como toda una "campeona", voy y me enfrento a ese tipo… a la primera vez que me enfrentaba a él, no tenía probabilidades y pensaba que ¿Ahora tenía posibilidades de derrotarlo esta vez? No, que error más estúpido había cometido, tenía tiempo de avisar al príncipe Solaris y todo eso, pero por mi orgullo, no quería pedir ayuda y esto es lo que me pasa por querer hacerlo toda sola.

Ahora me encontraba arrodillada, bajo la lluvia y respirando de forma agitada, mirando a ese ser, sonriéndome y riéndose de mi sufrimiento, bueno, creo que empezaré desde el principio para que entiendan lo idiota que fui hasta en este momento histórico para que presencien mi muerte después … … todo comenzó en una mañana cualquiera en Equestria.


Capítulo 1: Eris, la diosa del caos

Narración por Eris

En el reino mágico de Equestria, donde todo era paz y armonía, lo mismo de siempre, donde la mitad de la población era de puros sementales y bla bla bla, pero en Ponyville, un lugar tranquilo, donde todos estaban haciendo sus labores hasta que hubo un grito, algo afeminado debo decir.

En la Boutique Carrusel

— ¡Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh mis trajes!— gritaba Elusive y yo me reía como toda una profesional encima de una nube de algodón de azúcar y me sostenía el estómago con mis garras.

—Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja. ¡Debiste ver tu cara! Ja, ja, ja— me seguía riéndome. Yo había cambiado los colores de esos trajes para que sean muy "llamativos". El unicornio blanco me miraba enfadado y me gruñía como si fuera un perro.

—Grrrrr ¡Eris, regresa todos mis trajes como estaban antes!— me gritaba Elusive.

—Je, je. Ok, ok— chasqueo con mi garra derecha —Listo, ya los volví a la "normalidad". Ja, ja, ja— me reía y desaparecí del lugar, dejando al unicornio blanco con la boca abierta y sus ojos estaban como platos.

— ¿P-pero qué? ¡Mis trajes!— gritaba desesperado al ver que había transformado sus trajes en vestidos.

En los cielos

Rainbow Blitz estaba haciendo sus piruetas como siempre, queriendo impresionar o mejor dicho, presumir y bla bla bla, pero de repente, cuando estaba volando en línea recta, apareció un letrero de la nada que decía "Stop". El pegaso se dio cuenta muy tarde y no pudo frenar a tiempo haciendo que se chocara en toda la cara con el letrero y yo me encontraba en el suelo soltando unas grandes carcajadas.

En Sugar Cube Corner

Estaba Bubble Berry atendiendo a los clientes y dando saltitos como siempre hasta que aparecí por la puerta hasta eso para mí sonó extraño.

—Ooooohhhh Berry, tengo un regalo para ti— decía con una sonrisa maliciosa sacando un regalo de la nada.

— ¡Un regalo!— gritaba el poni emocionado y en un segundo ya estaba en frente mío. Agarraba el regalo sin dudar y lo desenvolvió, cuando le quitó la tapa, salió una mano resorte con un pastel dándole en toda su cara. Yo solté una risita.

Berry se lamió todo el pastel de su cara y se lo trago.

—Uhhh rico— mencionaba el terrestre rosado con su típica sonrisa, pero luego sintió un ruido en su estómago —creo que necesito ir al baño, con permiso— salió disparado al baño y yo me reí muy fuerte.

—Laxante en el pastel, sí que fue buena. Ja, ja, ja— desaparecí del lugar.

En Sweet Apple Acres

Bueno, Applejack estaba de espalda contra un árbol, preparado para golpearlo, pero sin darse cuenta, el árbol se movió a un lado haciendo fallar su patada, él confundido creyendo que estaba frente al árbol.

Fue de nuevo a ponerse frente de dicho tronco, pero otra vez falló su patada, repitió eso una y otra, y otra, y otra vez. Se ponía furioso hasta que vio al árbol alejarse del granjero.

— ¡Oye! ¿¡Para donde crees que vas!?— el árbol al escuchar el grito, empezó a correr y Applejack fue a perseguirlo por todo Sweet Apple Acres. Yo me estaba riendo en una rama de un árbol.

A lo lejos, Macareina estaba trabajando hasta que se detenía para ver a su hermano persiguiendo a un árbol haciendo que tuviera una gota de sudor en su nuca.

En la casa de Butterscotch

La verdad les seré sincera, no le hice nada, exacto, como leyeron, no hice nada porque se cómo terminará y todo eso, pero lo único que hice fue esto.

Estaba esa coneja blanca amarrada, nerviosa y estaba encima de eso lo que usaban en el golf, apareció en mi garra un palo de golf, me puse frente a la coneja y me preparaba, escuchaba sus chillidos de enojo, pero no le hacía caso y la golpeé con el palo, enviándola lejos. Se oía su chillido desde lejos hasta que terminó dentro de un hoyo.

