Disclaimer: Todos los derechos reservados para mi escritora británica favorita: J.K Rowling. Warner Bross & Salamandra. La historia es de mi muy triste y retorcida imaginación. Esta historia se ha hecho por puro placer sin ningún fin en especial. Harry Potter y sus personajes no me pertenecen (lamentablemente), sólo juego un poco con ellos.

Advertencia: Esto es un Harry/Hermione, pero no les puedo prometer un final para ellos. Si quieren leer una historia con eventos trágicos y desafortunados, si quieren leer a un Draco firme y atento, un Ron maduro y enamorado de Luna, a una Hermione enamorada en su totalidad de Harry y a un Harry practico y ambicioso. Sigan leyendo.

Disfruten la historia como lo he hecho yo escribiendo…

"¿Por qué nunca me dijiste?"

Capítulo I: Los inicios

Al terminar la guerra contra el mago más oscuro de los últimos tiempos Hermione decidió ir en busca de sus padres con la ayuda de Ron y Harry. No tardaron tanto como el pelirrojo hubiera querido. De hecho, él tenía planeado perder el tiempo suficiente en esa búsqueda para no llegar a tiempo al nuevo y último curso escolar en Hogwarts. Pero debió haber previsto que ante la increíble astucia de Harry y las inmensurables ganas de Hermione por recuperar a sus padres no sería demasiado tiempo el que usarían.

El mundo mágico estaba recuperándose poco a poco, de manera lenta y dolorosa. Las perdidas eran muchas en diferentes aspectos. Ron todavía no concebía su vida sin Fred, su hermano. Y así mismo tampoco concebía el mundo sin tantas otras personas. La guerra lo había obligado a madurar de golpe, ya no peleaba tanto con Hermione por cosas insignificantes pero aún dudaba de que su relación pudiera soportar cosas fuertes o si realmente estaba hechos el uno para el otro. Se había decidido a tomar el curso de Hogwarts por varias razones; no soportaba la idea de estar en La Madriguera donde todo le recordaba a Fred, quería poder ejercer como Auror y por ello necesitaba estar listo, y por último, tanto Harry como Hermione regresaban a Hogwarts ese año. Y no sólo ellos regresaban a Hogwarts, Lavender Brown también regresaba al Colegio aunque después de haber sido mordida por el asqueroso Fenrir GreyBack muerto ante una furiosa Hermione. La profesora McGonagall había dicho que le proporcionaría todo el apoyo a la chica para que pudiera continuar sin ningún problema con sus estudios, así mismo mostró su apoyo el profesor Horace Slughorn preparándole cada mes la misma poción que Severus Snape le daba a Remus Lupin. Neville, acudía al igual que Seamus, Dean, Ginny, Luna y los otros a repetir el curso ya que muchos por huir por ser hijos de muggles o porque los hermanos Carrow no impartían clases reales, sólo torturas. Incluso Draco Malfoy asistiría a Hogwarts después de haber sido absuelto por el Ministerio de Magia gracias a que a último momento se había pasado al bando bueno y había ayudado a vencer al Señor Tenebroso. Eso, sin contar que Harry y Ron se vieron obligados por una insistente Hermione a que abogaran a favor del rubio.

— ¿Aun después de todos esos insultos quieres defenderlo? —le había preguntado Ron con las cejas fruncidas mientras llegaban a la sala donde sería el juicio. Hermione dudó unos segundos antes de voltearse hacia sus amigos.

—Simplemente no quiero deberle nada.

— ¿Y qué es lo que le debes? —preguntó Harry muerto de curiosidad. ¿Qué era eso que su mejor amiga le escondía?

Y Hermione se los contó. Durante la guerra en Hogwarts hubo un momento en el que el Trio de Oro se tuvo que separar de manera obligatoria, dejando a Hermione a su suerte contra los múltiples peligros que esa noche acechaban en todo el Colegio. Al principio, ella se disponía a ir en busca de Ron pero su paso se vio interrumpido por las gigantescas arañas que salían del Bosque Prohibido y fue entonces cuando Hermione había corrido fuera del castillo porque había creído ver a Harry ir hacia ese lugar y por instinto quiso seguirlo, preferiría morir a abandonarlo.

—Al principio yo no me había percatado de las arañas… sólo tenía la vista fija en Harry—les contaba ella en un susurro pues ya estaban dentro de la sala y tenía la mirada puesta en el rubio esposado que estaba en el centro de la sala circular. Y como lo recordaba ese día, sus ojos, en sí todo su rostro no mostraba ningún sentimiento.

