Tomó con sus dos manos aquella piedra que llegó a ser tan valiosa, en su tiempo. Con el reflejo del sol, un pequeño arcoiris nació del corazón de la piedra. Era como un amuleto, una pertenencia que lo hacía recordar el pasado espectáculo que había en el cielo. Nuestro cielo.

La ciudad en donde las fantasías se harían realidad, en donde el arcoiris parecía pintado de la mano de un artista. Nuestro vigía, en lo único que podíamos creer, en lo incierto de su procedencia pero en lo mágico de su resplandor. Aquel día todos despertamos, y fijamos la vista en el cielo de vivo color azul. Un tarro de agua ha caído sobre la pintura de nuestro artista, algo ha dañado a nuestro amor. Nuestra vida.

Me quedé sin aire, tratando de creer en que podría estar soñando. Luego parpadeé. Mi corazón se ha roto en dos, mis esperanzas desvanecieron al igual que nuestro símbolo. ¿Cuándo te volveremos a ver? Salió, mirándole las caras sus vecinos, caras de asombro y derrota. Lo hemos perdido... ¿quién sabrá cómo? Alguien ha pedido el último deseo. El último Gift. Nuestro Dios.

Me he confinado en mi cuarto, mientras la gente en la calle murmulla... ¿que nadie ve el dolor?. ¿Nadie se ha dado cuenta de lo que ya no está? Va a llover, juntando sus dos manos con fuerza se dio cuenta que se encapotó el cielo. Pero, el sol sigue brillando con densidad, así que la imagen de su piedra aún se sigue mostrando. Embobado con el prisma, el tiempo va pasando, pero a él le da igual. Se fue, se fue, se fue. Nuestra esperanza.

La lluvia ha parado. El sol resplandece con poder sobre la ciudad, haciendo que vuelva a mirar hacia la ventana. Abro los ojos con euforia. ¡Allí está, allí...! Se da cuenta, maravillado. ¿Pero, por qué ha vuelto? Confundido, parpadeo unas cuantas veces. Que idiota he sido, perdóname, aún no te irás, seguirás vigilándome... ¿no? En el claro cielo azul, se levanta un nuevo arcoiris, no eterno, pero más envolvente, más real. Nuestro camino.

Nuestra verdad.