— ¡Oh si, hoyo en uno!— exclamé emocionada.

En la biblioteca de Ponyville

En la biblioteca, Dush Shine estaba ordenando los libros junto con Bárbara, pero el semental al poner un libro en su sitio, vio que un libro se cayó del librero, lo agarraba con su magia confundido y lo ponía devuelta a su sitio, pero otro libro se cayó, ponía ese libro devuelta aunque otro se cayó y así siguió por un rato.

—Pero bueno ¿Por qué se están cayendo estos libros?— estaba Dush frustrado. La bebé dragona lo miraba.

—Será porque se cansaron de estar en los libreros. Je, je— decía Bárbara con un tono bromista.

—Je, je. Muy graciosita ni que tuvieran vida propia— cuando el semental ponía otro libro que se había caído en su sitio, los libros empezaron a temblar de repente.

—D-Dush ¿Qué esta p-pasando?— preguntaba la pequeña dragona algo asustada.

—No lo sé— y antes que pudieran reaccionar, los libros se lanzaban hacia ellos enterrándolos entre los libros. Los dos sacaban sus cabezas respirando aire fresco, veían los libros tirados por toda la biblioteca y suspiraban frustrados.

Yo me reía con una garra en mi boca para que no me escucharan porque segura que Dush me disparará con sus rayos láser y desaparecí de ese lugar.

Pero ahí no acabe, seguí haciendo bromas a todos los ponis del pueblo. Cuando digo a todos, es a toooooodos y al final como es costumbre, se pusieron furiosos conmigo, protestaron, reclamaron y bla bla bla.

Bueno, después de eso, me fui de Ponyville para que se les bajaran los humos un "poco".

Aparecí cerca del castillo de Canterlot porque iba a visitar a mi "amigo" Solaris, pero antes, veo en la entrada del castillo custodiada por dos guardias femeninas, inmóviles como si fueran unas palmeras. Empecé a hacerle burlas a la guardia de la izquierda, pero esa guardia ni pestañeó. Así que hice aparecer una sartén en mi garra de águila, me pongo en frente de ella, la miro fijamente y…

(Inserte sonido de sartén)

Me quedé sorprendida, le di y seguía ahí como si nada. Estaba decepcionada aunque por curiosidad, le toqué la mejilla con mi garra derecha y la guardia cayó de lado, sin cambiar la posición como si fuera una estatua.

Esto se volvió ridículo— pensaba con un suspiro frustrado y desaparecí de ahí con un chasqueo de mi garra.

Ahora aparecí detrás del trono de Solaris. Vi por un costado del trono para ver que hacía y pude ver que estaba leyendo unos pergaminos que tenía levitados con su magia, estaba demasiado concentrado y al verlo así, se me vino una idea en mi cabeza que hizo que sonriera con malicia.

Tercera persona

El príncipe Solaris estaba leyendo tranquilamente los pergaminos hasta que de repente, escuchaba un ruido de alguien corriendo. El alicornio levantaba la vista y lo que veía fue un zorro con un garfio saltando hacia él haciendo que diera un grito.

(Insertar Screamer de Foxy)

— ¡Aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!— cerró los ojos de golpe y esperaba su ataque, pero en vez de eso, escuchaba una risa. Abría los ojos para ver a Eris que se estaba riéndose en el suelo mientras se agarraba el estómago.

—Ja, ja, ja, ja. Debiste ver tu cara del susto. Ja, ja, ja— se reía la draconequus sin parar haciendo que el semental se enfureciera.

— ¡Eris! ¿¡Qué pretendías asustándome de esa forma!?— gritaba Solaris enojado. Eris trataba de calmarse.

—Es que no pude evitarlo je, je estabas tan concentrado que quise aprovechar el momento. Ja, ja, ja— daba una risa de burla.

—Es que no tienes otra cosa que hacer, en vez de hacer bromas o asustar a cualquiera ¿Qué pasa si de repente le das un infarto?— reclamaba el príncipe. La aludida se levantó y se secaba las lágrimas por reír mucho.

—Tranquilo, tranquilo. Je, je. No me dejaría llevar a ese extremo.

—Mmm. Lo dudo mucho. Bueno Eris ¿No tienes otra cosa que hacer? Estoy ocupado— decía Solaris frustrado. Eris aparecía a su lado y lo abrazaba del cuello con un brazo.

—Ay Solaris ¿No puede una amiga venir a visitarte?— preguntaba con una sonrisa algo maliciosa.

—Sí, lo era, "era", si no me asustaras de esa forma— mencionaba Solaris algo frío. La draconequus desaparecía para aparecer sentada en una nube de algodón de azúcar frente de él.

—Je, je. Si, lo siento por eso— Eris se rascaba la nuca apenada. Solaris suspiraba algo frustrado.