Draco Malfoy se había salido del castillo con la intención de irse al Bosque Prohibido, encontrar a sus padres y con ellos a toda la bandada de Mortífagos y al mismísimo Voldemort, pero por cosa del destino no pudo cumplir su cometido ya que se topó con una Hermione con la mirada más allá de las miles de arañas que se aproximaban a ella a una velocidad espeluznante. No podía dejar que se muriera, no sabía exactamente la razón de su necesidad de rescatarla, pero tenía que hacerlo. Decidido y sin importar quien lo viera se acercó a ella sigilosamente, la tomó por la cintura y gritó:

¡Arania Exumai!

Hermione no reaccionó ante el medio abrazo de Draco, en todo caso como que eso la alentó a dar unos pasos hacia adelante.

— ¡Granger! ¿Qué demonios haces? ¿Quieres morir? —la sacudió por los hombros, desesperado— ¿Qué no ves a esas asquerosas arañas? ¡Bombarda Máxima! —seguía defendiéndolos el rubio.

—Harry—pronunció ella de repente—Harry se ha ido a entregar.

Draco quedó rígido. Si bien al principio tenía cierta duda de que la cara rajada se entregara a Voldemort con la afirmación de Hermione se borró todo rastro de duda. Draco no estaba totalmente convencido de que Potter tuviera alguna oportunidad de ganar, no estando él solo ahí y Voldemort con todos sus Mortífagos. Pero, ¿Qué importancia tenia para él? Draco era un Mortífago, como sus padres y su tía Bellatrix. ¿Por qué se preocupaba de que Potter no ganara? ¿De las consecuencias que eso le podría traer a Hermione Granger? ¿Desde cuándo se preocupaba tanto por ella?

— ¡Expulso! ¡Bombarda! ¡Arania Exumai! ¡Impedimenta! —gritaba Draco a diestra y siniestra, poniendo toda su furia en los hechizos, haciéndolos a su vez tan poderosos como fuertes y efectivos.

Hermione lo miró alejar una a una a todas las arañas que esa noche los acechaban.

—Será mejor que regreses al castillo, Granger. —le ordenó Draco mientras se disponía a entrar al Bosque Prohibido, como era de esperar ella se negó. —No es tu lucha, ya no.

—Cualquier lucha de Harry, es mía también. —atacó la bruja avanzando los pasos que el rubio había dado.

—Entonces—dijo Harry cuando ella terminó de contar esa parte que ellos no sabían—fue por eso que Draco estaba contigo cuando llegaron a mi encuentro. —dijo él y su amiga asintió como respuesta. A Harry aun le costaba creer que Draco hubiera podido engañar a Voldemort e intercambiar la varita de Sauco para que así él pudiera derrotarlo en su totalidad.

Y también, de no ser por Draco Malfoy su mejor amiga muy probablemente hubiera sufrido algo muy grave por las arañas o quizá hasta estaría muerta. Eso lo hizo estremecerse, ¿una vida sin Hermione? No se creía capaz de poder soportarlo. Agradecido con Malfoy en silencio se prometió que haría lo que sea para que no lo llevaran a Azkaban.

Y así fue. El único lugar al que Draco tuvo que ir ese año por puro placer fue a Hogwarts.

Habían pasado ya cinco meses desde que habían entrado a Hogwarts y justamente todos estaban regresando de las vacaciones navideñas. Hermione en especial se había vuelto muy cercana al rubio y eso había puesto fin a la relación que tenía con Ron. Por su parte, el pelirrojo nunca admitiría en voz alta que la amistad con el rubio sólo había sido un pretexto para poner fin a esa relación sin futuro. Él sabía dentro suyo que Hermione no era feliz a su lado, eso lo hacía desgraciado y al mismo tiempo se sentía de la misma forma. No estaban hechos para estar juntos como pareja. Había decidido a hacerse el enojado por unas cuantas semanas y luego fue a pedirle una disculpa y rogarle que siguieran con la misma amistad de siempre a lo que Hermione le respondió con un fuerte abrazo, contentísima.

