Una tontería que se me ha ocurrido después de mucho meditar sobre novelas románticas y 'La princesa prometida'. Va a ser una cosa cortita, no tengo tiempo para mucho más (y sí, sigo trabajando en ´Donde estás?' y 'Una función más').


La luna iluminaba suavemente el patio de los Tendo, sus rayos creando imágenes un tanto surrealistas al pasar a través de las ramas de ciruelo movidas por el viento. La carpa del estanque ocasionalmente se acercaba a la superficie, creando pequeñas olas. Todo esto era ignorado por la única habitante humana que, inmóvil, fijaba la mirada en la puerta de entrada de la propiedad. Su cabello revuelto por el aire se movía y oscilaba, pero no hacía gesto alguno por apartarlo o sujetarlo. Se limitaba a estar allí, de rodillas, sentada, las manos sobre el regazo. Su vestido, previamente blanco, mostraba los signos de una actividad intensa, decididamente, no de la naturaleza para la que estaba diseñado.

Su vestido de boda.

No podía evitarlo. Su mente repetía las imágenes de la jornada, una y otra vez. Despertar. La emboscada de su padre y sus presuntos futuros suegros. La charla con Ranma, decepcionante como había sido. La boda. Despertar. La emboscada de su padre y sus presuntos futuros suegros. La charla con Ranma, decepcionante como había sido. La boda. Despertar. La emboscada de su padre y sus presuntos futuros suegros. La charla con Ranma, decepcionante como había sido. La boda…

Había ayudado, como buenamente podía, a reparar los destrozos. Ranma aún seguía inconsciente cuando se había retirado. Pero no podía conciliar el sueño. Por eso había bajado a la veranda, a ver la luna, a intentar meditar, a... quién sabe qué.

¿Por qué se había puesto de nuevo el vestido?

Volvió los ojos hacia la prenda, alisando una arruga imaginaria en su rodilla. Era un vestido bonito. Seguramente lo había elegido Kasumi. Y ahora… no habría manera de recuperarlo, las quemaduras, manchas, cortes… lo habían hecho imposible. Y sin embargo, le costaba separarse de él. Quizá… porque al verse en él había comprendido lo mucho que quería que la ceremonia siguiera adelante.

Lástima que el resto del mundo no estuviera de acuerdo con sus deseos.

Se mordió los labios. Shampoo. Ukyo. Kodachi. Sus ojos se entrecerraron. Notó como sus dientes se apretaban hasta hacerse daño en la mandíbula.

¿Cómo se atrevían…? Cerró los puños, clavándose las uñas en las palmas. Pagarían por ello. Alzó la vista al cielo y respiró profundamente. Tenían que pagar por ello.

Volvió la cabeza a un lado. No se hacía ilusiones. Sabía que lo tendría difícil. Ukyo y Kodachi eran poca cosa. Shampoo… Shampoo era peligrosa. Pero estaba harta. Harta de que la ninguneara. Sólo necesitaba un golpe. Uno solo. Acabaría con ella aunque le fuera la vida en ello.

Nadie le jode la boda a Akane Tendo y vive para contarlo.


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Al día siguiente, la vida seguía como de costumbre. Su padre anunció el retraso de la boda. Ranma… seguía igual, pero por una vez no le importó, es más, sus excusas le sonaron… falsas. Encogió los hombros. Su curso de acción estaba decidido. La próxima vez que se tropezara con alguna de ellas, ajustaría las cuentas.

Tenían unos días libres, supuestamente para la luna de miel. No merecía la pena volver al instituto. Lidiar con sus compañeros de clase podía ser… demasiado estresante. Kasumi la envió al mercado a hacer la compra. Paseó entre los puestos, ajena a su entorno. Prefería seguir ensimismada a oír los comentarios que sin duda alguna intercambiarían tenderos y clientes varios. Le extrañaría que no anunciaran el desastre en los periódicos. Su vida cada vez se parecía más a un circo.

Se alejó de la zona de tiendas, buscando una máquina expendedora de bebidas. Empezaba a costarle mantener la máscara de indiferencia. Entrecerró los ojos, bebiendo un poco de té helado cuando notó la presencia de alguien. Miró por el rabillo del ojo.

Ukyo. Vestida con su atuendo de combate.

Vaya. Parecía que iba a empezar la jornada con un aperitivo. Sin hacerle caso, siguió bebiendo hasta terminar la lata. Pensó en estrujarla, en un show de fuerza, pero le pareció un gesto vacío. Además, no quería desperdiciar energía.

Se volvió lentamente a mirarla, repasándola abiertamente de arriba a abajo. Eso pareció enfurecerla.

"Qué? Satisfecha?"

"Buenos días a ti también, Ukyo" contestó, fríamente.

"Buenos días? – espetó ésta, cabreada-. ¿Cómo te atreves, después de lo de ayer? Si yo no hubiera llegado a tiempo…"

"¿Después de lo de ayer?" repitió Akane, un tanto incrédula.

"Sí, ayer. Ese esperpento de boda para atrapar a mi Ran-chan…"

"Oh, la boda, sí – Akane sonrió, mostrando los dientes. Estó desconcertó a Ukyo. Esperaba uno de los típicos arranques de furia de Akane-. Respecto a la boda, yo también tengo algo que decir…"

"¡Cómo si a mí me importara! Lo único que quiero es que dejes en paz a mi Ran-chan…"

Akane la ignoró, torciendo el labio, y la miró a los ojos.