—Nunca cambiaras ¿verdad? Seguirás siendo la misma fastidiosa de siempre ¿Qué no sabes hacer otra cosa?— preguntaba fastidiado.

— ¿Otra cosa?— preguntaba Eris confundida —pues… ¡claro que sé hacer otra cosa!— exclamaba orgullosa.

— ¿Ah sí? ¿Cómo cuál?— preguntaba con tono burlón. Ella ponía una garra en su barbilla quedándose pensativa.

—Mmmmm. Yo… — quedó un rato pensando hasta que se le vino algo en su cabeza y un foco apareció encima de su cabeza —yo puedo derrotar a cualquier enemigo que intente atacar al reino— decía con una sonrisa confiada.

—Eso no hace falta Eris. Este reino ya no está en conflicto, pero si lo estuviera, mi estudiante y sus amigos lo resolverán. Con respecto a ti, lo que te queda son las bromas, no eres una luchadora ni nada por el estilo ya que lo único que haces es fastidiar a otros— mencionaba con seriedad. Eris se sorprendía y sentía como algo rompiéndose dentro de ella hasta la nube que estaba sentada desapareció de golpe dejando a la draconequus flotando.

— ¿Q-que? Me estas tratando de decir que soy una inútil ¿verdad? Y que no sé hacer nada bien en mi vida ¿¡verdad!?— le gritaba enojada al alicornio blanco. Él se sobresaltaba un poco porque no se esperaba ese cambio de actitud.

—Yo no dije eso— se defendía Solaris.

— ¡Pues lo pensaste!— señalaba al príncipe de forma acusadora —Yo te mostraré… no, mostraré a toda Equestria que yo, Eris, la diosa del caos, puedo defender este reino, sin la ayuda de nadie y te lo demostraré— decía con una mirada de determinación.

— ¡Ni te atrevas a hacer eso! ¿Qué pasaría si el enemigo que te enfrentas, es demasiado fuerte para ti y no tienes ninguna oportunidad?— preguntaba el alicornio blanco tratando de que Eris entrara en razón.

—No me importa si es fuerte o yo que se ¡yo soy más fuerte que los portadores de los elementos, más que cualquiera y yo te lo demostrare!— gritaba enojada. Solaris solo suspiraba frustrado y ponía un casco en su cara.

—Eris, solo, sal de aquí por favor, estoy muy ocupado y no tengo tiempo para tus berrinches, así que déjame solo— mencionaba con un tono cansado. Ella hizo un puchero enojada.

— ¡Bien! Me iré a algún lugar donde me quieran— la draconequus chasqueó su garra y desapareció del lugar, dejando solo al alicornio y él suspiraba.

—Cuando dejara de comportarse como una potrilla malcriada— al decir eso, siguió con lo suyo.

En el cielo

Eris estaba recostada de espaldas con sus garras detrás de la cabeza en una nube pensativa.

Yo soy fuerte, soy poderosa… solo porque esos ponis me derrotaran usando esos elementos de la armonía, no significa que sea débil… tengo que mostrarlo de alguna forma— pensaba la draconequus frustrada. Seguía en sus pensamientos hasta que fueron interrumpidos al sentir algo de repente. Ella se levantó de golpe y estaba sintiendo como una magia maligna.

— ¿Pero qué clase de magia es esta? Este pony o lo que sea, tiene una magia muy poderosa… debería avisarle a Solaris sobre esto— iba a chasquear su garra, pero en eso, se detuvo antes de hacerlo y miraba en la dirección donde sentía esa magia. Se quedó un momento pensativa para luego formarse una sonrisa maliciosa en su rostro —Espera ¿Por qué le tengo que avisarle a Solaris? Si esta es mi oportunidad ¡es perfecto! Si derroto a ese pony o lo que sea, todos se darán cuenta de lo estupenda que soy, me vanagloriaran, tendré el respecto que merezco con esos estirados de Canterlot, los ponys que estén enfadados conmigo, me felicitaran y me harán una fiesta en mi nombre. Je, je. Y veré a Solaris inclinándose ante mí de lo equivocado que estaba de mí. Je, je. Lo derrotaré y todos gritaran mi nombre ¡Eris, la diosa del caos! Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja— reía como una lunática y después desaparecía del lugar con un chasquido de garra.

En una pradera

Iba caminando de forma tranquila, un alicornio negro con la crin y cola morada, sus ojos eran amarillos y su cutie mark era una huella de gato con dos cuernos. Estaba caminando hasta que se detenía en seco.

—Je, je. Por lo visto, alguien ya sintió mi magia y ese alguien es a quien yo buscaba. Je, je. Al menos no tengo que perder el tiempo en ir a buscarla, si ella viene directo hacia mí. Je, je. Esto será muy divertido— daba una sonrisa infantil y sus ojos brillaban con intensidad.

Continuará.