Por otro lado, Harry era el menos contento con toda esa nueva amistad que Hermione tenía con el rubio. Desde que ambos habían sido nombrados delegados de Hogwarts ella apenas tenía tiempo para estar con él. Pero en cambio, había tiempo de sobra para estar con Draco estúpido Malfoy. Y eso le ponía de un humor de perros. Al principio, se decía que eran celos normales de amigos e inclusive le preguntó a Ron si no se sentía reemplazado pero este casi ni notaba la ausencia de Hermione ya que se la pasaba estudiando junto a Luna Lovegood para obtener resultados suficientes para la carrera de Auror. Y con sus dos mejores amigos ocupados, lo dejaban a merced de una muy cariñosa Ginny Weasley. Se había distanciado tanto de todos sus amigos que desesperado ante la idea de quedarse solo decidió darles una sorpresa a todos; saliendo de Hogwarts se casó con Ginny, exactamente un año después del gran dos de mayo.

—Vaya, Harry, luces sensacional—le dijo Hermione a un Harry que veía a su reflejo demasiado nervioso, de su tez normal pasó a una casi verde, enfermizo. —Harry, ¿estás bien?

— ¿No crees que es demasiado pronto, Hermione? —Se volteó para mirar a su mejor amiga— ¿No me vas a pedir que no lo haga? —dijo en tono de broma, pero en el fondo podía sentirse la súplica.

— ¿Por qué lo haría, Harry? Amas a Ginny. —le decía ella mientras apoyaba ambas manos en los hombros de Harry, y este no podía más que mirarla fijamente. Se veía tan linda con ese vestido de dama de honor. Si Hermione no se hubiera alejado tanto de él, si ella hubiera pasado más tiempo con él, si Draco no hubiera interferido tanto ese último año, si Harry hubiera sido lo suficientemente valiente como para reclamarle algo… quizá ahora ella estaría en otra habitación poniéndose lo más guapa posible para su futuro esposo y él, ansioso de verla llegar hasta él en el altar. Pero en lugar de decir algo relacionado a sus pensamientos, solo asintió.

—Claro que sí, la amo. repitió las palabras de Hermione, más para él que para ella. Y con esas mismas palabras tan insignificantes para Harry le rompieron por completo el corazón a su mejor amiga. Prometiéndose que nunca diría nada acerca de sus sentimientos, ni el por qué había buscado tanto refugio en la amistad de Draco. Eso quedaría sellado para siempre, en el pasado. —Es hora de ir, ¿cierto?

Hermione le sonrió reprimiendo unas cuantas lágrimas a su mejor amigo y se fue a donde Draco la esperaba en el salón donde se llevaría a cabo la ceremonia.

— ¿Quieres que nos vayamos? —le susurró en el oído a lo que ella cerró los ojos dejando caer una lagrima y negando con la cabeza. —No tienes que presenciar esto, podemos inventarnos algo para decirle a los demás.

—Soy su mejor amiga—contestó ella a tiempo cuando Ron llegaba tomando a Luna de la mano, su novia.

—Oh, Mione, no llores—le suplicaba Ron con una sonrisa de oreja a oreja— ¡Sé que estás tan feliz y nervioso como yo por esta boda!

Draco reprimió las ganas de golpearlo ya que él ignoraba los verdaderos sentimientos de la castaña.

—Ha sido una locura que se casen ahora que estamos por empezar con toda esa situación de los Aurores y que Ginny ha sido aceptada en el equipo de las Arpías de Holyhead—seguía hablando Ron como si nada mientras Luna miraba intrigada a Hermione. —Supongo que su matrimonio siempre estará en constantes pruebas, ¿eh?

Hermione asintió distraídamente con la cabeza con la vista puesta en un Harry nervioso esperando por su prometida. Todos estaban ahí, reporteros del mundo mágico, compañeros antiguos de Hogwarts, profesores, todos estaban pendientes del gran acontecimiento del mago que salvó al mundo mágico. Pero Harry sólo quería salir de ahí de la mano con una persona que no era precisamente pelirroja, estaba a punto de hacerlo cuando posó su mirada en las manos de Draco en la cintura de Hermione y como ella apoyaba su cabeza en uno de sus hombros, con tanta confianza y en como Draco la miraba con ojos refulgiendo dulzura. Eso fue suficiente para que apartara la mirada con las cejas fruncidas y se concentrara en Ginny llegando del brazo del Sr. Weasley.

Se despidió mentalmente de todo sentimiento de duda y acalló a los gritos que le rogaban que se fuera con la castaña que estaba tomada de la mano de Draco como si su vida dependiera de eso. Sepultó en lo más profundo de su ser el amor que una vez creyó que podía existir entre él y Hermione para poder decir:

—Sí, acepto a Ginny como mi esposa.

LunaHHr