SECRETOS Y MENTIRAS
Por Cris Snape
Disclaimer: El Potterverso es de Rowling.
Esta historia participa en el minireto de septiembre para La Copa de la Casa 2014-15 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Antes de empezar, quiero decir que estoy muy orgullosa de ser una de las prefectas de Hufflepuff, además de Premio Anual. Voy a seguir dándolo todo para llevar la gloria a mi Casa. ¡Arriba Tejones!
También quiero aprovechar que, viendo lo visto, me encanta tener unos compañeros tan geniales. Creo que formamos un equipo excelente. Esta historia se la quiero dedicar a todos ellos. Porque lo valen, narices :). Y ahora, preparaos para conocer el lado oscuro de Pomona Sprout.
Después de la guerra, Pomona solicitó a la directora McGonagall la exclusividad del invernadero número 7. Puesto que la profesora había hecho méritos suficientes a lo largo de los años, le fue concedido sin necesidad de dar explicaciones.
"¡Y menos mal!", se repite muy a menudo porque, evidentemente, a Minerva no le agradaría nada saber lo que allí se cuece. Literalmente.
Esa tarde, Pomona está muy ocupada. Mientras cuida con mimo sus macetones de hierbas prohibidas, algunas de ellas muggles, piensa en cómo ha llegado a esa situación.
"Movida por las circunstancias", se dice mientras acalla su conciencia. Si nunca hubiera apoyado a Dumbledore y a Minerva, si nunca se hubiera enfrentado a Voldemort y si nunca hubiera peleado en la Batalla de Hogwarts, seguramente unos mortífagos resentidos no habrían destrozado su casa, dejándola totalmente arruinada.
Se detiene cuando alguien llama a la puerta. En los últimos años, muchas veces ha temido que fueran a pillarla, pero hasta ahora ha tenido suerte. Con un movimiento diestro, oculta las plantas mágicamente y acude a atender la llamada. Se trata de Brian White, el estudiante que la ayuda con la elaboración de las pociones y su posterior distribución.
—Eres tú, Brian. Pasa, por favor —Le sonríe con afabilidad—. Lo tengo todo preparado para que empieces con la cocción de…
—Profesora —El chico la interrumpe—. No puedo seguir con esto.
Eso sí que no lo esperaba. Se queda seria y le observa fijamente.
—¿Se ha enterado de lo que le ha pasado a ese Gryffindor? Está en la enfermería y podría morirse.
—Esas cosas pasan a veces, querido.
—Puede, pero no dejo de pensar que es por nuestra culpa y… No puedo.
Quiere entenderlo. Es un chaval de dieciséis años y lo que ha pasado con ese chico idiota le ha afectado notablemente, es evidente. Pomona se dice que lo mejor es dejarle ir, pero entonces piensa en su casa destruida y en todos los galeones que ese negocio le ha reportado y frunce el ceño.
—No consentiré que te eches atrás.
—Pero, profesora…
—¿Qué crees que haría la directora si supiera que estás introduciendo droga en Hogwarts?
Brian está a punto de protestar, pero es listo y sabe que no tiene nada que hacer. Palidece, aprieta los labios y se marcha dando un sonoro portazo. Pomona suspira. Lamenta que las cosas sean así, pero ya no pueden volver atrás.
Según Word, he escrito 397 palabras. Estoy muy cerca del límite, pero no me he colado. ¿Y bien? ¿Qué os aparecido? ¿Me lo haréis saber?
Besetes y hasta pronto.