"Hola. Mi nombre es Akane Tendo. Tú destrozaste mi boda. Prepárate a sufrir."

Ukyo había seguido lanzando invectivas, pero la última frase sí que captó su atención.

"Qué…?"

"Hola. Mi nombre es Akane Tendo. Tú destrozaste mi boda. Prepárate a sufrir."

Akane avanzó un paso hacia ella. Ukyo, sorprendida, reculó, desconcertada. Luego, dándose cuenta de lo que hacía, recuperó su posición.

"¿Quién coño te has creído que eres? ¿Crees que me das miedo? Ni en el mejor de los días podrías tocarme…"

Mientras tanto, Akane seguía avanzando lentamente, repitiendo a cada paso su mantra.

"Hola. Mi nombre es Akane Tendo. Tú destrozaste mi boda. Prepárate a sufrir."

"¿Es eso lo que quieres? Pues prepárate, rica, porque vas a ver el interior de la UCI de cerca" le espetó la cocinera, extrayendo su espátula de combate, lista para la acción.

"Hola. Mi nombre es Akane Tendo. Tú destrozaste mi boda. Prepárate a sufrir."

Akane siguió avanzando, Ukyo imóvil, esperando. En cuanto se puso a su alcance, blandió la espátula, lista para lanzarla a la estratosfera. Su movimiento se vió impedido por un enorme martillo de madera, extraído de no se sabe dónde, que detuvo su golpe con una fuerza increíble, devolviendo el impacto sobre sus brazos, hasta hacerle temblar todos los huesos. El swing del golpe le llevó a sobre-estirar el brazo izquierdo y notó cómo los tendones se alargaban al máximo. Dejó caer la espátula, inservible en estas condiciones. Tendría el brazo inutilizado durante un rato. Resopló. No era nada. No necesitaba su espátula para luchar contra esa niñata. Saltó hacia atrás, para evitar un combate cuerpo a cuerpo y sacó sus shuriken, lanzándolos a toda velocidad. Akane blandió el cesto de la compra en un arco, capturando las armas voladoras. Viendo que el ataque a distancia no funcionaba, Ukyo empleó los fideos de combate, pensando en sujetarla e impedir sus movimientos. En lugar de esquivarlos, Akane interpuso su brazo para interceptarlos y dejó que se enrollaran, utilizándolos a continuación como un látigo para capturar a su atacante. Ésta siguió empleando más fideos, consiguiendo que se enredaran en torno a Akane y reduciendo sus movimientos. Preparó su ataque final con una última salva de fideos cuando algo la golpeó en la espalda, haciéndole perder el equilibrio. De alguna manera, Akane había conseguido hacer un lanzamiento oblicuo y golpearla. Una segunda andanada consiguió atrapar sus piernas. Pataleó, intentando zafarse de los espaguetis, pero era inútil, ella misma había diseñado la fórmula y sabía bien que tardaría mucho en poder escapar. Y Akane se dirigía hacia ella con el mismo paso lento y meditado, la mirada opaca, las mismas palabras en su boca.

"Hola. Mi nombre es Akane Tendo. Tú destrozaste mi boda. Prepárate a sufrir."

La sangre se le heló en las venas. Sintió cómo tiraba del lazo que sujetaba sus piernas y la hacía girar como si fuera una honda.

'Esto va a doler…'

Al cabo de unos segundos, Akane blandió la honda en ángulo e hizo impactar el paquete contra el suelo. Ni siquiera se inmutó al oír el grito de dolor de su víctima. Se limitó a soltar la 'cuerda' y, recogiendo una de las mini-espátulas clavadas en su cesta, cortó los fideos en torno a su brazo y su torso antes de dirigirse hacia el ovillo de espaguetis con carne.

"Hola. Mi nombre es Akane Tendo. Tú destrozaste mi boda. Prepárate a morir."

Blandió la espátula en la mano, probando el equilibrio de la hoja y, tomando impulso se dispuso a clavarla en la garganta de Ukyo. Ésta temblaba de dolor y de miedo, con una mueca de terror en los ojos. Nunca había visto... Akane... Akane no era...

"Aurrrrrgh!" chilló de dolor. Su espátula le había cortado la mejilla y notó cómo la sangre manaba caliente hacia su cogote. Fijó la vista en su atacante. Su mirada lo decía todo. Manaba odio por todos los poros.

"Akane...?" murmuró débilmente. Casi se meó de alivio. Por un momento había pensado en que iba a matarla. La chica de pelo corto aún mantenía el puño entorno a la mini-espátula. Notó cómo le temblaba el brazo. Unos segundos más tarde, Akane bajó la cabeza hasta casi tocar el pecho con la barbilla, ocultando sus ojos. Le hubiera gustado ver su expresión. Pero cualquiera que fuese, al final soltó el arma, se levantó lentamente y, cogiendo la cesta abandonada anteriormente, se marchó.

Tragó saliva. Una, dos veces. Había pasado... miedo. Ahora...

'Mi Ranchan me vengará...'

Lo haría, verdad?