En cuanto cruzó la puerta supo que no volvería a pisar aquella casa. Habían pasado bastantes años desde que cayó en aquél mundo, y tras ciertos eventos que terminaros de forma favorable para ella, había logrado regresar al que era su hogar.
Pero ahora, tiempo después, quería volver. Necesitaba más que cualquier otra cosa regresar a aquél lugar que tantas maravillas y pesadillas le dio. Se aferró con fuerza a la correa de la mochila y abrió el candado de la bicicleta que se encontraba en el jardín. Echó un último vistazo a la estructura, y se pudo ver reflejada en los cristales de las ventanas. Una figura esbelta, y una larga melena castaña, con un flequillo que casi ocultaban sus ojos, siempre entrecerrados. Cogió aire, mentalizándose para lo que iba a hacer, y empezó a pedalear con fuerza…
Se había detenido unas cuantas veces, pero no podía comparar llegar al monte Ebott en el vehículo que iba con llegar en coche. Bebió agua, y gruñó al percatarse de que se le estaba acabando. Era la tercera botella y le quedaba solo una más. Dejó la bicicleta apoyada contra un árbol y se sentó junto a ella, para devorar un bocadillo que se había preparado antes de salir de su hogar.
Dejó que su mente volara, que se elevara más allá de las nubes que se movían lentamente sobre su cabeza. Masticó con lentitud y cuando escuchó su teléfono vibrar lo miró, asustada. Alargó la mano, temblando, y lo descolgó.
-¡Frisk! ¿¡Dónde cojones estás!?- la voz, amenazante, hizo que se encogiera- ¿¡Dónde te has metido!? ¡He llegado a casa y no estabas!- tragó saliva y se llevó el móvil a la oreja.
-No te atrevas a buscarme, Alan- murmuró, sintiendo como flaqueaba- No voy a volver. No importa lo que digas o hagas, pero no me harás regresar a tu lado, ni a ese lugar que tú has llamado casa- a medida que hablaba su voz se hacía cada vez más fuerte, y de alguna manera sintió como se llenaba de confianza- Y por mucho que me busques, no me encontrarás, eso te lo aseguro- y sin permitir que la otra persona dijera nada, colgó el móvil y lo soltó como si este quemara.
Se le había pasado el hambre, así que envolvió lo que le quedaba de bocadillo, bebió un trago de agua y guardó todo en la mochila Cuando las cosas estuvieron recogidas, rompió a llorar, y se acurrucó contra el árbol. Se mantuvo así durante unos minutos, incapaz de moverse. Sentía que la espalda y los brazos le quemaban, y se formó un nudo en su estómago, temerosa de que, de alguna manera, pudieran encontrarla en un futuro.
En el momento que se vio lo suficientemente calmada para coger la bicicleta, se colgó la mochila y, tomando aire, retomó su camino…
Se lavó las manos con el agua que le quedaba y se las secó con la pequeña toalla que había guardado. Comprobó cómo en esta florecían pequeños capullos rojos de la sangre que se había hecho escalando aquella montaña. Suspiró, flexionando los dedos, y se adentró en la cueva que se abría en la pared.
Frisk anduvo un buen rato, descendiendo, hasta que dio con una caverna iluminada suavemente con la luz del sol. La misma luz bañaba una cicatriz en la tierra que daba a un pasaje oscuro, con un fondo invisible para cualquier ojo que se atreviera a mirar más allá.
Ella sabía que el lugar que buscaba se encontraba tras la oscuridad de aquella grieta, y que lo único que debía hacer para llegar ahí era avanzar hasta que lo único sintiera fuera el vacío bajo sus pies. Pero no sabía si sus pasos la llevarían a su destino o hacia la muerte.
Tragó saliva. Si acertaba, sería feliz. Volvería a ver a la gente que tanto tiempo atrás la ayudó. Pero si se equivocaba...bueno, si se equivocaba nada sería tan malo como llevar la vida que había llevado hasta ese momento. Volvió a mirar su teléfono y se percató de que tenía varias llamadas perdidas y unos cuantos mensajes que no quiso abrir. Abrió la carcasa, sacó la tarjeta SIM, y se agachó, para coger una piedra y romperla, con la certeza de que de ese modo no la localizarían. Guardó el móvil inactivo en la mochila, e inspiró hondo, antes de dar un paso. Nada frenó su pie, así que se sintió caer, y sonrió al ver como la oscuridad la envolvía...
